La vitalidad, longevidad y popularidad del festival de música gratuito al aire libre más grande del continente merecen todo el respeto, sin ocultar los desaciertos en el cartel y en la dudosa preferencia por grupos extranjeros.
Umberto Pérez*
Foto: rockalparque.gov.co
Exitoso, pero criticado
Rock al Parque es el festival de música popular más importante, exitoso y controvertido en la historia de Bogotá. En 2013 llega a su décima novena edición. Como es habitual, no escapa a críticas en torno a la curaduría y a la programación, que provienen de diferentes ámbitos, principalmente de un sector del periodismo dedicado al rock y de una parte radical del público.
En comparación con la versión inmediatamente anterior, las quejas y los señalamientos son menores, pero conviene revisar el contexto donde se ha venido desarrollando el evento y el historial artístico del festival para comprender la razón de las críticas.
Un momento generacional
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En 1995, cuando se celebró la primera edición de Rock al Parque, el festival respondió y resolvió de un tajo una necesidad que tenían los grupos de rock y los jóvenes aficionados a este género.
Debido a la situación política de comienzos de los noventa, había ido menguando la efervescencia juvenil y musical que se había despertado a mediados de los ochenta, de la mano de una moda mal llamada rock en tu idioma. Existían pocos espacios para tocar y oír música en comparación con un público que crecía gracias al nacimiento de tres medios de comunicación esenciales para la consolidación del rock hecho en Colombia:
· el canal de televisión MTV Latino en 1993;
· la Revista Shock;
· la frecuencia joven de la Radiodifusora Nacional de Colombia 99.1, ambas en 1995.
Rock al Parque se insertó en una cadena cultural que promovía la música rock producida en el continente: la programación y el cartel del festival correspondían a un momento generacional de dimensión continental, a la vez que programas como Raizónica en MTV, Autopista al Sur en 99.1 o las páginas dedicadas en Shock al rock alterlatino — como se conoció a ese periodo — retroalimentaban ese momento artístico.
En otras palabras: Rock al Parque marcaba tendencia, pero también obedecía a la coyuntura; por eso se hizo importante y fue celebrado y respaldado por los medios mencionados y muchos otros. El festival fue cultivando un público que respondía con gratitud a lo que este ofrecía y el rock colombiano fue echando raíces de forma lenta, pero segura.
Metamorfosis musical
Esto ocurrió ya hace años y el público de Rock al Parque 2013 quizás sea muy diferente del de 1995. Haciendo rápidos cálculos, un asistente de 16 años a la primera edición de Rock al Parque hoy ya tiene unos 35 y sus vivencias en torno al festival, al rock y a la ciudad difieren mucho de las de un joven de 15 años de hoy, que asista por primera vez este año.
Suponiendo que el joven de 15 años de 1995 asistió a las primeras cinco ediciones del festival — es decir entre 1995 y 1999 — más allá de gustos y disgustos, fue testigo de conciertos memorables de agrupaciones, tanto nacionales como internacionales, que eran la punta de lanza del rock continental: Aterciopelados, 1280 Almas, La Derecha, Superlitio, Bloque de Búsqueda, Fobia, Los Todos Tus Muertos, La Maldita Vecindad y los Hijos del Quinto Patio, A.N.I.M.A.L, Café Tacvba, Molotov, Julieta Venegas, Puya e Illya Kuryaki & The Valderramas, entre otros.
Agrupaciones con sonoridades diferentes entre sí que hicieron vibrar a miles y miles de jóvenes asistentes que respondían a la convocatoria y hacían suyo el festival, aprendiendo a convivir entre diferentes tribus urbanas. Gracias a una programación tan acertada como emocionante, Rock al Parque se convirtió en un referente indiscutible y se ganó bien la fama de ser el festival más grande del momento en América Latina.
Iniciada la nueva década, el festival ya le había cumplido a esa generación, a sus creadores, a los músicos, a las bandas y al público. Los retos ya eran otros y tendrían que empezar a soportar el influjo de los gobiernos distritales de turno.
Entre 2001 y 2004, el festival comenzó a transformarse y a sufrir los efectos de varios experimentos hasta encontrar una forma definitiva, que aún hoy se mantiene, en parte. Para entonces la plataforma mediática que había catapultado y fortalecido al rock latinoamericano se había desvanecido: tanto MTV como Shock cambiaron radicalmente sus intereses, mientras que 99.1 — convertida ahora en la emisora Radiónica — se enfocaba con mucho ahínco en desarrollar las propuestas nacionales.
La celebración de la edición número 10, a la altura del suceso, dio cuenta de un festival con características diferentes, que se asemejaba más a los grandes festivales del verano europeo o estadounidense: varios escenarios en una misma plaza y, lo más importante, grupos vigentes de renombre internacional o artistas legendarios, servían de gancho para el cartel de bandas nacionales.
Así, grupos y artistas internacionales como The Skatalites, Luis Alberto Spinetta, Suicidal Tendencies, VHS or Beta, Apocalyptica, Bloc Party, Jaguares o Black Rebel Motorcycle Club entre otros, alternaron con grupos locales como Nawal, Pornomotora, Odio a Botero y Doctor Krápula, entre otros.
Sin embargo, y a diferencia de las primeras versiones del festival — donde los artistas nacionales actuaban a la par de los invitados extranjeros y eran considerados igual de importantes — desde 2004, rápidamente, el componente internacional se impuso sobre el local. La atención del público ya no se centraba en las bandas de su ciudad ni del país, ahora estaba puesta en los invitados extranjeros. De igual manera, la atención y el impacto mediático y comercial se enfocaban en lo foráneo.
