Sombras en la economía global y un desacuerdo peligroso entre el gobierno y el Banco de la República. ¿Cuál es el camino? *.
Isidro Hernández**
Por qué aumentó el desempleo
El desempleo llegó a 9,4% en junio de este año, y el gobierno le atribuye este aumento a la llegada masiva de venezolanos.
Pero la cuestión cambia si en vez de la tasa mensual se toma el promedio móvil, de 10,5% en ese mismo mes de junio: esta tasa estuvo 0,6 puntos por encima de la del año anterior.
Las cifras muestran que el problema no es de excesiva oferta de trabajadores. La tasa global de participación (o porcentaje de personas en el mercado de trabajo) permaneció estable en los últimos doce meses —incluso con la llegada de los venezolanos—.
El problema está en la demanda. El crecimiento del producto total en el primer semestre fue de 3,0%, pero las actividades que generan empleo se están frenando.
El sector de construcción se viene contrayendo desde 2017, la agricultura viene en descenso desde ese mismo año, la manufactura y la minería —que se habían recuperado en el segundo semestre de 2018— volvieron a frenarse en lo corrido de 2019.
Sectores importantes para el empleo, como el comercio y el financiero, se mantienen en su promedio de crecimiento de mediano plazo, y el primero de ellos es el único que muestra una leve tendencia creciente. Esta tendencia se debe a que el consumo de los hogares aumentó en 4,0%, y por eso el comercio explica el 28,9% del crecimiento total del PIB -seguido por las actividades financieras e inmobiliarias, con un 9,1% y un 9,6%, respectivamente-.
El gasto gubernamental, los planes de seguridad social, la salud y los servicios sociales contribuyeron en un 15,5% al crecimiento y mantuvieron su demanda de trabajadores.
Lo anterior podría leerse de una manera más escueta: el 63,1% del crecimiento anual del PIB se debe al sector terciario o de servicios donde predomina el factor trabajo y, sin embargo, el desempleo aumentó en este sector.
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Dos proyecciones opuestas
Las autoridades económicas están en desacuerdo sobre el panorama interno y sobre los efectos de la situación internacional:
- La Junta Directiva del Banco de la República en su informe al Congreso sostiene que la actividad interna se desaceleró por la menor construcción de vivienda, un nivel menor de inversión y una menor ejecución del gasto público. Para el resto del año espera que el comercio internacional afecte los términos de intercambio y el crecimiento del país. En estas circunstancias, el Banco pronostica un crecimiento del 3% en 2019, una tasa que sería insuficiente para reactivar el empleo.
- En cambio, el Gobierno sostiene en el Marco Fiscal de Mediano Plazo 2019 que la actividad económica cerró su desaceleración en 2018 y entró en fase de recuperación. Piensa también que la economía mundial no tendrá gran impacto sobre la actividad interna. Por eso pronostica un crecimiento de 3,6% para 2019, jalonado por los sectores de construcción, manufactura y gasto público.
Efectos del gasto público
Pero este último motor, el gasto público, no está para nada claro.
Dentro de sus proyecciones, el Gobierno se propone alcanzar un superávit del 0,6% del PIB en 2019 —lo cual implica reducir en un punto porcentual el crecimiento del PIB entre 2018 y 2019—.
Los hogares, en especial los trabajadores, ya pronostican una caída en sus ingresos y están frenando el consumo.
En otras palabras, el Gobierno espera un aumento nominal del recaudo tributario del 9,8%, lo cual le permite apenas garantizar el pago de los intereses y el valor de las transferencias del Sistema General de Participaciones. Mientras tanto los gastos generales y en servicios personales permanecerían constantes, de manera que la política fiscal actuará como un freno adicional al crecimiento, no como una herramienta para reducir el desempleo.
![]() Foto: RAPE Región Central |
Bajo esas circunstancias, los gobiernos territoriales serán los únicos que en 2019-2020 pueden ayudar a mantener activa la economía.
