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Siria: sin plazo para soluciones verdaderas

Escrito por Massimo Di Ricco
massimo dirico siria protesta assad

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Massimo Di Ricco RazonpublicaA portas de una nueva, discutible y peligrosa intervención militar de Estados Unidos en el Medio Oriente, este análisis sucinto pero exacto de la situación, las razones y las alternativas que se abren.

Massimo Di Ricco*

El pretexto

Lo que está en juego con la nueva intervención militar en Medio Oriente no son las condiciones de vida de los sirios después de más de dos años de guerra, sino la credibilidad de las potencias occidentales que tenían el control de la región. 

La delgada línea roja del empleo de armas químicas que Obama, Cameron y Hollande han invocado repetidamente a lo largo de los últimos doce meses, ya ha sido superada varias veces en Siria. 

Con mucha probabilidad en la última matanza en las afueras de Damasco del pasado 21 de agosto, la línea fue cruzada por el gobierno de Asad o por fuerzas leales al régimen. En otras ocasiones habría podido ser cruzada por parte de los rebeldes, como afirmó en mayo Carla Del Ponte, la representante de la Comisión de Naciones Unidas sobre Siria. 

No obstante, quedan pocas dudas sobre la existencia y utilización de armas no convencionales en Siria durante los últimos meses. La administración Obama, como lo dijo el Secretario de Estado  Kerry, no tiene duda sobre la participación del gobierno de Asad en el ataque, aunque parezca que la principal prueba es una llamada interceptada por la inteligencia israelí, un actor con intereses directos en el conflicto. 

Las armas químicas representan el último recurso defensivo para el régimen de Asad, sobre todo cuando sus enemigos se acercan a la ciudad capital, aunque ya haya demostrado igual desprecio hacia las vidas de sus nacionales con el uso masivo de las que se definen como “armas convencionales”. 

Cameron, Obama y Hollande han levantado la voz una y otra vez amenazando a Asad en nombre de un imperativo de moral y justicia humana que contrasta con la historia de intervenciones militares y abusos de estas potencias. 

Detrás de esa invocación de la ética hay apenas un intento de estas potencias occidentales onloteas por mantener cierta credibilidad a nivel mundial, y un juego geopolítico que ningún interés tiene en salvar las vidas de los sirios atrapados en una guerra de la que no se buscan verdaderas soluciones.  

 

Intervención sin legitimidad internacional

El paso más probable es una acción militar limitada, sea bajo el aval del informe de Naciones Unidas sobre el uso de armas químicas, sea apelando solo al sentimiento de indignación mundial. 

Sin embargo ni la indignación ni las razones humanitarias parecen legitimar o legalizar una intervención militar fuera del marco de Naciones Unidas. Tampoco parece posible plantear una futura intervención con el aval de Naciones Unidas, donde en ningún momento, y frente a ninguna atrocidad, Rusia y China darán luz verde a las otras potencias en el Consejo de Seguridad. 

Otra posibilidad es apelar al Capítulo 7 de la Carta de Naciones Unidas, a la “amenaza a la paz o actos de agresión contra un Estado miembro”, como se ha hecho varias veces en las últimas décadas. Sin mencionarla directamente, Kerry ha dicho que “la seguridad de Estados Unidos y sus aliados en la región depende de una respuesta al ataque con armas químicas” perpetrado por Asad. 

Por otro lado la figura de la Responsabilidad de Proteger instituida por Naciones Unidas en 2005,  aplicable en el caso de violaciones de derechos humanos por parte de un Estado contra sus propios ciudadanos, es una herencia obsoleta del derecho internacional de la época del “consenso de Washington” cuando, tras la caída de la Unión Soviética, Estados Unidos cumplía el papel de shérif mundial. 

Mientras en Siria las violaciones de los derechos humanos se vienen repitiendo desde hace ya muchos meses, lo que ha ido cambiando son el orden global y la repartición del poder en la región.  

Consecuencias de una acción militar limitada

El ataque limitado por parte de Estados Unidos sobre algunos objetivos estratégicos sirios no logrará nada concreto en términos de equilibrio militar o de acercar la solución del conflicto.  

Y la opción opuesta -es decir un ataque más largo y con presencia de tropas- pondría en marcha una cadena de respuestas a través de los aliados de Siria en toda la región. Algo que Estados Unidos no se puede permitir en este momento. 

