¿Qué pasó en el mercado laboral? ¿Ha crecido más el empleo formal o el informal? ¿Cuál es la situación en el campo y en las ciudades? ¿Cómo le fue al empleo y los salarios de los distintos tipos de trabajadores?*
Hugo López Castaño**
El contexto
En 2014 el crecimiento del PIB real fue de 4,4 por ciento, y en 2015 disminuyó al 3,1 por ciento. Durante el año en curso el crecimiento ha seguido reduciéndose hasta alcanzar el 1,2 por ciento en el tercer trimestre.
El crecimiento del valor agregado urbano real también se ha reducido (3,6 por ciento en el cuarto trimestre del año pasado, 2,0 por ciento en el tercer trimestre de este año). Según el Banco República y el gobierno, el crecimiento del PIB podría situarse alrededor del 2,0 por ciento en 2016.
Empleo rural
En las zonas rurales el empleo asalariado, de mejor calidad, había caído considerablemente en 2015 (Gráfica 1, Panel A). Para agosto de 2016 se habían recuperado el 71 por ciento de las pérdidas de 2015 gracias a la expansión del cultivo del café. Sin embargo la cifra se derrumbó después de agosto, lo que se refleja en el valor agregado real del cultivo de café durante el tercer trimestre.
Por su parte el empleo no asalariado, de peor calidad, sigue superando el promedio del 2015 y continúa en aumento. La tasa rural de desempleo corregida por variaciones estacionales se había vuelto a elevar hasta mayo (5,8 por ciento), pero después cayó (4,8 por ciento en agosto-octubre) debido a la reducción en la participación asalariada y al alza del empleo no asalariado.
Empleo por ciudades
![]() Desempleo en Colombia. Foto: Canal Capital |
En las 13 ciudades más importantes del país (Gráfica 1, Panel B), el impacto de la desaceleración económica de 2015 sobre el empleo formal fue más moderado: cayó en el primer semestre y se recuperó con creces en el segundo. Gracias a ello, la tasa media de desempleo se mantuvo por debajo del 10 por ciento y la informalidad, que había subido hasta el segundo trimestre, se redujo desde entonces hasta el cuarto trimestre y llegó a un mínimo histórico desde 2007.
No obstante, frente a la tasa (corregida por fluctuación estacional) que se había alcanzado en el cuarto trimestre del año pasado, el empleo formal en las 13 ciudades se redujo 0,9 por ciento para el tercer trimestre del año en curso.
Gráfica 1. Empleo asalariado rural y empleo formal, total y por nivel educativo, en las trece ciudades principales.
Cálculos de EAFIT basados en el DANE, gran encuesta integrada de hogares. Las series han sido desestacionalizadas por EAFIT usando el método census X-12.
La tasa de empleo formal disminuyó en:
- Medellín (-2.7 por ciento),
- Cali (-1,2 por ciento),
- Bogotá (-1,2 por ciento),
- Pereira (-7,2 por ciento),
- Villavicencio (-6,3 por ciento)
- Ibagué (-4,1 por ciento),
- Manizales (-1,0 por ciento).
Se estancó en:
- Montería (-0,1 por ciento),
- Cartagena (0,3 por ciento).
Y aumentó en:
- Cúcuta (1,8 por ciento),
- Bucaramanga (2,9 por ciento),
- Pasto (4,8 por ciento),
- Barranquilla (3,0 por ciento).
Empleo por sectores
Al sumar los datos (corregidos por estacionalidad) por ramas de actividad económica frente al cuarto trimestre del año pasado, encontramos que para julio-septiembre de este año se habían destruido 42.143 plazas formales de trabajo en las trece ciudades.
Sin embargo el empleo formal se elevó en cuatro ramas que, en conjunto, generaron 77.299 nuevas plazas:
- La construcción aportó el 35,0 por ciento de ese incremento bruto, aunque empezó a debilitarse otra vez en julio-septiembre;
- Los servicios sociales comunales y personales se expandieron en el tercer trimestre y aportaron el 33,4 por ciento;
- El transporte-almacenamiento y comunicaciones aportó el 13,2 por ciento, a pesar de que ha bajado de nivel este año; y
- Las finanzas crecieron el 18,4 por ciento restante.
En cambio en lo corrido de este año las demás ramas de actividad destruyeron 119.442 plazas formales. De este total, las pérdidas en:
- Los inmuebles y servicios a las empresas representaron el 51,1 por ciento;
- Las de la industria el 21,4 por ciento;
- Las del comercio el 11,1 por ciento; y
- Las de las otras ramas (agricultura y minería suburbanas, electricidad, gas y agua) representaron el 16,4 por ciento.