Las ediciones más recientes del Rock al Parque revelan patrones o síntomas preocupantes. Si bien el hecho de cambiar la fecha del festival evitó cancelaciones también impidió que grandes nombres, definitivos para garantizar una asistencia masiva, integraran el cartel del mismo, ya que compite con los mega–festivales de Europa y de Estados Unidos.
Otros festivales de la región han ido tomando paulatinamente la posta que otrora tuvo Rock al Parque. Ahora, otros festivales son los referentes de la cultura rock de América Latina. El que fuera el faro de la música juvenil en los años noventa en Latinoamérica pasó a convertirse solamente en el festival gratuito y al aire libre más grande del continente.
Nostalgia rockera
Foto: rockalparque.gov.co |
Casi veinte años después, parecería que el festival se rinde culto a sí mismo: en distintas ediciones se ha convocado a cantantes de recordadas agrupaciones para conmemorar la historia de nuestro rock, incluyendo al propio Rock al Parque.
El Parque Simón Bolívar — plaza única donde se celebra el festival desde 2004 — también ha visto reunirse a viejas agrupaciones nacionales, de las que se tiene un recuerdo indeleble para la ciudad y el festival, pero cuya obra se detuvo años atrás, antes de la reunión.
Este ejercicio de nostalgia no tiene nada de malo en sí — todo lo contrario — pero cuando a estos reencuentros se les da mayor importancia que a las bandas contemporáneas, surgen interrogantes diversos… sobre el público asistente, los medios de comunicación dedicados al rock y, por supuesto, la curaduría del festival.
Ese espíritu nostálgico de Rock al Parque se pone en evidencia al citar a los artistas principales que han cerrado las últimas ediciones del festival los lunes festivos: entre 2009 y 2012 los músicos cabeza de cartel fueron los argentinos Fito Páez, Andrés Calamaro y Charly García.
Esta coincidencia da cuenta de la importancia indiscutibe del rock argentino en el continente, de la vigencia de sus leyendas, pero también de lo anodino del momento actual del mismo: se trata de artistas que se convirtieron en leyendas hace dos o tres décadas y cuyo presente no es lo más fértil de sus carreras.
Esta práctica se mantiene: se ha encargado de cerrar el festival de este año a la agrupación Illya Kuryaki, que participó en Rock al Parque …en 1999, cuando era una de las bandas más importantes del continente.
El cierre del festival de 2011 resultó paradójico: se hizo una apuesta por lo local. La exitosa agrupación ChocQuibTown fue encargada merecidamente del último concierto de Rock al Parque en la tarima principal, no sin haber sido previamente el blanco de críticas groseras, de insultos e improperios, por parte de un sector radical del público, que entiende al rock en el sentido más elemental e insustancial de la palabra.
Quien esto escribe no recuerda que una agrupación tan importante como Bloque de Búsqueda fuera criticada en 1997 por proponer una apuesta tan arriesgada en su momento como la que propone ChocQuibTown, mientras que en la tarima alternativa ponía fin al festival la agrupación española Los toreros muertos, muy famosa en Colombia y que atrajo un considerable número de asistentes.
Redes sociales y nativos de internet
Es indudable el efecto de internet: ha modificado profundamente la forma de consumir música y de acceder a contenidos nuevos, por fuera del engranaje de la industria musical. Una nueva generación no duda en criticar a invitados internacionales por ser desconocidos, cuando no son leyendas de la música o grupos de renombre.
De otra parte, han ido surgiendo nuevos festivales en Bogotá, gracias a un cartel internacional atractivo con nombres de artistas de primera línea o artistas emergentes que ya dan de qué hablar en la prensa especializada internacional, sumado a un cartel nacional bien seleccionado.
Otros festivales más pequeños se preocupan porque Bogotá se mantenga al día y actualizada en lo que se refiere a la música popular del continente, misión que hasta hace varios años se había encargado de cumplir Rock al Parque.
Pero 19 años después, Rock al Parque sigue en pie, bien consolidado como reflejo de una política distrital, despertando controversias. También ha habido desaciertos innegables:
· El cartel de este año — cuya apuesta por sonoridades más fuertes entre los invitados internacionales resulta discutible, tratando de evitar las críticas de otros años.
· El afiche — que acaba con la imagen y la iconografía que identificaba al festival desde 2004 — corresponde al deseo del público y de la prensa radical de tener un festival de connotaciones más fuertes, y que raya en la incoherencia, si se tiene en cuenta el concepto del jurado frente al momento actual del rock duro en Bogotá.
· Experimentos como una gira por México en la que participaron algunas bandas nacionales, pero que contó con una paupérrima asistencia del público mexicano.
En fin, Rock al Parque se mantiene firme en respaldar a las agrupaciones locales: la convocatoria anual, una programación diversa y los lazos con festivales locales de rock duro y metal mediante alianzas concretas.
Veinte años no es nada
A un año de celebrar dos décadas ininterrumpidas, el festival gratuito al aire libre más grande de América Latina debe encontrar nuevos retos que respondan a su historia y a su fama: cuestionarse para salir de su zona de su confort — gracias al respaldo oficial — sobre su misión frente al rock bogotano, que abarca tanto a los artistas como al público, un público muy diferente del de los años noventa y muy diferente del que despertó con el nuevo siglo.
Habrá que esperar para saber si a los 20 años Rock al Parque se asemejará más a un vetusto monumento cubierto por la pátina de la historia y de glorias pasadas o será un ser vivo en acción, mutante, capaz de desafiar el incierto futuro.
* Historiador de la Universidad Nacional, comentarista musical y director de comunicaciones de la fundación artística Barrio Colombia, autor de la investigación “Bogotá, epicentro del rock colombiano entre 1957 y 1975”.