La escogencia de María Emma Mejía como Secretaria General de UNASUR confirma el cambio en la política internacional y da a Colombia la oportunidad de aprovechar una plataforma política que ha demostrado ser más importante de lo que parecía. Pero no será fácil encarnar la unidad de países con proyectos políticos muy distintos.
Socorro Ramírez *
Buen augurio
La solución fue salomónica: nadie quería tomar partido entre Bogotá y Caracas. En cambio ha sido visto como signo de mejores tiempos para la región el que los exministros de Colombia y Venezuela compartan, en ese orden, los dos años que restan del periodo que le correspondía a Néstor Kirchner, como secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR).
Origen peculiar
UNASUR ha funcionado hasta ahora de una manera muy particular y más bien accidentada. Surgió de forma inesperada en la sexta cumbre suramericana, dedicada al tema energético y realizada en Margarita en 2007. Sorpresivamente el presidente Hugo Chávez pidió pasar de la Comunidad Suramericana de Naciones (surgida en Cuzco, en diciembre de 2004, como parte de las cumbres suramericanas convocadas por Brasil desde el 2000) a la Unión de Naciones Suramericanas, y propuso organizar su reunión constitutiva en enero de 2008 en Cartagena, nombrar como secretario general al expresidente ecuatoriano Rodrigo Borja y ubicar la sede en Quito.
La cumbre constitutiva de UNASUR se realizó el 21 de mayo de 2008, con cinco meses de retraso copados por las tensiones de Colombia y Ecuador, de un parte, y de otra Colombia y Venezuela, razón por la cual se trasladó de Cartagena a Brasilia.
Los usos de UNASUR
En los tres años de su peculiar funcionamiento, UNASUR ha ido mostrando las múltiples posibilidades de acción conjunta de sus doce miembros, sobre todo en torno a proyectos de integración física y energética, pero también en asuntos de defensa y seguridad. Y ha multiplicado los consejos (defensa, lucha contra el narcotráfico, desarrollo social, salud, educación, cultura, ciencia y tecnología, infraestructura y planeamiento), algunos de los cuales apenas han alcanzado un primer acercamiento de los ministros respectivos.
En realidad, las dinámicas regionales han ido siendo interpretadas por quienes al ejercer la presidencia rotativa anual, le han dado prioridad a determinadas áreas de acción:
- Brasil logró que surgiera el Consejo de Defensa Suramericano, al realizar la cumbre constitutiva de UNASUR en medio de tensiones que amenazaban su existencia.
- Chile, como primer presidente rotativo (2008 a 2009), junto con Brasil, tuvo que ayudar a conjurar las amenazas de guerra civil en Bolivia.
- Ecuador ejerció la segunda presidencia (2009-2010) en medio de la tensión con Colombia, y concentró a UNASUR en cuestionar (con el apoyo de Venezuela y Brasil) el acuerdo militar de Colombia y Estados Unidos, en concretar el apoyo suramericano a Haití, en hacer elegir al expresidente argentino como secretario general y en buscar las ratificaciones del tratado para que pudiera entrar en vigencia[1].
- Guyana, al ejercer la tercera presidencia (2010-2011), acompañará el experimento de una secretaría compartida por dos países que hasta hace pocos meses se amenazaban mutuamente con ataques militares y demandas internacionales.
La escogencia de Kirchner
El primer secretario nominado, el expresidente ecuatoriano Borja, condicionó su posesión a que UNASUR reemplazara a la Comunidad Andina de Naciones (CAN) y al Mercado Común del Sur (MERCOSUR) para formar una sola entidad con proyectos, personal y presupuestos propios. Como eso no fue aceptado, rechazó su nominación.
En consecuencia, la cumbre constitutiva le bajó el perfil a la secretaría general, supeditó el nombramiento de secretario, su representación y vocería a las decisiones de los presidentes que quieren mantener el control de la entidad y adoptar decisiones por consenso, en medio de diferencias de todo orden.
El expresidente argentino Néstor Kirchner, postulado por Rafael Correa, fue durante un año candidato único, vetado por Uruguay y con la oposición silenciosa de Chile, Perú y Colombia, cuyos presidentes no asistieron a la cita en Argentina, el 4 de mayo de 2010, – como tampoco lo hicieron los de Surinam y Guyana – cuando Kirchner fue escogido como primer secretario general de UNASUR.
