Fenalco ha puesto en duda la legitimidad de este gobierno. ¿Por qué la dura oposición de los gremios y cuál es el cambio que pretende lograr Gustavo Petro?
Alejandro Sánchez Lopera*
¿Un gobierno ilegítimo?
Recientemente, el presidente de Fenalco, Jaime Alberto Cabal, invitó al Congreso a “reflexionar sobre la ilegitimidad” de las reformas propuestas por el gobierno de Gustavo Petro. Este hecho no tiene precedentes: el presidente de un gremio nacional nunca había hecho un llamado así a gobierno anteriores, afines a sus intereses.
Posteriormente, Cabal dijo que había que proceder “con mucho respeto” para construir un proyecto “concertado de verdad”. Resulta entonces que los gremios ahora sí quieren un cambio concertado, aunque también intentan deslegitimar a un gobierno elegido democráticamente.
Estos intentos de deslegitimación se basan en parte en los errores, torpezas y reveses de Petro. El argumento principal de la oposición es que el presidente es un demagogo que gobierna con ideología.
Pero Petro y su equipo han tenido aciertos indudables durante su gestión. De hecho, al comienzo de su mandato, el presidente sorprendió a sus rivales al convocarlos para su coalición de gobierno —algo que olvidan las élites y la oposición—. Además, mostró gran destreza en lo tocante a
- la aprobación de la Reforma Tributaria y la Jurisdicción Agraria y Rural,
- el viraje en la política internacional,
- el apoyo a sus reformas por parte de entidades multilaterales e instancias importantes de la comunidad internacional,
- la desmilitarización en el manejo de las protestas ciudadanas,
- el control en el uso del ESMAD, y
- el haber puesto al país a conversar a diario sobre la salud, el trabajo y las pensiones.
Quizás el principal traspiés de Petro ha consistido en olvidar que ganó la Presidencia a pulso, y por eso en ocasiones reacciona con la actitud altiva de “el que no obedezca se va”, orden emitida por un presidente que adula al pueblo desde el balcón y “que no se orina en los pantalones”.
Una ideología anti-igualitaria
Este gobierno ha tenido que enfrentar embates de las élites empresariales, judiciales, mediáticas, burocráticas y tecnocráticas.
Pero eso mismo muestra que sus discursos y medidas afectan el “régimen de interés” sedimentado en Colombia. Basta recordar el comunicado de la ANDI oponiéndose al reconocimiento del campesinado como sujeto de especial protección constitucional.

Resulta entonces que los gremios ahora sí quieren un cambio concertado, aunque también intentan deslegitimar a un gobierno elegido democráticamente.
Es curioso que las élites y los gremios acusen al gobierno de falta de conocimiento técnico y de exceso de ideología cuando estos defienden sus intereses desde un lugar profundamente ideológico. Pero es más llamativo el hecho de que hayan empezado a ejercer un activismo que desestabilice al gobierno. ¿Cómo más puede entenderse el llamado de Fenalco? Lo que estamos presenciando no es una simple reacción ante las reformas. Es un intento para que las élites y los gremios mantengan sus privilegios. Su ideología, la de Bruce Mac Master, Diego Santos o Jaime Cabal, es anti-igualitaria.
El problema mediático
El otro flanco de ataque preferido por la oposición es el mediático.
La presencia constante del presidente en Twitter muestra un ansia de dominio en medio de un ecosistema mediático desordenado y descentralizado. Aunque sea una estrategia desordenada y de dudosa eficacia, no es lo mismo que hacer alianzas con las élites mediáticas, como han hecho otros gobiernos. Tampoco es lo mismo involucrarse en peleas pueriles que estigmatizar a la oposición durante décadas.
Pero no deja de ser llamativa la obsesión de Petro con una plataforma que Elon Musk adquirió de manera abusiva, eliminando todas las regulaciones en aras de una supuesta libertad de expresión. El éxtasis tuitero del presidente —y de muchos de sus altos funcionarios— no parece reparar en algo así. Twitter es el lugar de la adulación más que el de la verdad.
El cambio ya está en curso
En medio de todo esto, Francisco Gutiérrez ha hecho notar que hasta el momento no ocurrido nada más que el triunfo de un dirigente de izquierda cuyas reformas son de corte más liberal que socialista.
El cambio dista de ser uniforme, de lo contrario no sería cambio sino orden. Lo importante es que el cambio social en curso antecede a la elección de Petro y sobrevivirá más allá de ella. En otras palabras, el acontecimiento ya pasó y estamos experimentando sus consecuencias. Pero sin el papel catalizador de este gobierno y su arrojo, el cambio no habría alcanzado la dimensión que está teniendo.
El pánico de muchos ciudadanos no es más que la expresión de que estamos atravesando una crisis de la verdad social en Colombia. Es decir que, más allá de tanto escándalo en los medios y en las conversaciones cotidianas, lo que está en crisis no es el gobierno: es nuestra propia verdad colectiva, la de haber aceptado la destrucción de poblaciones y territorios como norma, la de aplaudir el saqueo como derecho de unos pocos y la de hacer pasar la explotación económica por un presunto progreso.
Esta verdad colectiva es la que defienden los gremios.
La oportunidad de Petro
El gobierno de Petro tiene la oportunidad de contribuir a redefinir qué es lo común, contrariamente a la captura privada de lo que es de todos.
lo que está en crisis no es el gobierno: es nuestra propia verdad colectiva, la de haber aceptado la destrucción de poblaciones y territorios como norma, la de aplaudir el saqueo como derecho de unos pocos y la de hacer pasar la explotación económica por un presunto progreso.
Pero ese giro no debería depender de la movilización ciudadana patrocinada por el gobierno; además, entrar en conteo de quién llena más las calles ha resultado contraproducente porque el pueblo es siempre esquivo, difuso, inasible.
Gobernar un pueblo es gobernarse. Gobernar al otro es a ser capaz de gobernar las propias fuerzas: o inclinarse al narcisismo y al melodrama, como choque final del bien contra el mal, o apostar por la cautela, la pericia y la superioridad ganada a pulso.
Los reveses recientes de las reformas en el Congreso y las crecientes marchas de la oposición muestran que el balance de fuerzas y las estrategias deben replantearse. Gustavo Petro tiene el coraje y tiene la pericia, además de lo cual ha hecho algo que ningún gobernante había hecho antes: ponerse de pie frente a la injusticia.
Las elecciones locales y regionales de octubre serán un gran reto y una oportunidad para poner en práctica estas nuevas estrategias.
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1 Comentario
Excelente columna. Plantea con claridad un panorama que estamos analizando con mucho calor y poca claridad. Muchas gracias.