Los más afectados por una posible respuesta siria a la que podríamos llamar una “bofetada de Estados Unidos” podrían ser Turquía y los países del golfo, al alcance de las armas sirias. Pero esta es una posibilidad remota: también Damasco sabe -así tenga las espaldas cubiertas por Irán y por Rusia – que el objetivo principal es mantener vivo su régimen y no aumentar los actores en el conflicto. 

Probablemente entonces la familia Asad aguantará el ataque con perdidas mínimas y aumentará el volumen de su propaganda anti-imperialista. La misma postura que adoptó a raíz de los recientes bombardeos israelíes sobre territorio sirio, cuando Damasco profirió amenazas pero no intentó  respuesta militar alguna.   

La intervención militar limitada pone además en evidencia que Washington no tiene todavía un plan para resolver en su favor la guerra en Siria, y que para Estados Unidos es impensable el envío de tropas a esta nueva guerra. 

El plan de Obama de castigar Asad por las armas químicas muestra la falta de planeación a largo plazo y en apariencia solo busca mantener su credibilidad internacional. 

En fin: una acción de castigo contra Asad para que no vuelva a utilizar los gases químicos, y que puede causar más muertos, reforzando al mismo tiempo el régimen sin aportar mucho a la resolución del conflicto. 

Los nuevos límites de Estados Unidos en Medio Oriente

La limitada intervención militar estadounidense describe también la debilidad de las grandes potencias tradicionales en el mundo de hoy, y en particular de Estados Unidos y sus aliados occidentales. 

La intervención militar en Siria será encabezada por Estados Unidos, sin los eternos aliados británicos, bloqueados por la votación contraria de la Cámara, probablemente con el respaldo francés y de aquellos países árabes del Golfo que tanto están invirtiendo para derrocar a Asad y debilitar a Irán. 

Una débil coalición por “la justicia internacional”, que demuestra el carácter de esta fase de la historia, donde Washington ha ido perdiendo su poder a favor de lo que es un mundo gobernado por nadie. Y la debilidad del “pacificador” se refleja sobretodo en la reciente, pero contínua, pérdida de poder en Medio Oriente: 

  • En el aliado Egipto, donde Estados Unidos apostó con escepticismo al gobierno de los Hermanos Musulmanes, y donde la cúpula militar después del golpe del 3 de julio ha empleado una fuerte retórica anti-imperialista. 
  • En El Líbano, donde Washington ha perdido mucho de su poder. 
  • En Irak, donde ha entregado o casi un país en plena guerra civil, a los iraníes y a las fuerzas islámicas más radicales a sueldo de Arabia Saudita. 
  • En Palestina, donde Obama no ha apostado seriamente por la resolución del conflicto con Israel. El intento de diálogos de paz promovido por  Kerry hace pocas semanas ya parece un recuerdo lejano. 

Soluciones duraderas contra indignación temporal

La guerra en Siria necesita soluciones sin cálculos geopolíticos, sin daños a la población, y  donde cesen las intervenciones extranjeras de lado y lado. 

La limitada intervención militar definitivamente no sirve para salvar las vidas de los sirios, ni a corto ni a medio plazo, pero solo calmará un poco la conciencia de quien aun cree en la lógica de castigo de las bombas humanitarias. 

Una solución más sostenible podría venir de un acuerdo con el nuevo Irán de Rohani, que quiere salir del aislamiento internacional, y que involucre también a Rusia, reconociendo implícitamente una división de poderes e influencias en Medio Oriente. 

Así podría pensarse en soluciones concretas sobre corredores humanitarios, asistencia a los millones de refugiados y abastecimiento de las zonas más golpeadas por el conflicto. Soluciones realmente humanitarias que no parecen inalcanzables, y cuya no aplicación confirma la falta de interés de las potencias mundiales en salvar la vida de miles de sirios. 

Las bombas, legales o ilegales, y la indignación no han sido nunca funcionales y han servido solo a las potencias extranjeras, las fuerzas radicales y los regímenes dictatoriales. 

Esta operación de Estados Unidos difícilmente parece ajustarse a los intereses de aquellos sirios que  empezaron la sublevación pacífica contra el régimen en el ya lejano marzo 2011 y que piden a la comunidad internacional soluciones a largo plazo. La acción militar limitada será otra vez la representación de la geopolítica de las amenazas sobre la piel de los sirios.  

*Profesor invitado de la Universidad del Norte, Barranquilla.

@riportag

 

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