Esta comunidad remota de Nariño atraviesa la pandemia en medio del abandono eterno del Estado y de un conflicto armado que no cesa.
Maite Rosales*
Un territorio biodiverso
“Situaciones como estas nos ayudan a reafirmar la necesidad de trabajar en tonga, ya que la unión de nuestros saberes, habilidades y capacidades nos permiten construir acciones desde y para la comunidad. Hay que volver la mirada al territorio”. Estas palabras de Fernando Martínez, presidente de la Junta Veredal de Imbilí Carretera captan bien el dolor y la fuerza de quienes habitan ese rincón olvidado de Colombia.
La comunidad de Imbilí Carretera está a 45 minutos de Tumaco, hace parte de la zona rural del departamento de Nariño y comparte la frontera con la zona rural de Ecuador. Imbilí es un territorio con una biodiversidad impresionante, pues está rodeado por un río que conecta los dos países, además de que cuenta con una gran cobertura forestal que fertiliza sus suelos.
Su ubicación geográfica es envidiable debido a que, por un lado, saluda al río y por el otro, al mar. Su gente, que hace parte de ese hermoso paisaje, armoniza a Imbilí. Sin embargo, sus pobladores vivimos con miedo, pues, inclusive antes de la pandemia, hemos estado en una “cuarentena obligatoria”.
Durante muchos años, la comunidad de Imbilí Carretera se ha visto en la obligación de reinventarse, de manera que continuamente estamos empezando desde cero.
La palma africana
En 2005, una nueva preocupación invadió a los agricultores: la enfermedad de la Palma africana que afectó los cogollos de las plantaciones. Es una enfermedad de la que, hasta la fecha, se desconoce la cura.
En cuestión de semanas, tanto el agricultor pequeño como el mediano y el grande vieron en la región cómo sus fincas quedaban desiertas, mientras se preguntaban: “¿qué hacemos?, ¿cómo detenemos esto?”

Foto: Facebook Alcaldía de Tumaco
En estos territorios no se cuenta con los servicios de salud suficientes para enfrentar un brote agresivo de coronavirus.
Para el 2008, la enfermedad de la Palma africana –también llamada pudrición de cogollo– había afectado aproximadamente 36.934 hectáreas en el municipio de Tumaco. Debemos tener en cuenta que se estima que el cultivo de la palma de aceite en Tumaco crea alrededor de 6.800 empleos directos y 10.200 empleos indirectos.
Lo cierto es que no sabemos de qué vamos a morir primero, si de COVID-19 o a causa de la guerra por el control del territorio.
Además, cerca del 50% de los cultivos, que corresponden a unas 18.000 hectáreas, pertenecen a pequeños y medianos productores. Así que luego de esto, a todos nos tocó reinventarnos.
Los agricultores se vieron en la obligación de migrar hacia nuevos cultivos, como el cacao, que presenta un río de oportunidades, pero, al mismo tiempo un reto. Para ver la primera producción y, por lo tanto, las primeras ganancias tienen que pasar cuatro años. Y bueno, así nos tocó seguir.
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Un problema tras otro
Un año después, en 2009, se registró un desastre natural sin precedentes: el Río Mira se desbordó. Muchas familias Imbiliseñas se quedaron sin nada, pues sus casas, sus pertenencias y sus fincas desaparecieron en cuestión de horas. En un solo día el desbordamiento del Río Mira nos obligó a iniciar de cero y dejar atrás todo lo que habíamos logrado conseguir con tanto esfuerzo.
Luego del desastre, empezaron los enfrentamientos entre los grupos armados, y nosotros como comunidad, estuvimos en medio del fuego cruzado a la espera de saber quién ganaría. Con el corazón en la mano, esperamos las venideras y nuevas normas de convivencia en el territorio: toques de queda, extorciones –también llamadas vacunas–, robos a comerciantes en la zona fronteriza y los asesinatos de comerciantes o de aquellas personas que no cumplieran con las reglas.
Una nueva prueba: COVID-19
Si bien es cierto que siempre hemos sobrevivido, ahora, este 2020 nos sorprende y nos pone a prueba. Numerosas limitantes como la falta de puestos de salud, seguridad alimentaria, seguridad estatal y agua potable ponen en riesgo nuestra capacidad de reinventarnos.
