Estamos en la peor parte del ciclo económico: se acabó la bonanza minero-energética y las demás exportaciones no han aumentado en respuesta a la devaluación. Por eso el desempleo está aumentando – y seguirá aumentando en los próximos semestres-.
Francisco Azuero Zúñiga*
Más trabajadores que puestos de trabajo
Entre junio de 2015 y junio de 2016 la tasa de desempleo en Colombia aumentó del 8,2 al 8,9 por ciento.
Esto fue consecuencia de que mientras la población económicamente activa (total de personas en el mercado laboral) aumentó en 382.000 individuos, los empleos creados fueron solo 194.000. Es decir, de cada 100 personas que entraron a hacer parte de la oferta laboral solo 51 encontraron trabajo.
En las 13 principales ciudades del país también subió la tasa de desempleo de 9,7 a 10,2 por ciento, y en este cado de cada 100 personas nuevas que buscaron trabajo tan solo 57 lo encontraron.
La explicación
![]() Junta Directiva del Banco de la República. Foto: Banco de la República |
Vale la pena recordar los fundamentos macroeconómicos que inciden sobre el nivel de empleo.
Normalmente es de esperar que el empleo se mueva en paralelo con el ritmo de actividad económica, pero a su vez la actividad económica responde al comportamiento de la demanda interna y externa por los bienes producidos en el país.
Colombia, como se sabe, ha pasado de una bonanza exportadora al deterioro marcado de sus cuentas externas. El déficit en la cuenta corriente de la balanza de pagos pasó del 3,2 por ciento del PIB en 2013, al 5,1 por ciento en 2014 y al 6,4 por ciento en 2015. Y el gobierno, en su Marco Fiscal de Mediano Plazo, estima que ese déficit será del 6 por ciento en el 2016.
No queda alternativa distinta de la de disminuir el gasto.
Esto ha llevado a que las agencias calificadoras de riesgo rebajen de “estable” a “negativa” la perspectiva para los títulos de deuda externa del gobierno colombiano, argumentando que esos déficits están bastante por encima de los de los países que tienen la calificación que hoy tiene Colombia (BBB). Es decir que se trata de un déficit no sostenible.
Un déficit en la cuenta corriente es la diferencia entre el ingreso total de los agentes económicos de un país (sean empresas, hogares o gobierno) y el gasto total de todos ellos. Si los gastos son mayores que los ingresos, hay un déficit. Este déficit debe ser financiado por agentes externos que estén dispuestos a traer dinero a Colombia, bajo las formas de:
- Inversión extranjera directa,
- Inversión de portafolio,
- Compra de títulos emitidos por el gobierno o por empresas colombianas, o
- Aprobación de créditos bancarios.
El problema para Colombia se complica cuando vemos que la inversión extranjera que financió el déficit entre 2011 y 2014 estuvo dirigida principalmente al sector minero-energético; pero al caer el precio del petróleo y de otros minerales, desapareció el atractivo para invertir y no contamos ahora con esa fuente de financiación.
Debo añadir que la caída del petróleo produjo otro efecto: afectó negativamente los términos de intercambio de Colombia (o relación de precios entre nuestras exportaciones y nuestras importaciones), y por eso disminuyó el ingreso nacional real disponible, que mide la capacidad de compra de los residentes en Colombia. Mientras el PIB creció 3 por ciento en 2015, el ingreso nacional real disponible es decir, la capacidad de gasto de los colombianos, cayó en 1 por ciento.
Por lo tanto es necesario disminuir el déficit en la cuenta corriente. Y la solución sería aumentar los ingresos de los colombianos o disminuir su gasto.
![]() Se espera que la devaluación mejore la competitividad de los productos colombianos en el exterior. Foto: Ministerio de Comercio, Industria y Turismo |
El sistema cambiario colombiano, de tasa de mercado libre, permite contribuir a ese ajuste. Al hacerse los dólares más escasos, sube su precio. Esta alza desalienta la adquisición de bienes importados y de productos que tengan algún componente importado, lo cual aumenta transitoriamente la inflación interna, como la Junta del Banco de la República lo ha repetido en sus comunicados.
Por otro lado se espera que la devaluación mejore la competitividad de los productos colombianos tanto en el mercado nacional como en los internacionales. El problema consiste en que la recuperación de las exportaciones toma tiempo y en que depende de que se recuperen las economías de los países clientes, de abrir nuevos mercados, de adecuar las líneas de producción de las empresas, de resolver los problemas logísticos asociados con la exportación y de otros varios esfuerzos.
El sector público es hoy el más intensivo en empleo.
Por lo tanto (y al menos en el corto plazo) no queda alternativa distinta de la de disminuir el gasto, tanto privado como público.
