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Una mirada extranjera sobre el conflicto colombiano

Escrito por Tatiana Acevedo Guerrero
Panorámica nocturna de Santiago de Cali, capital del Valle del Cauca.

Panorámica nocturna de Santiago de Cali, capital del Valle del Cauca.

Tatiana AcevedoEste libro, que presenta el diario de un profesor estadounidense que visitó un municipio vallecaucano bajo el control de los paramilitares, plantea serias preguntas sobre cómo mira un extranjero la aterradora realidad colombiana.

Tatiana Acevedo Guerrero*

La ley en una tierra sin ley. Diario de una limpieza en Colombia

Michael Taussig

The University of Chicago Press, 2003

El diario

Era el año 2000 y el bloque Calima, liderado por Ever Veloza, alias HH, entraba al Valle del Cauca. Según declaraciones de Veloza, su grupo fue contactado y financiado por los narcotraficantes del Cartel del Norte del Valle y por un grupo grande de empresarios locales.

Algunos meses después, el profesor de la Universidad de Columbia Michael Taussig se instaló por dos semanas en un municipio del departamento tomado recientemente por los paramilitares. El libro La ley en una tierra sin leyes es su diario de estas dos semanas.

Semana uno

Taussig aclara que conoce bien el municipio, pues desde 1969 lo ha visitado casi todos los años. Su reflexión inicial: los paramilitares colombianos “son soldados, que no son soldados”, “fantasmas revoloteando entre lo visible y lo invisible, entre el ejército regular y el mundo criminal”. 

El libro está dividido en dos semanas y sus días. La primera semana comienza el 5 de mayo, cuando Taussig está en Cali y visita a un grupo de  mujeres en un barrio popular del sur. Transcribe los pensamientos de “Ángela” sobre la guerra en Colombia. Ella cuenta que en algún momento confió en la lucha guerrillera pero con el tiempo dejó de distinguir entre buenos y malos, entre causas justas y locura.

Una fuerza apoyada por la población que ve a los “paras” como algo legal y natural.

Dos días después, todavía en Cali, Taussig se reúne con una juez jubilada que trabajó en un municipio de cincuenta mil habitantes controlado por los paramilitares y la funcionaria le explica sobre leyes y procedimientos. Taussig aprovecha su testimonio para introducir una de las ideas principales del diario: Colombia es una sociedad sin leyes. Estas son muchas, inestables, cambiantes, repetitivas, infinitas. Cuando una ley no sirve se expide otra ley, pero ninguna tiene grandes efectos y siempre prevalece el caos. En este contexto –dice el autor- su labor como etnógrafo es encontrar un orden y revelar “patrones en el bosque y en las montañas”.

El 8 de mayo el autor llega al municipio. Describe entonces el paisaje como “desnudo de árboles” y regado de mega-cultivos de caña de azúcar, tecnificados pero con poca mano de obra. Constata que nadie sabe quiénes son o qué quieren los paramilitares, aunque estos grupos de hombres viven, entran y salen de los barrios, a veces en un mismo día.

Más que un grupo, afirma, se trata de una fuerza apoyada por la población, la cual comulga con la limpieza social, que ve a los “paras” como algo legal y natural, como una extensión del gobierno local, “un servicio público, como la recolección de basuras, la limpieza de las calles o la educación”.

Cultivo de caña de azúcar en el Valle del Cauca.
Cultivo de caña de azúcar en el Valle del Cauca.
Foto: Andrés David Aparicio Alonso

El día siguiente lo pasa en los juzgados. Se percata de la gran improvisación de jueces y fiscales, quienes están inundados de expedientes y no conocen el municipio pues fueron trasladados desde otras regiones. Por la noche uno de los funcionarios lo invita a presenciar el levantamiento de un cadáver. Al comienzo se niega a ir, pero después “impulsivamente” cambia de idea y se monta a la camioneta con los fiscales.

De la escena describe el cuerpo y la conversación entre funcionarios. Como el hombre fue encontrado con decenas de papeleticas de bazuco en los bolsillos, los fiscales concluyen que se trataba de un “vicioso”. Taussig dice que está seguro de que se trata de una trampa, que los policías están involucrados en el crimen y que plantaron el bazuco. Después, todos manejan en la camioneta hasta una fosa común con el cuerpo en la parte de atrás.

Semana dos

Montículo del antiguo basurero de Navarro en el área rural de la Ciudad de Cali, en el Valle del Cauca.
Montículo del antiguo basurero de Navarro en el área rural de la Ciudad de Cali, en el
Valle del Cauca.
Foto: Wikimedia Commons

Taussig viaja al mar Pacífico y vuelve después de una semana. En el diario se pregunta sobre la división entre el mundo del hampa y el mundo legal y afirma que existe una continuidad entre ambos y que esta continuidad es histórica, pues antes de que los grupos armados ilegales controlaran los gobiernos locales ya los empresarios tomaban las decisiones en alianzas con funcionarios estatales.

