Los suicidios que se imputan a este juego deben servir de alerta sobre la situación de muchos de nuestros jóvenes, y para recordarnos el deber de acompañarlos y guiarlos en su difícil proceso de integración al mundo adulto.
Linda Teresa Orcasita*
Adolescentes atrapados
Desde hace muchos años la ballena azul ha llamado la atención de los humanos por ser el animal más grande de los mares, por su bello color, por su figura estilizada y por sus cantos, cuyo propósito aún no es del todo comprendido por quienes estudian a los cetáceos. Últimamente esta ballena ha ocupados titulares de prensa porque su nombre y figura han captado la atención de adolescentes que quedan atrapados en las redes cibernéticas de alguien dispuesto a jugar con ellos hasta inducirlos en algunas ocasiones a la muerte.
Este juego mortal alude a la creencia falsa de que las ballenas azules se suicidan. La psicología animal ha concluido que no hay evidencia de suicidio entre los animales ni, por lo tanto, entre las ballenas. Aunque es cierto que algunas de ellas han muerto en la orilla del mar, no lo hicieron por suicidarse sino por algún accidente ajeno a su modo normal de vivir y desplazarse. Pero algunos proponen la hipótesis de que estas ballenas, al verse solas y alejadas de sus congéneres, quedan más expuestas a estos accidentes.
El accidente mortal es raro para las ballenas en general, y mucho más para las ballenas azules. Pero a pesar de eso la imaginación humana les atribuye este comportamiento suicida, que se agrega a sus demás rasgos atractivos o curiosos. Tal vez por sus características tan particulares –y muchas veces imaginadas–, estos animales llaman la atención de los adolescentes y su idealización los incita a quedar atrapados como ellos, pero no en las playas marítimas sino en las redes sociales.
El fenómeno de “La ballena azul” es, entonces, una de las maneras como los adolescentes realizan procesos de identificación personal. El juego, que consiste en una serie de tareas o de desafíos de dificultad y de riesgo crecientes –hasta llegar eventualmente a las acciones suicidas- apela a sentimientos o a actitudes como la curiosidad, el afán de aventura, el sentido de logro o la necesidad de afirmarse y encontrar sentido en un mundo aburrido, confuso y solitario.
A pesar de lo anterior no tenemos evidencia concluyente de que ciertos suicidios de adolescentes se deban efectivamente al juego de “La ballena azul”, ni tampoco de que este tipo de suicidios esté aumentando. Pero sí es claro que las redes sociales y la prensa crean espejismos que se difunden a través de las mismas redes sociales. También es claro –y preocupante– que los adolescentes son cada vez más propensos a ser seducidos por personas con intenciones perversas.
Por eso es importante abordar el fenómeno desde la perspectiva de la psicología de la familia y desde el hecho, este sí muy real, de que muchos adolescentes sufren de soledad y desorientación. “La ballena azul” debe servir para llamar la atención sobre nuestros jóvenes, pues aunque no es un mal comprobado sí es un síntoma de que algo grave está ocurriendo con los adolescentes. Y nosotros los adultos tenemos la obligación perentoria de prestarles atención.
Adolescencia y sociedad
![]() Ballena Azul. Animal del que se inspira el nombre del juego suicida Foto: Wikimedia Commons |
Durante la adolescencia ocurre un doble proceso psicológico: el de la renuncia al cuerpo infantil y el de la inserción al complejo mundo adulto mediante la diferenciación de los demás y la consolidación de la autonomía.
También se ha comprobado la importancia de los medios de comunicación en la construcción de los imaginarios sobre la vida que construyen los adolescentes durante este proceso, y en especial porque esos imaginarios no necesariamente corresponden a las experiencias y necesidades reales que deben enfrentar el joven o la joven.
El acompañamiento de los agentes de socialización es de particular importancia durante esta etapa de la vida para orientar y acompañar tanto las transformaciones biológicas como la inserción en la sociedad adulta. No obstante, aunque tenemos múltiples escenarios de socialización, dos de las situaciones críticas para los adolescentes en el entorno actual son la soledad y la ausencia de los adultos. Estos problemas no solo atañen a las familias, sino a todas las instituciones responsables del acompañamiento.
El fenómeno de “La ballena azul” es, una de las maneras como los adolescentes realizan procesos de identificación personal.
Los cambios que experimentan los adolescentes nos exigen prestar más atención a su contexto cotidiano. Ellos y ellas se enfrentan con retos como la construcción de su identidad personal, su autonomía, la definición de un proyecto de vida y la adquisición de competencias que les permitan insertarse en el mundo adulto. Y frente a todos estos retos deben tomar decisiones.
