Pobreza y abandono de niños y adolescentes durante la pandemia: una tragedia callada - Razón Pública
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Pobreza y abandono de niños y adolescentes durante la pandemia: una tragedia callada

Escrito por Harvy Vivas
Harvy Vivas

Sabemos que la pobreza aumentó a raíz de la pandemia, pero poco se habla del daño más duradero: la deserción escolar y la brecha digital que nos impedirán progresar en el futuro. Estas son las estadísticas.

Harvy Vivas Pacheco*

Nueve millones de pobres

El DANE reveló los resultados de su última encuesta sobre pobreza y condiciones de vida en el 2020.

El Índice de Pobreza Multidimensional (IPM) no mide la pobreza según la falta de ingresos para adquirir bienes y servicios, sino la falta de condiciones para vivir bien (salud, vivienda, educación, empleo, entre otros). Según la Oxford Poverty & Human Development Initiative (OPHI) de los 5.900 millones de personas que viven en los 107 países en vías de desarrollo, 1.300 millones (el 22 %) viven en condiciones de pobreza multidimensional.

En Colombia el IPM siempre ha sido alto, pero ahora aumentó debido a la pandemia. Según el DANE, en comparación con el 2019, se registraron 489.000 nuevos pobres en el primer año de la pandemia. Cifra que equivale al tamaño de ciudades como Pereira, Valledupar, Montería o Santa Marta.

En total, hay nueve millones de personas pobres en Colombia. Pero las zonas más afectadas por la pobreza son:

  • Los centros poblados y rurales, donde hay 324.000 nuevos pobres registrados en el 2020;
  • La región del Pacífico, donde aumentó a 32 % el total de pobres (172 mil adicionales),
  • La región Central, con un 29 % (154 mil adicionales)
  • El Caribe, con un 27 % (146 mil adicionales).

Tal y como lo reconocen el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la OPHI, estamos afrontando un trágico episodio que pone en riesgo los progresos económicos y sociales alcanzados en la última década, lo que nos llevaría a 150 millones de pobres adicionales al finalizar 2021 y a un retroceso de 8 a 10 años en las condiciones de nutrición y asistencia escolar.

Aumento de la inasistencia escolar

Ahora bien, los efectos de este índice se reflejan sobre todo en el desempleo de larga duración (de más de 12 meses), el trabajo informal y la inasistencia de niños y adolescentes al colegio. Me detendré en este último, pues las cifras de inasistencia escolar de niños y adolescentes son dramáticas y explican en gran medida el aumento del índice de pobreza multidimensional del año pasado.

Para comprender la situación excepcional debida a la pandemia, el DANE introdujo ajustes metodológicos al indicador que tiene en cuenta los registros del SIMAT (Sistema Integrado de Matrícula) y el formulario C-600 (aplicado a las sedes educativas formales). Las estimaciones muestran que entre 2019 y 2020 la inasistencia escolar pasó de 2,7 % a 16,4 % es decir, que el porcentaje de hogares con al menos un niño en esta situación se multiplicó más de seis veces.

Hay además una brecha enorme entre las zonas urbanas y rurales, así como entre departamentos con distinto nivel de desarrollo. En las zonas rurales la inasistencia llegó al 25,5 % y en las cabeceras municipales al 10,3 %. Estas cifras revelan el número de hogares con al menos un niño o adolescente que abandonó el sistema escolar en 2020.

La región del Pacífico llegó al 27,4 % de hogares en esta situación, cuando en 2019 estaba en el 3,4 %.  En el Chocó el 38,2 % de los hogares tienen al menos un niño o adolescente por fuera del sistema escolar y los departamentos del Cauca y Nariño alcanzaron niveles de 28 % y 23 %, respectivamente.

Los números anteriores revelan las dramáticas disparidades en capacidad de adquirir bienes (tangibles e intangibles) que poseen los hogares en las distintas regiones. Esta desigualdad refuerza las trampas de miseria y afecta las oportunidades de movilidad social en el futuro.

El efecto de la inasistencia escolar, la baja calidad educativa y el rezago escolar de los niños y adolescentes de hoy, repercutirá negativamente sobre las aspiraciones y los logros de los adultos del mañana.

Exclusión digital

De acuerdo con las simulaciones hechas por el Observatorio de Ordenamiento Urbano-Regional, entre 2020 y 2030 las regiones con las mayores desventajas exigirán grandes esfuerzos del orden nacional y regional de inversión pública y privada. Además, exigirán la voluntad política para disminuir la brecha económica con otras regiones en condiciones más favorables.

Estos esfuerzos deben atacar las disparidades en la cobertura y calidad de la educación y, por supuesto, trabajar por el acceso a las tecnologías de información y comunicación de los hogares pobres donde crecen los infantes.

Las cifras recientes del DANE muestran las diferencias entre departamentos en la dotación de internet: mientras que en Bogotá y el Valle del Cauca más del 76% de los hogares contaban con conexión a este servicio, en el Chocó la cobertura llegaba al 13,2 % y en el Vichada y Vaupés estas cifras no superaban el 7 %.

Cuando se comparan las cifras de los centros poblados y rurales con las de las cabeceras municipales, se pone en evidencia la relación entre la brecha urbano-rural en la dotación de servicios de internet y la brecha urbano-rural en la inasistencia escolar.

La situación excepcional producida por la COVID-19 llevó a niños y adolescentes a un modelo educativo remoto que, al final, sólo pueden aprovechar familias cuyo hogar esté localizado en las zonas urbanas y con mayor dotación de bienes. La información del formulario único censal (formulario C-600) permitió ver que el 56,5 % de establecimientos educativos (de un total de 53557 sedes) emplearon estrategias pedagógicas mediante plataformas virtuales y aplicaciones de comunicación que exigen conexión a internet.

Por eso el 85,3 % de los planteles educativos adoptó las guías físicas como alternativa a la educación virtual. Sin embargo, en muchas regiones hubo diversas dificultades de acceso a las veredas, corregimientos y caseríos apartados de las sedes educativas. Bajo estas circunstancias, el despliegue de estrategias de atención por parte de los docentes no fue suficiente para evitar la deserción escolar.

La Colombia olvidada quedó en evidencia: niños y adolescentes desconectados de la era de la información y de las comunicaciones; sin acceso a las nuevas tecnologías dentro y fuera del sistema escolar y sin oportunidades de inclusión social.

Foto: Integración social - El rezago tecnológico, aunado a las exigencias de atención escolar en pandemia, agravó aún más las disparidades urbano-rurales.

El costo social

A las cifras anteriores habría que sumar la insuficiencia y desacierto de las acciones del gobierno en materia de conectividad. Por eso el costo social del rezago tecnológico del país en tiempos de pandemia ha sido enorme. Esto ya lo habían advertido los miles de maestros que afrontan esta precariedad día a día en su labor de formación de los niños y adolescentes.

Este rezago tecnológico, aunado a las exigencias de atención escolar en pandemia, agravó las ya grandes desigualdades urbano-rurales y entre departamentos. Esto augura un camino tortuoso hacia la recuperación e integración de las regiones más pobres a las oportunidades económicas y sociales en la postpandemia.

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