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Colombia está descubriendo a China

Escrito por Laszlo Palotas
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Laszlo-PalotasLa visita de Santos y la mención de un TLC con el gigante asiático son parte de una trama compleja de intereses comerciales y tensiones geopolíticas donde Colombia tiene mucho que ganar –o que perder. Se avanza en el frente petrolero y en el transporte del crudo colombiano y venezolano hacia el Pacífico.

Laszlo Palotas*

En las ligas mayores

Estados Unidos con Japón, de una parte y China, de la otra, constituyen los dos centros informales de influencia dentro de la Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC). Es difícil predecir, cuál de los dos prevalecerá en la lucha por la dominación económica en la región[1].

En la última cumbre de la APEC, el presidente Obama anunció un preacuerdo entre Estados Unidos y otros ocho países —Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur, Vietnam, Chile y Perú— para crear un área de libre comercio, ahora llamada Asociación Transpacífica (TPP). Contando con la participación de Japón, el comercio dentro de la TPP alcanzaría 650 mil millones de dólares.

En el espíritu de congagement (engagement + containment), Obama no descartó una participación de China en la TPP, pero las líneas generales del acuerdo en preparación – temas como las restricciones a la conducta comercial de las empresas estatales y a la concesión de subsidios estatales— se redactaron de tal forma que fueran inaceptables para Pekín[2].

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Las inversiones chinas en infraestructura (ferrocarril, carreteras, navegabilidad) serían muy importantes para el desarrollo de Colombia. Foto: presidencia

China adelanta sus propios proyectos de libre comercio, tanto en el marco de la APEC como de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sureste Asiático), como en forma bilateral. China de hecho ya es el principal socio comercial de todos los países asiáticos, y es también el segundo mercado de exportación para Estados Unidos.

Colombia (cuyo acceso a la APEC se ha retardado por una prolongada moratoria) optó por la Alianza del Pacífico con Perú, Chile y México. Los cuatro aliados, que ya tienen acuerdos de libre comercio (TLCs) con Estados Unidos, homologarán los TLCs existentes entre sí y los reemplazarán por uno sólo, buscando una articulación competitiva con Asia[3].

Estados Unidos está interesado en vincular la Alianza del Pacífico a la TPP, pensando (tardíamente) en contrarrestar la influencia china en América Latina. Como consecuencia, se ha pronosticado incluso una división de América Latina entre un bloque del Pacífico y otro del Atlántico. La TPP ya incluye a Chile y Perú, y espera atraer a México y Canadá[4].

Sin embargo, China también es el principal socio comercial de Chile y Perú, con los cuales tiene TLCs. Colombia –que tiene con China un acuerdo sobre protección de inversiones– aceptó en la reciente cumbre explorar mediante un grupo bilateral la viabilidad de un TLC, para decidir, si entra en negociaciones o no.

Intereses y riesgos de Colombia frente a China

Firmando un TLC, China también pasaría a ser el principal socio comercial de Colombia, pues incluso sin TLC ya se convirtió en el segundo. Sin embargo, la balanza está muy desequilibrada:

  • Colombia importa productos manufacturados y agroindustriales, y exporta petróleo y carbón;
  • importa cuatro veces el valor de lo que exporta.

El gran riesgo para la economía colombiana es una reprimarización acentuada (con síntomas de enfermedad holandesa): una especialización excesiva en las exportaciones de petróleo y carbón, en detrimento de la industria y del agro y, por consiguiente, del empleo. El sector minero-energético ya aporta el 70 por ciento de las exportaciones de bienes, pero apenas el 1 por ciento del empleo.

Las inversiones chinas en infraestructura (ferrocarril, carreteras, navegabilidad) serían muy importantes para el desarrollo de Colombia. Al mismo tiempo, en gran medida servirían para exportar más recursos minero-energéticos (un oleoducto de los Llanos Orientales al Pacífico; una red de ferrocarriles transportaría carbón desde Boyacá, Cundinamarca y los Santanderes al Pacífico).