El riesgo de contracción
Ni el Gobierno ni el Banco pueden esperar que el mercado externo revierta la tendencia de la demanda interna. Durante el primer semestre de este año, las exportaciones decrecieron en un 1,5% mientras que las importaciones aumentaron en 5,8%. Una mayor devaluación no revertirá esta tendencia, porque la mayor competitividad procedente de la tasa de cambio no compensaría la caída en la demanda mundial.
En este escenario difícil, pero no imposible de afrontar, los primeros sacrificados son el nivel de empleo y los ingresos de los trabajadores. Cuando se reúna el Consejo de Concertación Laboral a finales del año, los patronos pedirán que se mantengan los salarios nominales, pero los efectos para la empresa no se pueden confundir con los efectos macroeconómicos. Frenar el crecimiento de los salarios puede mejorar la contabilidad de una empresa y dejará tranquilos a los dueños individualmente considerados; pero la consecuencia será frenar la demanda agregada y por este camino hacer disminuir las ventas de esas mismas empresas.
Los hogares, en especial los trabajadores, ya pronostican una caída en sus ingresos y están frenando el consumo. La Encuesta de Opinión del Consumidor de Fedesarrollo muestra que durante lo corrido del año el índice se conserva en terreno negativo y las expectativas de julio se mantuvieron constantes frente al mes anterior (-5,1 contra -5,0) pero lejos del dato de julio de 2018 (-5,1 frente a +16,6). Se necesita revertir esas expectativas.
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Desacuerdo peligroso
Las diferencias en la lectura del entorno por parte de las autoridades monetarias (el Banco) y las autoridades fiscales (el Gobierno) conducen inevitablemente a decisiones incompatibles de política.
La tarea es mantener bajas las tasas de interés para que los hogares tengan espacio financiero y conserven el nivel de gasto.
La historia del manejo macroeconómico del país enseña que los momentos difíciles pudieron superarse gracias a la coordinación de políticas: así ocurrió en especial en 1982-1985 y en 1998-2000, cuando afrontamos dos crisis financieras, la de la deuda externa y la del sistema UPAC de financiación de la vivienda.
La turbulencia mundial y la progresiva desaceleración interna de 2019 exigen coherencia en el uso de los instrumentos de política monetaria y fiscal. La Junta Directiva del Banco ya envió señales positivas a los empresarios, al mantener el nivel de la tasa de interés de intervención; ahora se necesita que el Consejo Superior de Política Fiscal evalúe si se anticipa a una caída en la demanda o si prefiere que desmejoren las expectativas de los inversionistas y se produzca un aumento del desempleo.
Qué hacer
En el año corrido el consumo de los hogares está un punto porcentual por encima del dato de 2018. Hay que mantener esos niveles. El costo del financiamiento del consumo alcanzó en junio de este año su nivel más bajo en lo corrido del siglo, la tasa de interés del crédito de consumo fue de 16,1%. Ahora la tarea es mantener bajas las tasas de interés para que los hogares tengan espacio financiero y conserven el nivel de gasto.
![]() Foto: Observatorio de Desarrollo Económico |
De manera complementaria, el gobierno debería tener una política fiscal más activa. Puede ampliar y acelerar la ejecución de los programas de apoyo a la vivienda para reactivar el subsector, y puede acelerar la construcción de otras muchas obras públicas. También puede utilizar las compras institucionales para estimular ramas específicas de la industria manufacturera.
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Las autoridades económicas están en el momento exacto para evitar un deterioro en la demanda interna. Aún quedan instrumentos de política monetaria y fiscal para amortiguar los efectos del ciclo internacional sobre la actividad interna.
Algunas autoridades macroeconómicas pueden decir que todo va bien, que su gestión es inmejorable. Pero será la evolución de los indicadores quien dicte la sentencia en materia de crecimiento económico y empleo para este y el próximo año. Ojalá no se equivoquen, porque de otra manera perderemos todos.
* * Este artículo hace parte de la alianza entre Razón Pública y la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia. Las opiniones expresadas son responsabilidad del autor.
**Profesor de economía de la Universidad Nacional y Universidad Externado de Colombia.