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Cali: la guerra sucia opaca las propuestas de ciudad

Escrito por Rosalía Correa
Rosalia Correa Young

Rosalia Correa YoungLa polarización, la propaganda negativa y la guerra de encuestas que han dominado en las últimas campañas se repite, con creces esta vez, en la ciudad, pero no se debaten sus problemas ni se proponen salidas a su crisis.

Rosalía Correa Young*

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 Fallan las encuestas

Una particularidad de las elecciones en Cali es la diferencia entre el resultado final y la intención de voto marcada por las encuestas, aún en fechas cercanas al día de votación.

  • En 2003, la encuesta[1] aplicada veintiséis días antes de los comicios daba como ganador a Lloreda, tal como puede verse en el Gráfico adjunto. No obstante, Lloreda perdió por una diferencia de 7 puntos frente a Apolinar Salcedo.
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  • En 2007, nuevamente se presenta Lloreda y su principal contendor es Jorge Iván Ospina. Las encuestas que resume el cuadro siguiente daban como claro ganador a Lloreda, pero Ospina fue quien obtuvo la victoria:
  • Intención de Voto – 2007

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    Las guerras sucias

    En Santiago de Cali, de tiempo atrás, han venido haciendo carrera la “guerra sucia” y la “polarización” entre sectores políticos, promovidas por algunos grupos o líderes como estrategias para demeritar la campaña de su inmediato contendor.

    Desde finales de los ochenta, en la primera elección de alcaldes, la campaña del candidato Henry Holguín se adelantó confrontando a los otros candidatos como representantes de “la oligarquía” o de las “barrigas llenas”, a quienes “el pueblo tenía que cobrar las cuentas atrasadas”[2].

    Elecciones subsiguientes continuaron esa tendencia, que se afirma con la campaña de Apolinar Salcedo, a quien la ciudad eligió por “ciego, pobre y negro” y con la de Jorge Iván Ospina, el actual alcalde. Estos dos, como dije, compitieron con Francisco José Lloreda, quien representa a esa “oligarquía” que algunos sectores rechazan y señalan como responsable del atraso y el deterioro de la ciudad.

  • En la campaña de 2003, candidatos como Miguel Yusti que adhirió a Salcedo, advertían a la ciudadanía que de ganar Lloreda, “se maquillará la pobreza de la ciudad y el modelo tecnócrata le dará prioridad a la inversión de la empresa privada en detrimento de lo público, agravando la bomba de tiempo social que hoy existe en Cali”[3].
  • En la campaña de 2007 la confrontación se hizo aún más evidente en pasacalles como “No queremos más alcaldes pobres ni negros”[4], en avisos como “Gracias KIKO x volver mendigos a los maestros de Colombia”[5]; o en señalamientos sobre corrupción en la campaña de Ospina (según algunas versiones, esta campaña ofrecía dinero y boletas para la rifa de un taxi a los conductores que hablaran bien de él a los pasajeros[6]).
  • También en esta ocasión se registró un enfrentamiento entre varios candidatos en un debate en la Comuna 13, que terminó con epítetos y amenazas de muerte hacia uno de ellos: “Viejo lambón retírese”; “Cállate guerrillero”.

    Y hubo además confrontaciones epistolares. Tras un ir y venir de acusaciones, por ejemplo, varios candidatos le escribieron a Lloreda: “Hemos recibido su carta fechada el día de ayer, y vemos claramente la forma ladina como pretende tergiversar la temática y el sentido de nuestra declaración. Con suma nitidez apuntamos que Usted, en su campaña, ha admitido personajes y grupos cuestionados en la ciudad por supuestos problemas de corrupción, cuestionamientos que Usted y el periódico de su familia, impulsaron con ahínco. Son frescas sus referencias al actual concejo de Cali, como la cueva de ladrones de Alí Baba. ¿Se referían ustedes a […], todos ellos promotores de su aspiración? ¿Eran todos o algunos? Aclare, Kiko, porque solo la incoherencia y la permisividad con las prácticas de la vieja política, explicarían que ahora Usted los reciba en su campaña, y nos obligue a creer que por esa adhesión, ya no comprarían votos o habrían cambiado su naturaleza corrupta…”[7].

    El lio de las firmas

    La campaña para elegir al próximo alcalde de la ciudad no ha sido menos agitada.

    Hasta mayo pasado estaba compitiendo un número significativo de precandidatos: 19. Quien más opción tenía era Sigifredo López, con 23 por ciento de intención de voto[8], y la tendencia se había mantenido desde comienzo de año. Pero entonces apareció el señalamiento de que “su campaña era financiada por una organización al margen de la ley”.

