Se inició como compositor en los años veinte, con obras de inspiración folclórica, fuertemente arraigadas en la tradición tonal.
Por David Jiménez *
Lutoslawski, músico polaco (Varsovia 1913-1994), se inició como compositor en los años veinte, con obras de inspiración folclórica, fuertemente arraigadas en la tradición tonal. A mediados de los cincuenta, comenzó una nueva etapa, cercana al dodecafonismo, con su Música funeral (1958). En el decenio siguiente, experimentó con métodos aleatorios, bajo la influencia de John Cage, en su obra Juegos venecianos (1961), inicio de su reputación internacional. Pero ni en el dodecafonismo ni en la música aleatoria fue un ortodoxo y solo tomó de esas dos fuentes lo que consideró útil para sus propios fines. Afirmó que no le interesaba la improvisación ni la libertad absoluta en la música. No se veía a sí mismo como un compositor de vanguardia sino como un continuador de Bartok, Debussy y Stravinsky, según confesión propia. En contravía de todas las convicciones vanguardistas, consideró fundamental la comunicación con el público y la idea de proporcionar placer como uno de los fines primordiales del arte musical. En sus últimas obras se propuso alcanzar una especie de síntesis de los diferentes elementos utilizados en su trayectoria anterior como compositor. Los rasgos característicos de este período final, según el crítico musical Larry Sitsky, fueron: una armonía más simple y sutil, la aplicación limitada de las técnicas aleatorias y la renovación de la melodía en busca de mayor lirismo y expresividad. “Las obras de arte cuya principal virtud es su novedad son las más débiles, pues ésa es precisamente la cualidad que más rápidamente envejece”, escribió Lutoslawski. La belleza seguía siendo, para él, la esencia del arte: “Es mucho más fácil componer algo sorprendente, chocante, aterrador, que algo bello. Por eso tan pocos lo logran”. Tres poemas de Henri Michaux fue compuesta entre 1961 y 1963, para coro mixto, orquesta de vientos, arpa, dos pianos y percusión. La obra está diseñada en tres movimientos: I. “Pensamientos”. II. “El gran combate”, violenta y dramática confrontación entre instrumentos y voces, en analogía musical con el notable texto. III. “Reposo en el Infortunio”, en el cual, por contraste con el anterior, los sonidos del arpa y de los pianos a manera de campanas parecen hablar de resignación y retiro del mundo. El tratamiento de las voces del coro, con su efecto de densidad sonora, a veces deliberadamente caótica, tuvo una consecuencia que el compositor deploró más tarde: el texto no es suficientemente comprensible. “Si hoy tuviera que componerlo de nuevo, aprovecharía toda mi experiencia como oyente y director del coro para hacer algunos cambios con el fin de volver el texto completamente audible”. Henri Michaux, poeta y pintor belga (1899-1984), es una de las figuras sobresalientes de la poesía francesa del siglo XX. De su obra escribió Octavio Paz: “Es una larga y sinuosa expedición hacia algunos de nuestros infinitos –los más secretos, los más temibles y, asimismo, los más irrisorios”.
El primer poema, “Pensamientos”, dice: “Pensar, vivir, mar casi indistinguible / Yo –eso- tiemblo, / infinito que se estremece sin cesar. / Sombras de mundos ínfimos, / sombras de sombras / cenizas de alas. / Pensamientos a nado maravilloso, / que os deslizais en nosotros, entre nosotros, lejos de nosotros, / lejos de aclararnos, lejos de penetrar nada, / extranjeros en nuestras casas,/ vendedores siempre ambulantes, / polvos para distraernos y dispersarnos la vida”.
El segundo, “El gran combate”, poema extraño pues casi todas las palabras son invención de Michaux, dice en traducción muy meritoria de Julia Escobar: “Lo emparrulla y lo endosca contra el suelo; / Lo raguea y lo ruspetea hasta su drálito; / Lo pratelea y lo libuquea y le basuflea los olleros; / Lo tocardea y lo marminea, / El manageo rapa en ri y ripa en ra. / Por último lo descorcobaliza. / El otro duda, se despudriña, se desface, se retuerce y se desploma. / Pronto no quedará nada de él; / Se recupera y se enmargina… pero en vano / El aro cae si ha rodado mucho. / ¡Abrah! ¡Abrah! ¡Abrah! / ¡El pie ha resbalado! / ¡La mano quebrado! / ¡La sangre ha manado! /Hurga, hurga, hurga, / En la marmita de su vientre hay un gran secreto / Tarascas en torno que lloráis sobre vuestros pañuelos; / Se asombran, se asombran, se asombran / Y os miran / También nosotros buscamos el Gran Secreto”.
El tercero, “Reposo en el Infortunio”, dice: “Infortunio, mi gran labrador, / Infortunio, siéntate, / reposa, / reposemos un poco, tú y yo. / Reposa. / Tú me encuentras, me pruebas, me lo pruebas, / yo soy tu ruina. / Mi gran teatro, mi remanso, mi hogar, / mi cava de oro, / mi porvenir, mi verdadera madre, mi horizonte. / A tu luz, a tu amplitud, a tu horror, / yo me abandono”.
Trois poèmes d'Henri Michaux. I. “Pensées”
Trois poèmes d'Henri Michaux. II. “Le Grand Combat”
Trois poèmes d'Henri Michaux. III. “Repos dans le Malheur”
*Cofundador de Razón Pública. Para ver el perfil del autor, haga clic aquí.