Aunque algunos lamentan que se haya bloqueado la cuenta de Twitter del expresidente, otros celebran esta ausencia en las redes por lo que significa para el bienestar de la democracia.
Omar Rincón*
Lo hizo Twitter
Colombia es un país secuestrado por Uribe y sus buenos muchachos. Los medios, antes de informar, le preguntan a él, los políticos, antes de gobernar, esperan su mandato. El presidente parece su primera dama.
Uribe ha secuestrado la política y la opinión del país a punta de tuits de matoneo, odio, venganza e incitación a la violencia. Sin embargo, por fin, alguien le dijo: “pare de odiar” y lo desmovilizó: Twitter. Le tocó a Twitter porque aquí todos somos cobardes y no fuimos capaces de disentir del patrón. Como siempre, tocó pedir ayuda internacional. Twitter lo hizo.
La desmovilización de la guerra tuitera de Uribe ha permitido días con más diversidad de opiniones, más voces que piensan distinto, más libertad de expresión, más intentos de los argumentos que de la ira. Y la paz gana cuando los ciudadanos son los protagonistas y los violentos se desmovilizan.
Entonces aparece el país que sabe pasarla bien disintiendo: los jóvenes festivos en las calles, los jóvenes diciendo que tienen bronca y propuestas estéticas; las mujeres pidiendo respeto para sus cuerpos e igualdad; los ambientalistas y su querencias por la Madre Tierra; los indígenas y sus proyectos de vida; los cuerpos disidentes celebrando las muchas formas de ser sexual; los trabajadores buscando dignidad… y así parecemos un país democrático, diverso e intercultural.
No éramos uribistas y petristas, no somos odio contra odio, somos muchas ideas en comunión. Para que el miedo se diluyera y la paz llegara a la opinión pública y la política colombiana, alguien tenía que desmovilizar a Uribe, y tuvo que ser Twitter.
Gana la democracia
Con la desmovilización obligatoria de Uribe gana la democracia, gana la paz y ganamos todos los que no estamos ni con él ni con Petro (¡otro a quien deberíamos desmovilizar!). Gana la diversidad colombiana; gana la libertad de expresión. Pierden el periodismo mascota, los medios de clic facilista, los buscadores de odio y venganzas.
La libertad de expresión es total menos para el odio y la violencia. Por eso Twitter decidió ponerse a tono con este principio. ¿Qué hizo? Suspender al fomentador oficial del odio y la violencia en Colombia: Uribe.

Foto: Twitter Álvaro Uribe.
El bloqueo de la cuenta de Uribe le ha quitado clics a los medios que viven haciendo titulares de lo que tuitea.
Debería también suspender a Cabal, Petro, Epa Colombia, Rangel, El Patriota y todos los fomentadores de odio y violencia. Menos mal a Epa la suspendió un juez; para los demás, le tocará a Twitter.
Este hecho ha traído llanto para los seguidores de Uribe, quienes se quedaron sin consignas para repetir. Y fue una tragedia para quien parece su primera dama: Iván Duque, a quien le tocó olvidarse de naranjas y de Maduro y responder “desnudo” al país. ¿Y dónde está Duque? No habla, no responde, se encuentra en el margen de error.
El Espectador dijo en una editorial que “no había nada que celebrar con la censura a Uribe”. Pero incitar al odio y la violencia es atentar contra la libertad de expresión. Por lo tanto, esto no es censura: es respeto por la libertad de expresión, la cual debe ser responsable, humanista, diversa, plural y democrática.
Que Uribe haya sido “censurado” por Twitter por incitar a la violencia ha sido dramático para los medios. Se preguntan: “¿y ahora cómo informamos?”. “Si ya no nos llega por Twitter el odio para ganar clics, debemos hacer periodismo, y eso ya lo olvidamos” parece ser su reflexión. Pero menos mal aparecieron los vándalos y eso permitió el en vivo y en directo. Y Uribe no hizo falta.
Uribe sin Twitter y revolución naranja
Uribe sin Twitter no existe, es olvidable. Así, la democracia gana en libertad, diversidad y convivencia. Uribe sin Twitter hace que Duque tenga que aparecer y demostrar su nada. Si aparece solo alcanza a decir: “¿De qué me hablas viejo?”. De que usted es el presidente y no la primera dama.
Uribe sin Twitter hace que los medios pierdan clics. Uribe sin Twitter lleva a que los periodistas deban hacer periodismo mas allá de leer tuits de odio, matoneo y guerra. Uribe sin Twitter lleva a que los ciudadanos se liberen de sus miedos y salgan alegres a la calle.
Uribe sin Twitter lleva a que la vida cotidiana sea pacífica, divertida, juguetona. Uribe sin Twitter lleva a que la paz pueda aparecer y liberar de los miedos a los colombianos. Desmovilizar a Uribe hace que nuestra democracia gane en diversidad, pluralidad y convivencia.
La desmovilización de Uribe y las protestas continuas de más de nueve días son una paradoja duquista, ya que ambas son una revolución naranja, pues cumplen con la premisa naranjita:
- Fueron hechas con redes digitales (uso de tecnología),
- Los ciudadanos se movilizaron vía digital (emprendedurismo),
- Cuentan con talento colombiano (creatividad), y
- Fueron hechas por jóvenes (nuevos sujetos políticos).

Foto: Idartes
Sin el Twitter de Uribe, muchos medios se quedaron sin qué informar.
Pero a diferencia del humo naranja de Buitraguito, en esta operación naranja lo que importa es el contenido, la soberanía cultural, las propuestas de democracia y derechos (la tecnología solo es el mar en el que nos movemos, no la realidad, ni la cultura, ni la política).
Los valientes de dedito digital como Uribe y Petro deben ser silenciados porque Colombia ya hizo de la paz su meta y decidió perder el miedo y salir a la calle a ganar la democracia.
*Profesor del Centro de Estudios en Periodismo (CEPER), Universidad de los Andes. orincon61@hotmail.com