El ministro Ocampo acertó al afirmar que quienes ganan diez millones pertenecen a la clase alta: vivimos en un país de pobres. También es cierto que las élites ganan mucho más y deberían pagar muchos más impuestos.
María José Álvarez Rivadulla*
Poema a la clase media
Clase media
medio rica
medio culta
… entre lo que cree ser y lo que es
media una distancia medio grande
Desde el medio
mira medio mal
a los negritos
a los ricos
a los sabios
a los locos
a los pobres
Si escucha a un Hitler
medio le gusta
y si habla un Che
medio también
Daniel Cézare
Impuestos inequitativos
Con el cambio inminente de gobierno se ha empezado a hablar de una reforma tributaria que permita financiar el gasto necesario para los cambios que Petro propone sin aumentar el endeudamiento.
En comparación con otros países de la región, Colombia tiene poco gasto social e índices muy altos de desigualdad y pobreza. Además, en Colombia la desigualdad no disminuye al descontar los impuestos y agregar las transferencias. El índice Gini al mirar los ingresos de mercado (salarios y otras rentas), es prácticamente igual al índice Gini después de impuestos (actualmente está en 0,52).
Mientras que en países con índices similares de desigualdad de ingresos (como Irlanda y Francia), el Gini baja enormemente (alrededor del 0,3) al tener en cuenta los impuestos y las transferencias, en Colombia los impuestos no mejoran la distribución de los ingresos.
Y deberían hacerlo, porque la desigualdad excesiva tiene efectos negativos para todos –incluyendo a los más ricos– entre los que se destacan una menor calidad de vida, mayores tasas de inseguridad, miedo a usar el espacio público e incluso problemas de salud mental.
Las declaraciones de Ocampo
El nuevo ministro de Hacienda José Antonio Ocampo causó revuelo al afirmar que las personas que ganan diez millones de pesos en Colombia no pertenecen a la clase media sino a la clase media alta o alta y, por tanto, deberían pagar más impuestos.
Muchos creen que ganar diez millones de pesos no es sinónimo de ser de clase alta y que es injusto que sean los trabajadores de ingresos altos quienes paguen más impuestos y no los “verdaderos ricos”. Este alboroto no es menor si recordamos que la última reforma tributaria fue el detonante de las protestas más importantes de la historia reciente de Colombia. Muchos ciudadanos sintieron que era injusto que la clase media pagara más impuestos en un país más tan desigual como Colombia.
¿Quién está en lo cierto? ¿El ministro que dice que quienes ganan más de diez millones son de clase alta, o quienes dicen que los verdaderamente ricos son otros?
Los más ricos de Colombia ganan mucho más de diez millones. Sin embargo, quienes ganan este monto en sí pertenecen a la clase alta porque la clase siempre depende del contexto.
En este artículo argumento que a pesar de que la clase media es amplia y tiene definiciones múltiples, en Colombia las personas de clase media no ganan más de diez millones y, por tanto, no son quienes llevarían la mayor carga de la reforma tributaria propuesta por el nuevo gobierno.
La clase objetiva
Antes que nada, es importante entender las diferencia entre la clase objetiva y la clase subjetiva. La primera es nuestra posición socioeconómica, que determina aspectos fundamentales de nuestras vidas como los derechos, ingresos, calidad de vida e incluso expectativa de vida. Esa posición siempre depende de la sociedad en la que vivimos.
Para la sociología, la clase media está compuesta por individuos que tienen ocupaciones no manuales que requieren ciertas habilidades que la clase baja no tiene. Esto incluye secretarias, vendedores de empresas grandes y microempresarios con empleados a cargo. En contraste, la clase alta está compuesta por personas que tienen más habilidades, autoridad o capital que las de clase media. Suelen tener educación superior, ser propietarios de pequeñas o medianas empresas o tener un gran número de empleados a cargo.
Al observar la variable que usan los economistas para medir la clase, vemos que el ingreso real per cápita del quintil superior de ingresos es, en promedio, inferior a dos millones de pesos. Esto significa que quienes ganan más de dos millones de pesos pertenecen al 20% de los que más ganan en Colombia y, por tanto, quienes ganan diez millones están aún más arriba en la pirámide socioeconómica.
