La primera mujer elegida para este cargo recibe a la ciudad en un momento difícil. ¿Logrará diferenciarse de sus antecesores? ¿Cuáles son sus mayores retos?
Fernando Rojas Parra*
Una posesión esperanzadora
El pasado 1 de enero se posesionó la nueva alcaldesa de Bogotá, Claudia López.
Sus antecesores, Gustavo Petro y Enrique Peñalosa, habían sumido a la ciudad en una atmósfera de polarización que encontró en las redes sociales su principal escenario. Varias acciones de López han mostrado, al menos inicialmente, una diferencia de fondo con sus dos predecesores:
- La manera como anunció a su gabinete;
- El trasladar su posesión de la Plaza de Bolívar al parque Simón Bolívar, y
- El tono de su discurso de posesión.
Sin embargo, como ella lo ha dicho varias veces, ganó en una ciudad y gobernará otra. Esto trae enormes desafíos. A continuación, presento algunos de los más importantes.
1. ¿Buena congresista, pero con poca experiencia administrativa?
Muchas personas valoraron positivamente el trabajo que Gustavo Petro había adelantado como senador. Sin embargo, tras su paso por la alcaldía se ganó el mote de “buen congresista, pero mal ejecutor”. Su experiencia parlamentaria no fue de gran ayuda en la gestión de los problemas crecientes de la ciudad.
Durante la pasada campaña electoral esta duda también recayó sobre López. Sin duda fue muy buena congresista, pero su experiencia como ejecutora no es muy amplia.
Sin embargo, hay una gran diferencia entre los dos. Mientras que Petro es un retórico, López es una mujer de acción, de calle; esto puede darle una ventaja a la hora de entender los problemas, buscarles soluciones y ponerlas en marcha.
Claudia es una mujer inteligente que sabe lo que está en juego. Por eso se la jugará con toda. Como dijo en su posesión: “Al fin llegó nuestro tiempo, al fin llegó nuestra oportunidad, y vamos a honrarla con pasión, transparencia, empatía y fuerza serena”.

Enrique Peñalosa acabó su alcaldía de espaldas a la ciudadanía, con un alto índice de impopularidad.
Foto: Facebook Alcaldía de Bogotá.
2. Saber comunicar
Como dijo el hoy exconcejal Juan Carlos Flórez, puede estar bien que un gobernante sea impopular, lo que es inaceptable es que sea antipopular. Y claramente Enrique Peñalosa fue antipopular.
Peñalosa no solo fue incapaz de comprender los cambios que la ciudad y la ciudadanía experimentamos desde su primera administración, sino que falló en establecer una conexión racional y emotiva entre lo que él se imaginó que debía ser Bogotá y lo que las personas queríamos y necesitábamos. Desde los primeros días de su gobierno entró, como se dice en el fútbol, con los taches arriba. Eso causó desconfianza, rechazo, y desaprobación.
Todo indica que las maneras de Claudia distan mucho de las de Peñalosa. Al parecer, llega con nuevas formas y con nuevos mensajes. Esto es clave para reconstruir la confianza y el diálogo.
El desafío está en combinar la gran capacidad comunicadora de López con la eficiencia en la administración. En ese sentido, no todo dependerá de la alcaldesa. Para lograr sinergia con la ciudadanía, también será fundamental la forma como su gabinete se comunique con ella.
Le recomendamos: La alcaldía Peñalosa: Balance Final
3. Un corte de cuentas público
Muchos mandatarios optan por no hacer un corte de cuentas con su antecesor para evitar confrontaciones, o como mensaje de cambio y renovación. Pero por no hacerlo quienes recién llegan acaban siendo responsables de muchas decisiones que no compartían o que están en contravía de sus prioridades.
En el caso de Bogotá, aunque el empalme entre la administración saliente y la entrante ha sido bastante cordial, será fundamental que Claudia le informe a la ciudadanía cómo recibe la ciudad, qué cosas vienen en marcha, qué cosas realmente tendrán continuidad, qué cosas tendrán ajustes estratégicos y cuáles definitivamente no van más.
Esto es aún más importante en la medida que la elección de López fue un rechazo a lo que representaban Peñalosa y su visión de ciudad. Como dijo Claudia en su discurso de posesión: “El pasado 27 de octubre Bogotá eligió el cambio, no sólo el cambio de gobierno, de prioridades, de estilo, de liderazgo (…)”.
Es importante que defina con prontitud dónde termina Peñalosa y dónde empieza López.

