
A propósito de su visita a Colombia, recordamos la exitosa y vertiginosa carrera de Ringo Starr, un músico sin mayores pretensiones que ha dejado para siempre su huella como uno de los bateristas más influyentes de todos los tiempos.
Umberto Pérez*
Un Beatle inconforme
A finales de agosto de 1968 el baterista Ringo Starr renunció a los Beatles. El grupo estaba grabando las canciones que darían forma a esa obra maestra llamada The Beatles o, simplemente, el Álbum Blanco, y Richard Starkey (más conocido como Ringo Starr debido a su gusto por usar grandes anillos en varios de sus dedos), en un impulso inédito, decidió largarse. Esta era una señal del momento crítico que atravesaba el cuarteto de Liverpool.
Después de la muerte de Brian Epstein, manager de la banda, los Beatles habían quedado acéfalos, sin un capitán que condujera el barco mientras ellos ocupaban su tiempo creando. Sin saber nada del negocio de la industria musical, se embarcaron entonces en arriesgados y costosos proyectos que fueron desgastando una relación que hasta entonces Epstein había blindado contra todo y contra todos.
El fracaso del proyecto fílmico y discográfico bautizado Magical mistery tour, liderado por Paul McCartney, dio paso a la grabación de un nuevo disco, y en medio de los dos, tuvieron unas vacaciones en la India junto al Maharishi Mahesh Yogi para iniciarse en la práctica de la Meditación Trascendental.
Sin mayores florituras, el aporte de Ringo Starr a la música pop es incuestionable.
Pocos días después, Ringo Starr ya estaba de regreso en Londres, lo siguió McCartney y más tarde Lennon y Harrison. A los pocos meses ya se encontraban grabando material nuevo, fruto de la experiencia en la India. Era tal la cantidad de canciones que cada uno de los tres compositores de la banda tuvo que dar un pulso contra los otros para que sus canciones tuvieran cabida en el nuevo disco. Al final, editaron un disco doble de 30 canciones, muchas de ellas arregladas y grabadas sin la presencia de la banda completa.
La carrera de egos era tan pesada y abrumadora que, aburrido, Ringo, el carismático y cándido baterista, decidió largarse, porque sintió que no era indispensable (corre el rumor que McCartney reemplazaba varias de las pistas de batería que Ringo grababa).
Cuando los demás se percataron de que la partida de Ringo no era una broma, empezaron a buscarlo, le enviaron telegramas con piropos, consintiéndolo, diciéndole que lo querían de regreso y que era el mejor baterista del mundo. Menos de dos semanas después, Ringo optó por seguir siendo un Beatle y volvió a los estudios de Abbey Road a grabar y encontró su batería adornada con flores. Pero la grieta en la banda ya era irreparable y él era el responsable de ello.
![]() Ringo Starr (centro-atrás en la percusión) en un concierto con Bob Dylan y otros artistas en 1976. Foto: Wikimedia Commons |
Baterista influyente
Ringo Starr, el mayor de los Beatles, nacido en Liverpool el 7 de julio de 1940, fue el último en ingresar a la banda, en 1962, cuando ya eran famosos en su ciudad natal. Antes habían coincidido allí mismo y en Hamburgo en algunos locales donde los Beatles alternaban la tarima con la banda Rory Storm and The Hurricanes, de la cual Starr era baterista.
Cuando los Beatles hicieron una prueba para el sello fonográfico EMI, George Martin, el productor discográfico encargado de la audición, se quejó de la calidad y la actitud de Pete Best, el baterista que por entonces formaba parte de la banda. Entonces, los tres restantes no dudaron en echarlo y llamar a Ringo.
Sin embargo, Ringo Starr no la tuvo nada fácil: Best tenía un numeroso grupo de seguidores que protestaron por su despido, y en las sesiones definitivas del primer disco sencillo de los Beatles, Martin tampoco quiso contar con él y usó a un músico de sesión, mientras que Ringo se resignó a grabar apenas una pandereta. Aún así, Ringo supo reponerse a las adversidades, como lo hiciera de niño ante diversas enfermedades, entre ellas, una peritonitis que casi lo mata, o ante las dificultades de su timidez que le impidieron socializar en la escuela.
Con el paso de los días Starr encajó a la perfección en los Beatles, todo era cuestión de tiempo y confianza. Apenas unos meses más tarde, cuando estalló la Beatlemanía por toda Gran Bretaña, Ringo era una pieza indiscutible de la banda. Poseía un carisma tan poderoso como el de sus compañeros y su sentido del humor, quizás más fresco y menos sardónico que el de los demás, le daba frescura al cuarteto. Y lo más importante: era rítmico y preciso, ideal para las canciones de Lennon y McCartney.
