Novelista, crítico, profesor y uno de los principales divulgadores de la literatura argentina, Ricardo Piglia dejó un legado único en las letras del continente. Sin duda, el diálogo con sus páginas continuará por muchos años más allá de su reciente muerte.
Ana María Ferreira*
“Todas las historias del mundo se tejen con la trama de nuestra propia vida”
Piglia
Una muerte que empieza
El comienzo de 2017 no fue muy benévolo con el mundo de las letras: el 6 de enero, a los 75 años, murió en Buenos Aires el escritor Ricardo Piglia. Cuando leí esta noticia en Twitter pasaron varios segundos entre el momento de leer y el de finalmente comprender que nunca volveríamos a tener un nuevo libro suyo.
Sin embargo, poco después de ese momento de tristeza corrí a mi biblioteca a buscar sus libros y muy juiciosamente empecé a leer de nuevo Plata quemada, porque no hay mejor homenaje para un escritor que mantenerlo vivo en la lectura.
Ricardo Piglia nació en Adrogué, Argentina, en 1941. Luego se mudó con su familia a Mar del Plata, donde vivió hasta los 24 años, cuando se mudó a Buenos Aires. En la capital empezó a trabajar en distintas editoriales y fue el cerebro detrás de la famosa Serie Negra, una colección de novelas policiales o novelas negras. Este género fue considerado en sus inicios una literatura menor, pero tiene hoy -gracias a los esfuerzos de escritores y editores como el mismo Piglia- un innegable reconocimiento.
Durante la época de la Serie Negra, Piglia publicó su primer libro de cuentos: La invasión (1967) y el reconocimiento a su talento fue casi inmediato ya que fue galardonado con el premio Casa de las Américas. Sin embargo, va a ser en 1980, con la publicación de Respiración artificial, cuando se consagró como un escritor reconocido internacionalmente.
Un libro sobre literatura: Respiración artificial
![]() “Borges Por Biglia” en un programa argentino, TV Pública. Foto: Encuentro |
La crítica considera Respiración artificial como una de las obras maestras de Piglia y esta rápidamente se convirtió en una novela de culto. También es mi favorita. Esta novela está dividida en dos partes: la primera es una serie de cartas que cuentan fragmentariamente la historia de una familia; y la segunda se transforma en un elaborado ensayo.
Piglia desarrolla el segundo capítulo a partir de una larga conversación entre Emilio Renzi, un joven escritor, y Vladimir Tardewski, un inmigrante polaco discípulo de Wittgenstein. Esta segunda parte es la que ha fascinado a los lectores y a la academia desde su publicación. La conversación entre Renzi y Tardewski es un despliegue de erudición y una casi delirante sucesión de teorías e ideas filosóficas. Los personajes hablan sobre Argentina y su relación con Europa, hablan de filosofía y, por supuesto, de literatura.
La crítica considera Respiración artificial como una de las obras maestras de Piglia.
Respiración artificial puede ser de algún modo una novela difícil, porque los saltos en el tiempo, las historias inconclusas, los juegos del lenguaje y la enorme cantidad de referencias hacen que la historia se pierda en los vericuetos del lenguaje. No obstante, en esto reside la riqueza de la novela, ya que es un texto que nos hace disfrutar los juegos y las referencias, incluso más que el propio relato.
Renzi es el álter ego del propio Piglia: de hecho, el nombre completo del autor es Ricardo Emilio Piglia Renzi. Por eso Renzi -el personaje- no solo es parte de esta novela sino que aparece en varias de sus obras: algunas veces fugazmente y en algunas otras como protagonista.
Renzi aparece incluso como el escritor en la trilogía Los diarios de Emilio Renzi, el último proyecto de Piglia. Estos tres libros son los diarios del propio autor y fueron editados cronológicamente. Los libros recogen el largo diario que Piglia escribió casi ininterrumpidamente desde sus 16 años.
El primer libro, Los años de formación, apareció en 2015 y recogió sus primeros escritos. Al siguiente año apareció Los años felices, y estaba programado que este año se lanzara el último libro: Un día en la vida. El inusual afán por publicar esta trilogía probablemente tuvo que ver con la enfermedad que desde 2014 le estaba mordiendo los talones a Piglia.