La alcaldía de López tiene muchos retos en materia de movilidad, entre ellos, recuperar la favorabilidad del transporte público.
Foto: Alcaldía de Bogotá.
4. La prueba de los cien días
Los primeros cien días de gobierno son un plazo simbólico para que el nuevo gobernante presente algunos resultados rápidos que demuestren su talante, su visión y su capacidad. También se espera que sean una antesala de cómo será el resto de su gobierno.
Claudia encontrará una ciudad que pasa por un momento difícil: pesimista, dividida, con una ciudadanía cansada, aburrida, desencantada de los discursos y con unos problemas reales que la agobian día a día. Es una locura esperar o pedirle que en cien días resuelva las dificultades que llevan años incubándose.
Sin embargo, su administración debe definir prontamente unas prioridades y mostrar algunos resultados que demuestren sus capacidades de ejecución y comunicación.
5. Innovar en movilidad
El profesor de la Universidad Nacional, José Stalin Rojas, sostuvo en su cuenta de Twitter que los secretarios de movilidad de los últimos veinte años han sido representantes de una escuela de pensamiento en transporte y no en movilidad, que hablan de infraestructura pero poco de construir comportamientos colectivos.
Este es un llamado de atención sensato a la alcaldesa Claudia López, en la medida en que a lo largo de todos estos años la movilidad en Bogotá no ha mejorado. Al contrario, ha empeorado, y por eso la nueva administración necesita abordar los problemas de movilidad desde una perspectiva innovadora.
Dos ejemplos pueden ilustrar esta situación. Por un lado, son los alcaldes hablando por años de mejorar el transporte público, que sin embargo han sido incapaces de ofrecer un servicio de calidad, seguro, eficiente y a un precio razonable.
Según la Encuesta de Percepción Ciudadana 2019 del programa Bogotá Cómo Vamos, la satisfacción con Transmilenio es tan solo del 23 por ciento y con el Sitp del 24 por ciento. Los dos están lejos del 48 por ciento de satisfacción que tiene el transporte tradicional, del 83 por ciento del carro particular y del 90 por ciento de la moto.
Aunque el costo del pasaje sigue aumentando, el sistema también atraviesa una crisis financiera que para este año tendría un déficit cercano a 1.2 billones de pesos.
Por el otro, es que mientras que las administraciones de turno le han apostado a una guerra contra el carro, y ahora contra la moto, el número de vehículos en la ciudad aumenta independientemente de los trancones y la falta de vías. Según datos de Bogotá Cómo Vamos entre 2014 y 2019 el número de carros creció un 24 por ciento y el de las motos, un 23 por ciento.
Ninguna de las medidas propuestas por los últimos gobiernos y sus secretarios de movilidad lograron revertir sustancialmente esta situación. ¿Cuál será la apuesta de López en esta materia?
Puede ver: ¿Hay salida para la crisis del SITP?

La nueva alcaldesa tiene el reto de desmarcarse del gobierno anterior y saber comunicarse mejor con la ciudadanía.
Foto: Facebook Alcaldía de Bogotá.
6. El POT
El POT de Peñalosa despertó muchas dudas en diferentes sectores de la ciudadanía. Los temas ambientales, de renovación urbana, la tensión entre densificación y expansión, así como un modelo de movilidad inadecuado para las necesidades de Bogotá —asuntos que analicé en un artículo anterior de Razón Pública—, fueron algunas de las aristas más polémicas del proyecto que hundió el concejo a finales del año pasado.
Con esperanza, y cierta incertidumbre —porque no se conoce el enfoque urbanístico de la alcaldesa—, se espera saber cuál es el modelo de ciudad que Claudia le quiere proponer a los bogotanos para los próximos años. Esta será una prueba definitiva para el nuevo gobierno y para las fuerzas que lo apoyaron en las elecciones.
Aunque la campaña de López se distanció de la visión de ciudad de Peñalosa, durante el empalme y en varias entrevistas el discurso oficial ha cambiado, o al menos se ha matizado. No hay duda de que Bogotá necesita con urgencia un nuevo POT y que no se trata de arrancar de cero, pero el rechazo popular a la propuesta de Peñalosa fue real. Eso es algo que no puede desconocer el nuevo gobierno.
La pregunta es si Claudia López revivirá el POT de Peñalosa o si presentará uno diferente, que recoja las diversas voces de la ciudad.
7. La relación con el Concejo
Tradicionalmente, la relación entre la alcaldía y el Concejo no ha sido fácil. El fantasma del clientelismo la acecha:
- La administración distrital necesita la aprobación de sus proyectos y que el control político le sea favorable. A su favor tiene el presupuesto y un gran número de puestos de trabajo por cubrir que han sido usados como elemento de transacción.
- El Concejo, por su parte, tiene el poder del voto y los debates como herramientas de presión. En su gran mayoría, los cabildantes tienen redes clientelistas y necesitan del favor de la administración para cumplir sus promesas.
Esta situación es el caldo de cultivo para que los gobiernos de turno usen la mal llamada mermelada como mecanismo para comprar al legislativo.
Claudia López ha dicho que no transará con el Concejo. Gran punto de partida. No obstante, eso implicará construir un nuevo camino de relacionamiento. ¿Cuál será? Es una incógnita aún. Pero vale la pena recordar que Antanas Mockus intentó lo mismo y, aunque se estrelló contra una pared, logró sacar adelante algunos proyectos importantes. Gobernar sin sobornar es posible, pero no será fácil.
La lista de desafíos es larga. Claramente me faltan temas como seguridad, educación, política social, medio ambiente, civismo, espacio público y, por supuesto, el metro. Ya habrá tiempo para analizarlos en detalle, porque muchos ojos seguirán con atención lo que diga y haga “la primera mujer, mujer diversa, en ser electa al segundo cargo de elección popular más importante del país”.
*Doctor en Historia con maestrías en Gestión Urbana e Historia. Twitter: @ferrojasparra