La COVID-19 ha desestabilizado las instituciones que sostienen la “normalidad”. La teoría política da luces para pensar en lo que viene.
Carlos Andrés Ramírez*
La lucha por la normalidad
Muchos políticos, aquí y por doquier, se preguntan cómo y cuándo regresaremos a la normalidad. Formulan la pregunta inadecuada. Más valdría saber, y este es un terreno fértil para la Teoría Política, cómo y porqué evitaremos regresar a ella.
Una “nueva normalidad” podría, sin embargo, empezar a reproducirse y a estabilizarse. Por eso en esta coyuntura renacen las tensiones entre quienes quieren conservar las instituciones existentes y quienes, en mayor o menor grado, no se sienten a gusto con ellas.
En este punto la pandemia abre espacios para la lucha política. La teoría política puede tener un papel importante en medio de las crisis.
Claro está que los conceptos no bastan para definir el rumbo de las acciones políticas. En la política juegan los motivos no ideológicos, los procesos de micromovilización, las organizaciones establecidas y emergentes, los marcos institucionales…Pero la teoría política no es política por su contenido solamente, sino también por su finalidad: incidir en los asuntos públicos.
La pandemia parece un escenario favorable para que la teoría vuelva a tener incidencia. En condiciones normales, los humanos tendemos a naturalizar nuestras creencias, nuestro trato con las cosas y con las otras personas. Pero en momentos de crisis, cuando las cosas no funcionan normalmente, esos mecanismos dejan de funcionar: el sentido común deja de ser evidente.
Entonces, las ideas que circulaban en circuitos académicos pueden engancharse con corrientes de opinión más amplias y convertirse en motivos para la acción política.
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Cuatro pilares que se tambalean
La COVID-19 ha desestabilizado, al menos, cuatro grandes ámbitos de las sociedades actuales:
- La sociedad del espectáculo.
En el mundo de la posverdad, la realidad es fabricada y representada como un espectáculo que pierde todo nexo con referentes externos. En ese contexto, la pandemia es una especie de “shock colectivo”. Se trata de una realidad áspera e imposible de ignorar: cada enfermo y cada fallecimiento es un atentado contra la sociedad de la posverdad.
- El Estado neoliberal.
Los Estados neoliberales minimizan su responsabilidad de cuidar a los ciudadanos, porque parten del supuesto de que el mercado puede resolver con eficiencia los asuntos de interés público. La pandemia ha expuesto el alto costo de esa forma de entender la función del Estado y ha obligado a todos los países ha asumir el cuidado de la salud y el bienestar de sus ciudadanos.
- 3. El estado liberal
En las democracias liberales, el Estado no debe intervenir en la privacidad de sus ciudadanos. Pero, en la gestión de la pandemia, los modelos más eficaces han sido, justamente, aquellos que han intervenido en mayor medida en las vidas de los individuos. La tecnología y los controles policiales han permitido que el Estado tenga acceso a información relevante para atender la emergencia y han puesto en duda las bases de las democracias liberales.
- El capitalismo global
En nuestras sociedades capitalistas e interconectadas, el crecimiento económico implica, necesariamente, la mercantilización de todo lo existente. Pero la pandemia ha puesto en jaque estas ideas, pues ha detenido en gran medida el comercio nacional e internacional y ha amenazado la globalización misma.
Para bien o para mal, al desestabilizar estos cuatro pilares de la sociedad actual, la pandemia ha abierto la puerta para grandes cambios sociales y políticos.

Foto: TV Perú
¿Cuándo volveremos a la normalidad?
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La resistencia al cambio
Es prematuro decir cuáles serán las fuerzas sociales y políticas que aprovecharán esta oportunidad, y qué reacciones se desencadenarán por parte de sus opositores.
Pero el mundo de la pre-pandemia no morirá muy pronto. Al mismo tiempo que la emergencia desestabiliza el mundo conocido, las instituciones se reeditan para sobrevivir:
- El capitalismo se reinventa, por ejemplo, en plataformas como Netflix y Amazon y, por lo tanto, bajo condiciones que presuponen el aislamiento y la reducción a un mínimo de la mano de obra.
- Se le abren nuevos espacios al teletrabajo y, en consecuencia, a hacer más radical la desmaterialización del trabajo, de modo tal que se pueda seguir garantizando la producción de plusvalía;
- Y la sociedad del espectáculo se reaviva con una narrativa heroica del manejo de crisis por parte de los gobernantes. En los medios, los publirreportajes insoportablemente sentimentaloides rehabilitan y se prestan para todas las fábulas de la posverdad.
