Los defensores del derecho de Antioquia sobre este territorio acuden a la historia para justificar sus pretensiones. Pero los mapas y los documentos de siglos anteriores parecen darles la razón a quienes consideran que pertenece al Chocó.
Luis Fernando González*
Fervor antioqueñista
Los reclamos por Belén de Bajirá van desde los discursos con claros tintes políticos y electorales, pasando por la emocionalidad regionalista, hasta el fervor identitario de políticos y de energúmenos presentadores posando de periodistas que reclaman un supuesto derecho inmemorial de Antioquia sobre aquel territorio en disputa.
Hoy en Antioquia cualquier nota discordante de este coro áulico suena a traición y convierte a su autor en un apátrida. Pero hay que pasar por encima de las emociones y del abuso político del momento para analizar algunos de los planteamientos usados en la supuesta defensa del honor regional mancillado.
Uno de los más precarios y lamentables argumentos para defender el derecho sobre Belén de Bajirá es que históricamente ha pertenecido a Antioquia. En diferentes entrevistas y declaraciones de gobernantes, políticos o dirigentes se repite que “siempre ha sido nuestro” o “históricamente, centenariamente, tenemos todos los derechos sobre este territorio”. Se ha llegado a aludir al acto declaratorio del 11 de agosto de 1813 y se asegura que “hubo un mapa (…) un mapa oficial que está guardado en la biblioteca del Banco de la República en Bogotá”, como lo señaló el gobernador Luis Pérez Gutiérrez en una presentación televisiva. También se han invocado sucesivos mapas de 1905 y 1919, entre otros años.
En todos estos supuestos mapas históricos aparece el topónimo de la población en disputa. Obviamente aquí falla el conocimiento histórico, se hace uso de elementos del presente para insertarlos en el pasado y se comete el que el historiador Lucien Febvre llamó el “pecado de los pecados” de los historiadores: el anacronismo.
No se necesita mucho esfuerzo para poner en evidencia las incongruencias temporales de tales argumentos, pues el “Acto de absoluta independencia de Antioquia”, mediante el cual se declaró que el Estado de Antioquia desconocía la autoridad del Rey Fernando VII, no estuvo acompañado de mapa alguno y, por tanto, no existe en archivo o planoteca ningún mapa que acompañe esta declaración.
Incluso ni en las Constituciones de Antioquia de 1811 y de 1815 hay descripción territorial o se incluyeron los límites del Estado de la época. Y sin embargo esto sí se hizo por ejemplo en la Constitución del Estado de Cartagena de Indias, el 15 de junio de 1812, que incluyó los territorios desde la cabecera del río Guamocó, en las montañas del mismo nombre, hasta las cabeceras del río Sucio, hasta la desembocadura en el río Atrato. Es decir, se incluía en su territorio el actual Urabá y las proximidades en disputa.
El mapa independentista no existe y el presentado en el alegato del gobernador es una creación del presente, en el cual se quiere plasmar un territorio que se reclama como propio, sin contar con las fronteras que reclamaron los otros estados sobre estos territorios. Algo que se ha mantenido durante muchos decenios, incluso hasta el presente, como lo muestra la disputa.
Lo que dicen los mapas
![]() Jhoany Carlos Palacios, Gobernador del Chocó. Foto: Gobernación de Chocó |
Las distintas cartografías presentadas en los argumentos demuestran una y otra vez el anacronismo. No son propiamente cartografías históricas es decir, producidas en las épocas o en los años señalados. Son mapas elaborados en la actualidad que tratan de interpretar de manera grosera aquellas fronteras inciertas para incluir el topónimo de Belén de Bajirá en cada uno de los mapas supuestamente producidos en 1919, en 1905, o del siglo XIX. Pero ningún mapa elaborado antes de 1970 podría incluir a Belén de Bajirá por la sencilla razón que no existía.
Mapas como los incluidos por Eduardo Acevedo Latorre en el Diccionario Geográfico de la Intendencia del Chocó, escrito en 1944, que también se publicaron en el tomo VI de la Geografía Económica de Colombia dedicado al Chocó y editado en 1943 por la Contraloría General de la República, no dan cuenta de la existencia de Belén de Bajirá. Si Belén de Bajirá hubiera existido para aquellos años debería estar señalado en el “croquis del municipio de Riosucio”, realizado por el ayudante de cartografía Carlos Valdeblánquez en 1943. Sin embargo, en ese mapa se incluye dentro de sus límites, en la confluencia del río Pavarandó Grande y el río Sucio, al pueblo Pavarandó. Pero ni al otro lado del río, dentro de los límites de la entonces intendencia del Chocó, ni afuera de los mismos, hay poblamiento alguno. Solo dos decenios después esta zona sería ocupada por campesinos cortadores de madera en busca de tierras.
