El mal estado de salud mental se hace dramático en los intentos y casos de suicidio. Este es el triste panorama de Colombia, lo poco que se ha hecho y lo muchos que falta por hacer*.
Óscar Alfonso Roa*
El suicidio debe dejar de ser un tabú
Aunque se sienta vergüenza de padecer una enfermedad mental, es un hecho que miles de personas conviven con trastornos mentales severos.
Es peor: la vergüenza es un obstáculo para hablar sobre el problema y, por supuesto, un obstáculo para que la persona reciba la atención merecida.
El argumento peregrino según el cual discutir públicamente el suicidio es hacer su apología, priva a quienes padecen alguna enfermedad, así como a sus parientes y amigos cercanos, de poder acercarse a la educación básica sobre salud mental.
El suicidio en el mundo
Desde la publicación en el 2014 de Prevención del suicidio, un imperativo global, documento de libre acceso de la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud (OMS), ha tenido 4.941 visualizaciones en su versión en español y 43.011 descargas en los últimos seis meses en su versión en inglés.
Por su parte, la comunidad Corecore, de una reputada red social, acumula alrededor de dos mil millones de visualizaciones. Según Daniel Soufi del diario El País “es la comunidad de los que se sienten solos en un mundo cada vez más conectado”, pues son personas que padecen de soledad no deseada, angustia existencial e incapacidad para entablar interacciones humanas estables.
La OMS estimó que en 2019 hubo alrededor de 703.000 suicidios en el mundo, es decir, una tasa de prevalencia global de 9 por cada 100.000 habitantes del planeta. En su informe subraya que, con excepción del continente americano, en el resto del mundo las tasas de suicidio se redujeron durante los últimos 20 años, y concluye diciendo que afecta a personas de todas las edades, sexos y regiones.

Por cada mujer que se suicida cuatro hombres lo hacen, mientras que esa relación hace 20 años era de tres a una. Este cambio puede obedecer a que el fenómeno de la indisponibilidad sentimental sea más agudo en las sociedades patriarcales.
La OMS expresa su pesimismo en torno al cumplimiento de la meta de reducir a una tercera parte el número de suicidios en el 2030. Japón, al lado de Rusia, se ha mantenido en el tope del escalafón mundial de suicidios. En 2003 alcanzó el máximo con 34.427 casos y una tasa de 27 suicidios por cada 100.000 habitantes, año en el cual Colombia reportó 2.287 casos y una tasa de 5 suicidios por cada 100.000 habitantes.
Colombia en perspectiva
En 2021 hubo en Japón 20.999 casos, un 39 % menos que en el 2003, mientras que en Colombia se registraron 3049, un 33 % adicional. La tasa en Japón cayó a 17 por 100.000 habitantes y en Colombia ascendió a 6 por 100.000 habitantes.
Estos resultados no producen optimismo en la sociedad japonesa pues, entre otras cosas, la disminución del ritmo de descenso en los suicidios se debe en especial al aumento de casos entre estudiantes de educación básica, fenómeno agudizado por el acoso escolar.
Aunque el problema tiene múltiples causas, como presión social en torno al rendimiento, los resultados académicos y los conflictos familiares.
En el caso de Japón lo más común es el suicidio fatalista o debido a que la persona no es capaz de controlar una situación. En Colombia el suicidio más frecuente es el anómico, o debido al deterioro de las relaciones sociales y/o de convivencia.
El suicidio en Colombia
Los resultados de la Encuesta de Salud Mental realizada en 2015 sirvieron para afinar el diagnóstico del documento CONPES. Paradójicamente, en la coyuntura 2015-2016 Colombia entró a un escenario más acuciante pues, según el Sistema Integrado de la Protección Social (SISPRO), pasamos de 17.612 a 29.120 casos en el 2019.
En 2021 fueron 1.863.551 personas quienes requirieron servicios de salud mental, y apenas 687.636 (el 36,9 %) fueron atendidas al menos una vez, siendo los adolescentes quienes recibieron más atención.
Las Estadísticas Vitales del DANE indican que en el 2022 hubo 3018 suicidios, con una tendencia moderada de aumento en relación con el período 2019-2021, cuando se presentaron 8727 casos.
Por cada mujer que se suicida cuatro hombres lo hacen, mientras que esa relación hace 20 años era de tres a una. Este cambio puede obedecer a que el fenómeno de la indisponibilidad sentimental sea más agudo en las sociedades patriarcales.
La gráfica 1 nuestra como la soltería es el estado civil dominante, con el 49,1 % de los casos, seguida de lejos por la unión libre, con el 22,1 %. Muestra también que los adultos tienen la mayor participación con el 40,9 %, cifra levemente inferior a la de los jóvenes, 25,9 %, y los adolescentes, 16,5 %. Esto sugiere la necesidad de prestar más atención a los adultos.

