¿Sirven para algo las cuarentenas y los toques de queda? - Razón Pública
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¿Sirven para algo las cuarentenas y los toques de queda?

Escrito por Luis Jorge Hernández
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Las autoridades han optado por decretar estas medidas como si fueran su única alternativa, pero se trata de una estrategia poco efectiva y contraproducente.

Luis Jorge Hernández Flórez, M.D.*

Una estrategia equivocada

Las cuarentenas y toques de queda se han convertido en la principal estrategia para responder a la pandemia.

Los gobernantes han recurrido a los confinamientos como si fueran su única alternativa, pero esto solo muestra las fallas de los sistemas de vigilancia en salud pública. A diferencia de la vigilancia epidemiológica, la vigilancia en salud pública implica monitorear y evaluar cómo han respondido las institucionas y la ciudadanía a la pandemia. Hasta el momento, esto no se ha hecho de una manera adecuada.

Además de mostrar una falla en el sistema de salud, los toques de queda y las cuarentenas podrían ser contraproducentes y representar un mayor riesgo de contagio en los hogares.

Una ola peor que las primeras

La tercera ola de contagio por COVID-19 comenzó después de Semana Santa y es probable que su pico se presente en las próximas dos semanas. Esta tercera ola muy probablemente se debe a los mismos errores que se cometieron después de diciembre:

  • Relajamiento de las medidas de protección por parte de los ciudadanos durante un período de descanso; y
  • Fallas en el funcionamiento de la estrategia de Pruebas, rastreo y aislamiento sostenido y sostenible (PRASS).

En enero de 2021, en Bogotá, se hicieron cerca de 22 mil pruebas diarias de PCR. En febrero y marzo, la cifra bajó casi a 7 mil pruebas diarias.

Los toques de queda y las cuarentenas podrían ser contraproducentes y representar un mayor riesgo de contagio en los hogares

Lo anterior se sumó a las deficiencias en la estrategia de rastreos, es decir, de identificar a las personas que han estado en contacto con infectados por COVID-19. Para que la estrategia fuera exitosa debían identificarse entre cuatro y veinte contactos por caso, ya fuera de manera presencial o telefónica. En la práctica, solo se ha hecho seguimiento a uno o dos contactos por caso.

Adicionalmente, de acuerdo con información de la Secretaría de Salud de Bogotá, entre el 30 y el 40 % de las personas que deberían estar en aislamiento –por ser positivo, tener síntomas o ser contacto de casos confirmados– no se aíslan por motivos socioeconómicos. Ahí está el primer problema: se opta por encerrar a todos los ciudadanos, en lugar de identificar selectivamente quiénes deberían estar aislados.

Pero la tercera ola tiene un componente que no tenían las anteriores: la llegada de al menos dos nuevas variantes del virus, que fueron encontradas en Brasil y en Inglaterra. Muy probablemente estas variantes están contribuyendo a que el tercer pico llegue a un punto más alto que los anteriores, con más personas infectadas y con mayores complicaciones.

También es posible que las variantes sean más transmisibles, pero no más letales. Sin embargo, el aumento en el número de enfermos implica por sí mismo un aumento proporcional en los pacientes que necesitan hospitalización y asistencia ventilatoria en Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), y en los pacientes que fallecen.

Además, se ha hecho evidente que los tiempos entre el comienzo de los síntomas y la hospitalización en los pacientes que lo requieran se ha acortado en comparación con las dos olas anteriores.

Foto: Pixabay - La evidencia internacional muestra que se deben privilegiar las actividades al aire libre o en espacios muy bien ventilados.

La nueva población afectada

La Gráfica siguiente muestra que en la tercera ola hay un mayor número de casos de COVID-19 entre la población menor de 39 años, en especial, en las mujeres. Un comportamiento similar se nota en el resto del país. Aunque hay más casos de COVID-19 en mujeres jóvenes, la mortalidad sigue siendo superior en hombres mayores de 65 años.

Gráfica 1. Casos activos de COVID-19 en Bogotá.

Fuente: Secretaría de Salud de Bogotá.

