Por culpa de Colombia, Ecuador se retira del proceso con el ELN - Razón Pública
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Por culpa de Colombia, Ecuador se retira del proceso con el ELN

Escrito por Mauricio Jaramillo-Jassir
Mesas de diálogo con el ELN.

Mauricio Jaramillo¿Cuáles fueron las causas y cuáles serán las consecuencias de que Ecuador deje de apoyar este proceso de paz?

Mauricio Jaramillo Jassir*

Ecuador no había mediado nunca

Antes de ser garante y sede principal de las negociaciones con el ELN, Ecuador no había participado en las facilitaciones o buenos oficios entre el Estado y las guerrillas colombianas.

México, Venezuela y Cuba habían sido los países latinoamericanos que sirvieron como sedes y ayudaron a mediar en este tipo de diálogos, en compañía de algunos países europeos que apoyaron las negociaciones de El Caguán y por supuesto la mesa de La Habana.

El gobierno ecuatoriano se había abstenido de participar por varios motivos:

  1. Porque, con justa causa, se consideró víctima del conflicto colombiano, tanto por las acciones de los grupos armados en su territorio, como por las actitudes agresivas del gobierno de Álvaro Uribe. Durante sus ocho años de su mandato, Colombia maltrató a Ecuador de manera sistemática, hasta llegar al bombardeo que causó la muerte de “Raúl Reyes” en marzo de 2008 y que posiblemente causó la peor crisis en la relación de ambos países desde la disolución de la Gran Colombia.
  2. En las décadas de 1990 y 2000, cuando varios países latinoamericanos y europeos se decidieron a apoyar los procesos de paz en Colombia, Ecuador se encontraba en medio de turbulencias políticas que dificultaban su participación en los mismos. En menos de diez años, ese país tuvo ocho presidentes distintos (Abdalá Bucaram, Rosalía Arteaga, Fabián Alarcón, Jamil Mahuad, un triunvirato, Gustavo Noboa, Lucio Gutiérrez y Alfredo Palacio).
  3. Ecuador no tiene una cancillería con experiencia en mediación de procesos de paz. En cambio, Cuba y México tienen la infraestructura y los profesionales de más alto nivel en la región para cumplir con éxito este tipo de tareas. Por ejemplo, México jugó un papel clave en el proceso de paz de El Salvador, y Cuba lo hizo en el de las FARC.

Tensiones por la frontera

Presidente Juan Manuel Santos, junto al Presidente Lenín Moreno.
Presidente Juan Manuel Santos, junto al Presidente Lenín Moreno.
Foto: Secretaría Nacional de Comunicación

Pero además, para entender la percepción ecuatoriana sobre la violencia política en Colombia, hay que tener en cuenta que la frontera se encuentra mucho más cercana de Quito que de Bogotá y es mucho más importante para el gobierno ecuatoriano que para el colombiano.

La llegada de Santos alivió las tensiones y mejoró la relación de manera sustancial. Si se toma en consideración un pasado tan complejo, la decisión ecuatoriana de servir como sede de los diálogos con el ELN fue un gesto de enorme generosidad.

Tradicionalmente en Colombia la zona fronteriza ha sido considerada como periferia.  Probablemente existe una distancia no solo geográfica, sino cultural entre las preocupaciones de las élites del centro y los problemas reales de la frontera.

Ni siquiera en la época de Uribe, con su gran insistencia sobre el control territorial, se avanzó en la inserción del suroccidente colombiano, golpeado por una violencia sin tregua, por un índice de necesidades básicas insatisfechas por encima del promedio nacional, y con un territorio que grupos ilegales han venido aprovechando debido a su posición fronteriza.

En esta edición de RP: Tumaco ¿paz inalcanzable?

Las torpezas de Uribe

Pero la tensión llegó a su punto más álgido cuando el gobierno de Uribe declaró que los países vecinos tenían que tomar partido en el conflicto armado de Colombia.

Desde los últimos años del gobierno Pastrana, Colombia se quejaba de que Venezuela simpatizaba con las FARC. Para ese entonces, Hugo Chávez se había declarado neutral, y esto dio pie a una airada respuesta de las autoridades colombianas, que veían en ese gesto, el riesgo de que la guerrilla pudiera acceder a un estatus de beligerancia que no merecía.

Años más tarde, durante la administración de la llamada Seguridad Democrática, Chávez declaró formalmente su deseo de que esa guerrilla tuviera el estatus de beligerancia, siempre y cuando se comprometiera a respetar las normas del Derecho Internacional Humanitario.

