¿Por qué el triunfo de Biden no es la derrota de Trump? - Razón Pública
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¿Por qué el triunfo de Biden no es la derrota de Trump?

Escrito por Carlos Patiño
Carlos Alberto Patiño

Aunque Biden ganó las elecciones, la diferencia entre ambos candidatos es poca y la popularidad de Trump sigue en aumento. ¿Qué viene ahora?

Carlos Alberto Patiño*

Más que una elección

Aunque este sábado, 7 de noviembre, los medios anunciaron que Joe Biden había ganado la elección, el conteo de votos en varios estados no ha acabado todavía. Mientras no acabe el conteo no se sabrá cuál es la composición del Colegio Electoral, que debe sesionar el 14 de diciembre para proclamar al próximo presidente.

En todo caso, podría pensarse que las votaciones del 3 de noviembre fueron una especie de examen popular sobre la gestión de Donald Trump y que representaron la derrota de la sociedad que promovió el presidente en los últimos años.

Pero la historia no es tan simple.

Las elecciones presidenciales son mucho más que escoger a un candidato. La elección de un presidente es sobre todo el ritual democrático donde los ciudadanos evalúan al gobernante saliente y su partido, definen si habrá o no habrá alternancia en el poder, y establecen la agenda política de los próximos cuatro años.

¿Cuál será entonces el futuro político de Trump, y cuáles son los grandes retos para Biden?

El triunfo no fue absoluto

Una de las cosas que más ha llamado la atención de estas elecciones ha sido la actitud del presidente Trump: desde hace meses venía afirmando que serían fraudulentas y, en efecto, desde la noche misma del 3 de noviembre, procedió a demandar el proceso en varios estados.

Aunque el Partido Republicano ha guardado silencio hasta hoy domingo, ayer 7 de noviembre Trump tuiteó: “¡gané estas elecciones, por mucho!”. Por ahora, el presidente parece decidido a ganar en los estrados judiciales.

Sin embargo, el triunfo de Biden tiene varios matices que deben tenerse en cuenta:

  • Aunque las encuestas lo daban como ganador, el candidato demócrata no tuvo una victoria arrasadora. Los analistas han señalado con razón que muchos votaron más contra Trump que por Biden.
  • La derrota de Trump no fue absoluta. Obtuvo casi 7 millones de votos más que en 2016, alrededor del 4 % menos que los votos a favor de Biden.

Como lo han señalado algunos políticos republicanos, Trump pierde, pero gana una posición política que necesariamente llevará a una reflexión sobre el futuro del Partido Republicano en Estados Unidos.
Este debate estará marcado además por los rasgos que Trump ha impreso en la política de la Casa Blanca: el nepotismo, la mentira, las contradicciones y el desprecio de la ciencia.

Trump ha afirmado estar interesado en los reclamos de la clase trabajadora, pero ha beneficiado abiertamente a los sectores más ricos. No solo ha menospreciado los efectos de la pandemia, sino que ha descalificado a los científicos que advierten sobre los riesgos del virus.

Como escribió el periodista Bob Woodward, el presidente parece imposibilitado para tomar decisiones racionales. Todas estas actitudes han sido descritas en detalle por la psiquiatra y sobrina del presidente, Mary Trump.

Foto: Facebook Donald Trump La victoria fue por un estrecho margen, lo que hace preguntarse ¿qué hizo Trump para que tanta gente votara por él?

Los retos de Biden-Harris

El culto a la personalidad de Trump, que lo exalta sin importar sus capacidades políticas, abre otro debate: tal vez, el “trumpismo” no es solo un movimiento político, sino una forma de hacer política en Estados Unidos y en el mundo, que será independiente de las ideas.

El estilo de Trump se caracteriza por llevar al extremo una idea política, señalar al otro como enemigo y movilizar a la sociedad en su contra a través del miedo. Todo ello usando etiquetas sobre lo que es “bueno” y “malo”, dependiendo del propósito para el que se usen estas palabras.

Por eso, la principal tarea de Biden y su vicepresidenta Kamala Harris será buscar un acuerdo nacional, un consenso político básico para superar la división social, el extremismo y la radicalización.

Esto es mucho más urgente de lo que se piensa, pues los votos de cada uno de los candidatos representan un país distinto:

  • El de Biden es un país urbano, en donde las mujeres, los negros y los latinos son visibles e importantes, y donde caben los científicos, los intelectuales y los artistas;
  • El de Trump es un país rural, de pequeñas ciudades y pueblos perdidos en una geografía inmensa y solitaria, de sectores que han perdido en la economía global, y que en general no cuentan con acceso y calidad educativa.

Por lo anterior, es probable que en los próximos cuatro años se dé una intensa discusión sobre varios temas o elementos de la llamada “política cultural”, incluyendo, por ejemplo, el de la posesión y el uso de armas de fuego (que tiene más sentido o menos sinsentido en las praderas de Nebraska que en las calles de Chicago).

La Constitución de Estados Unidos permite que los ciudadanos porten y usen esas armas: se trata de una idea fundacional, de aquel siglo XVIII cuando Estados Unidos era un país de campesinos, una idea que no se puede revocar sin poner en riesgo la existencia del pacto federal y por tanto del Estado mismo. Pero mientras que los republicanos defienden la idea con vehemencia, los demócratas suelen estar en desacuerdo.

Otro reto para Biden y Harris será la política internacional, desde el comercio global, pasando por los asuntos de seguridad y defensa, y amenazas al orden internacional, hasta llegar a los asuntos más elementales de la diplomacia.

Durante los últimos cuatro años, Trump sembró y cosechó desaires permanentes, arriesgó las alianzas internacionales y trató de aislar a su país. De hecho, muchos de sus funcionarios más cercanos trataron de contener al presidente en estos asuntos y por lo mismo fueron destituidos o renunciaron.

Algo parecido sucedió con la relación entre la Casa Blanca y los organismos de inteligencia y las fuerzas militares de Estados Unidos. Trump a menudo no les creyó a estos organismos, los puso en ridículo y trató de manipularlos.

Con el tiempo se verá si el trumpismo sigue ganando fuerza y qué tanto cambiará Estados Unidos bajo el mandato de Biden.

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