Renta básica universal: aprendizajes de la COVID-19 - Razón Pública
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Renta básica universal: aprendizajes de la COVID-19

Monica Uribe

En un país con la pobreza de Colombia, la renta básica se necesitaba desde antes; pero con la pandemia esta necesidad se ha vuelto más evidente.

Mónica Uribe Gómez* y Catalina María Vásquez Russi**

Una crisis que nos despertó

Después de cuatro meses de aislamiento preventivo y de medidas para disminuir los daños de la propia cuarentena, es evidente la necesidad de repensar cómo atender a la población más vulnerable. La renta básica universal es una buena alternativa.

El mes de julio se ha caracterizado por el aumento acelerado de contagios y muertes. Los servicios de salud han llegado a extremos de tensión; los gobernantes han tenido que adoptar nuevas medidas de aislamiento en Bogotá, Cartagena, Barranquilla, Medellín y Cali. Según el director de Fedesarrollo, la contracción de la economía para 2020 podría llegar a «7,9 %, como consecuencia de la expansión del virus y el confinamiento, lo que significa disminución del consumo, aumento del desempleo, de la pobreza y la desigualdad».

Fuente: https://www.dane.gov.co/estadisticas-por-tema/mercado-laboral/empleo-y-desempleo

Según el DANE, la tasa de desempleo del mes de mayo fue de 21,4 %: 10,9 % más que el año anterior.
Por su parte, las proyecciones para el mes de julio de CEPAL estiman que en 2020 aumentaría en 45,4 millones el número de personas en situación de pobreza en América Latina; el total pasaría de 185,5 millones en 2019 a 230,9 millones en 2020: el 37,3 % de la población latinoamericana.

La renta básica en Colombia y Latinoamérica

Ante este panorama desalentador, la Cepal propone avanzar hacia un ingreso básico; este haría efectivo el derecho a la sobrevivencia, sostendría el consumo de los hogares y disminuiría la inequidad, que se agudizó con la COVID-19.

En línea con esta propuesta, un grupo de congresistas de oposición presentó un proyecto de ley que establecería una renta básica de emergencia para los más afectados por la cuarentena. Los senadores Iván Marulanda (Alianza Verde) y Aida Avella (Unión Patriótica) apoyan este proyecto junto con más de 50 parlamentarios y 20 representantes de distintas colectividades.

Esta iniciativa se había presentado en meses anteriores, pero no logró llegar al primer debate; se propondrá de nuevo en el marco de la legislatura que comenzó el 20 de julio. Como contrapropuesta, el partido de gobierno, en cabeza del representante del Centro Democrático Ciro Ramírez, plantea que los subsidios aprobados para la emergencia —como el Ingreso Solidario— adquieran carácter permanente.

La propuesta de renta básica subsidiaría con un salario mínimo (879.000 COP) y por tres meses a las familias pobres —cerca de 4 millones de hogares— y al 100 % de familias vulnerables —3 millones de hogares, que incluyen a quienes perdieron sus ingresos por el confinamiento—. La mayoría de estas personas hacen parte del sector informal o son dueños de pequeños negocios que tuvieron que cerrar; representan al 42,8 % de las personas ocupadas del país.

Foto: Facebook Angelica Lozano El proyecto de renta básica será presentado en esta nueva legislatura

Que es y cómo funciona la renta básica universal

La renta básica es un subsidio monetario directo y no condicionado que el Estado garantiza a todos los ciudadanos. Sus propósitos son dar acceso a una canasta básica para una subsistencia digna y proteger la libertad de elegir la forma de vida.

Una política de este tipo elimina el riesgo de que los hogares puedan caer en la pobreza extrema.

El costo de esta iniciativa para Colombia se ha estimado alrededor 19 billones de pesos (2,9 % del PIB); se financiaría con mecanismos como un impuesto progresivo a los más ricos, recursos de la deuda, ingresos de la nación que no se estén usando y suspensión de los programas sociales actuales, cuyos recursos se usarían de forma más eficiente y equitativa.

