La candidatura de Francia Márquez demostró que el racismo sigue presente en Colombia, a pesar de los acontecimientos recientes que han ayudado a denunciar este problema.
Pastor Murillo*
La persistencia del racismo
La posibilidad real de que la líder social y abogada Francia Márquez sea elegida vicepresidenta ha mostrado que el racismo y la discriminación racial persisten en la sociedad colombiana.
Aunque la mayoría de los ataques se han dirigido contra Márquez, es importante recordar que hay otros cuatro candidatos afrodescendientes a la vicepresidencia: el exministro de Ambiente Luis Gilberto Murillo, fórmula de Sergio Fajardo; Marelen Castillo, vicerrectora académica de la Universidad Minuto de Dios y fórmula de Rodolfo Hernández; Sandra de las Lajas, fórmula de John Milton Rodríguez; y Ceferino Mosquera, que competirá junto con Luis Pérez.
Son múltiples las aristas desde las cuales se puede abordar el tema del racismo. En esta oportunidad me concentraré en dos:
- el “efecto George Floyd” —punto de inflexión en la lucha contra el racismo y la discriminación racial en el mundo y, al parecer, también en Colombia—; y
- la instrumentalización política del racismo y la discriminación racial.
El efecto George Floyd
Después del asesinato de George Floyd a manos de del hoy ex agente de la policía Derek Chauvin —condenado a 22 años de prisión— en complicidad con tres de sus colegas, también condenados, se produjo un tsunami de repudio que ha marcado un punto de quiebre en la conciencia colectiva sobre el racismo a nivel global.
En esa ocasión, cientos de miles de personas de todos los colores de piel, edades, géneros y condiciones sociales se movilizaron y alzaron su voz de rechazo al racismo y la discriminación contra los afrodescendientes y toda forma de discriminación.
Tengo muy presente la pancarta que enarboló una mujer blanca, en una de las grandes marchas en Ginebra, Suiza, quien se sintió interpelada porque consideraba que “cuando Floyd en su agonía llamaba a su madre ya fallecida en realidad estaba llamando a todas las madres del mundo”.
En Colombia, las expresiones racistas contra de Francia Márquez provocaron una oleada de rechazo, que no está aislada de ese contexto internacional. En gran parte, ese rechazo es producto del trabajo incansable de organizaciones como el Movimiento Nacional Cimarrón, el Proceso de Comunidades Negras (PCN), la Conferencia Nacional de Organizaciones Afrocolombianas (CNOA), la organización Chao Racismo y el Observatorio contra el Racismo y la Discriminación Racial de la Universidad de los Andes.
Cabe resaltar que en Colombia hay un buen número de organizaciones y redes de mujeres negras, por ejemplo, la Red de Mujeres Afrocolombianas Kambirí y la Mesa Nacional de Mujeres Negras /Afrocolombianas /Raizales /Palenqueras y de la Diáspora, entre otras.
Otro factor que ha contribuido al aumento notorio de la sensibilidad nacional sobre el racismo fue la publicación de las conclusiones y recomendaciones de la Comisión Intersectorial para el Avance de la Población Afrocolombiana, Palenquera y Raizal. También han aportado la proclamación del 2011 como el Año Internacional de los Afrodescendientes y luego del Decenio 2015-2024 como el Decenio Internacional para los Afrodescendientes. De hecho, la Ley 1482 de 2011, que penaliza el racismo y la discriminación racial, es resultado del “Año Afro”.
Los candidatos deberían tomar este momento como una oportunidad para formular propuestas orientadas a superar dicho racismo estructural y atender, por ejemplo, los efectos desproporcionados de la violencia y del hambre.
El rotundo repudio y la sanción social que han recibido quienes han protagonizado recientemente los actos de racismo contra Francia Márquez representan un indicador indiscutible del salto cualitativo que ha dado el país en el camino hacia el combate al racismo y la discriminación racial.
El gran desafío ahora es garantizar que dicho cambio en los distintos ámbitos de la vida nacional se sostenga y profundicen.
Otros casos emblemáticos de racismo en Colombia
Las manifestaciones de racismo y discriminación racial que ha sufrido la candidata Francia Márquez, y por extensión el pueblo afrocolombiano, no constituyen un hecho aislado.
Entre los casos más emblemáticos, cabe señalar el asesinato del joven Anderson Arboleda en Puerto Tejada, Cauca, en mayo de 2020, del que se acusa a un agente de la Policía quien se encuentra respondiendo ante la justicia, en un proceso que debería suscitar una mayor atención.
Igualmente cabe recordar el perfilamiento racial del que fue víctima el señor Carlos Angulo, por parte de varios agentes de la Policía, que dio lugar a una contundente reacción de parte de la víctima y que contagió a Colombia en su conjunto.