En realidad, esta escogencia fue resultado de una combinación de necesidades políticas de la pareja argentina, de la fuerte campaña de la señora Kirchner que neutralizó a quienes se oponían, del interés de los miembros de la Alianza Bolivariana para los Pueblo de Nuestra América (ALBA) por contar al frente de UNASUR con su mayor aliado y ejercer cierto contrapeso al Brasil, y de la decisión del nuevo presidente uruguayo de "acompañar el consenso", como también lo hicieron los demás países reticentes hasta entonces.
El nombramiento pasó por encima del estatuto de UNASUR, que exige dedicación exclusiva del secretario general y provocó el virtual traslado de la sede de la Secretaría de UNASUR de Quito a Buenos Aires, para facilitar las labores que en ese momento desarrollaba Kirchner, como diputado y como político en busca de reelección presidencial.
En busca del remplazo
Desde la muerte del expresidente argentino el pasado 27 de octubre, se empezaron a examinar opciones para su reemplazo. Ante todo, fueron consultados algunos de los expresidentes que acaban de terminar su período de gobierno (Bachelet, Lula, Tabaré Vázquez), pero ninguno mostró disposición, porque ya se habían ubicado en otros cargos o aspiraban a otras labores o a mejores puestos. Uribe fue descartado. En realidad, aunque UNASUR tuvo un buen despegue, algo de legitimación y mucha visibilidad, no es aún un espacio de gran representatividad, como para suscitar el interés de expresidentes recientes.
Tal vez por eso, en la V cumbre de UNASUR, realizada el 26 de noviembre en Guyana, los presidentes decidieron que el mandato del nuevo secretario general se reduciría a dos años sin posibilidad de reelección. Y acordaron realizar una reunión el 3 y 4 de diciembre, antes de la Cumbre Iberoamericana, para escoger secretario.
Sin embargo, en esa oportunidad no llegaron la mayoría de presidentes por lo que la reunión se redujo a un conversatorio entre cancilleres. Fue allí cuando, de manera sorpresiva, fueron postulados primero Alí Rodríguez y luego María Emma Mejía. A todas luces, una disyuntiva difícil entre Venezuela y Colombia, los dos países que generaban las mayores tensiones en el continente.
En un intento por salir del impasse, tres días después, Rafael Correa propuso a Marco Aurelio García, asesor de Lula da Silva y ahora de Dilma Rousseff. Con todo, aunque ese candidato brasileño – o cualquier otro – habría generado consenso, la potencia regional prefirió no asumir esa tarea.
Para superar la disyuntiva entre Bogotá y Caracas, Brasil propuso la alternancia. La fórmula fue anunciada por Marco Aurelio García (ya que el canciller de Brasil no asistió) y recibió la aclamación de los demás representantes, en la reunión extraordinaria de cancilleres del pasado 11 de marzo de 2011, día de entrada en vigencia del tratado constitutivo de UNASUR y de recuperación de la sede por Ecuador.
Guyana, en ejercicio de la presidencia pro tempore, ha invitado a los doce presidentes que tienen la tarea de escoger el secretario, a pronunciarse en diez días (20 de marzo), para no dilatar el año de labores de la exministra colombiana.
El regreso de Colombia
Para mostrar su compromiso con el acercamiento regional, el gobierno de Santos puso a UNASUR como testigo del restablecimiento de relaciones de Colombia con Venezuela y con Ecuador.
Desde antes de su posesión, el presidente visitó a Argentina, un país con el que Colombia había tenido pocas y más bien distantes relaciones, y pidió a Kirchner su acompañamiento en el acercamiento con Venezuela. Con el acuerdo de Caracas, el secretario de UNASUR fue el único testigo del reencuentro de los presidentes de Colombia y Venezuela en Santa Marta, tres días después de la posesión de Santos, y luego acompañó el rápido proceso de normalización de las relaciones oficiales. Podría decirse que la actuación de Kirchner en el caso colombo-venezolano copó los cinco meses de su ejercicio de la secretaría.
