Las cifras muestran cosas paradójicas. Empleos a pesar de la desaceleración. Empleos nuevos –y menores salarios- para los educados. Ajuste del salario mínimo que perjudica a los pobres…La clave es capacitar masivamente a los de abajo*.
Hugo López Castaño*
Menos crecimiento pero más empleos
El crecimiento económico de Colombia se ha venido desacelerando.
La tasa de crecimiento económico se define como el aumento o la disminución porcentual en el valor real del Producto Interno Bruto (PIB) durante el año que se esté analizando; decir “real” significa descontar el aumento de los precios porque si no el “crecimiento” sería en realidad un espejismo.
Pues bien: en el 2014 la economía Colombia creció en un 4, 4 por ciento; en 2015 la tasa se redujo al 3,1 por ciento, y en el 2016 disminuyó a 2 por ciento. Para el primer semestre de este 2017, el DANE estimó un crecimiento del 1,2% por ciento, y para el año en su conjunto, el grupo de análisis macroeconómico y coyuntura económica de EAFIT sugiere uno del 1,6 por ciento.
Paradójicamente el empleo formal (o en términos sencillos, el que cumple con las exigencias de la legislación laboral) –que el año pasado se había estancado en las trece ciudades principales- ha repuntado durante el segundo trimestre de este año.
Sólo para educados
Empleo formal. |
Como se puede ver en el “panel A” o primera de las cuatro secciones de la Gráfica 1, el volumen del empleo formal (en miles de trabajadores ocupados) aumentó en 1,9 por ciento. Este valor se calcula en relación con el total de las personas de edad de trabajar (mayor de 12 años), para tener en cuenta el crecimiento de esa población (1, 44 por ciento anual en las 13 ciudades principales).
El mencionado aumento del empleo benefició de manera exclusiva a los trabajadores con alguna educación superior, mientras que el resto de los colombianos – a pesar de las oscilaciones que muestra el panel B o la primera sección a la derecha de la Gráfica- ha permanecido estancado en su bajo nivel.
Gráfica 1. Empleo formal por nivel educativo y salarios reales formales (trece ciudades).
Fuente: DANE, Gran encuesta integrada de hogares. Paneles A y B (datos publicados, hasta mayo-julio 2017). Paneles B y C (micro datos hasta abril-junio 2017). Panel C: Salarios medianas deflactados por el IPC. Panel D: salario mínimo mensual deflactado por el IPC (DANE, hasta agosto 2017). Series desestacionalizadas mediante el método Census X-12.
Creando y destruyendo puestos de trabajo
En las 13 ciudades principales y entre los segundos trimestres de 2016 y 2017 se crearon 105.000 nuevas plazas formales de trabajo. Cuatro ramas de actividad elevaron el empleo formal en 147.000 plazas. De esta cifra:
- Los “inmuebles y (sobre todo) servicios a las empresas” (firmas subcontratistas, en mucho las encargadas de sustituir trabajo simple por trabajo profesional) aportaron el 49,5 por ciento;
- Los servicios comunales, sociales y personales (cuyo empleo formal se está reduciendo) el 39,5 por ciento;
- El comercio el 10, 1 por ciento y
- La industria apenas el 0,8 por ciento.
Las demás ramas (construcción, finanzas, transporte y otras) destruyeron 61.135 plazas formales de trabajo.
Salarios hacia abajo y hacia arriba
Vendedores informales. |
Así pues, durante el primer semestre de este año el PIB se desaceleró y el empleo formal se aceleró.
Explicación de esa paradoja: como se puede ver en la Grafica 2, los salarios reales de los trabajadores formales más educados se redujeron; los de los menos educados subieron mucho (panel C), fomentando con ello una oleada de sustitución del empleo formal menos calificado por el más calificado. Esta oleada ya está pasando como se ve por los datos de julio.
El principal determinante de los ajustes salariales en este año ha sido el nuevo salario mínimo real que las empresas formales deben pagar a sus trabajadores menos educados. El mínimo nominal se elevó desde enero en 7 por ciento, pero como la inflación ha venido bajando, sobre todo a partir del segundo trimestre, la variación anual del mínimo real, acabó por ser de 2, 2% para marzo, de 3,5 para julio y del 3,0 por ciento para agosto. En este último mes ese salario mínimo alcanzó su más alto valor real desde 2007 (panel D).
Gráfica 2. Población sin educación superior: tasas de ocupación, participación y desempleo (trece ciudades)
Fuente: Gran encuesta integrada de hogares, micro datos disponibles hasta abril-junio 2017. Paneles A y B: empleo formal, informal y PEA: porcentajes de la población en edad laboral carente de educación superior. Panel B: los ingresos laborales informales son las medianas deflactadas por el IPC. Panel C: tasa de desempleo de la población sin educación superior. El panel D compara la evolución de los salarios formales relativos (medianas sin educación superior vs con alguna educación superior), con el índice del empleo formal menos educado por unidad de valor agregado urbano real (el empleo es el de las trece ciudades; el valor agregado urbano, es el total nacional menos el agropecuario y minero). Series desestacionalizadas con census X-12.
El alza de los salarios reales acabó por reducir la tasa de ocupación formal de los menos educados (Gráfica 2, panel A). Dada la gran caída de los ingresos de los trabajadores informales (un coletazo de la menor demanda que conlleva la desaceleración del crecimiento), los colombianos más pobres han rehuido la informalidad, y en cambio se han decidido en parte por la inactividad (panel B) y en parte por el desempleo (panel C).
El punto es un poco técnico pero lo explico para los interesados: el costo del trabajo sin educación superior por unidad de valor agregado ha caído mucho en muy poco tiempo (de 100 a 92 entre 2008 y 2017) en respuesta al cambio técnico exógeno, pero también al alza de sus salarios relativos (que pasaron de 100 a 124); ver panel D. De acuerdo con las encuestas de hogares de DANE, en las trece principales ciudades la población carente de educación superior se redujo levemente entre 2008 y 2014 (pasó del 75.1 por ciento frente a la población de 12 años y más, al 69,9 por ciento); ese descenso se detuvo desde entonces (70,7 por ciento en promedio entre 2015 y 2016); hoy en día todavía representa el 70, 6 por ciento.
La moraleja
La evolución reciente del empleo urbano contiene un mensaje para la política salarial: elevar los costos salariales (el mínimo anual, pero también otro tipo de recargos salariales) acabará por afectar el empleo formal menos educado.
Para que no se trate sólo de buenos propósitos, para que sus salarios reales y su empleo puedan elevarse a la vez, es preciso impulsar un crecimiento económico sano y al mismo tiempo aumentar el nivel de capacitación de los trabadores menos educados.
La educación superior es una alternativa que funciona en el mediano plazo y que, tal como la está fomentando el Gobierno nacional, resulta costosa. Necesitamos programas, cortos pero masivos, de aprestamiento laboral que comprometan al empresariado y consulten sus necesidades. Estos programas no deben ser ejecutados por el SENA sino también por entidades capacitadoras privadas. La estrategia podía dotarse de una organización administrativa-financiera similar a la que diseñada a mediados de la década pasada para el programa que por entonces se llamaba de “Jóvenes en Acción”.
* Razón Pública agradece el auspicio de la Universidad EAFIT. Las opiniones expresadas son responsabilidad del autor.
** Profesor del Departamento de Economía de la Universidad EAFIT.