Aún se estigmatiza la salud mental: todavía se cree en el “yo puedo con esto” y se sufre en silencio. Estamos a tiempo de buscar ayuda con un profesional.
Angélica Bernal*
Salud mental: una breve definición
La salud mental se define como el equilibrio entre una persona y su entorno sociocultural. Por esto, depende de ingredientes socioeconómicos y culturales:
- pobreza, empleo y desigualdad;
- relaciones humanas y sociales;
- normas y valores.
Este equilibro aporta al bienestar y facilita el autocuidado; por consiguiente, lleva a una vida satisfactoria.
Según informes del Ministerio de Salud, la Procuraduría General de la Nación, Medicina Legal y la Organización Mundial de la Salud —entre otros—, los casos de salud mental han aumentado significativamente. A continuación, explico algunas causas.
Las carencias económicas que dejó la pandemia
Recordemos a las personas que perdieron sus empleos, fracasaron en sus negocios, recibieron menos ingresos y contrajeron más deudas.
No poder atender las necesidades básicas de un hogar y ser presionado por deudas puede desencadenar alguno de estos trastornos: estrés, ansiedad, depresión, trastornos neuróticos, bipolares y afectivos.
Las rupturas de pareja
Uno de los dolores emocionales más graves es la disolución del nexo con ese ser amado con quien se compartieron varios momentos. Esto deja a la persona “en el aire”, “sintiendo que el piso se le ha corrido”.
Aparecen los sentimientos de soledad, la ausencia de sentirse amado. Viene el desbordamiento: “me duele el alma”, como lo expresan los pacientes; este vacío que físicamente se siente en el estómago; que pasa por temblores, fríos internos y opresión en el pecho. Invade de tristeza profunda a las personas.
Si no se manejan adecuadamente, estas emociones pueden llevar a trastornos mentales.
Mala convivencia y “relaciones tóxicas”
También existen los problemas de convivencia y los casos en los que la relación se basa en el desamor.
Estas parejas continúan, a pesar de vivir atrapadas en una relación tóxica. Una de las dos personas se adapta a lo que el otro quiere; pero deja de lado su esencia, se aleja de sí mismo o a sí misma para complacer al otro y pierde su identidad.
También hay maltrato verbal y psicológico; en ocasiones, físico, simbiótico, sexual o económico. Principalmente, esto ocurre en personas con dependencia afectiva. Me refiero a una necesidad desmesurada e irracional de continuar con esa persona, a la incapacidad de culminar una relación a pesar de estarse perdiendo a sí mismo.
Mala calidad del empleo
En Colombia se trabaja donde se abra la puerta de empleo; no en donde a la persona le apasione trabajar o donde pueda desarrollar sus capacidades, talentos y habilidades. El estrés se agrava al pasar tanto tiempo en un trabajo con mal clima laboral, relaciones tensas entre sus compañeros o con las personas de mayor nivel jerárquico.
Si no se canaliza apropiadamente, este estrés puede desatar síntomas físicos como agotamiento, tensiones musculares, dolores de cabeza, insomnio, entre otros.

Hiperconectividad en niños y adolescentes
El abuso de las pantallas —teléfono, consolas, medios sociales (Facebook, TikTok, Instagram, etc.)— está formando personas que prefieren este escape y no afrontan los problemas reales.
Esto resulta en dificultades para relacionarse presencialmente y distorsiona la realidad y su relación con el mundo virtual; atrofia las habilidades comunicacionales, e inspira frustración por comparar la “vida perfecta” de otros con la realidad propia, por lo que perjudica el autoconcepto y la autoestima del menor.
El tráfico y la inseguridad
El entorno influye directamente sobre la salud mental. Teniendo esto en cuenta, son causas del estrés los trancones, los tiempos de desplazamiento, la incomodidad y el caos. También vivimos la inseguridad y la violencia, u oímos hablar de ellas. Hay miedo a simplemente caminar por la calle.
Esto incide sobre quienes pasan por momentos difíciles. No se puede generalizar; pero, si se suman los problemas personales y relacionales de todos los días, se altera la reacción emocional y prevalece la impulsividad.