Las estrategias a seguir están mediadas además por el lugar donde ocurren los suicidios. El 76,1 % ocurre en cabeceras municipales, especialmente en las de municipios involucrados en procesos de metropolización, y el restante 23,9 % en zonas rurales, especialmente entre la población rural dispersa.
La gráfica 2 enseña que en 220 municipios no se reportan suicidios, pero en 23 hay al menos 50 casos por año, principalmente en capitales departamentales, algunas de ellas núcleos metropolitanos.

La Gráfica 3 permite establecer que existen dos tipos de relación inversa entre los intentos de suicidio y los suicidios de acuerdo con el ciclo vital de las personas.
- Primera: los suicidios decrecen de continuo a partir de la adolescencia, que el momento crítico de la formación del carácter
- Segunda: las secuelas para la salud mental y la física de los suicidas fallidos son muy penosas y los alientan a reintentarlo, más todavía cuando tantos de ellos son adolescentes.

Enseñanzas del mundo
Ningún país cuenta con registros exhaustivos, suficientes y oportunos que den cuenta de las causas del suicidio. Pero además de Japón, hay algunos países con progresos notables, por ejemplo, Dinamarca y Hungría.
Uno de los hallazgos constantes es la inexistencia de alguien a quién pedir ayuda, y por eso las líneas telefónicas de apoyo han jugado un papel crucial en contener el fenómeno.
Los estudios sobre el tipo de medios empleados han sido un excelente complemento, que desde tiempo atrás ha subrayado el efecto de los excesos en el consumo de alcohol y otros enervantes en los trastornos mentales.
Además, el aumento en la oferta de consultas psiquiátricas en dirección de la universalidad del servicio, el control del contenido de medicamentos y la disponibilidad de armas de fuego, así como la prohibición o control riguroso del expendio de pesticidas, han sido muy eficaces.
Lo que hay y lo que falta
La Ley 1616 de 2013 sobre el Derecho a la Salud Mental persigue su pleno ejercicio. Esta norma de prioridad a la niñez y a los adolescentes, a pesar de que los adultos y los adultos mayores aportan el 55 % de los casos de suicidio. Pero, además, una ley como esta no contribuye en nada a reducir los suicidios si sobre su contenido no se hace difusión y se realiza mucha más pedagogía.
Con la Resolución 4886 de 2018 , el Ministerio de Salud y Protección Social adoptó la Política Nacional de Salud Mental que propone un conjunto de metas al Plan Decenal de Salud Pública.
En 2020 el Consejo Nacional de Política Económica y Social expidió la Estrategia para la Promoción de la Salud Mental en Colombia (documento CONPES 3992) cuyo diagnóstico informó sobre las capacidades de las personas para afrontar situaciones adversas y las limitaciones del sistema para ofrecer atención integral a las personas que padecen trastornos mentales.
La Ley 1616 de 2013 sobre el Derecho a la Salud Mental persigue su pleno ejercicio. Esta norma de prioridad a la niñez y a los adolescentes, a pesar de que los adultos y los adultos mayores aportan el 55 % de los casos de suicidio. Pero, además, una ley como esta no contribuye en nada a reducir los suicidios si sobre su contenido no se hace difusión y se realiza mucha más pedagogía.
La nueva política destaca la promoción de la salud mental “con el fin de reducir la incidencia de problemas o trastornos mentales, el consumo o abuso de SPA, y las víctimas de violencia”.
Mecanismos como las líneas de apoyo han sido y seguirán siendo muy útiles para prevenir e suicidio entre las personas que no saben con quién hablar, al igual que la atención de urgencias en centros hospitalarios.
Además de las líneas de apoyo y de la oferta clínica y hospitalaria, los avances en la prevención del suicidio reposan en buena medida en la reacción oportuna de familiares y amigos e incluso de colegas de trabajo o de compañeros de estudio, quienes son los llamados a acercarse a la persona y a tomar medidas pertinentes.
*Este artículo hace parte de la alianza entre Razón Pública y la Facultad de la Universidad Externado de Colombia. Las opiniones son responsabilidad de los autores.