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El sistema electoral de Estados Unidos tiene rasgos antidemocráticos

Escrito por Francisco Thoumi
Francisco Thoumi

El sistema electoral del país más poderoso del mundo dificulta el voto de muchos ciudadanos, hace que sus votos tengan valores diferentes y facilita la polarización. Es hora de modificarlo.

Francisco Thoumi*

Sociedad ideal vs. sociedad real

La primera frase de la Declaración de Independencia de Estados Unidos proclama que “todos los hombres son creados iguales”. Esta afirmación contradice la realidad de las sociedades humanas, pues los grupos que las conforman siempre han tenido libertades y derechos diferentes.

La sociedad estadounidense no es la excepción: cuando declaró su independencia, reinaban la esclavitud y la discriminación racial. En ese momento, la igualdad de derechos únicamente era válida para los hombres mayores blancos que cumplían requisitos como poseer finca raíz. Solo ellos podían disfrutar de la igualdad y participar de la democracia.

Desde entonces, en Estados Unidos siempre ha existido una tensión entre la sociedad real que acepta grandes niveles de desigualdad entre sus miembros, y la sociedad ideal que garantiza “la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad”, como también promulga la Declaración de Independencia.

Una constitución peculiar

La Constitución estadounidense es un acuerdo que regula las relaciones entre estados soberanos y limita las funciones del gobierno federal a la seguridad y defensa, el control monetario y la regulación del comercio nacional e internacional.

Lo que en Estados Unidos se conoce como la “Carta de Derechos” proclamada en 1889 es, en realidad, una lista de “derechos negativos”, es decir, de acciones que el gobierno no puede llevar a cabo porque restringen las libertades de los ciudadanos. En otras palabras, la Constitución estadounidense es una lista de las cosas que el gobierno no puede hacer, y no de las cosas que debería hacer.

Así pues, la Constitución no establece el derecho al voto, a la educación, a la salud, a la vivienda ni a los servicios públicos, y en la campaña electoral de este año, algunos de estos derechos fueron calificados por una porción del electorado como “socialistas” y “antiamericanos”.

La mala distribución de poder político

En Estados Unidos, las elecciones presidenciales no son directas, sino que están mediadas por el Colegio Electoral, y cada estado tiene un número de compromisarios igual a la suma del número de representantes (435) y senadores (100), más 3 del Distrito Capital. El total es 538, y un candidato tiene que obtener al menos 270 para ganar las elecciones.

Este sistema implica una gran disparidad en el valor de los votos de los ciudadanos de distintos estados, pues en el Senado todos tienen dos representantes independientemente de su población. Por ejemplo, la población de California es 68 veces más grande que la de Wyoming, pero como ambos tienen dos senadores, los senadores de California representan 68 veces más personas que los de Wyoming.

Este arreglo fue necesario para lograr un acuerdo entre los trece estados originales, pero en nuestros días propicia una distribución poco equitativa del poder político que valora mucho más el voto de los ciudadanos de las zonas agrícolas, poco pobladas, y preponderantemente religiosas que el de los residentes en zonas urbanas globalizadas donde imperan las creencias seculares.

Esta disparidad ha hecho que en los estados donde predomina un partido la gente sienta que su influencia para escoger presidente es prácticamente nula, porque se sabe de antemano que el candidato del partido mayoritario en dicho estado va a tener todos los delegados al Colegio Electoral.

Foto: US Embassy in Chile - La independencia de los estados con respecto al sistema electoral tiene otras consecuencias.

Los obstáculos para votar

Por otra parte, la Constitución formulada hace 244 años determinó que cada estado decida los requisitos para ejercer el derecho al voto, lo cual implica que en todos hay un sistema diferente, pues cada uno establece el horario para votar y qué personas tienen derecho al voto. Inclusive tienen la potestad de excluir de por vida a quienes han sido sentenciados por delitos mayores (felonies).