Colombia también reaccionó con indignación ante el caso protagonizado por la “Revista Hola” y cuatro mujeres de la familia Zarzur de Cali, quienes, para una foto, recrearon una escena propia de la esclavitud, con dos mujeres afrodescendientes empleadas del servicio doméstico.
De igual manera, varios casos de racismo que las redes sociales se han encargado de poner en los reflectores del país y de los medios de comunicación, han derivado en Sentencias de la Corte Constitucional.
Al igual que Márquez, el señor Jhon Jak Becerra Palacios fue víctima de injurias raciales en su entorno laboral, que resultaron en una sentencia contra la empresa A.R Restrepos S.A.S de Medellín. En palabras de la Corte, “se utilizaron vocablos y expresiones para referirse al accionante tales como “mico”, “kini”, “gorila”, “los frijoles no son comida, el vallenato no es música y los negros no son gente”.
También, mediante Sentencia T-691, la Corte tuteló los derechos a la igualdad y la no discriminación de Heiler Yesid Ledezma Leudo, víctima de discriminación racial en la Universidad Distrital de Bogotá.
Con la Sentencia T-1090/05, la Corte Constitucional tuteló los “derechos fundamentales al libre desarrollo de la personalidad, la honra y la dignidad humana de las hermanas Johana y Lena Acosta Romero, a quienes, por su color de piel, se lez negó el ingreso a las discotecas “La Carbonera LTDA” y “QKA-YITO” en la ciudad de Cartagena.
Incluso, la representación diplomática de Reino Unido e Irlanda del Norte se hizo acreedora de una sentencia de la Corte Constitucional, debido a los actos de racismo contra el ciudadano afrocolombiano Darwin Ayrton Moreno, quien trabajaba en dicha embajada.

La instrumentalización política del racismo
En todo el mundo, la pandemia tuvo un efecto desproporcionado sobre la población afrodescendiente, que mostró las desigualdades estructurales en nuestros países.
Posteriormente, el asesinato de George Floyd produjo una agitación en la conciencia colectiva global, favorecida por la comunicación digital, que permitió que los hechos se conocieran en tiempo real. Aunque existe la tendencia a pensar que el fenómeno se ha exacerbado, la realidad es que hoy el racismo en el mundo ya no puede esconderse.
Sin embargo, es un hecho que hay quienes aún enarbolan el racismo, entendido como una “teoría, doctrina, ideología o conjunto de ideas que enuncian un vínculo causal entre las características fenotípicas o genotípicas de individuos o grupos y sus rasgos intelectuales, culturales y de personalidad, incluido el falso concepto de la superioridad racial”.
Cada vez más, líderes de todas las regiones del mundo usan discursos de odio para mover las pasiones de los votantes con mucho éxito, no solo en detrimento de la democracia liberal, sino de la paz y la seguridad internacionales.
Surgen líderes que alientan el etnonacionalismo, como estrategia efectiva para hacerse o perpetuarse en el poder. Los casos recientes en Estados Unidos, Brasil, Reino Unido y otros países de Europa son muy elocuentes y tienen como chivos expiatorios al migrante, al otro, al “diferente”.
Para colmo, la invasión de Rusia a Ucrania, basada en una narrativa etnonacionalista, que tiene como eje la lengua. Además de resultar en la destrucción de una nación democrática, amenaza con una tercera guerra mundial o, cuanto menos, con tirar al traste las esperanzas de recuperación post pandemia, en las que el mundo estaba empeñado.
Profundizar el debate
Los actos de racismo contra Francia Márquez muestran un interés desesperado por introducir la cuestión étnico-racial como un factor político en el contexto de las próximas elecciones.
Por eso, en lugar de hacerle eco a esas voces, los formadores de opinión y la ciudadanía en general debemos concentrarnos en la oportunidad de profundizar el debate público sobre el racismo y la discriminación racial estructural y cotidiano que históricamente ha padecido el pueblo afrodescendiente.
Por su parte, los candidatos deberían tomar este momento como una oportunidad para formular propuestas orientadas a superar dicho racismo estructural y atender, por ejemplo, los efectos desproporcionados de la violencia y del hambre. Eso permitirá demostrar que la selección de cinco afrodescendientes como fórmulas vicepresidenciales no responde a una estrategia meramente cosmética y electorera.
Finalmente, cabe mencionar, como un aspecto medular en este debate, que el racismo y la discriminación contra las mujeres negras constituye un escenario complejo, donde se entrecruzan diversas exclusiones: étnico-racial, de género y de clase social.
En este aspecto, las mujeres afrodescendientes, desde los procesos organizativos y la academia, han aportado importantes reflexiones y conocimientos en torno a la interseccionalidad de los factores que determinan su realidad particular y que denuncian como una triple discriminación: por ser negra, mujer y pobre.