En medio de semejantes tensiones, Ecuador jamás formuló declaraciones ni de simpatía ni de neutralidad respecto de las FARC. A finales del 2006 resultó elegido Rafael Correa, quien como candidato ya había anunciado que no calificaría al grupo guerrillero como terrorista a pesar de los insistentes pedidos de Colombia. Correa conocía muy bien los riesgos de involucrar a su país en la guerra de su vecino del norte.

Uno de los puntos sensibles tenía que ver con los cultivos de uso ilícito y las fumigaciones por aspersión aérea. Como había sucedido años atrás con Venezuela, Ecuador se había quejado ante el gobierno colombiano por los daños que causaban las fumigaciones con glifosato.

Para ese entonces, los dos países habían acordado que Colombia no fumigaría en una franja de diez kilómetros a partir de los límites con el Ecuador. No obstante, y aun sin que Correa se posesionara, en enero de 2007, Álvaro Uribe ordenó reiniciar las fumigaciones sin respetar el acuerdo en cuestión. Esto produjo la indignación de los ecuatorianos, que aún se preguntan por qué Colombia suspendió las fumigaciones ante las quejas de Venezuela, pero no lo hizo ante las ecuatorianas.

Un año más tarde se produjo una crisis diplomática, con el bombardeo abiertamente ilegal del campamento de las FARC en territorio ecuatoriano. Desde Bogotá se dijo sin pruebas contundentes, que Correa se había aliado con esa guerrilla, y Ecuador respondió con la ruptura de las relaciones diplomáticas.

Y otra vez los ecuatorianos se preguntaban: ¿por qué Colombia bombardea en Ecuador pero no en Venezuela, donde también se encuentran líderes de esa guerrilla? El menosprecio por el vecino del sur era evidente.

Lea en RP: Colombia, Ecuador, lo que quedó luego de la muerte de Reyes.

La crisis se resolvió en la XX Cumbre del Grupo de Río, bajo la mediación del presidente dominicano Leonel Fernández con un gélido apretón de manos entre Correa y Uribe. No obstante, Ecuador jamás olvidó lo sucedido.

Un retiro con graves consecuencias

Asesinato de equipo periodístico ecuatoriano.
Asesinato de equipo periodístico ecuatoriano.
Foto: @evoespueblo – Evo Morales Ayma

La llegada de Santos alivió las tensiones y mejoró la relación de manera sustancial.

Si se toma en consideración un pasado tan complejo, la decisión ecuatoriana de servir como sede de los diálogos con el ELN fue un gesto de enorme generosidad.

En ese momento, el gobierno de Rafael Correa ̶ quien estaba terminando su segundo mandato ̶ pensó que Ecuador podía volverse un referente de paz para la región.  Bajo su gobierno, se procedió a construir la sede de la Secretaría General de UNASUR cerca de Quito, y se pensaba que ese país podía tener un liderazgo en temas de integración y convivencia. En esa lógica, se inscribió la propuesta inédita de ser sede de diálogos de paz.

El tema del ELN no es uno de los muchos que distancian al presidente Lenín Moreno de su antecesor, pues desde el comienzo de su gobierno, el actual mandatorio confirmó su intención de seguir participando de ese esfuerzo.

Pero la muerte de tres periodistas de El Comercio a manos de una disidencia de las FARC, hizo imposible que Ecuador siguiera actuando como país garante del proceso. Uno de los consensos más sólidos de la política exterior ecuatoriana -apoyado por la mayoría de las fuerzas políticas y por el grueso de su población- consiste en la no intervención en el conflicto colombiano.

El secuestro y posterior asesinato de los comunicadores pone en evidencia las dificultades del gobierno colombiano para asegurar el control del territorio fronterizo, especialmente en el suroccidente donde a pesar de los esfuerzos de inversión en fuerza pública, no parece haber Estado de derecho.

El retiro de Ecuador deja el proceso seriamente debilitado y aunque se especule de escenarios alternativos como Cuba, el tiempo para el gobierno y el ELN se agota mientras la paz se desprestigia dramáticamente.

Su salida no es grave solamente por la falta de un territorio neutral donde negociar, sino porque pone en evidencia las dificultades de hacerlo en medio de la guerra.

Su salida no es grave solamente por la falta de un territorio neutral donde negociar, sino porque pone en evidencia las dificultades de hacerlo en medio de la guerra , lo que hace cada vez más inviable la reincorporación del ELN.

Seguir con esa negociación en un tercer país no corrige dos grandes y recientes males de Colombia: las enormes dificultades de presencia estatal en la zona fronteriza, y la ausencia de una consciencia sobre la importancia de Ecuador como un aliado político en los últimos años.

*Profesor de la Facultad de Ciencia Política y Gobierno de la Universidad del Rosario.
@mauricio181212

 

 

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