Sus otras novelas son La ciudad ausente (1992), Plata quemada (1997), El camino de Ida (2013) y otra de mis favoritas: Blanco nocturno, que narra la historia del asesinato de un puertorriqueño, Tony Durán, en un asfixiante pueblito argentino.
Escritor, profesor, crítico y guionista
Después del reconocimiento internacional que le dio Respiración artificial y debido al caldeado ambiente político del Cono Sur durante los ochentas, Piglia emigró a Estados Unidos, donde fue profesor en universidades como University of California, Davis, Harvard y Princeton, de donde se jubiló en 2010. Poco tiempo después de retirarse, regresó a vivir en Buenos Aires.
Piglia no fue solo un excelente narrador y un consagrado escritor, sino que fue también un reconocido profesor y una autoridad académica. Su papel como educador y ensayista es casi tan enorme como su importancia como artista. Mucho de su trabajo giró en torno a la novela negra, pero sobre todo a la literatura argentina y a autores como Macedonio Fernández, Roberto Arlt y por supuesto Borges. Algunos de sus ensayos son: “El último lector” (2005), “Las tres vanguardias” (2016) y en 2000 publicó el “Diccionario de la novela de Macedonio Fernández”.
Un hombre incansable, Piglia también tuvo tiempo para otra de sus pasiones: el cine. Trabajó como guionista y una de sus novelas, Plata quemada, fue llevada al cine en 2000 por ese genio del cine argentino que es Marcelo Piñeyro. Hizo también la adaptación para cine de El astillero de Juan Carlos Onetti y participó en la serie de televisión Los siete locos y los lanzallamas, basada en la obra homónima de Roberto Arlt.
Y como si la energía creativa de Piglia pudiera ser aún más arrolladora, el autor escribió junto al pianista y compositor argentino Gerardo Gandini la ópera La ciudad ausente, basada en su novela. La ciudad ausente es una obra difícil de clasificar, en los límites de la novela policial y la ciencia ficción, cargada a su vez de una fuerte crítica a las políticas represivas de los gobiernos argentinos.
El Piglia que yo recuerdo
![]() Ricardo Piglia, escritor y crítico literario argentino. Foto: Biblioteca Nacional Mariano Moreno |
A mediados de 2013, por una de esas maravillosas coincidencias de la vida, yo estaba en Buenos Aires, medio enamorada y pensando en irme a vivir a esa maravillosa ciudad, cuando me invitaron a participar en un proyecto de la Televisión Pública Argentina. La idea era que Piglia dictara una serie de conferencias sobre Borges en las que nosotros seríamos el público. Estas conferencias culminaron con una serie de conversaciones que el autor tuvo con otros escritores y personajes importantes de la cultura literaria en Argentina.
Su papel como educador y ensayista es casi tan enorme como su importancia como artista.
Para esa época yo ya había leído todo lo que había encontrado de él y sabía también de su conocimiento y pasión por Borges, de modo que verlo fue solo una confirmación de mis presentimientos: era un hombre fascinante. La enorme oportunidad que tuve de escucharlo durante esas semanas sobrepasó mis expectativas. Piglia, el profesor, el académico, tenía un inteligente sentido del humor y una capacidad extraordinaria para contagiar su entusiasmo por los libros.
No obstante, haberlo escuchado no pasa de ser una simple anécdota, porque la verdadera experiencia con el autor está en el diálogo profundo, casi íntimo que sucede al momento de la lectura. Piglia en Respiración artificial afirmó que: “Escribir una carta es enviar un mensaje al futuro… La correspondencia es la forma utópica de la conversación porque anula el presente y hace del futuro el único lugar posible del diálogo”.
Podemos pensar que esta idea no es solo válida para las cartas sino que la podemos extrapolar a toda relación entre escritura y lectura. Por eso, la muerte de Piglia es solo un evento que no nos impide continuar la conversación que tenemos con el autor, una charla que solo termina cuando cerramos su libro.
* Doctora en Literatura y Estudios Culturales de la Universidad de Georgetown. Es profesora en la Universidad de Indianápolis, donde enseña e investiga sobre América Latina. anaferreira1810@gmail.com