En la tónica de dar muestras de interés en el acercamiento a la región, Santos concurrió presuroso a dos urgentes citas suramericanas realizadas en Argentina: la reunión a la madrugada del 30 de septiembre por la crisis ecuatoriana y la ceremonia por la muerte del expresidente Kirchner. Y UNASUR fue también el escenario del restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre Colombia y Ecuador, anunciado en la cumbre de los presidentes realizada en Guyana.
Con la postulación y escogencia de la candidata colombiana, el gobierno de Colombia completa no sólo la lista de trofeos que demuestran el giro de la política exterior del país sino – y sobre todo – las tres responsabilidades simultáneas que debe atender este año y parte del entrante: una regional, la secretaría general de UNASUR; otra hemisférica, la organización de la cumbre de las Américas, en Cartagena en abril de 2012, y otra global, como miembro rotativo del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.
Representar la unidad
Un año es muy corto para realizar una labor organizativa fundamental que ayude a la consolidación institucional de UNASUR. Más aún cuando aún no está claro el papel que debería jugar el secretario general. Los presidentes le han dado un carácter más político que técnico a la secretaría, y no se ha discutido aún el proyecto de manual de sus posibles funciones, preparado por la cancillería ecuatoriana.
Pese a esas limitaciones, ejercer la secretaría de UNASUR es una oportunidad nada despreciable para que Colombia sirva de puente entre las distintas realidades suramericanas, de éstas con Estados Unidos en la cita de Cartagena, y en la actuación colombiana a nombre de la región – como lo repite el presidente Santos – en el Consejo de Seguridad. En esos tres espacios, el gobierno colombiano ha reiterado que quiere ser un factor integrador de América Latina.
La secretaría de María Emma Mejía, que probablemente comenzará el próximo 30 de marzo, cuando se reúna el consejo de ministros de Relaciones Exteriores en Georgetown, tendrá que sortear la fragmentación ideológica de la región y poner en práctica el principio de que la presidencia rotativa y la secretaría de UNASUR deben representar a toda Suramérica y no a sus propios países. En eso coincidirá con Guyana, que no tiene interés protagónico ni necesidad de usar esa función para su política interna.
Diferencia importante con el estilo que utilizó el presidente Rafael Correa como anfitrión de la reunión abierta al público en "la mitad del mundo", al poner la primera piedra del edificio que servirá de sede a la secretaría. Más que puentes con las diversas realidades regionales, Correa defendió a ultranza su modelo de socialismo de siglo XXI, de UNASUR y de una diplomacia protagónica y ante el pueblo, y fustigó a los países que se oponen, por ejemplo, a la conformación de un centro de solución de controversias, acusándolos de estar presos de atavismos mentales dependientes.
En realidad, el presidente ecuatoriano le hablaba a su electorado en medio de la nueva batalla electoral por el referendo convocado para el próximo 7 de mayo. En la reunión de UNASUR, su electorado portaba pancartas con el "SI y mil veces SI", "Correa, amigo, el pueblo está contigo", y "Cuenta conmigo compañero presidente".
El turno de Venezuela
Es posible que el ejercicio de la secretaría por parte de María Emma contraste con el liderazgo que luego deberá ejercer el exministro Rodríguez, a pesar de las virtudes que la canciller colombiana resaltó en el excanciller venezolano Alí Rodríguez durante los tres meses en los que sus nombres estuvieron sometidos al escrutinio de UNASUR.
El año de este último al frente de la Secretaría coincidirá con unas muy reñidas elecciones presidenciales en su país, dura batalla en la que están involucrados su partido y su gobierno. Es de esperar que estas circunstancias no lo lleven a utilizar la Secretaría para impulsar su propio proyecto político, en desmedro de la construcción institucional de UNASUR.
Maduraría Suramérica en capacidad de adaptación a las nuevas y diversas realidades regionales si los dos secretarios que compartirán período no ejercen un protagonismo confrontacional, sino un liderazgo abierto, equilibrado y pluralista.
*Cofundadora de Razón Pública. Para ver el perfil de la autora, haga clic aquí.
Notas de pie de página
[1] Argentina, Perú, Chile, Venezuela, Ecuador, Guyana, Surinam, Bolivia y Uruguay ya ratificaron el tratado constitutivo. Colombia espera la revisión de la Corte Constitucional. A marzo de 2011, sólo falta la ratificación de Paraguay y Brasil.