Empleo y salarios por nivel educativo
En las trece ciudades el empleo formal con alguna educación superior (Gráfica 1, Panel C), disminuyó durante el primer semestre de 2015. Durante el segundo trimestre este tipo de empleo se recuperó parcialmente, entre otros factores por el repunte del valor agregado real urbano (3,4 por ciento anual vs. 2,9 por ciento en el primer semestre).
Los hogares más pobres dependen más de los ingresos de sus miembros poco educados,
Pero durante el año en curso la desaceleración del crecimiento del valor agregado urbano ha vuelto a reducir este tipo de empleo (-1,0 por ciento entre el máximo alcanzado en noviembre-enero de 2015 y julio-septiembre de 2016). Ese frenazo redujo los salarios nominales y, dada el alza de la inflación de este año, comprimió aún más los salarios reales, que seguían siendo en septiembre un 5,3 por ciento menores que los de octubre-diciembre de 2015 (Gráfica 2, Panel A).
Gráfica 2. Trece ciudades: salarios formales reales e ingresos laborales reales por hogar provenientes de trabajadores sin educación superior.
Fuentes. Panel A: los salarios de los trabajadores formales (en realidad sus ingresos laborales, porque incluyen tanto los de los asalariados como los de los no asalariados) han sido obtenidos por Eafit procesando las cintas de las encuestas del DANE (las que disponemos llegan, a la fecha, hasta julio-septiembre 2016).
Por su parte, el empleo formal para trabajadores sin educación superior (Gráfica 1, Panel C) también es sensible al PIB, pero además a sus salarios reales. En este caso la mayor inflación había hecho caer los salarios en 2014 y en 2015 hasta mediados del año. Y como la demanda de este tipo de trabajadores responde a sus salarios, este empleo creció rápidamente el año pasado. Sin embargo acabó por tropezar con la escasez de mano de obra educada (muchos informales y desempleados poco educados, muy poco adiestrados en los oficios requeridos) y sus salarios reales volvieron a elevarse en las 13 ciudades, alcanzando en el cuarto trimestre 2015 los niveles de 2013.
La respuesta del empleo formal al alza salarial del año pasado y a la desaceleración del valor agregado real urbano ha sido la reducción (-3,1 por ciento en julio-septiembre, frente al máximo de diciembre-febrero). Junto con la mayor inflación, esta reducción permitió bajar otra vez sus salarios reales que, entre el cuarto trimestre 2015 y el tercero 2016, perdieron 3,8 por ciento (Gráfica 2, Panel A).
En lo corrido de 2016, los ingresos laborales reales totales por hogar provenientes de trabajadores formales e informales han caído. Los provenientes de trabajadores poco educados (Gráfico 2, Panel b) se han reducido más que los provenientes de trabajadores con alguna educación superior.
Si las cosas siguen como van, dado que los hogares más pobres dependen más de los ingresos de sus miembros poco educados, la pobreza monetaria podría volver a elevarse y la reducción del coeficiente Gini que se presentó el año pasado podría revertirse.
Gráfica 3. Informalidad, desempleo y participación en las trece ciudades (trimestres móviles).
Estimaciones de EAFIT con base en DANE, gran encuesta integrada de hogares.
¿Por qué no aumenta el desempleo?
![]() Desarrollo del empleo en zonas rurales. Foto: Ministerio de Agricultura |
Quizá el mayor interrogante que plantea la coyuntura laboral urbana del año en curso es por qué, a pesar de la desaceleración económica, la caída del empleo formal y del valor real de los salarios formales, así como la reducción del ingreso laboral de los hogares, el desempleo no se ha disparado. Tampoco ha aumentado demasiado el porcentaje de informalidad, que sigue estando muy por debajo frente al año pasado (Gráfica 3, Panel A).
La explicación está en la reducción de la participación laboral. Por trimestres móviles (Gráfico 3, Panel B) la tasa de participación corregida por estacionalidad en las trece ciudades había alcanzado un máximo en enero-marzo del año en curso (68,2 por ciento). Después se ha reducido por el desaliento forzosamente pasajero que ha producido la caída del empleo formal y de los salarios reales.
Tampoco ha aumentado demasiado el porcentaje de informalidad.
Por su lado, el desempleo, que se había disparado a comienzos de este año, volvió a caer en marzo-mayo antes de comenzar a subir otra vez, hasta que en en agosto-octubre se situó en el 10,0 por ciento.
Si la participación hubiera conservado el nivel de enero-marzo el desempleo desestacionalizado durante este año se habría mantenido por encima del 10 por ciento, alcanzando el 11,2 por ciento en agosto-octubre (Panel C). Esa cifra marca el horizonte que podría alcanzar si la tasa de participación se recupera.
*Razón Pública agradece el auspicio de la Universidad Eafit. Las opiniones expresadas son responsabilidad del autor.
**Profesor de la Universidad EAFIT