    Por otra parte las encuestas señalaban desconocimiento de los candidatos y poco interés ciudadano en la campaña. En Julio -y ya a punto de cerrarse la inscripción de candidatos- el ex alcalde Rodrigo Guerrero se presentó por firmas: “si no hay participación, cualquiera puede llegar y la ciudad no puede someterse a eso”, dijo el nuevo aspirante. Esta aparición intempestiva despertó cierto entusiasmo entre sectores de la dirigencia empresarial y social, de modo que Guerrero comenzó a puntear en las encuestas.

    Sin embargo -y por razones que no quedaron totalmente aclaradas por el Registrador- la inscripción de Guerrero fue negada con el argumento de que gran parte de las firmas no eran válidas. A esto se sumó la denuncia directa del presidente Santos sobre actos de corrupción, como pedir al candidato “2 mil millones de pesos para asegurarle la victoria en las elecciones, y solicitarle 200 millones para solucionarle un posible problema en su inscripción por firmas”[9]. Del debate jurídico que parecía venirse a consecuencia de la demanda instaurada por el candidato afectado y de la dilación que este hecho conllevaría, derivó un lacónico comunicado de la Registraduría abalando las firmas y aceptando la candidatura.

    Vuelve la guerra sucia

    Con esto por supuesto se agravaron la polarización y la guerra sucia. En algunas calles aparecieron pasacalles, afiches o graffiti donde se tacha a Guerrero de "corrupto" y de "ladrón de firmas […]”, y a partir de ese momento los debates se han caracterizado por las recriminaciones contra él:

    – Han salido a relucir aspectos de su gestión como alcalde, relacionados con Termoemcali y con la no ampliación del Parque de la Salud, porque “Guerrero, durante su mandato, se opuso a perjudicar un pariente suyo, dueño de un terreno aledaño al Parque”.

    -También se ha presentado ataques de “clase”: cuando Sigifredo López y Guerrero debatían el alto índice de desempleo y las estrategias para superarlo, dijo López que “a quien vive tranquilo en la comodidad del oeste, en su casa, a quien jamás ha pasado hambre y frio…”, no le preocupan los recicladores. O cuando el periodista preguntó por qué creían derrotar a Guerrero, María Isabel Urrutia contestó que “ella lo derrotaría por ser mujer, porque representa el futuro y el doctor Guerrero representa el pasado. Ese pasado que le ha hecho enorme daño a la Ciudad. Ese asunto de las firmas…”.

    Encuestas en el aire

    Unas encuestas favorecen al candidato Guerrero. Así lo hizo saber la firm Gallup que divulgó la Caravana de la Democracia, donde aventaja por 12 puntos a María Isabel Urrutia, quien le sigue. La encuesta de Datesco marca una diferencia de 19 puntos sobre su inmediato seguidor, en este caso, Milton F. Castrillón.

    Pero el diario Occidente divulgó la encuesta de Cifras y Conceptos que contradice todo lo anterior y registra que “el 26.4 por ciento de los encuestados votaría por Milton Castrillón, el 13.6% por Rodrigo Guerrero y el 6.3 por ciento por Sigifredo López”.

    Estos resultados contradictorios confunden a la opinión y hacen que durante el periodo preelectoral se presenten triunfalismos entre los seguidores de uno u otro candidato que resultan frustrados en el día electoral. Tal ha sido, como dije, la experiencia de Cali, y el candidato Castrillón ya lo advirtió: “Usted doctor Guerrero y yo estamos como hace cuatro años, a usted le favorecen las encuestas pero el ganador voy a ser yo”.

    Y Cali en el aire

    Pero el futuro de la ciudad no se debate. Algunos candidatos probablemente están documentados y quizá tengan argumentos válidos para juzgar la alcaldía de Guerrero, pero resulta sin duda preocupante que en la campaña prime la polarización sobre las propuestas para atender los problemas tan álgidos que hoy vive la ciudad.

    El único elemento novedoso del cual he oído hablar durante la campaña consistió en que según los estudios existentes, el agua potable del sur de Cali vendría del río Timba. Pero la viabilidad de esta fórmula no ha tenido debate, aunque lo necesitaría al menos porque el río Timba pasa por Jamundí y habría quizá que negociar la obra con ese municipio.

    Cali, pues, a escasos veintiocho días de elegir alcalde, se debate entre encuestas a favor de unos u otros, guerra sucia, recriminaciones y diferencias de clase, pero muy poco en función de la agenda para superar la inseguridad y el desempleo, mejorar la educación, atender los asuntos de la red de salud local, continuar las 21 megaobras y el Sistema de Transporte Masivo, o acelerar la descontaminación de sus ríos.

    El diario El País ha venido divulgando las propuestas de los candidatos y los conceptos de analistas consultados sobre su viabilidad. Esto indican: Los programas de gobierno dejan un sabor a improvisación, a populismo y como dice textualmente alguno de los analistas, “las propuestas demuestran un afán desenfrenado por conseguir votantes”.

    * Socióloga, magister en Gobierno Municipal, profesora de Ciencia Política de la Universidad Javeriana de Cali.

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