El autor dice que la violencia no era tan abierta, pero sí había una amenaza latente. La novia de un líder paramilitar le enumera entonces los tres propósitos de los paramilitares:

  1. Exterminar la subversión y sus bases sociales.
  2. Controlar el tráfico de drogas.
  3. Realizar “control” y “limpieza” social.

Durante esta segunda semana, Taussig consagra varias horas a pensar en escribir un diario. Lo importante de su empresa, dice, no es la fidelidad del recuerdo sino el funcionamiento de la memoria, lo que esta estimula, oculta y revela. La narración, para Taussig, pretende dar cuenta del mundo como un rompecabezas con “piezas faltantes y otras que no encajan”.

¿Por qué (y por quién) cambia tanto la ley? ¿Cómo?

Los últimos tres días en el municipio los dedica a pensar en el origen de la toma paramilitar: los negociantes llamaron a los paramilitares para que se encargaran de las pandillas y la criminalidad juvenil. Taussig hace esfuerzos por conocer a algunos de estos jóvenes pandilleros, se percata de que son estridentes, con peinados y ropa llamativa y seguros de sí mismos.

Van detrás del poder. Pero, ¿el poder para qué? Algún conocido le contesta que el poder es para conseguir “novias” (“es cuestión de sexo”). Alguien le cuenta que muchos de estos pandilleros se esconden en el basurero a cielo abierto en las afueras del municipio y Taussig emprende un viaje para conocerlo.

El basurero de Navarro es una montaña de basura de unos 180 pies de altura, con árboles y hierba creciendo alrededor. En la cima hay carpas hechas con plástico negro que sirven de vivienda a sus casi 800 habitantes. Hay burros y buitres que pasan despacio.

Algunos chismes cuentan que esculcando entre los desechos se han encontrado bolsas con cadenas de oro, coca y plata. Taussig describe el basurero como una gran concha y lo compara con la codiciosa política colombiana: ambos son un apilamiento de gente y animales muertos, cocaína y oro. 

La prosa y la industria

El diario reitera la ausencia del Estado de derecho en Colombia. Esta afirmación es susceptible de una lectura crítica pues, pese a que entrevista a algunos jueces y fiscales, el libro no se centra en el proceso de asimilación de la ley ni en la relación de los habitantes con ella.

Taussig menciona que en Colombia las leyes cambian rápido y nadie puede ponerse al día con ellas. Este es su punto de partida, pero, en un libro sobre la ley, este debería  ser el punto de llegada.

¿Por qué (y por quién) cambia tanto la ley? ¿Cómo? ¿Cuáles son los efectos materiales, menudos, del cambio legislativo en la vida cotidiana de la población? ¿Cuál es la relación de las distintas personas con la ley? ¿Cómo se apropia, se lee, se refuta, se entutela?

Pero en lugar de un recuento detallado sobre el recorrido de la ley, Taussig nos presenta una compilación de detalles y metáforas que reafirman la homogeneidad y continuidad entre un Estado corrupto y una masa de políticos y funcionarios avaros, resignados e idénticos. 

Una segunda reflexión sobre el autor tiene que ver con la ética de su quehacer, con las preguntas e incomodidades que despierta su etnografía. Al respecto, pueden hacerse tres críticas:

  1. Acerca de su posición en situaciones difíciles, como en el levantamiento del cuerpo de un hombre. ¿Cuál fue el sentido de esa “visita científica”? ¿Por qué, si sintió que se trataba de una ejecución extrajudicial, no trató de denunciarla, en vez de guardar el episodio para ocupar un párrafo en su libro?
  2. Sobre la falta casi absoluta de reflexiones de método, adendas o explicaciones sobre su forma de entrevistar y las implicaciones de su trabajo. No sabemos si los entrevistados conocen el trabajo final del antropólogo (que está en inglés), si saben que sus testimonios fueron traducidos y son citados. Tampoco sabemos nada sobre las entrevistas a pandilleros menores de edad.
  3. También sobre el diario mismo, pues una serie de detalles de la narración se revelan problemáticos y acaso absurdos. Taussig pasa de leer cientos de autopsias (¿cómo consiguió acceso?), a ver de muy cerca un hombre recién asesinado y, horas después, a concentrarse en la belleza exótica de una guanábana.

Además, cuando siente la violencia abrumadora, el autor se va una semana al mar para luego volver y seguir observando. A diferencia de todos sus conocidos e informantes en este municipio, Taussig puede entrar y salir sin repercusiones. Puede hacer paréntesis y olvidarse un rato del municipio colombiano en medio de una masacre paramilitar.

Es así, de testimonio en testimonio y con la colaboración de los habitantes de las regiones colombianas en guerra, como se construyen conocimientos y carreras eruditas en otros países. Pero no está claro qué reciben estos lugares y comunidades a cambio. ¿Qué le deja la industria académica estadounidense al Valle, al Cauca, a Soacha o a Urabá?

* Estudiante de doctorado en Geografía de la Universidad de Montreal.

 

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