La población de adultos jóvenes sale más a la calle, es más propensa a las aglomeraciones y a relajarse en el uso del tapabocas y el distanciamiento físico. Se infectan en ambientes extradomiciliarios, e infectan en su hogar a sus convivientes, en especial a adultos mayores y a personas con enfermedades de base.

El riesgo está en el hogar

Hoy, se sabe que el virus se transmite principalmente por el aire. Por eso, para evitar el contagio, es mejor una buena ventilación que una exagerada limpieza de superficies.

La evidencia internacional muestra que se deben fomentar las actividades al aire libre o en espacios muy bien ventilados, con uso de tapabocas y distanciamiento físico. Pero las medidas que se han tomado en Colombia van en contra de esta evidencia. El gobierno nacional y los gobiernos locales han insistido en medidas que no sirven, como el pico y cédula, los toques de queda y las cuarentenas, y han cerrado parques y ciclovías.

La tercera ola tiene un componente adicional: la llegada de al menos dos nuevas variantes del virus, que fueron encontradas en Brasil y en Inglaterra

Todas estas medidas hacen que las personas se confinen en espacios cerrados, donde es más probable contagiarse. Los toques de queda, por ejemplo, tienden a producir aglomeraciones en horas pico. Los informes de movilidad local de Google Colombia muestran que la movilidad de las personas cambió “como consecuencia de las políticas que se han establecido para combatir el COVID‑19”.

La Gráfica siguiente muestra que en todo el país ha disminuido la movilidad en estaciones de transporte y sitios de trabajo, y que las personas están concentradas principalmente en zonas residenciales.

Gráfica 2. Cambios en la movilidad en Colombia.

Fuente: Google Colombia.

Actualmente, el mayor foco de infección por COVID-19 está en los hogares. ¿Qué sentido tiene seguir encerrando a las personas en los sitios donde tienen más probabilidad de contagiarse?

En vez de decretar cuarentenas generales, deberíamos tener intervenciones focalizadas por UPZ y barrios donde se detecten altas densidades poblacionales. Estas cuarentenas focalizadas funcionarían mejor y permitirían otorgar apoyos económicos de forma más concentrada.

¿Qué sigue?

El virus no se va a ir pronto. Hay que aprender a vivir con él. Esto implica llevar a cabo un análisis epidemiológico completo.

En Bogotá, ese análisis completo todavía no existe. Aún falta discriminar por UPZ, monitorear el cumplimiento de protocolos de bioseguridad y de aglomeraciones y mejorar la estrategia PRASS.

Los esfuerzos deberían concentrarse en monitorear “poblaciones centinela”, es decir, personas con alta movilidad en la calle, por ejemplo: policías, militares, bomberos, conductores de servicio público y privado, tenderos, trabajadores de la salud, domiciliarios y guardas de seguridad privados.

Además, se necesita una vigilancia en salud pública que identifique inmediatamente a los individuos infectados y a sus contactos. Solo así lograrán interrumpirse las cadenas de transmisión. Esto implica continuar con la vigilancia epidemiológica mediante pruebas PCR para las poblaciones más susceptibles de contagiarse: personal de la salud, habitantes de calle, mensajeros de economía digital, migrantes, conductores de servicio público, taxistas y población indígena, entre otros.

Las cuarentenas no solo son contraproducentes en el corto plazo. En Bogotá y en Colombia, la primera causa de morbimortalidad son las enfermedades crónicas no transmisibles, como las enfermedades cardiovasculares, la diabetes, la hipertensión arterial, la enfermedad renal crónica y otras. Con las cuarentenas, las personas han dejado de consultar a sus médicos; los pacientes crónicos que estaban en control no han vuelto a sus valoraciones; se ha perdido la adherencia a los tratamientos y se han dejado de diagnosticar nuevos enfermos.

En lugar de decretar medidas facilistas que poco o nada solucionan, deberían ofrecerse políticas sanitarias integrales, que combinen estrategias de prevención, contención y mitigación. Las medidas de policía sanitaria dan una falsa sensación de seguridad, de sentir que algo se está haciendo, pero son poco efectivas y- lo que es pero- son contraproducentes.

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