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Trabajo de cuidado no remunerado

Escrito por Tatiana Gelvez - Mateo Zapata
Trabajo de cuidado no remunerado

Es momento de incorporar el trabajo de cuidado no remunerado en las cuentas del Estado y reducir así la brecha de género.

Mateo Zapata* y Tatiana Gélvez Rubio**

¿Qué es la economía del cuidado?

Este mes se celebró el día internacional del trabajo doméstico, pero aún falta mucho para reconocer y dignificar el cuidado no remunerado.

El cuidado permite el desarrollo integral de una sociedad; integra actividades esenciales como la atención de los niños, niñas, adultos mayores y personas con discapacidad, la preparación de alimentos, la limpieza y el lavado de ropa, con las labores productivas tradicionales. La economía del cuidado estudia el desarrollo de dichas actividades en pro de su reconocimiento social.

Hay dos tipos de actividades de cuidado: el trabajo remunerado donde se presta un servicio de cuidado a cambio de un pago monetario. Y el trabajo de cuidado no remunerado que comprende las labores diarias dentro de los hogares sin ningún pago asociado y son desarrolladas por los miembros de la familia.

Existen desafíos importantes en la remuneración y las condiciones laborales de las actividades de cuidado remuneradas, pero poco se ha dicho sobre el trabajo de cuidado no remunerado.

Recientemente se actualizaron las cifras de la Cuenta Satélite de Economía del Cuidado, creada por el DANE para cumplir el mandato de la ley 1423 de 2010. Estas cifras muestran el desequilibrio que existe en el cuidado no remunerado: las mujeres aportan el 77,7 % de las horas anuales, mientras que los hombres dedican un 22,3 % (Gráfica 1). Algunas conclusiones prácticas del informe son:

  • Las mujeres en los hogares colombianos dedican más tiempo a preparar alimentos que los hombres; su participación es del 84,3 % del tiempo total dedicado a esta actividad.
  • La participación de las mujeres en actividades de mantenimiento de vestuario es del 86,8 % mientras que la participación de los hombres es de apenas un 13,2 % del tiempo.
  • Las mujeres aportan un 71,5 % del total del tiempo dedicado a la limpieza y el mantenimiento del hogar.
  • El cuidado de las personas recae también sobre las mujeres, quienes dedican un 79,3 % del tiempo total, mientras que los hombres aportan el restante 20,3 %.

Gráfica 1. Participación en el trabajo doméstico de cuidado no remunerado, según sexo y funcionalidad (%)

Trabajo de cuidado no remunerado
Fuente: Elaboración propia sobre la base de los datos del DANE (2022)

Este desequilibrio histórico explica la menor inserción de la mujer en el mercado laboral. Esto aumenta las brechas de participación, remuneración y ocupación entre mujeres y hombres, y entorpece el acceso de las mujeres al sistema de pensiones. Ambas consecuencias tienen implicaciones negativas para la economía colombiana.

Hay quienes debaten el valor del trabajo de cuidado no remunerado porque dichas actividades no se dan en una lógica de producción de mercado. Pero así desconocen el efecto de dichas actividades en la economía del país.

En países como Inglaterra se discute la importancia de la inclusión de mediciones de bienestar como parte de la medición del éxito de las políticas económicas. Por ejemplo, se calculó un valor económico total entre 2020 y 2021 de £50.300 millones en la atención social para adultos mayores en Inglaterra. £25.600 millones representaron el Valor Añadido Bruto (VAB) y otros £12.600 millones eran efectos indirectos e inducidos.

El DANE aplica la metodología de costo de reemplazo para valorar económicamente el trabajo no remunerado: mide los ingresos medios por hora de las personas en el mercado laboral que desempeñan actividades similares a las del cuidado no remunerado.

Una estrategia que favorezca a dichos hogares consistiría en ampliar la oferta de los centros de cuidado diurnos y nocturnos para atender a la primera infancia, y ampliar los espacios de cuidado de la vejez.

Así se plasma un ingreso medio por hora para estas actividades según la remuneración del mercado laboral. Los cálculos para 2021 se realizaron considerando los siguientes valores monetarios de referencia:

Actividades de cuidado y su valor de costo reemplazo
Actividad Ingreso por hora
Compras y administración del hogar $8565
Voluntariado

(oficios del hogar y cuidado a personas dependientes)

$6257
Limpieza, mantenimiento y reparación para el hogar $6187
Cuidado y apoyo de personas del hogar $6163
Suministro de alimentos $4787
Mantenimiento de vestuario $4018
Fuente: Boletín técnico Cuenta satélite de economía del cuidado (DANE).

Así pues, la cuantificación del tiempo y el valor monetario de cada función del trabajo no remunerado equivalen a $230.338 millones de pesos a precios corrientes para la economía; un 19 % del PIB.