La devaluación ayuda, a través de los precios, a disminuir el gasto privado, pero el gobierno también debe hacer su parte aumentando los impuestos (para ello es la reforma tributaria) o disminuyendo gastos. Y por su parte el Banco de la República ha tenido que aumentar la tasa de interés, buscando disminuir el gasto total en inversión o en bienes de consumo.
Como resultado de todo esto: menor gasto público, mayores impuestos y mayores tasas de interés, deben disminuir las ventas y, por lo tanto, la producción de las empresas.
Estamos entrando en esa fase del ciclo donde ya empiezan a sentirse los efectos de la caída en la demanda interna, pero todavía no opera el mecanismo compensador de recuperación de las exportaciones distintas de las minero-energéticas:
- El total de las exportaciones cayó en un 26 por ciento en el primer semestre de 2016 con relación al mismo período de 2015.
- Y a pesar de la devaluación, las exportaciones diferentes de los combustibles e industrias extractivas también cayeron en un 10 por ciento.
Consecuencias sobre el empleo
Es de esperarse que la desaceleración de la economía, consecuencia inevitable del proceso de ajuste, se traduzca en un aumento en el desempleo, aun cuando no con la misma velocidad.
El siguiente gráfico registra el comportamiento trimestral en el número de personas ocupadas y el crecimiento del PIB, en ambos casos en comparación con el mismo período del año anterior. Como se aprecia, no existe una causalidad directa entre las dos variables, pero sí existe una relación rezagada: primero aumenta o disminuye el producto, y después aumenta o disminuye el número de ocupados.
Fuente: Calculado a partir de datos del DANE. Cuentas nacionales y Gran Encuesta Integrada de Hogares
Esto tiene que ver con las decisiones de los empresarios con relación con el empleo. En las fases ascendentes del ciclo económico, solo contratan más trabajadores cuando se ha consolidado el aumento en la demanda por el bien que producen. Lo mismo pasa en la fase recesiva: despiden cuando se convencen de las perspectivas negativas para su mercado.
La caída en la tasa de crecimiento de la economía en los próximos semestres (algo inevitable como consecuencia del ajuste necesario en la demanda interna) debe aumentar las tasas de desempleo. Y ya se está comenzando a apreciar este fenómeno: en el primer semestre de 2016 se produjo una destrucción neta de 117.000 empleos, mientras que en el mismo período del año anterior se habían creado 233 mil.
Fuente: Calculado a partir de datos del DANE. Cuentas nacionales y Gran Encuesta Integrada de Hogares
Análisis por sectores
Es interesante mirar el comportamiento del empleo en las distintas ramas industriales, tomando un período un poco más largo. El gráfico anterior compara las tasas de variación en el empleo (líneas azules) con las de variación en el producto (líneas rojas) para el período comprendido entre marzo de 2013 (cuando estábamos en plena bonanza petrolera) y marzo de 2016.
Podemos clasificar las actividades económicas en tres categorías, según hayan aumentado o disminuido su intensidad en la utilización de mano de obra:
- Las ramas donde el producto aumentó más que el empleo. Este es el caso de la agricultura, la industria manufacturera, el comercio (que incluye hoteles y restaurantes), y transporte, almacenamiento y comunicaciones. Todas estas actividades son ahora menos intensivas en empleo. En la medida en que la devaluación surta efectos aumentando sus exportaciones y su participación en el mercado interno, puede presentarse un crecimiento del producto, pero su reflejo en las cifras de empleo será menor.
- La explotación de minas y canteras (incluido el petróleo) mostró una caída del 6 por ciento en el producto y de 23 por ciento en el empleo; desaparecieron 45 mil empleos en el sector, que afortunadamente representaba apenas un 1,2 por ciento del total del empleo nacional en 2013.
- Pero hay sectores donde el empleo aumentó más que el producto. Es el caso de la construcción; electricidad, agua y gas; intermediación financiera, y los llamados “servicios sociales, comunales y personales”, dentro de los cuales el principal componente es el sector oficial. Claramente, el sector público es hoy el más intensivo en empleo. El ajuste en el gasto ha recaído más sobre el gasto en inversión que en el de funcionamiento.
¿Qué nos espera?
En la medida en que se prolonguen, como es lo más probable, los bajos precios internacionales del petróleo y de otros minerales, Colombia tendrá que seguir ajustando su nivel de gasto, empujada por la devaluación del peso, por las altas tasas de interés, y por el necesario aumento de los impuestos.
Esto incidirá sobre el volumen de empleo y por lo tanto sobre las tasas de desempleo. Mientras las exportaciones no comiencen a recuperarse (lo cual depende del comportamiento de la economía mundial, en especial la de nuestros socios comerciales), no saldremos de la fase recesiva del ciclo ni empezaran a recuperarse la producción y el empleo de manera sostenible.
*Profesor asociado de la Universidad de los Andes
@pachoazuero