Además, la industria colombiana se siente amenazada por la competencia china, favorecida por muy bajos costos laborales, subsidios estatales y tipo de cambio artificial. Muchas empresas colombianas (como de otras partes del mundo) deciden tercerizar su producción y contratarla con alguna factoría china. Un TLC podría exacerbar este fenómeno, afectando el aparato productivo y el empleo en Colombia.[5]

El mayor beneficio esperado, aún antes de un TLC, sería la exportación de carne bovina a China, con perspectivas de modernizar la ganadería colombiana. La contribución de los chinos al desarrollo agropecuario colombiano podría ser más importante, si pudieran comprar tierra, o arrendarla para 99 años (que requeriría fijar una política sobre la inversión extranjera en materia): otra cuestión delicada.

En suma, el reto de la cooperación colombo-china es que los proyectos de extracción, transporte y exportación de recursos minero-energéticos colombianos se compensen por otros para desarrollar sectores que aumenten los puestos de trabajo en Colombia.

Por otra parte, a fines de 2011, Colombia firmó con Venezuela un acuerdo preferencial para reactivar el comercio bilateral tras la ruptura al final del gobierno Uribe. Sin embargo, Venezuela quedó rezagada en el ranking de los socios comerciales de Colombia, pues bajó al cuarto puesto.

Los acuerdos comerciales de Colombia con China y Venezuela ayudan a prevenir una TPP que subdivida a Asia Oriental y América Latina. En vez de un TLC con China, convendría buscar acuerdos más limitados (inversión china en infraestructura, certificación veterinaria, normas fitosanitarias, un fondo sino-colombiano).

En cambio un oleoducto de la Faja Petrolífera del Orinoco (FPO) al Pacífico –cuya realización está estudiada entre Colombia y Venezuela– representaría físicamente el vínculo entre China y los andinos de ambas costas oceánicas. Con este proyecto Colombia consolidaría su pragmática “tercera vía” de emprender proyectos económicamente viables con todo tipo de socios. Por otra parte, el proyecto puede ser visto como un proyecto estratégico chino.

En busca del petróleo

Basta con una rápida consulta en internet para formarse una idea de la intensa actividad que desarrolla la China National Petroleum Corporation (CNPC) en América Latina. Su ingreso a la región ocurrió en 1993 por el Perú, al crear la primera filial: SAPET. Como muestra la gráfica de abajo, entre 2011 y 2012 los focos de atención han sido Venezuela, Costa Rica y Cuba, pero CNPC tiene importante presencia también en Ecuador y Brasil.

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El mayor beneficio esperado, aún antes de un TLC, sería la exportación de carne bovina a China, con perspectivas de modernizar la ganadería colombiana. Foto: Ica

Colombia entonces llega tarde, pero cuenta con buenas cartas. El entorno inmediato y su ubicación privilegiada la convierten en un socio interesante para el gigante asiático. En la visita oficial que el presidente Santos realizó recientemente a China se revelaron dos aspectos de los acercamientos iniciados: a) La disposición de Colombia a examinar dos temas sensibles –ya comentados– de política comercial: el deseo chino de acercarse a la Alianza del Pacífico y la viabilidad de un TLC con ese país.

b) El propósito de la mayor petrolera china, la CNPC (Petrochina) de constituir una filial en Colombia para adelantar la construcción del tramo colombiano de un oleoducto que le permitiría transportar su producción de la FPO al Pacífico colombiano o ecuatoriano, desde donde sería embarcada hacia China.

El Oleoducto Orinoco–Pacífico

-En sociedad con Petróleos de Venezuela (PDVSA), la CNPC ya produce mezclas de crudos pesados en el área Carabobo de la FPO; se trata de un campo que ambas petroleras estatales han venido desarrollando desde principios de los años 2000. Otra empresa mixta de PDVSA y CNPC (compartida 60-40) desarrolla un nuevo bloque en el área Junín y planea montar un mejorador de crudo extra-pesado para 2016. Junín-4 parece un parto difícil, pues tiene poca infraestructura necesaria para las actividades petroleras[6].

El gobierno Chávez considera el oleoducto FPO-Pacífico como un proyecto binacional, cuyo vehículo sería una empresa mixta entre PDVSA y Ecopetrol. El tramo venezolano (767 kilómetros) partiría de Junín y pasaría por Rabanito, Requena, Cabruta, San Fernando, Mantecal, Totumito, Guasdualito, El Amparo y Guafita, para acoplarse al enlace de Caño Limón en Colombia. El grueso del crudo provendría de la producción aumentada de la empresa mixta PDVSA-CNPC en Carabobo (que requeriría una conexión a Junín), y en menor medida de la futura producción de crudo sintético de Junín-4.