Cuando estas actividades se cuantifican de forma monetaria, su potencial es claro. Esto debería permitir su reconocimiento y valoración económica, pues al ser incorporadas a las actividades económicas pagas, ayudarían a crear empleos e ingresos.

Trabajo de cuidado no remunerado
Foto: Alcaldía de Medellín - Este mes se celebró el día internacional del trabajo doméstico, pero aún falta mucho para reconocer y dignificar el cuidado no remunerado.

Cuidado no remunerado durante la pandemia

La pandemia ocasionó un retroceso en la disminución de las brechas de género. Las mujeres aumentaron el tiempo que dedicaban a los trabajos de cuidado no remunerado y así se amplió la brecha frente a los hombres. Según el informe “el tiempo de cuidado durante la pandemia”:

  • La proporción de mujeres que participó en labores de cuidado de niños, niñas y adultos mayores (cuidado directo) fue de 35,2 % entre noviembre de 2020 y enero de 2021, para los hombres fue de 15,3 %.
  • La proporción de mujeres que participó en los oficios del hogar (cuidado indirecto) fue de 92,8 % para el mismo periodo, frente a una participación de 66,9 % para los hombres.
  • El tiempo dedicado semanalmente a las actividades de cuidado directo por parte de las mujeres aumentó a causa de la pandemia en 38 minutos: pasó de 22 horas y 56 minutos en noviembre de 2019 y enero de 2020, a 23 horas y 34 minutos para noviembre de 2020 y enero de 2021.
  • El tiempo que los hombres dedicaron semanalmente al cuidado directo disminuyó 16 minutos, pasó de 13 horas y 18 minutos a 13 horas y 2 minutos en el mismo periodo.
  • El tiempo semanal dedicado al cuidado indirecto para las mujeres aumentó 51 minutos: de 20 horas y 53 minutos pasó a 21 horas y 44 minutos.
  • El tiempo dedicado por los hombres al cuidado indirecto aumentó 9 minutos: pasó de 12 horas y 32 minutos a 12 horas y 41 minutos.

La pandemia reprodujo la división sexual del trabajo entre hombres y mujeres dentro del hogar y permeó así a la sociedad con la ampliación de las brechas de género.

El desequilibrio en las responsabilidades de cuidado se agudizó. Las mujeres dedicaron casi el doble del tiempo que los hombres al trabajo no remunerado. Además, cuando hay presencia de niños y niñas, las cifras muestran que son las mujeres las que dedican más tiempo a su cuidado.

Informes como el de la Cuenta Satélite del Cuidado muestran la intensa carga que acarrea la mujer en los trabajos de cuidado no remunerado y son una oportunidad para resaltar la importancia de incluir dichas actividades en las cuentas nacionales y para que se abra la discusión sobre las carencias en la redistribución de las responsabilidades de cuidado no remunerado.

Políticas del cuidado

Es momento de pasar del diagnóstico al reconocimiento del cuidado como un sector económico en Colombia y desarrollar iniciativas que contribuyan a redistribuir el trabajo de cuidado no remunerado.

Por eso se necesita una política social que distribuya los servicios de cuidado y garantice su acceso a todas las personas independientemente de su ingreso. Al mismo tiempo deben crearse modelos que permitan remuneraciones adecuadas por el cuidado para los hogares que pueden pagar por él.

Estas actividades podrían convertirse en una fuente de ingresos para el Estado, ingresos que deberían emplearse en la mejora del cuidado público para los hogares de bajos recursos.

Una estrategia que favorezca a dichos hogares consistiría en ampliar la oferta de los centros de cuidado diurnos y nocturnos para atender a la primera infancia, y ampliar los espacios de cuidado de la vejez. Así también se crearían empleos para los profesionales dedicados a las actividades de cuidado.

Además, el sistema del cuidado debe integrarse al sistema educativo: las jornadas extracurriculares deben ampliarse para que las niñas, niños y adolescente estén seguros mientras sus madres y padres trabajan; y debe hacerse énfasis en la formación de los niños y niñas para que cultiven la responsabilidad compartida de hombres y mujeres en las actividades de cuidado.

Por otro lado, la seguridad social en el sector de cuidado debería incluir programas de compensación a las semanas de cotización de pensiones que consideren las horas dedicadas al trabajo no remunerado, como sucede con la incorporación del beneficio de aportes por tareas de cuidado en Argentina.

La cuantificación de las tareas de cuidado no remunerado exige políticas que permitan su redistribución. Si bien la ley 1413 de 2010 brindó herramientas de cuantificación, este es apenas el primer paso. Es imperativo ejecutar políticas que redistribuyan estas actividades. Esto podría conducir a la creación de empleos y la disminución de las brechas de género.

*Este artículo hace parte de la alianza entre Razón Pública y la Facultad de Economía de la Universidad Externado de Colombia. Las opiniones expresadas son responsabilidad de los autores.

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