El costo sería bajo si se compara con otros países: Perú ha destinado 12 % de su PIB; Chile, 8,5 %.

Según Jorge Espitia, este no es un tema nuevo; la diferencia es que la pandemia llevó la discusión del ámbito académico al político. Esto ocurrió en Colombia y otros países; en España, el 10 de junio, se aprobó el Ingreso Mínimo Vital: 461 euros mensuales.

Las medidas del gobierno: ¿por qué no son suficientes?

Pese la pertinencia de esta iniciativa, el gobierno ha manifestado reiterativamente su inviabilidad: desde su punto de vista, el programa Ingreso Solidario —que subsidia 160.000 COP mensuales—, Familias en Acción, Jóvenes en Acción y Colombia Mayor ya atienden esta demanda.

No obstante, la relevancia de estos apoyos, los montos transferidos son muy bajos: no alcanzan para las necesidades básicas de las familias, que tienen que seguir exponiéndose a situaciones de riesgo; además, estos subsidios no cubren a toda la población en situación pobreza.

Es esencial tener en cuenta que la crisis se extenderá por mucho tiempo. Más todavía, una política social efectiva necesita herramientas que de veras atenúen las desigualdades existentes —y esto a su vez supone un papel más activo del Estado—.

Una de las críticas a la renta universal sostiene que ella tiende a disminuir el esfuerzo personal o induce a que la gente busque que “todo sea regalado”.

Pero este es más un prejuicio que una realidad; los experimentos han mostrado que la renta básica contribuye para que las personas sientan menos inseguridad y estrés por la sobrevivencia. Según concluye David Casassas, a la mayoría de la gente le gusta esforzarse y sacar adelante un proyecto de vida propio si cuenta con los medios para hacerlo.

Foto: Integraciacion social El gobierno nacional ha reiterado que es inviable esta propuesta.

La pandemia, una oportunidad

La experiencia ha mostrado que los mejores abordajes sociales frente a las crisis combinan medidas de carácter universal —como la renta básica— con acciones específicas para resolver dificultades como el hacinamiento o la falta de servicios básicos como el agua potable.

Es momento de ir más allá de lo urgente, de voltear la mirada a quienes no han sido incluidos en los beneficios del crecimiento; hoy se han hecho más visibles por la crudeza de las condiciones que les ha impuesto el confinamiento.

Las acciones gubernamentales necesitan eficiencia, pero también solidaridad y empatía con el sufrimiento de los otros. Esta pandemia va dejando efectos devastadores, pero también es una oportunidad para cambiar un destino que no es ineludible. La Unión Europea dio un ejemplo de capacidad de respuesta a los desafíos económicos y sociales que impone la pandemia: aprobó un paquete de rescate económico sin precedentes para apoyar a los países, empresas y trabajadores.

Un Estado más humano, una economía orientada al bienestar

Según Bernardo Kliksberg, la agenda de políticas a partir de ahora debe contemplar cuatro circunstancias que ya eran importantes y la pandemia ha hecho aún más importantes: pobreza, desigualdad, cambio climático y racismo.

Por eso se necesita más Estado y que “ese Estado tenga más rostro humano”: hay que volver a poner el bienestar de las personas en el centro de la economía.

Los cambios son posibles: las circunstancias actuales son consecuencia de decisiones tomadas por los gobiernos, que en gran medida han “normalizado” las desigualdades. Por ejemplo: un grupo reducido de ciudadanos puede trabajar desde casa y los demás tienen que arriesgar su vida por las condiciones precarias que no les permiten comer si no salen a la calle.

El desmoronamiento de servicios vitales —salud, alimentación y derecho al trabajo- es resultado de decisiones políticas que podrían revertirse con un nuevo pacto social que dé rostro humano a las acciones estatales.

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