La derrota 3 a 0 de la Selección Colombia frente a Uruguay nos revivió una historia que empezábamos a olvidar: la mayoría de veces las eliminatorias fueron más una horrible noche que un júbilo inmortal. ¿Qué le está pasando a la Selección Colombia?
David Quitián*
La Selección según las estadísticas
Las estadísticas no mienten: Colombia solo ha participado en cinco de los veinte mundiales de fútbol, incluyendo la pasada copa de Brasil. Sin embargo este dato merece una aclaración: la Selección Colombia nació en 1938, cuando se celebraba el segundo mundial de la FIFA y Uruguay ya sumaba dos oros olímpicos en fútbol, un trofeo de copa FIFA y siete títulos de Copa América.
Si nos comparamos con los otros rivales de la Confederación Sudamericana de Fútbol (CONMEBOL), la historia nos ubica en la mitad de la tabla: nuestro equipo nacional apenas ha ido a más mundiales que Perú (cuatro veces), Ecuador y Bolivia (tres ocasiones). Venezuela todavía no ha ido a ninguno. Las demás selecciones tienen un historial importante:
– Paraguay ha clasificado a ocho Copas del Mundo,
– Chile a nueve,
– Uruguay a doce,
– Argentina a dieciséis, y
– Brasil las jugó todas y ganó cinco.
Estas tres últimas selecciones suman nueve coronas orbitales y son las que le dan el prestigio futbolístico a Sudamérica, región que mantiene el privilegio de cuatro cupos y medio para el Mundial. Es decir, casi la mitad del total de selecciones que integran la zona (diez). Esto, dicho sea de paso, es bastante inequitativo si lo comparamos con África, que tiene 5 boletos para repartir entre 54 países.
Si esa comparación se lleva al terreno de los enfrentamientos directos, el panorama es similar con una tendencia a la mejoría por las actuaciones del último tiempo. Según una contabilidad levantada por el estadígrafo del fútbol Guillermo Ruiz Bonilla en su libro Historia de la Selección Colombia 1924- 2014, el equipo patrio le ha sacado importantes triunfos a sus vecinos bolivarianos: Venezuela, Bolivia, Ecuador y Perú.
También consiguió superar a Paraguay (al que le ganó 32 veces, con el que empató 23 y perdió 27 veces) y le ha recortado la ventaja a Chile (25 triunfos, 20 empates y 28 caídas) y a Uruguay (al que está a cuatro triunfos de igualar). Eso sí, la balanza sigue siendo ampliamente desfavorable ante Argentina y Brasil: entre los dos nos han ganado 91 veces, les empatamos en 49 ocasiones y los vencimos en 35 oportunidades.
No sobra advertir que esa estadística es global y considera todas las categorías (pre-juveniles, juveniles y mayores). Tampoco está de más declarar que el inventario está incompleto por no tener en cuenta las cifras del equipo nacional femenino, que mejorarían los números generales de la Selección Colombia.
![]() Hinchas colombianos celebran durante el pasado mundial de fútbol. Foto: Wikimedia Commons |
Pero las estadísticas, para que adquieran sentido, deben cruzarse con la historia, puesto que el fútbol fue más tardío en Venezuela y Ecuador: el torneo profesional colombiano data de 1948, mientras que nuestros dos vecinos iniciaron los suyos en 1957. Además, los venezolanos deliran por el beisbol y el balompié apenas si aparece en los periódicos.
Por todo eso las estadísticas son apenas un punto de referencia. Pero de acuerdo con ellas, la Selección Colombia sería una de las candidatas a pelear el cuarto puesto o el medio cupo del repechaje. Otros indicadores avalarían ese optimismo: su permanencia entre las cinco mejores del “ranquin” de la FIFA y su actuación mundialista en suelo brasileño.
El efecto Falcao
No obstante lo ocurrido en Montevideo el martes 13 desafía las certezas que nos había brindado el equipo de Néstor Pékerman.
Haber perdido en el estadio Centenario de Uruguay no es el apocalipsis. La verdad, casi siempre hemos pedido allá y muchas veces por goleada. Lo que sí asusta es la actuación poco decorosa de la Selección ante los charrúas, que se suma a la insipidez del equipo después del Mundial de Brasil.
Desde entonces, la Selección ha hecho exámenes con rivales de poca trayectoria (Bahréin y Kuwait) y tuvo una Copa América mediocre (solo marcó un gol). Además de ello, los liderazgos como el de Yepes en el campo y Mondragón en el banco ya no están.
Otras ausencias conspiraron contra la buena andadura del equipo, el bajo nivel de futbolistas y las lesiones han creado un rompecabezas al que siempre le faltan piezas: Armero, Zúñiga, Aguilar, Ramos son los últimos cuatro apellidos que no pudieron ser convocados por el cuerpo técnico.