La otra pandemia
Infortunadamente, hay más intentos de suicidio. Los sufrimientos que estas personas vive en silencio las empujan a esa opción:
- una familia disfuncional, donde los vínculos afectivos son malsanos;
- la falta de redes de apoyo;
- la baja autoestima;
- las situaciones difíciles —que llevan a emociones de frustración, tristeza, desesperanza y angustia— abruman a la persona, distorsionan el pensamiento y no dejan ver las posibles soluciones.
Hay que prevenir el suicidio
Debemos creer cuando una persona dice que quiere quitarse la vida, porque hay muchos prejuicios al respecto: refranes como “el que se va a matar no avisa”. Esto es absolutamente falso: la persona que se suicida ha enviado señales de su sufrimiento; ha mencionado querer quitarse la vida; en sus ojos y rostro se ve su tristeza.
Estamos a tiempo de intervenir: de buscar ayuda o de acompañar a ese ser que nos ha manifestado su dolor para que asista a sicoterapia.
Recordemos que primero viene un pensamiento; después, un sentir; luego, ese sentir se verbaliza—. Entonces pasa a la acción.
Un problema bioético: la salud mental de profesionales de la salud
Los profesionales de la salud también padecemos diferentes trastornos. Se ha detectado un aumento de casos, principalmente de depresión, ansiedad y estrés —en ocasiones, por enfrentar dilemas éticos—.
La bioética parte de la dignidad humana y los derechos humanos para aportar a la salud mental, de modo que mejore la prestación de servicios para profesionales de la salud y pacientes. Para esto, tiene en cuenta, entre otros,
- los beneficios y efectos nocivos,
- la autonomía,
- el consentimiento informado y comprendido,
- la vulnerabilidad humana,
- la integridad personal,
- la justicia y equidad,
- la igualdad y no discriminación,
- el respeto por el otro en toda su integridad,
Dificultades para acceder a servicios de salud mental
Ahora, se ha difundido más que nunca la importancia de la salud mental; aun así, en Colombia persiste el estigma de acceder a un psicólogo o psiquiatra: todavía se cree en el “yo puedo con esto” y se sufre en silencio.
Hay desigualdades para acceder a la ruta de atención psicológica. Todavía algunos desconfían de que los profesionales de sicoterapia puedan mejorar su bienestar.
En el caso de las EPS, hay que pasar por medicina general para acceder a una intervención. Cuando por fin se consigue una cita, es una consulta de 40 minutos cada mes; pero las intervenciones en sicología requieren continuidad: si se va una vez a la semana, por ejemplo, una terapia breve consiste en 10 sesiones. Aún más, es común que las personas interrumpan los tratamientos cuando se sienten mejor; con el tiempo, reinciden.
No hay suficientes sicólogos ante las necesidades de colegios, hospitales, empresas y demás entidades. Esto obstaculiza el seguimiento, la frecuencia de la atención y la cobertura.
Es cierto que se han abierto líneas de atención en varios departamentos; pero deben acompañarse con seguimiento, ya que una sola atención prestaría apenas los primeros auxilios sicológicos y de intervención en crisis.
Hay que promover la salud mental y actuar preventivamente en escenarios educativos y laborales. Hay que enseñar y entrenar sobre:
- pautas de higiene en la salud mental;
- canalización y manejo de las emociones;
- manejo del estrés;
- cómo afianzar la autoestima;
- cómo reforzar el autoconcepto y la autoimagen;
- comunicación asertiva;
- relaciones y vínculos sanos;
- técnicas de respiración efectivas para el manejo de la ansiedad;
- el autocontrol.
Recomendaciones prácticas para todos
La salud mental es integral. Tendremos un equilibrio si nos alimentamos bien y practicamos algún ejercicio; si incluimos en nuestra rutina espacios de socialización, de practicar actividades que nos apasionen y sean de nuestro interés, de compartir con amigos o familiares; si cultivamos relaciones sanas.
La salud mental está en todos los escenarios, está dentro de ti. Practica el autocuidado e incorpora hábitos que aporten saludablemente a tu vida.