Según escribe David Dobbs en Cerebro adolescente, “estamos acostumbrados a ver la adolescencia como un problema, pero mientras más aprendemos sobre lo que la hace única, más parece que es un periodo muy funcional e incluso adaptativo”. Durante esta etapa de la vida hay una búsqueda de sensaciones que a veces lleva a exponerse a peligros que no necesariamente son negativos para los adolescentes, pues el asumirlos fortalece su confianza y puede ayudarlos a interactuar mejor con los demás. Por esa razón, no debemos fijarnos en conductas específicas –y a veces alarmantes– de los adolescentes sino en los procesos más profundos que subyacen a esos actos.
Otra razón por la cual los adolescentes subestiman el riesgo parece ser el que ellos le otorgan más valor a la recompensa que los adultos. Investigadores como el psicólogo Laurence Steinberg y la neurocientífica B. J. Casey creen que esta inclinación por el riesgo ha sido seleccionada porque a lo largo de la evolución humana la disposición para arriesgarse en este período de la vida otorga una ventaja adaptativa, que en este caso serían las recompensas sociales.
En su artículo Dobss también menciona que el cerebro adolescente es sensible a la oxitocina, una hormona que, entre otras cosas, hace que las conexiones sociales sean particularmente gratificantes. Conocer a otros, entenderlos y crear relaciones con ellos es esencial para nuestro éxito. Esta característica hace de las relaciones entre pares una actividad fundamental, no una distracción secundaria, especialmente en el caso de los adolescentes, quienes perciben el rechazo social como una amenaza a la existencia.
Inicialmente puede ser difícil comprender este período de la vida, pero entre los seres humanos los adolescentes son posiblemente quienes tienen mayor capacidad adaptativa.
Redes de apoyo
![]() Soledad, que aqueja a los jóvenes y los lleva a juegos como el de La Ballena Azul Foto: Tino Smith |
Los estudios de campo han aportado datos importantes para comprender los beneficios que tienen las redes de apoyo para el bienestar psicosocial de los adolescentes. El término red social se entiende en un sentido amplio, como el conjunto de relaciones entre miembros de un grupo.
Algunos estudios señalan que las redes de apoyo pueden operar como mecanismos de protección en situaciones de vulnerabilidad del sujeto. Este es una razón fundamental para asegurarse de que las familias acompañen de cerca a sus hijos adolescentes. El funcionamiento adecuado de la red social depende de la disposición para dar y recibir. Esta disposición es de especial valor dentro de la familia, donde hay un sistema de reciprocidad basado en el intercambio de bienes, servicios, ideas y valores.
Muchos adolescentes sufren de soledad y desorientación.
Para construir una red social es necesario construir vínculos comunicativos con otros, con quienes pueden ser significativos, y que en el caso particular de los adolescentes son principalmente sus coetáneos y no los adultos que los rodean. La comunicación nos permite compartir experiencias, sensaciones, afectos, deseos y necesidades. Gracias a la comunicación es posible crear y consolidar relaciones y, a partir de ellas, construir la sociedad.
El fenómeno de “La ballena azul”, que ha llegado de otros países a Colombia, indica lo expuestos que están hoy los adolescentes a los efectos de estas interacciones sociales y de los medios de comunicación. Este fenómeno pone de presente la importancia de los cambios en la interacción que han ocurrido en las últimas décadas y que han modificado notablemente el funcionamiento de las familias. Cada vez encontramos a más adolescentes y jóvenes que intentan suplir la falta de acompañamiento con la interacción en escenarios virtuales que ofrecen el reconocimiento de otros.
Por eso los adultos tenemos el deber de acompañar hoy más que nunca a los adolescentes, brindándoles:
- Apoyo emocional, por medio de expresiones de afecto y empatía;
- Apoyo instrumental, que implica acciones o recursos que les permitan resolver problemas prácticos; y
- Apoyo informativo, que implica orientar o incluso corregir la información desacertada o perjudicial para la vida del adolescente.
El fenómeno de “La ballena azul” es, sobre todo, un llamado para recordar la responsabilidad que comparten los distintos agentes de socialización de escuchar, no juzgar, aprender a detectar señales, orientar, fortalecer los vínculos y recuperar los espacios reales de encuentro con el otro.
* Psicóloga, magíster en Familia e investigadora del Grupo Bienestar, Trabajo, Cultura y Sociedad de la Universidad Javeriana seccional Cali.