Es importante señalar que los ingresos suelen ser una consecuencia de la posición en el mercado laboral, por lo cual los sociólogos prefieren usar la ocupación en vez de los ingresos para medir la clase. En efecto, en el caso colombiano, la mayor parte de los ingresos son laborales y pese a que el porcentaje de otros ingresos es más alto a medida que aumentan los ingresos, incluso para el quintil más rico, el 70% de los ingresos son laborales.
Vale la pena recordar que, en Colombia, quienes cuentan con educación superior ganan más que quienes no la tienen y, por tanto, podrían ser considerados de clase alta.
En suma, si usted tiene educación universitaria o un empleo no manual calificado, es dueño de una empresa mediana o grande o un alto ejecutivo, usted no pertenece a la clase media.
La clase subjetiva
Por otra parte, la clase subjetiva se refiere a la percepción que tienen los individuos sobre su posición socioeconómica, es decir, la clase a la que creen o sienten que pertenecen. En un estudio que realicé con personas que objetivamente pertenecen a la clase media y media alta, encontré que en Colombia la educación y el barrio son claves para determinar quién se considera de clase media.
En el estudio establecí una comparación con Uruguay y descubrí que en Colombia saber “hablar bien” y “acceder a educación privada” son fundamentales para que las personas consideren que alguien pertenece a la clase media. Esto es algo normal en una sociedad altamente desigual y con una gran fragmentación educativa. El barrio y sobre todo el estrato del barrio también son pistas usadas por las personas para establecer a qué clase pertenecen los demás. La mayoría identifica como clase media a quienes viven en estratos 3 y 4.
Resulta interesante que, al controlar por riqueza y educación, las personas de piel oscura se consideran a sí mismas de clase más baja que el resto de la población, lo cual da cuenta de la interseccionalidad entre clase y raza en un país que aún es racista y clasista.
Otro hallazgo interesante es que a los colombianos les cuesta hablar de clase. De hecho, hablan más de estrato que de clase y distinguen a la clase media de la clase alta porque la última no depende tanto de los ingresos laborales, lo cual no necesariamente es cierto como expliqué anteriormente.
Aunque existen diferencias entre la clase objetiva y la subjetiva, no es cierto que en Colombia todos crean que son de clase media. Según el Barómetro de las Américas, los colombianos tienen bastante “conciencia de clase” en comparación con los ciudadanos de otros países de la región.
En efecto, en otro estudio donde analizamos datos del Barómetro de las Américas encontramos que los colombianos tienen una percepción bastante acertada de su posición de clase, pues aquellos que tienen más educación y riqueza se consideran de clase más alta y quienes viven en las ciudades también.
Resulta interesante que, al controlar por riqueza y educación, las personas de piel oscura se consideran a sí mismas de clase más baja que el resto de la población, lo cual da cuenta de la interseccionalidad entre clase y raza en un país que aún es racista y clasista. La antropóloga Mara Viveros ha escrito extensivamente sobre las dificultades adicionales que enfrentan las personas negras que pertenecen a la clase media, quienes deben pasar por procesos de blanqueamiento para pertenecer.

La responsabilidad de las élites
Con todo esto no quiero decir quienes se indignaron por las declaraciones de Ocampo estén completamente equivocados, pues es cierto que los más ricos de Colombia ganan mucho más de diez millones. Sin embargo, quienes ganan este monto sí pertenecen a la clase alta porque la clase siempre depende del contexto. En otras palabras, la pobreza y la riqueza siempre son relativas.
En Colombia hay élites rentistas y acaparadoras que concentran la riqueza y las distancias sociales son tan amplias que las élites no comparten los espacios de ocio ni la educación ni los matrimonios con las clases medias. La movilidad social es tan reducida que los títulos universitarios no alcanzan.
Por todo esto, las élites son percibidas como grupos distantes y poco comprometidos con el país. Ese es uno de los reclamos de quienes pertenecen objetivamente a la clase media alta o alta, pero no forman parte de dichas élites. Indudablemente, es importante que esos grupos tributen más y muestren compromiso con la redistribución, pues en últimas las reformas tributarias son pactos o contratos sociales que exigen la empatía y el compromiso de las élites.