¿Bastará el discurso del presidente Petro para que Colombia tenga un lugar distinto en la agenda mundial?
Camilo González Vides*
Una nueva Colombia ante el mundo
El “código geopolítico” es el conjunto de percepciones que guían la política exterior de cada Estado.
Por eso importa el discurso de los presidentes en la Asamblea General de Naciones Unidas que se reúne en Nueva York cada septiembre. Este discurso refleja la visión del mandatario sobre su país en el contexto internacional.
Pues bien, el discurso del presidente Gustavo Petro significa que Colombia está en proceso de cambio en cuanto a la percepción sobre sí misma y en relación con los demás países. En términos del código geopolítico, el mandatario colombiano dividió el mundo entre aliados y rivales, y habló sobre justificaciones y estrategias de acción.
Este cambio de percepciones comenzó el día de la posesión de Petro como presidente. Para los observadores, es evidente el parecido entre las narrativas del discurso en la Plaza de Bolívar y el discurso en la Asamblea de la ONU.
Se mantiene el tema de la guerra contra las drogas, así como la lucha contra el cambio climático. Hay, además, un continuo llamamiento a la cooperación desde del Sur Global. En otras palabras, hay dos puntos significativos en el cambio del código geopolítico que propone nuestro nuevo mandatario:
- Su gobierno quiere forjar alianzas con los países que comparten los problemas de pobreza, desigualdad, efectos climáticos y de narcotráfico.
- Petro quiere cambiar la pasividad tradicional en la conducta exterior para que Colombia sea un país proveedor más que un país necesitado de ayuda.
Los culpables
A diferencia del 7 de agosto, en esta ocasión el discurso se enfocó en las causas y responsables de la situación actual del país, y no tanto en las estrategias para cambiar dicha situación.
Las justificaciones de Petro se inscriben dentro de la corriente crítica del Norte Global o de los países más industrializados. De forma consciente o no, su discurso dividió el mundo en dos: “mi Latinoamérica herida” y el Norte Global caracterizado por su adicción al consumo, al poder y al dinero.
Una Colombia que propone agendas en temas como el cambio climático y de revertir la lógica de la lucha contra las drogas ha sumado voces en gobiernos como Honduras, Bolivia y Chile.

Esta división no supone una confrontación directa, pero sí un ajuste de cuentas sobre la responsabilidad global de la degradación ambiental y los efectos de la lucha contra las drogas que ha implicado un trato diferencial y excluyente.
Además, recuerda a los discursos de la descolonización de la década de 1950 o 1960, donde se los países del Primer Mundo se presentan como depredadores de recursos naturales, frente a un conjunto de países en vías de desarrollo subordinados a su papel de proveedores forzados de materias primas.
No obstante, Petro va más allá de ese lugar común y relaciona aquel diagnostico con la guerra contra las drogas y el cambio climático. En su acusación directa a países que se aferran a una guerra inútil, sostiene que la principal víctima es la naturaleza y su daño colateral ha recaído en las personas a través de la cárcel y la exclusión.
Evidentemente, esto último es la consecuencia más directa y mediática del enfoque punitivo; según opina Petro, la lucha contra las drogas ha fracasado en reducir el consumo y además ha fracasado al producir el ascenso del crimen organizado y el aumento de los homicidios
Resulta revelador que algunos estudios enmarcados en la teoría del Treadmill of Destruction hayan demostrado que la militarización del combate contra las drogas resultó en esta paradoja: el uso de químicos y combustibles fósiles para detener su producción no ha sido efectivo y por el contrario ha transferido los riesgos a los ecosistemas e indirectamente a las personas.
El mensaje “¡La guerra contra las drogas ha fracasado! ¡La lucha contra la crisis climática ha fracasado!” muestra la relación insospechada entre ambos fenómenos que parecían divorciados en sus aparentes causas.
Bajo las premisas de la Seguridad Humana propuesta por Petro, esta guerra tiene consecuencias perjudiciales que la Comisión Global de Política de Drogas ha enunciado como altos riesgos de incumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible 2 ——Hambre Cero—, 13 —Acción por el Clima—, 14 —Acción Submarina— y 15 —Vida de ecosistemas terrestres—.
Soluciones y contradicciones
La solución para el cambio climático no es fácil. Sin embargo, el mandatario colombiano enumeró una serie de propuestas ya pronunciadas en su discurso de posesión:
- Primero, afianzar la cooperación internacional enfocada en salvar la Amazonía. Sin embargo, son manifiestas la hipocresía de gobiernos que no son el Norte Global. Por ejemplo, la Unión Europea apoya los esfuerzos para evitar la deforestación, mientras que Brasil, integrante de la Organización del Tratado de Cooperación Amazónica (OTCA), liquida grandes extensiones de la selva para ampliar el uso extensivo de la ganadería y la agroindustria.
- Segundo, “Cambiar deuda por naturaleza”. Es decir, que los países reduzcan su deuda externa con el compromiso de destinar los fondos para los acreedores a programas de conservación medioambiental.
En este punto cabe preguntarse si los acreedores y los deudores están dispuestos a intercambiar capital por naturaleza cuando la inflación aumenta y los problemas domésticos exigen mayor austeridad a los Estados.
- Por último, volvió a la tesis esbozada años antes por el expresidente Santos sobre la corresponsabilidad. Si bien Santos la limitó al problema del narcotráfico, Petro la vincula con la crisis ambiental y pide a las sociedades consumidoras que asuman la responsabilidad de contribuir a mejorar la vida de sus pares del Sur Global.
Liderazgo regional
Los discursos no son simplemente lo que se enuncia sino también lo que se omite.
Lo que no se mencionó en el discurso de Petro fue la difícil situación de Derechos Humanos en Nicaragua —que se ausentó en la Organización de Estados Americanos y después reculó su lugar en una resolución de la ONU— y en Venezuela —la Misión Internacional Independiente levantó un informe con acusaciones de crímenes de lesa humanidad—.
Es posible que la omisión obedezca a los intereses que persigue con ambos gobiernos— por los asuntos limítrofes y el papel de garante en el proceso con la guerrilla del ELN— o incluso a su cercanía ideológica.
A pesar de los silencios, el discurso tuvo replicas favorables en ciertos pares de la región. Una Colombia que propone agendas en temas como el cambio climático y de revertir la lógica de la lucha contra las drogas ha sumado voces en gobiernos como Honduras, Bolivia y Chile —aunque distante frente a su actitud frente a las autocracias de Nicaragua y Venezuela—.
Estos espaldarazos pueden ser el comienzo de una política exterior más activa en los próximos años y de una mayor diversificación de sus socios regionales y extrarregionales. Pero, principalmente, parece ser el comienzo de una nueva agenda y de un cambio importante en el código geopolítico que Petro reafirmó en su discurso en la ONU.