Actualmente, siete comunidades del Consejo Comunitario Alto Mira dependen del Centro de Salud ubicado en la comunidad de Imbilí Carretera, pues dos veces a la semana van los médicos que cuentan con una sola enfermera. Además, las condiciones de la infraestructura, los equipos y las herramientas dejan mucho que desear.
Al inicio de la pandemia, nos invadieron las dudas: ¿tendremos la capacidad de hacerle frente a esta pandemia?, ¿contamos con las herramientas necesarias?,¿tenemos médicos? A todas estas preguntas, la respuesta es y ha sido siempre un rotundo no.

Foto: IGAC
Imbilí, siendo parte de Tumaco, cuenta con una posición geográfica envidiable, con el mar a un lado y un río al otro.
Los líderes de la Junta Veredal de Imbilí Carretera cerraron la zona fronteriza y colocaron puestos de control
Lo cierto es que no sabemos de qué vamos a morir primero, si de COVID-19 o a causa de la guerra por el control del territorio. Nos preguntamos: ¿qué nos llevará primero, un enemigo invisible o el visible? Nuestra comunidad ahí, nuevamente se ve sin la capacidad de decidir.
Hoy por hoy, ya tenemos dos casos de COVID-19 confirmados en Imbilí y nuestra pregunta ¿qué hacemos? ¿Qué hacemos con la falta de infraestructura médica y la exclusión a la que nos ha sometido el Estado?
A falta de pan…
Muchas lideresas y líderes a quienes he estado acompañando y apoyando en momentos coyunturales como estos se unieron y decidieron crear la campaña #JuntosPorimbilí. La campaña es organizada por la Fundación el Monta Imbilí y la Fundación Juvenil Alto Mira y Frontera con el objetivo de recaudar los fondos necesarios para abastecer de alimentos y elementos de protección a los centros de salud y los puestos de control.
Entre tanto, los líderes de la Junta Veredal de Imbilí Carretera cerraron la zona fronteriza y colocaron puestos de control o tamizaje. En aquellos puestos de control desinfectan carros, motos y personas que entran, les toman la temperatura y llevan un registro detallado de cada persona que pasa por el puesto de control ubicado a la entrada del pueblo.
A través de las redes sociales, un grupo de universitarios decidió alertar a la población acerca del virus y creó contenido informativo sobre las medidas necesarias para combatirlo. A esta iniciativa se unieron médicos de la comunidad.
Sin embargo, a pesar de todos los intentos, el 14 de mayo nos confirmaron el primer caso de muerte a causa del COVID-19: una joven madre de tres niños.
Todos los días tenemos miedo de recibir una llamada que anuncie una nueva víctima. Aun así, seguimos con la esperanza de seguir aportando y hacer frente a la pandemia que no da espera.
La campaña #JuntosPorImbilí logró enviar a inicios del mes de mayo equipos de bioseguridad, gel antibacterial, guantes, tapabocas, alcohol, tanto para el centro de salud de Imbilí Carretera candelilla, como para los puestos de control.
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Nos reinventamos
Para el mes de junio esperamos poder enviar 350 mercados, camillas para el centro de salud, equipos de bioseguridad, alcohol y tapabocas a la comunidad con el apoyo de la campaña Colombia cuida a Colombia en alianza con la empresa Palmas de Tumaco.
Queda claro que, si hablamos de reinventarnos y transcender, los pueblos del Pacífico tienen mucho que enseñarle a esa Colombia que nunca los ve, pero que les pide paciencia. ¿Cuántas décadas más necesitan para vernos? Así nos excluyan, seguiremos construyendo territorio.
No queda más que agradecer a los líderes comunitarios por su gran trabajo, entrega y compromiso por el territorio que nos permiten tener fe aún.
Agradecimientos especiales:
Junta Veredal de Imbilí Carretera
Líderes comunitarios
Fundación El Monta Imbilí
Donantes de la campaña #JuntosPorImbilí
Fundación Alto Mira y Frontera
Mónica Flores
Gustavo paz
Bomberos Voluntarios de Tumaco
* Integrante de la Red de liderazgo Manos Visibles, agrónoma de la Universidad del Pacífico Buenaventura, estudiante de la Maestría en Gerencia y Práctica del Desarrollo de la Universidad de los Andes. @m_escarria en Twitter e Instagram
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