Colombia y la crisis europea: una estrategia para hacer frente al vendaval - Razón Pública
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Colombia y la crisis europea: una estrategia para hacer frente al vendaval

Escrito por Daniel Niño
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Daniel Nio_TLa crisis europea es inminente y sus repercusiones podrían ser devastadoras. Si el estallido se produce ahora mismo o si logra escalonarse un poco más, hay una serie precisa y comprensiva de medidas y reformas que Colombia tendría que adoptar. Estas son las medidas y reformas necesarias. Y el tiempo no da espera.

Daniel Ignacio Niño*

Europa en el oscuro

Los mercados dudan de la sostenibilidad financiera de Italia y de España. Saben que el año entrante (sobre todo entre febrero y abril) tienen que refinanciarse cerca de 300 mil millones de euros de deuda pública en Italia, y que el gobierno, los bancos y las empresas españoles deben refinanciar un monto similar.

  • La deuda soberana de Italia (121 por ciento del PIB) es el talón de Aquiles del euro: representa casi 23 por ciento de la deuda soberana de la Eurozona y es 6 veces mayor que la deuda griega.
  • España es la Espada de Damocles que pende sobre el euro (gobierno y sector privado españoles suman una deuda equivalente al 360 por ciento del PIB).

De mantenerse las crecientes tasas de interés que los gobiernos deben pagar, los desembolsos por este concepto disminuirían los recursos para atender al gasto y la inversión pública, echando por tierra el lánguido crecimiento. Por ejemplo, las letras del gobierno español, actualmente por encima del 5 por ciento, compiten por los fondos de los bancos y ello amenaza con elevar el costo del crédito, disminuir los recursos que podrían prestar, y agravar aún más el desempleo.

El Banco Central Europeo (BCE) ha comprado bonos soberanos de Europa en el mercado secundario por casi 188 mil millones de euros (de los cuales los de Grecia son 70 mil millones), y sigue haciéndolo a un ritmo de 20 mil millones semanales. Pero esta intervención del BCE no ha sido suficiente para disuadir a los mercados, que saben que el Tratado no permite al Banco financiar gobiernos ni ser prestamista de última instancia en casos donde el problema real es de insolvencia financiera.

Por otra parte, como los bancos comerciales han tenido que acudir a préstamos del BCE y utilizan los bonos de los gobiernos como aval, ya es muy elevado el riesgo de pérdidas del Banco Central por un impago de deuda soberana. Ahora se propone que el BCE le preste un monto sustancial al Fondo Monetario Internacional (FMI) para que el riesgo sea asumido por este organismo, pero la posición de los demás países miembros del FMI no es todavía clara.

El 78 por ciento de los alemanes cree que el euro sobrevivirá a la crisis y Merkel reconoce que serán necesarios cerca de 10 años para superar la crisis. La propuesta más reciente en Bruselas es el uso de Eurobonos o Bonos de Estabilidad con garantía total o parcial comunitaria. Pero, al igual que en el caso de un salvamento abierto por parte del BCE, esto implicaría cambios complejos y difíciles de negociar en el propio Tratado.

Si el estallido es ahora

Hoy ya es muy tarde para preguntarse qué debería hacer Colombia ante la crisis que se anuncia para comienzos del año entrante; si el estallido se produjese en unos meses, tendríamos que echar mano de las defensas actuales:

  • Para evitar la caída de la demanda interna, el Banco de la República tendría que bajar las tasas de interés, posiblemente a niveles muy por debajo del 3 por ciento; en un contexto global de deflación o desinflación tendría espacio para hacerlo.
  • La política fiscal tendría que virar rápidamente, pasando de ser contraccionista, como ha sido en 2011, a ser expansionista; el estímulo económico tendría que ser sustancial.
  • Tal como sucedió a finales de 2008 y comienzos de 2009, la caída en precios de materias primas dejaría suficiente espacio al Banco de la República para que el peso flote y se deprecie sin agravar la inflación.
  • El elevado ahorro público que ha resultado del mayor recaudo tributario y una baja ejecución, permitiría que las tasas de interés reales de los TES disminuyeran más rápidamente que en 2009.
  • El Banco central podría inyectar pesos a la economía mediante la compra de TES en el mercado secundario; esto, si la medida resultara mejor que liberar un monto importante de reservas o que reducir los encajes vigentes.
  • Si la crisis bancaria internacional secara la financiación de comercio exterior y capital de trabajo en moneda extranjera, el Banco de la República debería usar las reservas para suministrar liquidez en dólares a los bancos locales; esto se haría mediante avales o colaterales de deuda soberana colombiana en moneda extranjera.
  • Los ahorros en dólares producidos por Ecopetrol y el buen nivel de reservas internacionales, o la línea de crédito de liquidez del FMI, permitirían atender al cierre parcial de los mercados de capitales globales durante muchos meses, sobre todo en 2012.

