
Aun con la campaña de vacunación, la Covid-19 podría dejar más de 30 mil muertes adicionales en Colombia durante los próximos doce meses. De qué depende la evolución de la pandemia y qué podríamos hacer mejor de lo que estamos haciendo.
Diego Rosselli, M.D.*
Laura Monguí**
Dificultad de predecir
Una “tercera ola” de contagios de Covid-19 en Colombia es todavía un tema de especulación.
Si algo aprendimos durante el primer año de pandemia es la gran dificultad de predecir el comportamiento del Sars-Cov-2. Parafraseando un viejo adagio, los epidemiólogos gastan la mitad del tiempo haciendo predicciones sobre lo que va a ocurrir y la otra mitad explicando por qué no se cumplieron esas predicciones.
Pero hay algunas variables que sí muestran una clara relación con las “olas” o “picos” de la pandemia. En este texto analizaremos algunos de estos factores y señalaremos posibles escenarios que se avecinan.
La conducta de la gente
La primera y principal de estas variables es el comportamiento de la gente. No es una coincidencia que el mayor número de casos registrados en Colombia —más de 20 mil diarios en dos días consecutivos— se haya presentado durante la primera semana de enero. Estos casos se venían incubando desde las festividades de Navidad y Año Nuevo.
Ha sido más difícil explicar el rápido descenso de los contagios y fallecimientos que vino después y que se prolongó durante febrero, llegando al punto más bajo en la primera mitad de marzo. Desde entonces, los casos y las muertes a nivel nacional han aumentado de nuevo.
El drama de Santa Marta
Es importante recordar que esos datos nacionales son la suma de múltiples epidemias locales, cada una con sus propias características.
El aumento del número de casos a finales de marzo puede atribuirse, en gran medida, a la situación en el departamento del Magdalena. La tercera ola de contagios sí es evidente en esta región, después de una primera ola en agosto y una segunda en diciembre. Este tercer pico ha sido más elevado que los anteriores —y es además posible que se eleve todavía más —.
Con la llegada de la Semana Santa a uno de los mayores polos turísticos del país, el panorama se vuelve preocupante. Más todavía porque los turistas nacionales no se caracterizan por evitar las aglomeraciones, mantener la distancia y usar tapabocas.
Las nuevas cepas
Pero no todo es culpa de la gente, ni de los dirigentes que deberían reducir el riesgo que representan actividades como el turismo.
Mucho se ha hablado de las nuevas cepas que surgieron en Sudáfrica, Inglaterra y Brasil. Estas parecen caracterizarse por su mayor capacidad de contagio, por evadir las defensas de quienes ya se habían infectado, y por ocasionar reinfecciones tanto o más severas que la infección inicial. Aunque todavía es tema de estudio, también podrían llegar a ser más letales que el virus original.
La tercera ola de contagios sí es evidente en el departamento de Magdalena, después de una primera ola en agosto y una segunda en diciembre
No tenemos mucho conocimiento sobre la presencia de estas cepas en Colombia o de la aparición de nuevas mutaciones en el país. Para ello se requiere hacer vigilancia genómica, es decir, determinar la secuencia de las letras que componen el orden de los aminoácidos. Estos últimos conforman las proteínas del virus y determinan todas las características propias de cada “linaje” del SARS-CoV-2.
La capacidad de nuestros laboratorios para hacer estas genotipificaciones es muy limitada y la probabilidad de que esto mejore en el futuro cercano es muy baja. Basta con decir que, en un año de pandemia, se secuenciaron en Colombia un número de virus similar —algo más de 500— a los que se secuencian en un día cualquiera en la ciudad de Londres.
Para la comunidad científica es indudable que la demora en garantizar buena cobertura de vacunación favorece la aparición de nuevas cepas potencialmente resistentes a las vacunas actuales.

La paradoja chilena
La confianza en la llegada de las vacunas parece haber llevado a las personas a descuidar las medidas de bioseguridad. Paradójicamente, esto ha producido un aumento en el número de casos.
Chile comenzó su robusto programa de vacunación en los primeros días de febrero. Para ese momento, Colombia tenía casi el mismo número de casos diarios por millón de habitantes que Chile. Para finales de marzo, mientras ellos se acercan a las 50 dosis administradas por cada 100 habitantes —y Colombia no llega ni a 3 dosis por cada 100 habitantes— su número de casos, en lugar de disminuir, ha aumentado. En proporción a la población, ellos nos triplican en cifras de contagio.
La buena noticia es que, así el número de casos haya aumentado, el número de fallecidos no lo ha hecho. Aunque no ha disminuido, se mantiene estable y no ha aumentado al mismo ritmo que los contagios. Pero sólo para los chilenos es una buena noticia; para nosotros, que vamos tan lento en el proceso de vacunación, es sólo una preocupación más.