Con el paso del tiempo, el gobierno federal ha tratado de extender el derecho al voto, pero varios estados han usado la independencia de sus sistemas electorales para limitar ese derecho. Por ejemplo:
• Después de la guerra civil y de la proclamación de la libertad de los esclavos en 1863, los estados del sur establecieron leyes de segregación racial (conocidas como leyes Jim Crow) que permitieron reducir o eliminar el voto entre las comunidades negras. En varias ocasiones, esas medidas se valieron de la intimidación y la violencia policial y estatal para lograr su cometido;
• Algunos estados han limitado el número de lugares y el horario en el que se puede votar para dificultar el acceso de algunos votantes;
• Varios estados lograron que la ley federal estableciera que las elecciones tuvieran lugar un día no feriado (el primer martes de noviembre), lo cual hace difícil que las personas de bajos ingresos voten dado que, para hacerlo, tendrían que sacrificar un día de trabajo.

El «gerrymandering»

El tamaño de la Cámara de Representantes es fijo y se distribuye según el volumen de la población censada cada 10 años, lo cual significa que el número de votos electorales de cada estado puede cambiar con el paso del tiempo.

Los representantes a la Cámara no representan estados, sino distritos dentro de cada estado, y después de cada censo, las asambleas o “congresos” de ese estado pueden modificar los distritos. Cada estado tiene su propio sistema para efectuar los cambios distritales, y generalmente son definidos por la votación mayoritaria en el congreso respectivo.

El avance de los computadores y de la inteligencia artificial ha permitido que las bancadas mayoritarias manipulen los cambios en los distritos para dominar los gobiernos estatales. Su estrategia es sencilla: como los votos demócratas y republicanos no están distribuidos aleatoriamente en el área de cada estado, el partido que tenga más representantes en el congreso puede cambiar el mapa de los distritos para aumentar el número de representantes que van a la Cámara en Washington.

Pueden lograrlo de dos maneras: cuando hay un distrito con una concentración de votantes del partido contrario, se redistribuyen en varios distritos para que se vuelvan una minoría; o diseñando un distrito que aglomere una mayoría del partido minoritario cuando los votantes están esparcidos en un área grande donde predomina el otro partido. La demarcación geográfica del distrito 02 de Texas es un buen ejemplo (área destacada en color rojo):

Fuente: www.nationalmap.gov

Esta estrategia, conocida como «gerrymadering» o reacomodamiento de los distritos electorales, ha permitido que un partido minoritario logre enviar al congreso en Washington más representantes que el partido mayoritario. Esto facilita que políticos de extrema derecha y extrema izquierda sean escogidos, lo cual exacerba la polarización política. El censo de población que se llevó a cabo este año podrá ser usado por las mayorías en los congresos estatales para la redistribución de distritos validos durante los próximos diez años.

Financiación, fake news y polarización

En 2019, la Corte Suprema eliminó los límites legales a la financiación de campañas electorales por parte de empresas y organizaciones sin ánimo de lucro (por ejemplo,   sindicatos),  alegando que dichos límites violaban el derecho a la libre expresión protegido por la primera enmienda a la Constitución.

Esta decisión ha permitido que grupos con grandes intereses económicos financien las campañas electorales, lo cual sin duda representa una amenaza para la democracia y hace que el sistema electoral estadounidense se asemeje al de países donde el voto se compra, o al de países autoritarios.

Por otra parte, las redes sociales han facilitado la promoción de “hechos alternativos” y de “fake news” que alteran el comportamiento electoral y favorecen la polarización política.

La polarización y la importancia de las redes sociales han hecho que los costos de las campañas presidenciales aumenten de manera exagerada. Este año, por ejemplo, se espera que el costo de las elecciones llegue a 14.000 millones de dólares.

Es hora de modificar el sistema

El sistema electoral estadounidense es obsoleto, propicia la desigualdad del poder político y representa una amenaza para la democracia. Es inaudito que, en pleno siglo XXI, el país que ha sido el más poderoso del mundo privilegie la astucia política y menosprecie el poder del voto popular.

Esto ha permitido que, en los últimos diez años, el partido republicano haya mantenido la mayoría en el Senado. Además, en los últimos 28 años ha ganado 3 de las siete elecciones presidenciales, pero solamente ha ganado el voto popular en una.   Así mismo, facilitó la conformación de una Corte Suprema conservadora que no refleja la postura de la gran mayoría de ciudadanos.

Probablemente, negociar con un senado de mayoría republicana será el mayor desafío para Joe Biden, el presidente electo que superará a su contrincante por más de 6 millones de votos.

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