Este territorio fue una frontera de poblamiento, punto de avance de “chilapos” (campesinos de origen sinuano o cordobés), a los cuales se sumaron “paisas” y “negros chocoanos” en los años sesenta del siglo XX. Como caserío apenas se consolidó a principios de la década de 1970 con el nombre de Belén de Bajirá, conjunción de lo cristiano y lo indígena (el pueblo primigenio de Cristo y el complemento en lengua emberá que quiere decir “trueno que va”). Por lo tanto este es uno de los poblamientos jóvenes en aquella región, al que apenas llegó la carretera en 1973.
Ningún mapa elaborado antes de 1970 podría incluir a Belén de Bajirá por la sencilla razón que no existía.
Lo que sí muestra, por otra parte, la cartografía histórica es la dinámica de expansión de fronteras de Antioquia hacia el río Atrato y al golfo de Urabá. Si nos atenemos a los mapas de la Provincia de Antioquia, entre los atribuidos y los elaborados por José Manuel Restrepo, entre 1809 y 1824 (antes y después del acto independentista), lo que se ve es la incertidumbre de las fronteras antioqueñas, entre ellas las del norte y occidente, trazadas por rumbos inciertos un poco mas allá del río Cauca, arriba de la confluencia del río Nechí hasta la Serrania de Abibé, y de allí a las cabeceras de los río Sucio, Murrí, Arquia, Bebará, lejos del golfo de Urabá y de las orillas del río Atrato.
Los mapas del sueco Carlos Segismundo de Greiff, de 1837, o la Carta Corográfica del Estado de Antioquia, elaborada por Manuel Ponce de León y Manuel María Paz en 1864, precisan mejor esas fronteras, que llegan hasta el río Mutatá, la serranía de Abibe, la confluencia del río Mongudó con el río Sucio y, por el lado derecho del río Pavarandó, a las cabeceras del Murindó. Ya para 1885, cuando se publicó la Geografía General y Compendio Histórico del Estado de Antioquia en Colombia, de Manuel Uribe Ángel, las fronteras del mapa realizado en Berlín, aun con su incertidumbre, se extendían más al occidente y llegaban a los lados de Murri, y al norte hasta Dabeiba. Y en la confluencia de esas fronteras estaba Pavarandó, pueblo de negros, por fuera de Antioquia.
La expansión de Antioquia
![]() Luis Pérez, Gobernador de Antioquia. Foto: Gobernación de Antioquia |
Como bien lo señalaron María Teresa Uribe de Hincapié y Jesús María Álvarez, en Raíces del poder regional: el caso antioqueño, el “país antioqueño” fue “un espacio regional en expansión” que, en el momento independentista, tuvo clara la necesidad “de ensanchar sus límites por las fronteras del occidente”, es decir, hacia el Atrato, como lo señalaba el dictador Juan del Corral a la legislatura de Antioquia, para tener acceso a rutas de comercio fluvial y puertos marítimos en el golfo.
Lo que sí muestra, por otra parte, la cartografía histórica es la dinámica de expansión de fronteras de Antioquia.
Esto se logró bajo el gobierno de Rafael Reyes en 1905, cuando le quitaron a Antioquia las provincias del sur para crear el antiguo departamento de Caldas y, en compensación, le dieron la banda oriental del río Atrato, desde el río Arquía hasta el golfo de Urabá, aunque luego, en 1908, sería sustraído de allí el municipio Riosucio, que quedaría de nuevo en el Chocó., en ese momento y de manera temporal, denominado Departamento de Quibdó. El Decreto 1615 del 5 de julio de 1944 señaló los limites municipales del Chocó, los que a su vez sirvieron de base a la Ley 13 de 1947 que creó el departamento del Chocó. Estos son los límites que presentó el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, y que no satisfacen a la dirigencia antioqueña.
Pero las desvaídas y anacrónicas versiones de ciertos defensores de la integridad territorial antioqueña no tienen argumentos válidos para sustentar sus pretensiones. La pobreza argumental del discurso regionalista deja de lado la razón y el análisis histórico. Pero el anacronismo histórico es apenas una parte de la discusión. Esta tiene otras aristas, entre ellas los malabares jurídicos, lo procedimental y los juegos de intereses y poder en el Congreso.
* Profesor asociado de la Escuela del Hábitat de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Arquitecto constructor, con maestría en Estudios Urbano-Regionales y doctorado en Historia de la Universidad Nacional de Colombia.