Los antivacunas
Junto a los “tierraplanistas” y los creacionistas, los antivacunas conforman un grupo psiquiátrico con ideas de conspiración paranoicas, acentuadas por la percepción de que pertenecen a una minoría privilegiada que posee una serie de secretos ocultos. Lo más grave es su bloqueo cognitivo, que les impide siquiera considerar las evidencias en su contra.
Los que han lidiado con esta población enferma, dicen que ser agresivos con ellos sólo los llena de razones para mantenerse en su delirio. Pero, la verdad, los autores de este texto debemos admitir que no les tenemos paciencia. El daño que han hecho es enorme.
Para que el Plan Nacional de Vacunación funcione es fundamental vencer tres barreras:
- el suministro de vacunas por parte de los laboratorios que las fabrican;
- la capacidad del sistema de salud para almacenarlas, distribuirlas y administrarlas;
- y que la ciudadanía acuda a las citas y acepte ser vacunada.
El panorama es preocupante, pues hemos tenido dificultades en los tres puntos.
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Cifras del segundo año de pandemia
Con nuestro grupo de trabajo en la Universidad Javeriana hicimos un sencillo ejercicio matemático para tratar de estimar cuántos muertos podrá dejar en su segundo año —entre marzo de 2021 y febrero de 2022— la pandemia de Covid-19 en Colombia.
Partimos de los siguientes supuestos:
- La letalidad por grupos de edad será similar a la del primer año. Las nuevas cepas podrían tener una virulencia mayor, pero también ha habido progreso en el tratamiento de pacientes críticos, lo que podría reducir la mortalidad. De todas maneras, en ausencia de vacunas, suponer que la mortalidad de este segundo año será parecida a la del primero puede ser optimista, pues la mayor cantidad de fallecidos ocurrió durante los últimos meses del primer año de pandemia.
- El Plan Nacional de Vacunación logrará aplicar los 35 millones de vacunas (60 millones de dosis) que ha proyectado. El gobierno aseguró que cumplirá esta meta en diciembre; nosotros le estamos dando hasta febrero. Pero, al ritmo que va el Plan, este estimado también es muy optimista.
- La inmunidad de rebaño se alcanzará con el 70% de vacunados. Aunque este ‘número mágico’ ha acabado por imponerse, el fundamento científico para esa cifra es poco sólido. Hay razones para pensar que es optimista y que para lograr dicha inmunidad se necesitaría una cobertura de 80 a 85%.
- La efectividad de la vacuna para prevenir la muerte será de 90% entre los vacunados y de 50% entre los no vacunados (por inmunidad de rebaño). Los estudios clínicos sugieren que entre los vacunados se prevendría la muerte con una eficacia cercana al 100%. Sin embargo, al extrapolar estas cifras al “mundo real” y a las difíciles condiciones colombianas, hemos decidido ser un poco menos optimistas. En cuanto a la protección de los no vacunados no hay estimados, pero hemos optado por hacer nuestro cálculo suponiendo por lo menos un 50% de eficacia.
El cuadro siguiente presenta los resultados de nuestro ejercicio. Hemos calculado que el segundo año de la pandemia dejaría 36.126 fallecidos en Colombia (64% hombres y 36% mujeres), y el 78% de los fallecimientos (28.343) ocurrirá en mayores de 60 años.
Fallecidos, por sexo y por grupo etario, proyectados para el período: marzo 2021 – febrero 2022.
Fuente: estimado de los autores
Nota: por las aproximaciones a números enteros, las sumas pueden no coincidir.
Por otro lado, los 35 millones de vacunas proyectados salvarían unas 24.286 vidas en este primer año de vacunación. Es decir que, por cada 1.452 vacunados, se estaría salvando una vida.
Hemos calculado que el segundo año de la pandemia dejaría 36.126 fallecidos en Colombia
El número de vidas salvadas, sin embargo, depende mucho de la edad. Entre personas de 85 a 94 años se estaría salvando una vida por cada 88 vacunados. El beneficio de vacunarse es mayor entre los hombres que entre las mujeres. En este mismo grupo etario se evitaría una muerte por cada 66 hombres vacunados o por cada 117 mujeres. Cabe agregar, para tranquilidad de todos, que el beneficio de la vacuna sería mucho mayor en el tercer año que en el segundo.
¿Qué podemos hacer?
La pesadilla está lejos de acabar. No resta, entonces, dejar dos mensajes importantes:
- Las medidas de bioseguridad, que claramente han demostrado ser efectivas, deben mantenerse. Hay que evitar, a como dé lugar, las aglomeraciones de personas. Hay que aumentar la distancia física, sobre todo (aunque no exclusivamente) con desconocidos, y minimizar el tiempo que compartimos con ellos. Debemos optar por espacios ventilados y mantener el tapabocas siempre puesto.
- Aunque tome tiempo notar sus efectos, la vacunación es la única salida que tenemos. Todos debemos hacer nuestra parte para que sea exitosa. Solo así resolveremos este problema que paralizó el mundo.