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Una canción en tiempos de confinamiento

Escrito por Win Perea
música en la cuarentena

La cuarentena no ha sido igual para todos, cada gremio la vive a su modo. ¿Qué pasa con los músicos durante la cuarentena?

Win Perea*

Y la música, ¿para qué?

Una canción en tiempos de confinamiento se convierte en una melodía que abraza, que acompaña y que brinda un consejo inesperado.

Una canción en cuarentena puede ser como ese amigo que siempre está a tu lado cuando lo necesitas, que te hace reír y, al mismo tiempo, llorar. En este tiempo que atravesamos, una nota, un intervalo o un acorde puede mudar en súbito remedio para cualquier dolencia.

Detrás de las masivas agendas musicales, existe un ser al que, en ocasiones, se le resta importancia: el músico. Al interpretar un instrumento, el músico expresa el sentir más puro y profundo de su corazón.

En esta cuarentena, sin escenarios ni retribuciones económicas, el músico se ha encargado de acompañar a distancia y ofrecer algo de tranquilidad mediante conciertos virtuales. Las redes sociales se han convertido en la tarima del confinamiento, en donde músicos como yo interpretamos nuestras mejores notas de cuarentena, ritmos de exigencias históricas y de encuentros virtuales.

Las redes sociales se han convertido en la tarima del confinamiento

El encierro obligatorio ha elevado los niveles de depresión y de ansiedad. Muchos han encontrado en estas transmisiones pentagramadas, un paisaje sonoro de refugio y calma. Las piezas musicales que tocamos en las redes sociales se han convertido en el aire que muchos respiran para encontrar paz y evadir el estrés.

Jordi Savall, especializado en música antigua, comparte una pregunta en sus escritos: “¿Cómo es posible que las personas esclavizadas aún quisieran cantar y bailar? La respuesta es muy sencilla: el canto y el baile al ritmo de la música, abrían un espacio para la expresión y la libertad”.

Puede leer: ¿Sobrevivirá la industria cultural?

Rebusque y anhelo de libertad

La falta de apoyo estatal nos ha empujado como gremio a buscar nuevas rutas para obtener recursos. Debo reconocer que esas ayudas suplen algunas necesidades, pero son insuficientes y nos mantienen en la incertidumbre.

Los mariachis se han ingeniado la forma de llevar serenata, otros dan serenatas virtuales recomendados por amigos o familiares. En nuestro Pacífico se recorren las calles de los barrios a merced de los regalos de los residentes. Otros tocan para ganar más seguidores o reconocimiento, o simplemente por deseo de interactuar con quienes los escuchan.

Win Perea

Foto: Manos Visibles
Win Perea

La creatividad característica de los músicos ha trascendido a niveles increíbles a lo largo de la cuarentena. El gremio ha estado más unido a la hora de generar contenidos, pues ha sido la mejor manera de sentirnos libres. Libertad que implica felicidad para los músicos que, sin pensarlo, transmitimos a todo aquel que se conecta a vernos.

En el Pacífico las dificultades son mayores, pues carecemos de conectividad óptima para mostrar y difundir toda la riqueza de nuestra música ancestral. La libertad es el sueño más anhelado que tuvieron nuestros ancestros y nosotros aún la añoramos.

No tenemos agua para lavarnos las manos, mucho menos internet o equipos para que muchos jóvenes reciban sus clases.

Al estar encerrados con carencias de necesidades básicas, nos sentimos reprimidos y olvidados. No tenemos agua para lavarnos las manos, mucho menos internet o equipos para que muchos jóvenes reciban sus clases. Menos, todavía, para ver un concierto virtual o una presentación musical trasmitida por alguna red social.

Es increíble que en pleno siglo XXI, algunos pueblos del Pacífico colombiano no tengan conexión a internet. Pero esto no ahoga nuestras ganas de vivir y disfrutar de nuestra cultura.

En medio del diario “reinvento” al que estamos sometidos, término que ya cae mal en

la hermandad musical, hay muchas enseñanzas. La unión que hemos ganado será útil para exigir al Estado la expedición de leyes que amparen a los músicos –y a todo el sector cultural-. Además, la creación colectiva permite destilar ideas disruptivas en beneficio de todos.

Quiero recordarles que, en momentos críticos, nacen grandes ideas. Esta es una oportunidad para pensar, repensar, crear y actuar. Es tiempo de motivar nuestro intelecto y avivar la caja de ideas. En una de sus canciones, el maestro Jairo Varela Martínez dice que “En las buenas y en las malas siempre hay una carcajada”.

De momento, colegas, les regalo una coma, para que sigamos escribiendo una linda historia musical por nosotros y por nuestros territorios. Que nunca se desvanezcan las ganas de soñar.

*Artista, maestro en Música de la Universidad El Bosque. Fue Coordinador de Cultura del municipio de Quibdó y maestrante en Gestión y Producción Cultural y Audiovisual de la Universidad Jorge Tadeo Lozano. Integra la Red de liderazgo Manos Visibles.

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