-Por su parte, el gobierno colombiano considera este oleoducto como dos proyectos coordinados, pero separados. Bogotá preferiría que Ecopetrol formara un consorcio con otras compañías petroleras y constructoras presentes en Colombia para tender la tubería entre los Llanos Orientales y el Pacífico, como tramo colombiano. Ecopetrol ofrecería la mitad de la capacidad a PDVSA (y a sus socios en la FPO).

En esta situación, CNPC se mostró interesada en crear una filial en Colombia, que se asociaría en calidad de productor local con Ecopetrol y con otros productores para construir el tramo colombiano a mediano plazo. Aparentemente, la filial colombiana de CNPC extraería crudo pesado en el Putumayo (pese a la presencia guerrillera) y probablemente utilizaría el Oleoducto Transandino para transportarlo al Pacífico. El Transandino es una remota tubería de poca capacidad, aislada de la red colombiana, que conecta los campos de Orito con el puerto de Tumaco, cruzando el Mazico Colombiano. (El Transandino sale de los campos de Lago Agrio en Ecuador.)

Para el oleoducto Llanos Orientales-Pacífico se han analizado siete trazados, partiendo de Caño Limón. La mayoría llevaría por el Piedemonte Llanero de nordeste a suroeste – conectando campos de Arauca, Casanare, Meta, Caquetá– para acoplarse en Orito al Transandino. Estas rutas tienen tres grandes inconvenientes: zonas guerrilleras, selvas protegidas y asentamientos étnicos, casi imposibles de esquivar.

-CNPC también es productora en Ecuador, mediante Andes Petroleum (compartida con Sinopec, la segunda petrolera china) y socia del Oleoducto de Crudos Pesados (OCP), que se prolonga –cerca de la frontera colombiana– entre Lago Agrio y Esmeraldas, un terminal en el Pacífico. La capacidad de este oleoducto –de 450 mil barriles diarios– sólo está utilizada en un 30 por ciento.

En suma, CNPC –que aumentará su producción en la FPO con PDVSA, y es socia también del OCP en la posible desembocadura de un oleoducto FPO-Pacífico– vendrá a Colombia para adelantar, como productora local, la construcción del tramo principal: otro paso lógico en un difícil proyecto estratégico.

Rutas marítimas al servicio de China

En China, CNPC construye una refinería para transformar crudos de la FPO, en sociedad con PDVSA. Esta refinería estaría lista en 2015 y está ubicada en la provincia de Cantón (frente al disputado Mar de la China Meridional).

Para entonces, PDVSA debería estar exportando a China un millón de barriles diarios. Por ahora envía la mitad de este volumen (y en combustóleo), principalmente como pago en especie de enormes préstamos chinos.

Ecopetrol y otros productores colombianos también vienen aumentando sus despachos a China (mezclas de crudo pesado). El terminal de Coveñas —la única salida de la red colombiana de oleoductos por ahora— ya cuenta con una mono-boya adecuada para llenar super-tanqueros VLCC (very large crude carrier). Guaraguao (Puerto La Cruz) en Venezuela también recibió una gran mono-boya china.

Los VLCCs –que no caben en las esclusas del Canal de Panamá– parten desde los terminales caribeños al sur del Atlántico, cruzan ahí al este para rodear África, remontan al nordeste por el Índico, y pasan al Pacífico para llegar a China. Pese a ser una ruta tan larga, el uso de los VLCCs reduce el flete por barril.

El flete se rebaja aún más, si se aprovecha el viaje de regreso de un VLCC que haya transportado crudo de Arabia Saudita a Estados Unidos[7]. Sin embargo, la alternativa más confiable y eficiente para minimizar este flete sería definitivamente construir el oleoducto al Pacífico.

Tal infraestructura permitiría reducir a la mitad el tiempo de desplazamiento de los VLCCs: navegar a China desde el Caribe (por el Cabo de Buena Esperanza) toma 45 días, mientras que un viaje directo desde el Pacífico colombiano, sólo tomará 22 días. Según la constructora Enbridge, el flete bajaría así de los actuales 5 dólares a unos 3 dólares por barril.