Ringo Starr se convirtió rápidamente en el arquetipo de los bateristas de una banda de rock. Sin mayores florituras, el aporte de Ringo Starr a la música pop es incuestionable; miles de jóvenes aficionados al rock and roll y a la batería se fijaron en Ringo Starr y en sus patrones rítmicos presentes en la música de los Beatles, y entre ellos estuvo el italocolombiano Roberto Fiorilli, recordado baterista de la banda bogotana los Young Beats.
Los bateristas del mundo no solo anhelaban una batería idéntica a la de Ringo, de la misma marca, también querían tocar idéntico a él, con ese desenfado y esa solvencia para realzar cada canción.
A medida que el rock se fue haciendo más complejo, otros nombres detrás de los tambores, como Keith Moon, Ginger Baker o John Bonham le dieron un lugar protagónico a la batería, con elaborados arreglos y largos solos de su instrumento, pero Starr (junto a Charlie Watts de los Rolling Stones) ya había zanjado el camino.
![]() Ringo Starr y su All-Starr Band en concierto en el año 2011 en la ciudad de París. Foto: Wikimedia Commons |
Carrera solista
En pleno proceso de separación de los Beatles, Ringo Starr gritó independencia y fue el primero en editar un álbum en solitario de canciones antes de que la banda terminara de disolverse en 1970. Sentimental journey, su álbum debut, producido por George Martin, fue un disco de estándares de jazz, bastante alejado de la estética de la banda, en el que Ringo únicamente ponía su voz a las piezas orquestales de Martin. Su segundo álbum en solitario, Beaucoup of blues, fue otro álbum raro para un Beatle, pues se trataba de un disco de canciones country, grabadas en Nashville, que tampoco despertaron mayores elogios.
Al tiempo que Starr grababa discos como artista solista también le dedicaba tiempo a la actuación. Ringo había resultado una figura esencial en cada una de las películas de ficción grabadas por los Beatles, en especial las dos primeras: A hard day’s night (su escena mientras suena la canción “This boy” es memorable) y ¡Help!
El baterista siempre se encontró a gusto frente a las cámaras, y las películas en las que actuó, como The magic christian, 200 motels, That’ll be the day o Lisztomania demuestran que era un comediante natural. También se le midió a la dirección en el fabuloso documental Born to boogie, dedicado al músico Marc Bolan y a su banda T-Rex.
Al tiempo que Starr grababa discos como artista solista también le dedicaba tiempo a la actuación.
Ringo Starr creó sus mejores álbumes en solitario durante la misma época en que se embarcó en una delirante temporada etílica. En la ciudad de Los Ángeles se extravió en un “largo fin de semana” junto a compadres de juerga como John Lennon, Keith Moon o Harry Nilsson. Los discos Goodnight Vienna, de 1974 y, en especial, Ringo, de 1973, dan cuenta de un gran intérprete y hasta buen compositor, rodeado de viejos amigos como Lennon, McCartney y Harrison, que aportaron canciones para este disco y grabaron instrumentos y voces (fue lo más cercano a un disco de reunión de los Beatles).
Con el paso de los años, hacia finales de los setenta y debido a lo irregular de sus grabaciones, el bueno de Ringo se iría transformando en apenas una celebridad, una vieja figura del rock, y solamente hacia finales de la década de los ochenta, una vez rehabilitado del alcoholismo y junto a su segunda esposa, la actriz Barbara Bach, redirigiría su vida musical.
En 1989 creó la All-Starr Band, un proyecto tan acertado como entretenido: Ringo, ya encumbrado como leyenda viviente, empezó a convocar a viejas glorias de la música rock para que lo acompañen en sus giras de conciertos por diferentes partes del mundo. Por una parte, él canta los clásicos de los Beatles que contaron con su voz en los discos originales y las canciones más destacadas de su discografía en solitario, y por otra, se sienta en la batería para respaldar las canciones más famosas de los músicos que lo acompañan.
La primera formación de la All-Starr era alucinante: entre otros músicos, contaba con la presencia de Rick Danko y Levon Helm de The Band, Clarence Clemons de la E-Street Band de Bruce Springsteen, y Billy Preston. Han sido numerosos los grandes músicos que han pasado por la banda de “todas las estrellas” de Ringo y cada concierto ha sido una celebración del rock, una fiesta en la que, de paso, el baterista actualiza su repertorio con canciones de su discos más recientes, álbumes de buena factura que, sin acercarse a la maestría, dan cuenta de un artista que ha sabido mantenerse activo y vigente.
A Ringo Starr no le molesta ni le pesa su pasado, todo lo contario, lo reivindica de escenario en escenario, demostrando por qué fue uno de los Beatles y por qué es uno de los mejores bateristas de todos los tiempos.
* Historiador de la Universidad Nacional, comentarista musical y director de comunicaciones de la fundación artística Barrio Colombia, autor de la investigación “Bogotá, epicentro del rock colombiano entre 1957 y 1975”.