Siria: entre las armas químicas y el reparto del país - Razón Pública
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Siria: entre las armas químicas y el reparto del país

Escrito por Massimo Di Ricco
Conflicto armado en Siria

Massimo Di RiccoRadiografía de un conflicto aterrador que ha cobrado las vidas y esperanzas de millones de inocentes a merced de intereses de terceros.

Massimo Di Ricco*

Trump vuelve a bombardear

Imágenes aterradoras de niños ahogándose, escalofriantes testimonios de los equipos médicos, e indignación a nivel global.

Era el 4 de abril de 2017, cuando el mundo se detuvo y dirigió su mirada al horror de un presunto ataque químico contra la población de Khan Sheikhoun, en la región de Idlib, una zona controlada por grupos armados que se oponían al gobierno de Bashar Al Asad.

El recién posesionado presidente Trump lanzó una dura invectiva contra el presidente sirio. La opinión pública en occidente se dividió entre quienes apoyaban una intervención militar, quienes la consideraban inútil, y quienes consideraban que todo era un invento mediático o un montaje de la oposición.

Trump lanzó 59 cohetes desde un portaaviones instalado en el Mediterráneo, los cuales causaron daños a una base aérea que ya había sido evacuada – y que en unos pocos días pudo volver a operar-.

Si no fuera una cuestión tan trágica habría que reír a carcajadas por la increíble coincidencia de las fechas que estamos viviendo ahora. Leer y oír las noticias después del presunto ataque químico del 7 de abril en Douma, un suburbio de Damasco, así como asistir a los “castigos” militares por parte de Estados Unidos, Francia y Reino Unido, es vivir el día de la marmota; el aniversario de la existencia de la guerra en Siria para todo el mundo.

Le interesa: Guerra civil en Siria: la competencia geopolítica global.

Dos bombardeos inútiles

Niños afectados tras el último ataque químico en Siria
Niños afectados tras el último ataque químico en Siria
Foto:  Shareamerica

Nada parece haber cambiado desde el ataque en Khan Sheikhoun: existen los mismos interrogantes sobre quién fue el responsable del ataque y sobre cómo debe intervenir la comunidad internacional para evitar el uso de armas químicas.

Todos los medios estadounidenses abandonaron momentáneamente su cruzada contra Trump cuando el lanzó su limitado ataque militar del año pasado. Esto se debió quizás a que el ataque tenía el propósito supuesto de enviarle un mensaje a Asad y a sus socios Rusia e Irán sobre las armas químicas, cuando en efecto su propósito real era enviarle un mensaje claro al mundo: Estados Unidos quiere seguir siendo el sheriff en los conflictos internacionales.

El lanzamiento de aquellos 59 misiles no cambió para nada ni el horror ni el curso de la guerra. Y lo mismo ocurrirá con el ataque de este viernes por parte de Estados Unidos, Francia y Reino Unido a instalaciones “específicas” relacionadas con las armas químicas en Siria.

La “comunidad internacional” ha establecido una línea roja sobre el uso de armas químicas, pero olvida vergonzosamente el hecho de que la inmensa mayoría de las muertes son producidas por armas convencionales que nadie se atreve a sancionar y detener. Sin ir muy lejos: en el ataque químico de este 7 de abril habrían muerto 40 personas, mientras que según el enviado de Naciones Unidas en el conflicto habrían muerto más de 400 mil.

La guerra siguió su curso

Pero si las formas de la supuesta línea roja sobre armas químicas no han cambiado en un año, lo que sí ha cambiado respecto al abril de 2017 es la situación en el terreno, el equilibrio de fuerzas entre los actores involucrados en el conflicto y el imparable deterioro de lo que en un tiempo atrás se definía como comunidad internacional:

  • Hace un año ISIS aún controlaba sus dos bastiones principales – Mosul en Irak y Raqqa en Siria-. Pero con la caída de estas dos ciudades, ISIS ha perdido importancia en el conflicto sirio, aunque se mantenga “vivo” por unos pocos enclaves en el sur y en la zona oriental de Siria cerca de la frontera con Irak.
  • Por eso muchos actores del conflicto que hicieron de la cruzada contra ISIS la razón para participar directamente en la guerra, se quedaron sin razones para permanecer en Siria.
  • Hace un año Israel se limitaba a incursiones esporádicas en Siria alrededor de los territorios ocupados de los Altos del Golán, mientras que en los últimos meses ha atacado varios objetivos militares alejados de su frontera.
  • Turquía, que ha respaldado grupos armados de la oposición desde el comienzo del conflicto, hace un año no había entrado directa y públicamente en el territorio sirio para alejar de sus fronteras lo que el presidente Erdogan define como “grupos terroristas kurdos” en el norte de Siria- grupos éstos que gozaban del apoyo de Estados Unidos-.

