No es simple curiosidad: las estadísticas son la base de las grandes decisiones. Por eso Usted debe saber qué pasó con el censo, que está pasando en el DANE y cómo prepararse para el próximo censo.
Héctor Maldonado*
Las cuentas no salieron
A finales de 2018 se presentaron los resultados preliminares del censo que levantó el Departamento Nacional de Estadística (DANE) durante ese mismo año.
Los datos sorprendieron por la gran diferencia entre el resultado final y el tamaño de la población que se esperaba a partir de las proyecciones que había elaborado el mismo DANE.
Este censo se realizó trece años después del anterior, y tres años más tarde de lo que recomiendan los organismos internacionales. Además, estos trece años implicaron el mayor lapso entre dos censos desde la mitad del siglo pasado.
Este censo tuvo lugar en un año de elecciones, o sea bajo la vigencia de una ley de garantías electorales que reduce el margen de contratación por parte de las agencias del Estado. Esto obligó al DANE a contratar con un agente intermediario, algo que no es costumbre en la entidad.
Malas prácticas del DANE
Los principales puntos en el código europeo de buenas prácticas son la independencia, la imparcialidad, la reserva estadística (protección de la fuente) y la calidad de los institutos nacionales de estadística (INE).
Pero en Colombia no siempre se han cumplido a cabalidad con estos requisitos.
El DANE no debería preocuparse de la imagen del gobierno ni tampoco entregar información privilegiada. Todos los datos deben comunicarse una vez estén listos y ponerse a disposición de todos los usuarios al mismo tiempo (incluido el gobierno). Además, solo el director o directora o un funcionario expresamente delgado deben divulgar los comunicados de la entidad.
Sin embargo, en el pasado se entregaban resultados en primer lugar al presidente y a algunos ministros, y con frecuencia eran conocidos por algunos medios de comunicación. Si esto se hace así, debería anunciarse públicamente. El país debe saber si alguien tiene ese privilegio (inclusive si se trata del presidente de la República). En ocasiones es el presidente quien presenta los informes a la ciudadanía, lo que produce dudas sobre quién produjo los datos.
También existió la costumbre de calcular el avance del índice de precios al consumidor, un dato que se entregaba al presidente, al ministro de Hacienda y a la junta del Banco de la República. Esta práctica discriminaba a los demás usuarios, y tenía el agravante de la ausencia de control de calidad.
El DANE no debería preocuparse de la imagen del gobierno.
Además, al DANE se le asignan funciones que lo involucran en procesos ajenos a su misión esencial, como las certificaciones de precios para la aplicación individual a una empresa o a una marca. Primero fue la certificación de los precios de los cigarrillos y ahora el de los licores. No va a ser fácil para los recolectores del DANE explicar a las empresas que el propósito de sus encuestas no es subir los impuestos.
Por su parte, las declaraciones del director del DANE, Juan Daniel Oviedo, sobre el censo de 2018 dejaron un sabor amargo. Oviedo presentó las diferencias entre las proyecciones y los resultados del censo de población, lo cual dejó la sensación de que el censo estuvo mal hecho. Pero al mismo tiempo Oviedo analizó la evolución demográfica del país, dándole crédito al censo.
![]() Foto: Facebook DANE |
¿Esto quiere decir que hay un problema de volumen o tamaño de la población, pero no hay un problema de estructura -o composición por sexo, edades, región de residencia y otras variables básicas-? ¿Basta con determinar una tasa de cobertura (digamos, del 98,7% o el 99,6%) y ajustar el resultado del censo para tener el total? ¿El problema de cobertura fue en los hogares y es posible hacer los ajustes necesarios? ¿Al final cuánto afectaron los problemas de planeación?
Puede leer: Los más y los menos del Censo 2018.
¿Por qué debe importarnos?
No es cierto que los errores o demoras en un censo no afecten los demás datos: una diferencia del 10% en la población cambia drásticamente el ingreso per cápita así como la tasa de desempleo, porque cambian los llamados “factores de expansión” (o el peso relativo de cada ciudad, región o zona censal).
Si la magnitud es la anunciada, entonces el ajuste debe hacerse tan rápido como sea posible. Todo error debe anunciarse en el momento en que se conoce y nunca debe esconderse.
El director anunció una misión que estudiará el proceso censal y que todavía no ha rendido su informe.
El censo de 2005 tuvo problemas similares y la misión de entonces concluyó que el censo fue bueno y se podía usar, aunque se necesitaba ajustes y realizar muy pronto el nuevo censo. En este censo se presentó una intensa discusión sobre cómo medir la pobreza y sobre la inclusión de preguntas referentes a la discapacidad; además, el cuestionario fue modificado después de haber dado comienzo a la recolección.