La mayor inquietud provendría de la duración y la profundidad de la crisis desatada por la deuda soberana europea, las cuales muy probablemente serían peores que las que ocasionó la quiebra de Lehman Brothers.

Si la crisis se logra escalonar

Todavía es posible inducir una detonación controlada y que minimice los daños. Pero aun así la crisis sería prolongada y de altos riesgos. El desgaste de los mercados y los múltiples episodios de estrés pueden manifestarse de muchas formas, como parálisis de los mercados monetarios e interbancarios.

Si tenemos algo de tiempo, las autoridades económicas colombianas habrían de establecer un plan de acción preventivo.

Lo primero sería acelerar la agenda de crecimiento, pues los años que anteceden a una crisis son una oportunidad histórica para prepararse a través de reformas estructurales que aumentan considerablemente la competitividad:

  • Introducir sin dilaciones la reforma tributaria pro-empresa e inversión, simplificando los tributos y ampliando la base.
  • Adelantar la reforma pensional, reconociendo las realidades del mercado laboral y las circunstancias demográficas. Al disminuir la presión fiscal que hoy tenemos, disminuiría el costo del capital de los colombianos.

Habría que corregir las fallas que demoran la ejecución del plan de desarrollo:

  • Apresurar la ejecución de infraestructura y adelantar el diseño en las nuevas contrataciones.
  • Consolidar las locomotoras mineras y de vivienda a través de más rápida concesión de bloques de exploración y habilitación de tierras.
  • Mantener el ritmo en la negociación de nuevos acuerdos y tratados de comercio con naciones del Asia al igual que con países emergentes.

Lo segundo sería fortalecer más el frente financiero del país a través de:

  • Medidas preventivas para elevar los colchones de liquidez del sector financiero y del sector real.
  • Acciones para promover un mayor ahorro interno y un endeudamiento externo a más largo plazo del gobierno y las empresas. Hoy, tanto en dólares como en pesos, las empresas están muy expuestas a los riesgos de liquidez, al mantener una alta proporción de su endeudamiento a corto plazo.
  • El ritmo de la economía local aconseja elevar las tasas de interés o las reservas de las entidades de crédito, actuando sobre los focos de alto endeudamiento (sobre todo de bienes de consumo duradero); en casos selectivos, y para compensar los menores precios de estos bienes (por la crisis) podrían aplicarse impuestos adicionales.
  • Fortalecer el desarrollo del mercado de capitales y estimular las emisiones de bonos globales del sector privado –los establecimientos de crédito deberían ser autorizados para hacerlo– mientras los mercados externos se mantengan abiertos.
  • Integrar más a los mercados de capitales local y regional para la compensación del comercio exterior –a través de monedas de países con los cuales tengamos firmados acuerdos o tratados de comercio exterior.
  • Solicitar una ampliación del monto y la duración de la línea de liquidez del FMI.
  • Comprar más dólares y diversificar la posición en reservas internacionales con derechos especiales de giro (DEG) y otras monedas.
  • Cuantificar los riesgos económicos y financieros que afectan a las empresas colombianas y están asociados con al riesgo país de los socios comerciales; y apelar a las normas referentes a su monitoreo y su mitigación.

Que no nos pase como a España

Los hechos en Europa se producen sin que sigan un guión. No hay libreto y los actores no parecen estar coordinados. En ese contexto, Europa se sacude y es posible que desate un tsunami financiero.

Aun así, el escenario central apunta a un fenómeno controlado, que con el paso del tiempo iría perdiendo algo de riesgo sistémico. Todo puede pasar con la compleja situación de Europa. No es que podamos evitar un declive de Europa ni que ello deje de afectarnos, pero es probable que sus más graves consecuencias tarden en arribar a nuestras orillas.

En caso de que yo esté equivocado, no es mucho lo que podemos hacer hoy, pues tendremos que acudir a los escudos y defensas disponibles. Lo peligroso sería que se agoten antes de tiempo, si la crisis se prolonga más que la de 2008.

Hoy los mercados están en pleno pánico. Hay que trabajar con urgencia en las reformas que fortalecen la competitividad y la sostenibilidad. Hay que avanzar en la modernización necesaria para ajustarse y adecuarse a la globalización, de una vez por todas.

Que en Colombia no nos pase lo que en España, que nunca hicieron las reformas, al estar anestesiados por la bonanza. Ahora la crisis los obliga y ¡es cuestión de vida o muerte!

Director de Investigaciones Económicas y Estrategias del Grupo Bancolombia, egresado de Finanzas y Relaciones Internacionales del Externado de Colombia, MBA del Instituto de Empresa en Madrid, especialista en Finanzas Corporativas de la Universidad de California, y profesor universitario. 

 

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