El pico y placa extendido y el aumento en el precio del pasaje de Transmilenio no van a resolver el problema de la movilidad en Bogotá. Cuáles otras medidas podrían ayudar.
José Stalin Rojas*
Movilidad y pandemia
La medida del pico y placa extendido no mejorará la movilidad de Bogotá en el corto ni en el mediano plazo.
Es más: si no se solucionan los problemas del transporte público, la situación en los próximos meses será insostenible.
Según la encuesta de movilidad de 2019, una persona en Bogotá empleaba en promedio una hora para desplazarse. Los desplazamientos se hacían a pie (32 %), en Transmilenio (19 %), en auto (11 %), en SITP-componente zonal (9 %), en bicicleta (6 %), y el resto de la población usaba taxis, motos, bicitaxis, patineta, transporte escolar, transporte intermunicipal, aplicaciones, cables y otros.
Antes de la pandemia, la cantidad de personas que usaba el Transmilenio iba en aumento, mientras que el uso del SITP zonal disminuía. Por otro lado, el uso de la bicicleta, el carro y la motocicleta estaba en aumento, al igual que el parque automotor. A esto se sumaba que la mitad de la malla vial estaba en buen estado (49,7 %), pero la otra mitad estaba regular (34,5 %) o en mal estado (15,8 %).
En términos socioeconómicos, los viajes en transporte público eran (y siguen siendo) más costosos para las personas de estratos bajos. Sin embargo, las personas pertenecientes a los estratos altos preferían (y prefieren) los viajes en auto.
La movilidad cambió con la pandemia. El número de personas que usaba el transporte público se redujo a la mitad, al tiempo que la bicicleta, la moto y el carro se volvían más populares. Pero los viajes en el SITP zonal siguieron disminuyendo y la malla vial tampoco cambió. El transporte público seguía siendo inequitativo y la percepción de inseguridad seguirá en aumento. Esto hizo que las personas optaran por el transporte privado en vez del público.
Lo anterior explica el malestar de los habitantes: el transporte público es caro, malo e inseguro; la malla vial sigue en el mismo estado, pero el número de motos y carros aumenta. Conviene aclarar que esta situación no puede atribuirse únicamente a la gestión de Claudia López, sino que viene de administraciones anteriores que demoraron las mejoras en la malla vial y en el transporte público.

Pico y placa extendido
Aunque el pico y placa extendido no cae bien, es una medida necesaria porque la cantidad de obras públicas que van a realizase de manera simultánea hace inevitable un aumento en la congestión. Pero esta medida es insuficiente, aun si se le suman otras ideas como el pico y placa solidario, el traslado de horario de entrada y de salida de los trabajadores, o el carro compartido.
Algunas de esas iniciativas ya fueron aplicadas y no tuvieron acogida o impactos significativos (cambio de horarios, carro compartido), y el componente zonal no ha mejorado durante los últimos siete años —tampoco ahora hay razones para esperar que mejore —. Además hay indicios de que la compra de carros usados está aumentando y la venta de autos nuevos está retomando la tendencia anterior a la pandemia.
Las soluciones que propone la Alcaldía en realidad no reducen la presencia de los automóviles en la malla vial ni ofrecen una alternativa llamativa, pues siguen sin mejorarse la frecuencia y la seguridad del transporte público. En algunos días, el colapso de la movilidad será inevitable.
Aunque las primeras mediciones del año registraron un aumento de la velocidad promedio, del uso del carro compartido y del pico y placa solidario, los datos cambiarán cuando los habitantes de Bogotá vuelvan a la normalidad y los estudiantes vuelvan a la presencialidad en febrero.
Las medidas que adoptó la Alcaldía no lograrán solucionar las deficiencias del SITP en las zonas donde se realizarán las obras, no cambiarán las tendencias en la percepción de inseguridad y no frenarán el aumento en las ventas de motos y autos.
Esas medidas serían más eficaces si existiese una estrategia de cultura ciudadana, pero esta idea murió hace más de cuatro administraciones. En la actualidad, aunque el compromiso ciudadano se impuso cuando comenzó el pica y placa, las personas se desencantaron con el deterioro paulatino del sistema de transporte público.
Aumento del pasaje
Las finanzas del sistema del transporte público pasan por una situación similar.
Durante la última década aumentaron los usuarios del sistema, pero el precio del pasaje lo hizo en pocas ocasiones. Sin embargo, los costos operacionales y la remuneración de los trabajadores aumentaron en varias ocasiones. Esto produjo un déficit financiero insostenible, y el sistema entró en crisis cuando llegó la pandemia y disminuyeron los usuarios.
Los sistemas de transporte público suelen ser deficitarios en todas partes del mundo: no son autosostenibles porque el dinero que ingresa por la venta de pasajes no compensa los costos y gastos de su funcionamiento. Por eso se necesita un subsidio estatal para equilibrarlos y garantizar el acceso a precio reducidos para las poblaciones especiales.
El gobierno nacional se comprometió a entregar una ayuda a Transmilenio, pero este apenas serviría para cubrir una parte del cráter financiero del sistema. Por esto se aumentó el valor del pasaje. Una medida necesaria, pero que no tomaron las administraciones anteriores por su impopularidad o el alto costo político que tendría.
Desafortunadamente el sistema de transporte es caro y los subsidios son insuficientes. Además, el alza del pasaje no refleja una mejora en la calidad de viaje. Por eso los usuarios manifiesten su descontento.
La administración distrital no ha emprendido planes para mejorar el sistema. Los colados representan casi el 13 % de los usuarios, los bicitaxis le quitan pasajeros y dinero al componente zonal, y muchos pasajeros evitan usar el transporte público debido a la percepción de inseguridad e incomodidad.
No hay muchas opciones para controlar el déficit, pero ya se dio un primer paso con el reajuste del pasaje. Parece que la Alcaldía intenta obtener recursos mediante los cobros por congestión, por contaminación, o por parquear en la vía pública; también mediante el aumento de las tarifas de parqueaderos, el cobro de impuestos por vehículos, la sobretasa a la gasolina u otras medidas que no son suficientes para resolver el problema financiero.
Una opción que debe contemplarse es la deuda pública, aunque implique desgaste político. También podría disminuirse el porcentaje de los colados y los bicitaxis, y diseñarse una estrategia para recuperar a los usuarios, empezando por mejorar la calidad, la frecuencia y la seguridad del sistema.
Parece que revisar los contratos con los operadores es un tabú, pero no debe descartarse, puesto que en un contrato los socios están en la buenas y en las malas, y esta vez los socios no acompañaron a la ciudad en los malos tiempos.