Pero este tipo de dificultades es bastante común porque todas las selecciones enfrentan problemas similares. Uruguay, Brasil y Argentina no pueden contar con sus máximas figuras: Suárez y Neymar por sanción, y Messi por lesión. De hecho, en la reciente fecha eliminatoria, los uruguayos arrollaron a los nuestros sin dos de sus futbolistas estrellas: Cavani y “Cebolla” Rodríguez.
Sin embargo, el factor clave de ese bajonazo puede ser el eclipse de un personaje carismático y altamente eficaz en el equipo nacional: Radamel Falcao García. Los rugidos del tigre ya no asustan y últimamente parece saltar al campo de juego con los guayos al revés: brinca a destiempo, el balón le rebota siempre y sus pocos remates viajan sin brújula de gol.
Falcao fue fundamental en la clasificación de Colombia al Mundial de Brasil: marcó 9 goles y se erigió en el goleador histórico con la casaca nacional al acumular 25 tantos. Pero él era más que pólvora en ataque, era el líder moral del equipo, su capitán y el ídolo del grupo que canalizaba el cariño de los hinchas.
Desde la ruptura del ligamento cruzado anterior y su imposibilidad de jugar el Mundial, el samario está de capa caída: jamás fue considerado por Van Gaal en el Manchester United y no ha podido retribuir la confianza que Mourinho le dio en el Chelsea.
Una historia similar ocurre con la Selección: el técnico argentino siempre lo ha convocado y las tribunas corean su nombre, pero los goles no asoman y su nivel luce distante de la categoría que mostraba antes de su lesión. Falcao vive de la plusvalía de su pasado, pero el crédito esta cerca de agotarse y la gratitud de los hinchas necesita alimentarse con buenas actuaciones. ¿Qué le pasó a ese estupendo delantero que infló tantas redes contrarias en su paso por River, Porto y Atlético de Madrid? Esa es la pregunta del millón.
Mientras tanto, su complemento en la tricolor, James Rodríguez, pudo sortear su falta haciendo una magnífica Copa Mundo, alentado por la consigna latente de “Radamel no tardará en volver”. Pero con el paso de los partidos y ante la demora de Falcao por llegar a su ritmo previo a la lesión, James empezó a acusar soledad en el comando futbolístico, algo que se agrava con su lesión que lo sacó de las primeras fechas de las eliminatorias.
Los otros también juegan
![]() El Director Técnico de la Selección Colombia, José Pékerman. Foto: Sir Frederick Golden |
La reciente derrota nos aterrizó en el clima de eliminatorias, específicamente de la sudamericana, que con chauvinismo llamamos “la más difícil del mundo”. Cierto o no, la lucha por un cupo siempre implicará dificultades, incluso para equipos con capital histórico como Brasil y Argentina, que tropezaron en su debut.
¿Qué acontece, entonces? ¿Los grandes bajan o los chicos suben? Ni lo uno ni lo otro: la globalización hace su trabajo. De un tiempo para acá los jugadores de élite (que son los convocados a las selecciones) comparten equipos y ya no hay trucos ni secretos que sorprendan: todo se comunica y de cierta forma es “aprendido” por la televisión y los medios masivos. El saber y el hacer se democratizan. Por eso es posible que, contrariando a Maradona, la historia sí cambie: que Chile le gane a Brasil y que Ecuador venza a Argentina.
Esa imposibilidad del secreto, esa dificultad de inventar nuevas fórmulas reduce lo futbolístico a factores materiales y administrativos: la infraestructura, la gerencia y la chequera para comprar buenos jugadores (y en pocos casos, al vigor monetario para preparar sin prisas los de divisiones inferiores).
Eso explica el hecho de que los clubes más ganadores del mundo sean también los más ricos y se nutran, casi sin excepción, con futbolistas venidos de otras latitudes. La ecuación beneficia a unas selecciones más que a otras. Las sudamericanas siempre están entre las más favorecidas: envían jóvenes promesas a Europa y las utilizan (ya realizadas) en sus equipos nacionales.
Ese fenómeno explica el reciente ascenso de Colombia, que se integró a aquel circuito: todos los nuestros actúan en el exterior en ligas de excelencia. Pero no explica en grado suficiente la existencia del espíritu competitivo y, digámoslo así, el “hambre de gloria” que hace que pocos logren mucho con menos. Para ejemplo de ello está la magra Uruguay que nos acaba de pasar por encima con lo que nosotros llamamos “berraquera” y ellos “garra charrúa”.
¿Podrá Pékerman regresarnos a un Mundial? ¿Logrará rehacer el equipo sin un líder como Falcao? Los próximos encuentros con Chile y Argentina irán desovillando el misterio.
* Sociólogo y magíster en Antropología de la Universidad Nacional radicado en Rio de Janeiro, donde hace un doctorado en antropología en la Universidad Federal Fluminense, profesor de la UNAD de Colombia y miembro fundador de la Asociación Colombiana de Investigación y Estudios Sociales del Deporte (ASCIENDE).
@quitiman