
La película narra la historia de uno de los elefantes blancos más llamativos de Colombia.
Juan Pablo Franky*
Un elefante blanco en el Amazonas
Desde el 29 de julio está en cines el documental “Suspensión”, cuyo protagonista es un puente abandonado en el Amazonas.
El documental fue dirigido por Simón Uribe y producido por su hermano Joaquín Uribe. Su narrativa transcurre en la carretera San Francisco-Mocoa en Putumayo.
Carretera que se ha ganado el apodo de “trampolín de la muerte” por ser una de las más peligrosas del mundo. Esta ruta sin pavimentar tiene apenas un carril de tres metros de ancho durante aproximadamente 80 kilómetros y es la razón por la cual se comenzó a construir la variante San Francisco-Mocoa en donde hay hoy un puente inconcluso.
En esta variante se invirtieron aproximadamente 100 millones de dólares y aún falta acabar el 60 % de la carretera. Finalizarla tomaría otros 10 años y 482 millones de dólares adicionales.
La intención del documental fue acompañar el día a día de una obra de ingeniería pocas veces vista en Colombia, que al final fue abandonada. Además, registra audiovisualmente la exuberante naturaleza de la Amazonía colombiana.
Da cuenta del paisaje imponente que circunda la carretera y acerca al espectador a una naturaleza indomable. La imponencia de las montañas envueltas en niebla recuerda lo pequeños que somos. Los paisajes de “Suspensión” desbordan lo humano y dan la sensación de que lo bello coquetea con el miedo a lo desconocido.
Civilización y abandono
Los preparativos para la construcción comienzan y el clima no es un buen amigo. Los obreros trabajan bajo la lluvia, envueltos por la niebla, mientras construyen un fragmento de este proyecto y batallan contra la naturaleza. Esta escena recuerda cómo desde la conquista, aquello que entendemos por “civilización” y “progreso” arrasa con lo que encuentra a su paso.
A lo largo de la película se constata la precariedad de las vías de la región, mediante fotos en blanco y negro, material de archivo y filmaciones recientes de los acantilados junto a las carreteras.
Al final, los obreros abandonan la obra y dejan una estructura a disposición del óxido que dibuja figuras en el concreto. El ganado, las enredaderas que crecen entre las grietas y una araña que teje su tela en las barandas se apoderan del puente.
El tiempo suspendido
El territorio colombiano es tosco, denso y complicado, así que construir vías para conectar su geografía ha sido una batalla constante. “Suspensión” nos presenta una espiral donde lo absurdo se repite, como si en Colombia el tiempo estuviera suspendido.
El puente es ahora una atracción turística. Como muestra el documental, la gente lo visita para tomar fotos, hacer acrobacias con motos, o simplemente para ver el paisaje. Es un simple mirador desde el cual se puede ver el largo y enredado camino que le falta a Colombia para salir adelante.
“Suspensión” no ofrece soluciones ni entrevista a los responsables del desfalco económico que acabó siendo esta mega construcción. Tampoco toma partido por ciudadanos, obreros, ni empresarios.
Con un montaje sobrio y cuidadoso, el documental presenta el pasado, el presente y el futuro de la carretera. Las fotos en blanco y negro muestran el pasado de las vías que fueron construidas por misioneros capuchinos en la primera década del siglo pasado.
El esfuerzo de los trabajadores por levantar la construcción y su posterior abandono son el presente del documental. El futuro es presentado mediante imágenes computarizadas de cómo quedaría la obra final. Esta es una apuesta por la posibilidad de documentar un futuro ideal al que se aspira llegar.
En todo caso, las imágenes del pasado parecen lejanas y ajenas, como fantasmas que habitaron y recorrieron estas tierras y burlaron al olvido al quedar retratados en aquellas fotos. Las imágenes del futuro son una construcción de algo por venir, la creación de una ilusión que podría llegar a ser pero no lo ha sido.
Sin embargo, lo que importa es el presente abandonado. “Suspensión” nos mira a los ojos para recordarnos el estado del país y que este es el punto desde el cual debemos construir.
Irónicamente, en el puente ondea una bandera de Colombia que, aferrada a este puente que no va a ningún lugar, simboliza la corrupción, el olvido y la negligencia estatal. Esta megaconstrucción es uno de los más de 1.400 elefantes blancos que la Contraloría ha identificado en el país.
Esperemos que no se cumplan las palabras de uno de los habitantes de la zona que dice en el documental: “Eso así como va, le pongo otros cien años pa’ que acaben de hacer esa variante. Ya llevo 34 años por aquí, aunque el señor gobernador y mucha gente dice que sí, que lo van a hacer. Paro las patas yo y la nieta mía y eso queda ahí, eso sí es mentira, ¡yo no creo en ese poco de mentiras de esos hijueputas!”.
