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Por el reconocimiento de los trabajos invisibles

Escrito por Suelen Emilia Castiblanco

El pasado 29 de octubre sucedió un hecho histórico que pasó prácticamente desapercibido en medio de la jornada electoral. Este día fue proclamado como Día Internacional de los Cuidados y el Apoyo por la Asamblea General de las Naciones Unidas. La resolución 77/317 del 24 de julio de 2023 reconoce, entre otros, que: a) el trabajo de cuidado y doméstico no remunerado es invisible, infravalorado y altamente feminizado, y b) la fuerza de trabajo que proporciona cuidados y apoyos es mayoritariamente femenina y especialmente vulnerable a la precarización laboral.

Empecemos por lo primero, ¿A qué nos referimos con cuidados? Repasar la evolución de este concepto excedería el alcance de esta columna, lo que sí es claro es que “es un concepto en construcción” (Batthyány, 2023). A principios de los noventa, Joan Tronto y Berenice Fisher (1990) definieron el cuidado como “todo lo que hacemos para mantener, reparar y continuar nuestro mundo de forma que sea posible vivir en él de la mejor manera posible”. Y aunque esta definición fue un hito en el pensamiento feminista, si nos detenemos en ello, casi todas las actividades que desarrollamos serían trabajos de cuidado. Entonces, apelando al pragmatismo que caracteriza a una parte de las ciencias sociales, se ha tendido a definir estos trabajos recurriendo a un concepto de vieja data usado por las feministas marxistas, el trabajo reproductivo. Así, podríamos entender los trabajos de cuidado como todas aquellas actividades encaminadas al sostenimiento de la vida humana.

En Colombia, la Ley 1413 de 2010 reguló la inclusión de la economía del cuidado en el Sistema de Cuentas Nacionales. Como resultado, contamos con la Cuenta Satélite de Economía del Cuidado y, cada tres años, el Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas -DANE- implementa la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo -ENUT-, que ya tiene tres mediciones (2012-2013, 2016-2017 y 2020-2021). Pero para medir, se requiere definir, y es por eso por lo que menciono estas dos herramientas. El DANE considera trabajos de cuidado no remunerados -TCNR- aquellos relacionados con el suministro de alimentos, mantenimiento de vestuario, limpieza, mantenimiento y reparación, compras y administración, actividades de cuidado de menores de cinco años, personas mayores o con discapacidad, voluntariado, cuidado pasivo y actividades conexas y traslados.

Lo primero que evidencia la nueva ENUT es que un 90,3% de las mujeres y un 63% de los hombres participan en los TCNR. Las mujeres dedican a los TCNR 7 horas y 44 minutos al día y los hombres dedican un promedio de 3 horas y 6 minutos. La brecha entre hombres y mujeres se evidencia desde los 10 – 17 años (1:45 hombres; 3:00 mujeres) hasta más de los 76 años (3:10 hombres; 4:27 mujeres). En las edades “reproductivas”, 30 – 39 años, la brecha alcanza las 7 horas (3:51 hombres;10:45 mujeres).

Estas brechas afectan en términos económicos, sociales, físicos, mentales y emocionales a las mujeres. Valga señalar que la alta dedicación de las mujeres a los TCNR conlleva a una menor dedicación a los trabajos remunerados, lo que se traduce en menores o nulos ingresos, bajo acceso y control de recursos, dificultad para trabajar de manera formal, etc. En síntesis, condena a las mujeres a la pobreza presente y a la indigencia futura.

En cuanto al segundo punto de la Resolución, si la conceptualización de los TCNR es compleja, la de los cuidados remunerados lo es aún más. Una publicación del equipo de investigación Quanta. Cuidado y Género, propone incluir en los trabajos remunerados la educación, actividades de atención de la salud humana, de asistencia sin alojamiento y el empleo doméstico. Las autoras estiman que, en 2019, cerca del 30% de las mujeres ocupadas (2.002.836) y el 6% de los hombres ocupados (602.036) trabajaban en este sector; un año después estas cifras cayeron en un 21.3% y 8.2%, respectivamente.

Como se evidencia, al igual que los TCNR, los TCR son altamente vulnerables y feminizados. El ingreso promedio por hora de las trabajadoras de cuidado en 2019 fue de $7.040, un 43,79% inferior al de los hombres del sector. El 41,1% de las trabajadoras del sector eran informales, con menos de un 20% de trabajadoras domésticas afiliadas a la seguridad social. Esto convierte al sector de cuidados remunerados en el segundo sector, después de comercio al por mayor y al por menor, con mayores niveles de informalidad laboral.

A esto se le debe sumar el alto costo emocional que asumen las trabajadoras de cuidado. Muchas trabajadoras domésticas dejan sus familias al cuidado de sus madres y abuelas “para cuidar familias de otros”. Recientemente, una trabajadora doméstica preguntaba “¿Y a mí quién me devuelve el tiempo que perdí con mis hijos?” Sea la ocasión para invitar a nuestros recién elegidos representantes a considerar estas preguntas en sus planes de gobierno.

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