China está buscando acuerdos con otros países sobre estaciones navales y aprovisionamiento logístico, ya que es totalmente dependiente de los flujos globales de transporte y no dispone de bases militares permanentes en el exterior. La larga ruta actual de los despachos colombianos y venezolanos implica más dificultades para los VLCCs chinos que una futura ruta directa a través del Océano Pacífico. Pero la recta final de ambas rutas pasa por las aguas del Pacífico vecinas a China, escenario de una incipiente rivalidad de poder sino-estadounidense.

La crisis económica de 2008-09 en el Occidente desarrollado afectó la credibilidad del sistema financiero estadounidense. China –que antes de la crisis no había anticipado figurar como importante actor global hasta 2013 o incluso más tarde– avanzó en el ranking mundial más rápidamente[8].

China se tornó asertiva en su vecindad. Su ejército desarrolló armamentos que en caso de guerra denegarían a los grupos navales estadounidenses disponer de una base de operaciones cerca de China. Estados Unidos, por su parte, decidió “reequilibrar” sus fuerzas armadas en el mundo hacia Asia-Pacífico, y adoptó una política de “congagement” hacia China, combinando:

a) engagement: cooptar a China en esfuerzos de gobernanza global, mantener contactos bilaterales de alto nivel;

b) containment: aumentar presencia militar estadounidense, reforzar alianzas de defensa en Asia Oriental ampliada; desarrollar lazos políticos, económicos y de seguridad centrados en China con otros países asiáticos[9].

Según varios analistas, Estados Unidos no conseguiría reunir una coalición capaz de contener a China, pues ningún estado asiático –aunque sea aliado de EEUU– quiere afrontar una elección entre las dos mega-potencias. Por otra parte, la profunda interdependencia económica entre Estados Unidos y China limitaría su rivalidad[10].

 Investigador del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, Grupo Instituciones Políticas y Opinión Pública, tiene doctorado en Relaciones Internacionales.  

 

 


[1] Garibov, K. (2012), US, China: Two APEC Poles, Eurasia Review, 1 de marzo.

[2] Chang, G. (2011), Obama’s Fundamental Shift on China, 15 de noviembre.

[3] Vieira, E. (2011), Los escenarios de la Alianza del Pacífico, el Alba y Unasur, Revista Perspectiva, núm. 26, Asia Pacífico: La nueva ruta de la prosperidad.

[4] Zibechi, R. (2011), La segunda guerra fría y América del Sur, 30 de diciembre, recuperado de http://upsidedownworld.org/main/en-espatopmenu-81/3382-la-segunda-guerra-fria-y-america-del-sur    

[5] Stangl, F. (2012), TLC con China?, Portafolio, 25 de mayo, recuperado de http://www.portafolio.co/opinion/blogs/valoracion-empresas/tlc-china25/05/2012

[6] O’Donnell, T. (2011), Another $6.5b in loans: The frustrated Beijing-Caracas courtship, The Global Barrel, 9 de diciembre, recuperado de http://globalbarrel.com/2011/12/09/part-iv-another-6-5b-in-loans-the-frustrated-beijing-caracas-courtship/

[7] Nersesian, R. (2005), The Economics of Shipping Venezuelan Crude to China, Columbia University, CEMTPP Energy and Maritime Transportation Briefing Volume 1, Number 8, recuperado de http://www.sipa.columbia.edu/energy/PDFs/CEMTPP_Briefing_v1n8.pdf  

[8] Lieberthal, K., Pollack, J. (2012), Establishing Credibility and Trust: The Next President Must Manage America’s Most Important Relationship, 18 de marzo, Campaign 2012 Papers No. 6, The Brookings Institution, recuperado de http://www.brookings.edu/papers/2012/0316_china_lieberthal_pollack.

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[9] Mahadevan, P. (2012), China’s uncertain peaceful rise, En: Möckli, D. (ed.) Strategic Trends 2012, Key Developments in Global Affairs, Center for Security Studies ETH Zurich, recuperado de http://www.sta.ethz.ch/Strategic-Trends-2012/China-s-uncertain-peaceful-rise

[10] Zhao, S. (2011), US Leadership in East Asia: The Obama Administration´s Policy Adjustment to Shape the Regional Context of China´s Rise, Conferencia Universidad de Singapur, 10 de octubre, resumen en húngaro, recuperado de http://www.grotius.hu/doc/pub/HJJFYQ/2011_196_horvath_csaba_

barnabas_az_obama-kormanyzat_kina-politikaja.pdf

 

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