La especialista en análisis del lenguaje identifica aquí el tránsito de la seguridad a la paz como banderas del gobierno Santos, y examina el alcance de su paso “del uribismo al pacifismo”: hay una nueva Colombia frente al mundo.
María Fernanda González*
Cambio de palabras
Un análisis de los cinco discursos del presidente Santos en la Asamblea General de Naciones Unidas muestra que ha habido un cambio importante en los planteamientos ideológicos y estratégicos de su gobierno.
Mientras en los primeros años Santos hablaba del papel proactivo de Colombia en el escenario internacional, a partir de 2013 el discurso se ha centrado en el avance de las conversaciones de paz y en el llamado a la comunidad internacional para que participe decididamente en el posconflicto.
A partir de 2013 el discurso se ha centrado en el avance de las conversaciones de paz.
Los cinco discursos de Santos tienen un hilo conductor coherente y que permite entender la evolución de sus ideas. Mientras en los primeros años le da un papel importante a los actores internacionales, con la constante alusión a América Latina, región o Haití, durante los dos últimos años el conflicto interno figura en la primera línea.
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Noticias para el mundo
Un estudio de sus palabras permite afirmar que la búsqueda de la paz está ligada estrechamente a las convicciones y al estilo del primer mandatario, y que no es casual que sea en este foro de Naciones Unidas donde Santos prefiere hacer grandes anuncios sobre política interna.
Vale la pena recordar que en 2011 anunció allí la muerte del “Mono Jojoy”: “Ayer mismo, precisamente desde esta ciudad, anuncié al mundola noticia sobre la muerte del máximo responsable militar de las FARC”.
Posteriormente, en 2012 anunció el inicio de las conversaciones: “hemos anunciado al país y al mundoel inicio de una fase de conversaciones sobre una agenda corta y concreta”.
Y en la última reuniónanunció la divulgación del contenido de la agenda de las conversaciones de paz y que se acerca el fin del conflicto: “Mientras en el mundoproliferan los escenarios de conflicto, Colombia aspira a darle una buena noticia a la humanidad: ¡La noticia de que llega a su fin el último conflicto armado del hemisferio occidental!”
De uribista a pacifista
El Santos de 2010, 2011 y 2012 habla de los avances en la seguridad, la lucha contra el terrorismo y contra el narcotráfico.
Ese era el Santos de la primera hora del uribismo donde priman sobre todo la seguridad y la lucha contra el terrorismo y donde no se utilizan las palabras “conflicto interno”, “subversión” o “guerrillas”.
En el 2010 afirmaba: “Nuestra Política de Seguridad Democrática, es decir una seguridad para todos y respetando la Ley, es también una política de derechos humanos porque logramos disminuir dramáticamente los delitos en la región latinoamericana y en el mundo”.
Este es también un discurso donde Colombia pretende jugar un papel central en la comunidad internacional, como apoyo a los programas de desarrollo para Haití, en la mediación que se realizó con Venezuela en el caso de Honduras y su reincorporación a la OEA, o en el llamado para que Israel y Palestina vuelvan a las negociaciones.
La mirada del santismo en los primeros años es global: toca temas como la preservación y protección del medio ambiente, expone la necesidad de encontrar bases científicas para la lucha contra las drogas o repasa los principales resultados de los lazos comerciales y políticos con los países de la región.
Los discursos de los últimos años hacen hincapié en el escenario internacional: Santos habla de la Primavera Árabe, de la crisis de Siria, del papel de Colombia como miembro del Consejo de Seguridad, o de los avances de la Alianza del Pacífico.
Si para el uribismo lo esencial es la patria, lo regional y Dios, en el santismo el núcleo está en las relaciones internacionales y en la conexión de Colombia con el mundo.
Refiriéndose al tema ambiental Santos asegura: “¡Queremos ser un país modelo para el mundoen el monitoreo de sus bosques, de sus emisiones de carbono y del estado de su biodiversidad!”. En otro momento afirma que “El mundo tiene sus ojos sobre nosotros. Ahora nos corresponde abrir los nuestros”. También declara que “Queremos avanzar de la mano del mundo, compartiendo principios de respeto y tolerancia”.
Por la justicia social
En el discurso de 2013 el eje internacional tuvo un quiebre, el lenguaje cambió y la lucha contra el terrorismo se transformó en lucha contra la pobreza y contra la impunidad.
El escenario internacional donde prevalecían palabras como
Vale la pena destacar que en ese mismo año el léxico relativo a la justicia es el más recurrente entre todas sus intervenciones en la ONU.
Si para el uribismo lo esencial es la patria, lo regional y Dios, en el santismo el núcleo está en las relaciones internacionales y en la conexión de Colombia con el mundo.
Sin duda, el objetivo del primer mandatario es solicitar el apoyo y respeto por parte de la comunidad internacional frente al desafío de encontrar un equilibro entre paz y justicia en el proceso de negociación. Por eso ahora las palabras más reiteradas son: justicia, víctimas, derecho, proceso, penal, impunidad, crímenes.
Santos aseguró que “esta es la primera vez que Colombia se toma en serio la obligación de luchar contra la impunidad por los hechos cometidos en el conflicto armado. No se trata entonces de sacrificar la justicia para lograr la paz sino de cómo lograr la paz con un máximo de justicia”.
Su más reciente discurso
¿Cómo podemos caracterizar el discurso de esta misma semana?
Aunque habla de los eventos principales, como terrorismo de ISIS, las dificultades en Siria, Irak, Libia, el Sahel y Ucrania, o la pérdida de vidas por la epidemia del Ébola, Santos de nuevo concentro su atención en el tema de la paz en Colombia.
Allí la guerra se personifica, como en el caso de Juanita Barragán, quién pasó su infancia en las filas de las FARC, o de Constanza Turbay, quién perdió a buena parte de su familia a manos de la guerrilla.
Santos incluye en su discurso la voz de las víctimas: “Juanita Barragán (…) pudo decirles a sus antiguos jefes: “por favor, no acepten más niños para pelear en la guerra. Ella hoy quiere ser abogada y trabajar por la infancia”.
Es también el único discurso donde menciona a las FARC en varias oportunidades: “El proceso que adelantamos en La Habana desde hace dos años con la guerrilla de las;FARC ha sido serio, realista, digno y eficaz, y tiene avances concretos”.
Más adelante, refiriéndose a la lucha contra las drogas, insiste: “Dentro de lo pactado está el compromiso de las FARC de contribuir de manera contundente a la solución definitiva del problema de las drogas ilícitas”.
Junto con la paz, la guerra tiene un espacio preponderante en el discurso. Es la primera vez que Santos denuncia ante el mundo a los opositores del proceso: “¿Por qué hay algunos que solo ven la guerra;como salida? Tenemos que persuadir a los promotores de la guerra. Convencerlos de que ese no es el camino y convertirlos en promotores de la paz”.
De manera categórica afirma que si se consigue la paz en Colombia, habrá una esperanza para la paz en cualquier lugar del mundo y concluye, como si en vez de enviarle un mensaje al mundo le estuviera hablando desde Nueva York a los negociadores de las FARC en La Habana: ¡Es hora de despertar! ¡Es hora de actuar!
* Ph. D. en Ciencia Política, Institut des Amèriques