Las tareas de la teoría política
En ese contexto, la teoría política es útil para pensar en un mundo ajeno a la “normalidad”, y para hacerlo al menos desde tres distintos ángulos.
- Pensar desde el sumo bien
Uno de los riesgos de la “derechización” de la política global es la primacía de la autoconservación de los individuos. Cuando el interés esencial de cada uno es salvar su pellejo, son prescindibles los fines más altos y, por tanto, las legitimaciones más sofisticadas del orden político.
En contraste con una política centrada en la muerte, como el sumo mal, es necesario pensar en una política que se pregunte por el sumo bien. Eso no significa dejar de lado la salud y, en esa dirección, todas las medidas biopolíticas ligadas a ella. Más bien, significa integrar esa legítima preocupación de todo individuo dentro de visiones más complejas de los bienes públicos y el sentido del bien común.
No se trata tanto de elaborar nuevas visiones de la “vida buena” y el orden político correspondiente a ella, sino de usar esas posturas normativas para juzgar críticamente políticas concernientes a la esfera de la salud adoptadas por los Estados.
En la medida en que la crítica supone un cierto horizonte normativo, ese uso aplicado de la teoría política puede ayudar a afinar la vista de las fuerzas políticas vivas y a disparar las alarmas ante las medidas autoritarias que se sirvan de la protección de la vida para suspender la pregunta por la vida buena.
- Inventar estrategias
El pensamiento político no es solo teoría normativa, es decir, elaboración de normas posibles para juzgar los buenos y los malos órdenes colectivos.
También es creación de conceptos estratégicos. Cuando Mao Tse Tung habló de la “línea de masas”, cuando Gandhi habló del “satyagraha” o Martin Luther King de la “acción directa”, hablaron como pensadores políticos. Inventar modos de alcanzar ciertos fines en vista de los movimientos de un adversario, esto es, pensar estratégicamente, es también una modalidad importante del pensamiento político.

Foto: TVPeru
¿Cómo vincular la teoría política con acciones estratégicas?
En la coyuntura actual, es preciso hacerse preguntas como las siguientes:
- ¿Cómo reaccionar políticamente a los posibles giros autoritarios de los Estados, cuando además la pandemia viene a hacer más difícil la movilización de la ciudadanía?
- ¿Cómo lograr acciones políticas que, sin desprenderse de un plano estatal-nacional, mantengan un horizonte transnacional y promuevan lineamientos mínimos de justicia global? En otras palabras, ¿cómo actuar, desde lo local, pero en conexión con las fuerzas no locales que promueven una forma de globalización post-liberal-capitalista?
- Lifestyle politics
Una tercera y última tarea sería la de poner en primer plano teorías que articulen la dimensión ético-política de las reacciones a la pandemia con formas de resistencia política, pero en un nuevo plano, como lo es el terreno de las relaciones de fuerzas entre actores colectivos antagónicos.
Se trata de oponerse al capitalismo y al autoritarismo, pero tomando como punto de partida un nuevo estilo de vida basado en cierta austeridad en el consumo, una simplificación y re-localización de la experiencia, una resignificación de la pregunta por la muerte, y cierta consciencia incrementada de la vulnerabilidad propia y ajena.
En la medida en que los Estados neoliberales y las instituciones asociadas al capitalismo promueven un ethos distinto (hiper-consumismo, des-localización, saturación de información, presentismo, hedonismo, egoísmo, ‘represión de la mortalidad’), la pregunta es cómo lograr que esos cambios masivos en los estilos de vida no solo tengan efectos agregados indirectos y no intencionados.
La cuestión es cómo lograr que esos cambios masivos en los estilos de vida no solo sean tengan efectos agregados indirectos, y no intencionados, sino que se articulen con el nivel de la acción política referido a los juegos de fuerza y la transformación deliberadas de las instituciones. La teoría tiene aquí una misión en parte estratégica y en parte de promoción, vigorización y condensación conceptual de un ethos emergente.
En cualquier caso, la pandemia es una buena ocasión para reemprender importantes luchas políticas. En la acción política las ideas muy frecuentemente solo juegan el lamentable papel de servir como legitimaciones a posteriori de otras acciones. Pero en coyunturas críticas como esta, la teoría política puede engancharse con fuerzas sociales y políticas vivas e impulsar un mundo nuevo.
*Profesor del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes y Doctor en Filosofía por la Universidad de Heidelberg.
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