Aunque se han ensayado diversas leyes para contener la violencia de los hinchas del fútbol, estos siguen provocando desmanes tanto en Europa como en América. Todavía se puede acudir a métodos de control distintos de la simple represión.
Germán Gómez Eslava*
Los hinchas europeos
Temiendo ataques como el ocurrido en el teatro Bataclan en noviembre de 2015, Francia hizo todo lo posible para blindar la Eurocopa de fútbol de este año contra el terrorismo. Y hasta este momento no se han presentado hechos de este tipo en el encuentro deportivo.
Sin embargo a las calles de Francia volvió un tipo de violencia que se creía superado y que se relaciona con ideologías políticas o religiosas sino apneas con el mundo de lo efímero: la violencia por parte de los hinchas. Además, en la Eurocopa de este año, a pesar de los múltiples controles de las autoridades, los aficionados radicales han logrado ingresar bengalas y otros elementos prohibidos por la FIFA para ambientar los enfrentamientos en los estadios.
Este tipo de violencia se suponía erradicado gracias, principalmente, a las medidas sugeridas por el Informe Taylor de 1990, que fuera elaborado en Inglaterra como respuesta a los incidentes en un partido entre Liverpool y Nottingham donde murieron 96 personas. Algunas de las medidas en cuestión fueron:
- Adoptar un sistema de sanciones para comportamientos tales como el estado de embriaguez, el consumo o tenencia de bebidas alcohólicas en transportes públicos, arrojar objetos a la cancha o invadir el terreno de juego.
- Excluir de cualquier competencia de fútbol a los hinchas violentos durante un período de tres años.
- Adecuar los estadios para que todos los asistentes se ubiquen en su propia silla.
- Crear una comisión intersectorial que estuviera presente en los partidos de fútbol.
Aunque las medidas de este tipo lograron controlar las prácticas violentas dentro de los estadios, su eficacia se redujo a estos espacios. La violencia entre hinchas nunca se errático por completo en Europa, sino que se desplazó a otras ubicaciones dentro de las ciudades implicadas.
El fútbol opera como un escenario para proyectar los comportamientos machistas.
Para explicar este fenómeno, sociólogos como Norbert Elías y Eric Dunning plantearon que el fútbol opera como un escenario para proyectar los comportamientos machistas o patriarcales en una sociedad donde este tipo de actitudes se han ido relegando. La contienda futbolística no solo emula los enfrentamientos entre hombres como símbolo de poderío, sino que regula los enfrentamientos entre aficionados. Estas peleas son planeadas racionalmente y son concertadas con antelación por los participantes en lugares específicos. Igualmente se acuerda la no inclusión de armas o de otros objetos: son peleas a través de puños y patadas exclusivamente.
Parecería pues que en estas situaciones lo caótico y emotivo se rebela frente a la concepción de seguridad racional, precisamente en la meca de la civilización occidental.
El problema en Colombia
![]() Hinchas de Millonarios. Foto: Miguel Vaca |
En Colombia se presenta un fenómeno similar vinculado con el fútbol, aunque en contextos diferentes. Su última manifestación fue la fiesta celebrada por los hinchas de Millonarios con motivo del aniversario de su fundación. Esta celebración produjo algunos desmanes, dejó varios detenidos y afectó gravemente el transporte público en Bogotá.
Este tipo de hechos podría explicarse por las intensas emociones que acompañan al encuentro masivo de los hinchas en el festejo. Igualmente contribuyen al ambiente de violencia el consumo de bebidas alcohólicas y de sustancias psicoactivas que desinhiben al individuo, lo cual le facilita incurrir en acciones que transgreden los límites de lo aceptado por la sociedad.
Estos festejos por regla general cuentan con la vigilancia de la Policía, pero los agentes se ven desbordados a la hora de tratar de contener los actos vandálicos. A diferencia de lo descrito en Europa, en nuestro caso de la planeación racional del festejo se desprenden sucesos descontrolados que exceden la capacidad de reacción y control de la Policía.
En Colombia se han expedido varias leyes o reglamentos para mitigar el fenómeno de la violencia en el fútbol:
– La Ley 1270 de 2009, que encargó a las comisiones de fútbol las tareas de definir las medidas para prevenir la violencia en el fútbol y asegurar las condiciones mínimas para llevar a cabo el espectáculo.
– El Decreto 1007 de 2012, definido como el Estatuto del Aficionado al Fútbol, que establece la participación de los aficionados como miembros de los clubes de fútbol y su carnetización (aunque se ha hecho poco o nada en este sentido). Este Decreto también creó los Observatorios de la Violencia en el Fútbol.
– La Ley 1445 de 2011 que estableció sanciones tales como la exclusión de los aficionados por períodos de entre uno y seis años, además de procesos judiciales que dan penas entre uno y diez años de prisión.
Sin embargo estas medidas no han sido aplicadas en su totalidad (apenas en 2015 se llegó a castigar a los aficionados de Medellín). Otras medidas como la prohibición de ingresar elementos propios de la parafernalia que utilizan las barras y, en casos extremos, los cierres de las tribunas no han sido efectivas, ya que en nuestros estadios se siguen presentando hechos de violencia que afectan la convivencia ciudadana.
¿Qué hacer?
![]() Partido entre Portugal y Austria en el estadio Parc de Princes en París. Foto: Angry Young Man |
Tanto los sucesos de Europa como los de Colombia dan cuenta de las limitaciones de las políticas basadas en la seguridad, en tanto la violencia surge en cualquier espacio y supera la capacidad de las instituciones para controlarla. Por lo tanto es necesario revisar las políticas de esta naturaleza, sobre todo en medio de sociedades cada vez más complejas y tecnificadas.
La autorregulación podría ser un camino para contener la violencia asociada con el fútbol, emprendido además por los mismos protagonistas. Igualmente, se podría potenciar el "carnaval" como una forma de canalización de las energías, desde una perspectiva no solo cultural sino productiva.
También podrían ensayarse mecanismos para dirimir conflictos a través de confrontaciones controladas, como el boxeo o las artes marciales, que permiten orientar las diferencias y llegar a resolverlas sin la pérdida de vidas humanas.
La autorregulación podría ser un camino para contener la violencia asociada con el fútbol.
Como una de las causas de la violencia en el fútbol es la ausencia del Estado para brindar garantías mínimas a la juventud, las políticas integrales orientadas al reconocimiento de los jóvenes pueden ser mecanismos de prevención y mitigación del fenómeno de las barras violentas.
En cualquier caso, los fanáticos de la seguridad como única estrategia para mitigar los problemas sociales deberán ampliar su horizonte para encontrar caminos más allá de la corta perspectiva que equipara la seguridad ciudadana con la simple presencia de más policías.
*Sociólogo de la Universidad Nacional, magíster en Comunicación de la Universidad Javeriana e investigador del fenómeno de las barras bravas.
@german_eliecer