Peñalosa repite su historia: limpiar una zona roja de la ciudad en medio del aplauso ciudadano…para que la delincuencia se trastee a otra zona. Pero evitar la territorialización del crimen supone una estrategia más integral y más compleja.
Juan Carlos Ruiz* – Jorge Adriano Moreno**
Intervención inútil
La intervención del gobierno de Bogotá en la calle del Bronx era ineludible, pero va a resultar inoficiosa.
Era ineludible porque las micro-mafias enquistadas allí han expandido su poder a otros sectores de la ciudad y se han aliado con bandas de mayor envergadura en el resto del país. Por eso la inseguridad del Bronx y de la antigua calle del Cartucho, ahora parque Tercer Milenio, se ha irradiado a todo el centro de Bogotá y en especial a las cinco estaciones de Transmilenio de la zona. Algunos hechos muy publicitados hicieron evidente que el Bronx no era una zona reservada para indigentes viciosos: un asesino en serie, la presencia de menores de edad y de turistas secuestrados mostró la compleja red de crimen y de degradación social que había en ese sector.
Sin embargo la intervención será inoficiosa porque, como lo mostraron los criminólogos David Weisburd y Anthony Braga, las estrategias para zonas calientes (hot spots) tienen como defecto principal que la criminalidad se adapta y se traslada en busca de nuevos espacios.
Hay un gran riesgo de que la zona erradicada se desplace, como ya sucedió con la demolición del calle de Cartucho durante la primera administración Peñalosa, hecho que llevó a la aparición de una nueva calle deprimida, la del Bronx, a tan solo unas cuadras de distancia. Los sectores de Santa Fe, El Listón, La Estanzuela y Mártires también han sufrido una degradación acelerada que pueden llevar al surgimiento de nuevos “cartuchos”.
Tugurios e infiernos
No existen en el mundo experiencias contundentes o buenas prácticas para intervenir estas zonas, entre otras cosas porque ni siquiera los urbanistas o expertos en seguridad ciudadana han logrado definirlas completamente. En Colombia se les ha llamado “ollas”, pero este mote popular no logra describir al Bronx.
Esta calle, como lo fue la del Cartucho, no responde a los parámetros clásicos del “tugurio”, porque es un sector degradado de la ciudad con una población flotante en donde la propiedad privada prácticamente desapareció para dar paso al abandono y a un nivel epidémico de venta y consumo de drogas.
No existen en el mundo experiencias contundentes o buenas prácticas para intervenir estas zonas.
Si bien la intervención de tugurios ha sido una preocupación de organismos multilaterales, poco se ha experimentado para actuar sobre estos “infiernos” urbanos. Desde los años 1980 el Banco Mundial ha unido esfuerzos con los gobiernos nacionales y locales para mejorar algunos barrios de invasión, con acciones que incluyeron cambios en infraestructura para suministrar agua potable y luz, tratamiento de aguas negras y construcción de calles pavimentadas.
Se calcula que todavía una sexta parte de la población mundial vive en tugurios. Y sin embargo los “infiernos” urbanos no han sido objeto de estrategias particulares ni de un estudio profundo entre los académicos.
Historia de fracasos
![]() Skid Row, ahora Mill Street, en Washington D. C. Foto: Wikimedia Commons |
Y son varios los ejemplos de estos sectores en el mundo: Cracolândia en Sao Paulo, Hastings en Vancouver, Tepito en México, Skid Row en Los Ángeles, Barranquillas y El Gallinero en Madrid o Lunick IX en Kosice, Eslovaquia,
- Quizás el caso más emblemático sea Skid Row, un sector que ha sido de objeto de innumerables intervenciones sin éxito desde 1930, que incluyeron desde no permitir la entrada de los habitantes de la calle hasta la demolición de casas.Incluso el padre de la “tolerancia cero” en Nueva York, William Bratton, sufrió un gran fracaso en 2002 cuando quiso utilizar una estrategia de mano dura para rescatar a Skid Row.
- También en Sao Paulo, en 2012, las autoridades adelantaron la operación “Dolor y Sufrimiento” para erradicar estas zonas, con el único resultado de que se expandieron.
La salida más frecuente al problema de los “infiernos” urbanos ha sido la demolición sin miramientos del sector, lo que parece ineludible en el caso de la calle del Bronx, porque su redención y recuperación parecen imposibles.
Estas intervenciones radicales no son nuevas. El famoso Eliot Ness, inmortalizado en la película Los intocables, decretó la quema de Kingsbury Road, la zona más deprimida de Cleveland, cuando fungía como jefe de seguridad. Igual hicieron los daneses en los años 1950, cuando destruyeron las zonas más marginales de Copenhague para reemplazarlas por edificios modernos.