Ojalá el director deje lista la organización del censo de 2023, e inicie un buen plan para el censo de 2028, que por fortuna será a mitad de período presidencial. Ojalá entonces se logre recobrar la credibilidad de tan necesaria institución.
Problemas en el DANE
El DANE tiene una tradición de seriedad y sus técnicos están capacitados para atender las investigaciones a su cargo.
No obstante, la entidad reproduce sus procedimientos y es excesivamente refractaria a incorporar métodos nuevos cuando estos son necesarios.
En el pasado, el marco para escoger muestras de empresas o establecimientos para las encuestas económicas era un censo que se hizo obsoleto por la aceleración de los cambios empresariales en el último tercio del siglo XX. En ese momento, asesores canadienses recomendaron utilizar como marco los registros administrativos (DIAN y otros). La reacción fue decir que “esos gringos no entienden que estamos en América Latina”.
Además, en el DANE no existen casi funcionarios de planta y de carrera con estudios avanzados, y este vacío se suple con contratistas cuya dedicación y permanencia impiden el desarrollo de nuevas investigaciones. En el período 1995-1997, con asesoría canadiense, se estableció un sistema de capacitación que se perdió con la nueva administración.
Usualmente, cuando se hacen reestructuraciones en la planta se incorpora personal con poca capacitación y experiencia. Por eso es necesario vincular a especialistas con nivel avanzado. Y cuando se discute el presupuesto se afirma que este es suficiente, si se le compara con la situación de los INE latinoamericanos.
A pesar de todo esto, México y Colombia son los referentes en estadística más importantes en América Latina. En tierra de ciegos, el tuerto es rey.
Lea en Razón Pública: El censo de 2018: ¿Cuántos somos, al fin, los colombianos?
Los problemas de los otros censos
Cuando se estaban preparando los censos de 1985, 1993, 2005 y 2018 se produjeron cambios en la dirección del DANE, que tuvieron implicaciones sobre estos censos. Esta situación creó discontinuidades inconvenientes.
Por eso es muy importante una mayor estabilidad, con un período fijo del director.
![]() Foto: Facebook DANE |
El poder del director del DANE es total, pues él o ella es quién decide sobre todos los métodos y quien puede cambiar de metodología incluso si el censo empezado por el anterior director ya ha avanzado un trecho. Además, no siempre el director es un experto en el manejo y producción de estadísticas oficiales.
Debería existir una comisión de expertos, que no sean funcionarios públicos, que apruebe los métodos y se pronuncie cuando haya problemas en los resultados. Adicionalmente, debería haber comités de expertos en los principales temas, que puedan actuar de forma ad hoc.
Es necesario que el DANE prepare el siguiente censo con suficiente antelación.
De acuerdo con las recomendaciones internacionales, los censos de población deben realizarse cada diez años y en año terminado en cero. En los países más desarrollados se ha aumentado la frecuencia a cinco años con un conteo (censo con pocas preguntas) en la mitad del período en el año terminado en dígito 5.
Una misión que asesoró al DANE en el proceso de cierre y asimilación del censo 2005, que en su momento fue también controvertido, recomendó que se hiciera pronto ese conteo. La recomendación habló de finales de 2010, pero esta fue rechazada por razones presupuestales.
Como se requieren datos demográficos anuales a escala municipal —inclusive por razones legales—, el DANE suele hacer proyecciones que pierden calidad cuanto más largo sea el período entre dos censos. Estas proyecciones deben actualizarse permanentemente con la información que se obtiene de los registros de nacimientos y defunciones, y de las encuestas especializadas, como la de demografía y salud, entre otras.
Cuando no se hacen estas actualizaciones, la brecha entre los resultados y las proyecciones puede ser muy grande. Esta actualización no se hizo con la frecuencia necesaria, lo que parece ser una de las causas de la diferencia encontrada en el Censo 2018.
Preparación para el próximo
Es necesario que el DANE prepare el siguiente censo con suficiente antelación. La metodología, su cuestionario y tecnología, deben estar listos 2 años antes de empezar, incluyendo todas las pruebas (muchas de estas pueden hacerse utilizando otras investigaciones del DANE, como las encuestas de hogares).
No debe hacerse un censo piloto sino varios con objetivos diferentes y sin la participación del equipo directivo. Este debe limitarse a anotar problemas para hacer los ajustes hasta lograr el resultado esperado. Por último, se debe contar con el presupuesto para adquirir el equipo necesario.
* Director del DANE 2007-2010, director del Departamento Administrativo del Catastro Distrital 1998-1999, profesor universitario en la Universidad de los Andes, Nacional, Externado y Rosario. Consultor en temas sociales, estadísticos y demográficos.