Con las operaciones militares alrededor de la ciudad de Afrin, Turquía ha elevado su nivel de intervención directa en el país vecino y ha elevado su apuesta para las negociaciones del post-conflicto.

  • Los países del Golfo, sumergidos en su batalla interna y concentrados en el conflicto en Yemen, dieron un paso atrás en su anteriormente intenso esfuerzo para derrocar al gobierno de Al Asad.

Encuentre en RP: ¿Puede esclavizarse a Siria en el siglo XXI?

Debilitamiento de la Comunidad Internacional.
Debilitamiento de la Comunidad Internacional.
Foto: Wikimedia Commons

El camino de Asad hacia la victoria

En el último año también se llevó a cabo una investigación por parte de la Organización Internacional para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ), que demostró tanto la existencia como el uso por parte del gobierno sirio de gas sarín en Khan Sheikhoun.

Los informes periódicos de la OPAQ y de organizaciones humanitarias destacan el uso reiterado de agentes químicos en el conflicto desde 2013 por parte de varios grupos armados, a pesar de que en la gran mayoría de los casos hayan sido utilizados por el gobierno de Al Asad.

Muchos observadores consideren absurdo que Asad acuda a los ataques químicos cuando sus fuerzas sin duda están ganando el conflicto. Pero su empleo tiene el efecto concreto de acelerar la salida de civiles de zonas de interés e intensificar el miedo a las fuerzas gubernamentales. Y en todo caso la mayoría de estos ataques no han provocado ninguna reacción de la comunidad internacional.

Este nuevo escenario expresa las nuevas condiciones del conflicto sirio.

El cambio principal desde el año pasado ha sido la aceptación por parte de todos los involucrados de que la batalla ha sido ganada, si así se puede decir, por Al Asad, Irán y Rusia, con la ayuda de Hezbollah.

Con la reconquista de los suburbios de Damasco y la expulsión hacia el norte de estas fuerzas de la oposición, el gobierno sirio y sus aliados tienen ahora un control firme sobre su territorio. El regreso de todo el territorio al control del gobierno parece solo una cuestión de tiempo, aunque en lo que hace a las zonas que hoy están fuera de su alcance esto solo podría alcanzarse mediante un acuerdo internacional entre todas las fuerzas involucradas.

La carrera hacia el post-conflicto

Con la cada vez más evidente victoria de Asad y sus aliados, estamos asistiendo al comienzo de la carrera hacia el post-conflicto, un intento por sentarse a la mesa de negociación en las mejores condiciones posibles.

  1. Estados Unidos utilizando su mejor carta, los grupos kurdos de las así denominadas Fuerzas Democráticas Sirias (SDF) en el noreste;
  2. Turquía respaldando grupos de la oposición que controlan la región noroccidental del país,
  3. Israel manteniendo contacto con grupos ubicados alrededor de su frontera norte.

Mucho de lo que ocurre hoy en Siria ya es parte de la diplomacia.

La entrada de las tropas turcas en el norte de Siria ha tenido el apoyo silencioso de Rusia y del mismo gobierno sirio. El reciente encuentro entre Irán, Rusia y Turquía en Ankara expresa esta situación, y el comunicado conjunto es una declaración clara de una primera repartición de la futura Siria en zonas de influencias.

Turquía está irguiéndose como el facilitador de la resolución del conflicto, intentando retomar su posición de fuerza diplomática como la que tuvo antes de las sublevaciones de 2011. La vía turca implica que Rusia e Irán se distancien de Al Asad, y que Estados Unidos deje de apoyar a los kurdos. Si toma fuerza la vía turca, un gran acuerdo internacional futuro no excluye el posible sacrificio de Bashar Al Asad por parte de sus aliados actuales.

Lo que queda

Siete años de guerra han destrozado todas las líneas rojas existentes, se han llevado consigo el derecho internacional y han hecho pedazos la autoridad supranacional capaz de darle alguna estabilidad a Siria.

El hecho que los resultados de la investigación sobre el ataque químico del año pasado no hayan sido aceptados por muchos actores internacionales, demuestra que lo que habíamos definido como comunidad internacional y sus instituciones ya no existe.

Cuando se acabe el conflicto en Siria, habrá que volver a reconstruir el país y ofrecer una vida digna a sus ciudadanos, pero también habrá que sentarse a replantear por lo menos unos puntos comunes en el sistema internacional. En estas condiciones, difícilmente se encontrarán o se llevarán frente a la justicia los culpables de siete años de sufrimiento, años que han sido un infierno para los ciudadanos de este país.

Ph.D. en Estudios Culturales Mediterráneos y MA en Investigación en Comunicación y Periodismo, fundador de Uicly, una newsletter semanal de acercamiento crítico a la información internacional.
@riportag

 

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