Pero este tipo de intervención extrema tiene dos grandes problemas:
- Exige ingentes recursos para comprar las propiedades a quienes las poseen legalmente, así como inversiones cuantiosas en construcción para cambiar radicalmente grandes extensiones de la ciudad.
- Al demoler, seguramente se remueve la zona deprimida, pero no se curan las causas que dieron inicio al deterioro del sector. Prueba de ello es que el parque Tercer Milenio, después de la destrucción de la calle del Cartucho, alberga todavía hoy a maleantes, expendedores de drogas y habitantes de la calle.
Quizás mantener estos “infiernos” pueda hacer que los toxicómanos se acantonen en una sola zona, lo que permitiría a las autoridades controlarlos mejor y a la asistencia social tratar este problema de salud pública sin que se convierta en una amenaza para la seguridad del resto de habitantes de la ciudad.
La experiencia del Cartucho
La desaparición del Cartucho llevó a pensar que los problemas de inseguridad en el centro de Bogotá habían desaparecido. Sin embargo a los pocos meses la ciudad ya no tenía un solo Cartucho sino un sinnúmero de sectores al servicio del crimen.
Al indagar sobre las razones que convirtieron la calle del Bronx en epicentro del delito, miedo, desidia y abandono en Bogotá, se encuentra que la impotencia estatal, el abandono de las autoridades locales y la exclusión social permitieron el auge de una gran variedad de acciones ilegales que acabarían siendo la única opción de vida para los habitantes del sector o para quienes lo frecuentaban por su adicción a las drogas.
Quizás mantener estos “infiernos” pueda hacer que los toxicómanos se acantonen en una sola zona.
Por eso la administración Peñalosa enfrentará el complejo desafío de contrarrestar los efectos negativos que su intervención en el Bronx producirá sobre la seguridad de la ciudad.
Sin política de fondo
![]() Parque Tercer Milenio de Bogotá. Foto: Oisin Prendiville |
Esta acción hace parte de una estrategia coyuntural no planificada para combatir la inseguridad. Como ocurrió en administraciones pasadas, en este caso se observa una intervención mediática y no integral, olvidando que la inseguridad en Bogotá tiene muchas causas y debe abordarse de manera sistémica y focalizada.
Varios alcaldes han decidido intervenir en estos sectores en Bogotá, pero lo han hecho por motivos netamente urbanísticos, para embellecer la zona céntrica de la capital. Pero no se han preocupado por la atención a los habitantes del sector o han aplicado estrategias represivas sin contenido social. Muchas de las acciones en los sectores críticos de la ciudad fueron más consecuencia indirecta de los planes de desarrollo que resultados de una política concreta sobre el particular. Tanto así que de los siete mandatarios de los últimos veintidós años, solo cuatro declararon abiertamente sus intenciones de pacificar y rehabilitar áreas anárquicas de la ciudad: Peñalosa, Mockus, Moreno y Petro.
Por eso necesitamos una política integral. La solución no se reduce a demoler, limpiar o embellecer el Bronx -como ocurrió con la calle del Cartucho- ni tampoco en poner a hacer aeróbicos a los antiguos habitantes del sector.
Además, no se trata solo del centro. ¿Qué sucederá con la inseguridad y la criminalidad que surgirán a partir de los pequeños Cartuchos y los pequeños Bronx ubicados en la periferia o en otros puntos centrales de la capital?
Las organizaciones criminales operan sobre muchas zonas de una ciudad y se comportan como un sistema. Por eso mientras las autoridades se dedican a golpear pequeños focos de inseguridad, los fenómenos delictivos desplazados serán absorbidos por otros puntos críticos o vulnerables. No es lo mismo destinar medidas para la seguridad urbana como un conjunto, que para la seguridad de un sector específico.
Una ciudad ideal no es aquella de la que se ha erradicado por completo el delito, porque esto es imposible. Lo que debe buscarse es controlar los elementos negativos mediante la aplicación de políticas, programas, proyectos y estrategias frontales y focalizadas contra la territorialización del crimen.
*Profesor titular de la Universidad del Rosario, Ph.D. en Ciencia Política de la Universidad de Oxford, máster en Administración Pública de la ENA (Francia), máster en administración de empresas de la Universidad Laval (Canadá), máster en Ciencia Política de la Universidad de los Andes.
**Abogado de la Universidad Santo Tomas, especialista en Derecho Penal y magíster en Estudios Políticos e Internacionales de la Universidad del Rosario.