¿Avanzó o retrocedió la productividad en Colombia entre 2002 y 2010? Un análisis con base en cifras del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), del McKinsey Global Institute y de otras fuentes recopiladas por el autor sobre Productividad Laboral, Productividad del Capital y Productividad Total de los Factores (PTF) revela el por qué del silencio sepulcral que guarda el gobierno en su lánguido final.
Jorge Gaitán Villegas
Como el cangrejo
En la primera entrega de esta serie en tres partes analizamos la "competitividad sistémica comparada" para Colombia durante el período 2002-2010 y examinamos los datos que arrojaron el cuidadoso informe del International Institute for Management Development para Colombia en los años 2009 y 2010 y el más conocido del Foro Económico Mundial , que ubican a la Colombia del 2010 en una pésima posición competitiva, justamente cuando por fin se inicia de verdad la interconexión con los circuitos económicos de mayor voltaje en el mundo. A decir verdad, la tarea del gobierno que termina no quedó muy bien parada.
Pasemos ahora a ahondar en la raíz profunda del problema colombiano: la brecha de productividad que nos separa de las economías más avanzadas del mundo, orientadas hacia la innovación.
A finales del pasado mes de marzo se celebró la Asamblea anual del BID en Cancún, México. En esta ocasión, el mensaje central del organismo multilateral se resume en el título de un completo estudio: ‘La Era de la Productividad: Cómo transformar las economías desde sus cimientos'.
En el Resumen Ejecutivo del documento se encuentra esta conclusión:
"Las economías de América Latina y el Caribe padecen la enfermedad del crecimiento lento crónico causada por la baja productividad. Lamentablemente, la región se ha acostumbrado tanto a este achaque económico que ya no considera al crecimiento como su problema más acuciante. Y sin embargo, los países de la región están pagando muy caro por no asignarle a este tema la más alta prioridad."
"El problema fundamental de la productividad de la región es que los países asignan demasiados recursos a demasiadas empresas pequeñas y de baja productividad."
El diagnóstico general es contundente: la región en su conjunto perdió el impulso innovador que tuvo entre los años 1950-1975. Hoy ese nivel de crecimiento ha migrado hacia el Asia Oriental, como se observa claramente en la siguiente gráfica.
El análisis de la productividad descompone esta variable en tres factores complementarios:
- La productividad laboral o del trabajo
- La productividad del capital
- La productividad total de los factores
En esta segunda sección, se presenta un análisis detallado de la evidencia empírica encontrada con respecto a cada uno de los componentes de la productividad en Colombia, para intentar medir la brecha de productividad, es decir, la distancia que nos separa de los estándares internacionales ‘normales', extraer algunas lecciones y plantear lineamientos estratégicos.
i. La Productividad Laboral en Colombia
Una primera aproximación intuitiva al concepto de productividad es observar la productividad laboral, medida en forma directa como la relación de ingresos operacionales por trabajador, a nivel microeconómico o sectorial.
Si se convierte a una moneda de referencia, como el dólar, entonces se encuentra la siguiente gráfica donde se registra la productividad laboral anual de un empleado promedio en cada uno de los subsectores industriales de Colombia y la comparación de la productividad laboral promedio de Colombia con respecto a la de los Estados Unidos:
Se puede observar cómo se distribuyen los trabajadores en cada subsector industrial colombiano – representado por el ancho de la barra respectiva. La altura de cada barra mide directamente la productividad en dólares por trabajador.
Sólo dos subsectores en Colombia superan el promedio general de productividad laboral en Estados Unidos, del orden de USD 85.000 por trabajador por año: bebidas y vehículos. Todos los demás están por debajo. La productividad laboral promedio en Colombia es de unos USD 32.000 por trabajador por año. La diferencia de más de USD 50.000 es justamente un buen indicador de la brecha de productividad laboral.
Resulta particularmente chocante que subsectores de muy baja productividad laboral – como prendas de vestir – tengan asignado un número desproporcionado de trabajadores, reflejando una asignación tan irracional del recurso humano, que raya en el absurdo.
También se puede crear un índice de productividad laboral relativa, donde se comparen los resultados anteriores frente a las cifras correspondientes a cada sector de la economía de Colombia con respecto al mismo sector en los Estados Unidos, por ejemplo. Este ejercicio da como resultado la gráfica siguiente:
Es claro que hoy la brecha de productividad laboral que separa a los diferentes sectores productivos colombianos fluctúa entre 93% y 50% de los sectores correspondientes en la economía de los Estados Unidos. El promedio se sitúa en 80%.
Otra conclusión que salta a la vista es la fragilidad de la actividad informal de millones de trabajadores colombianos, el 59% del total, que están obligados o han decidido actuar desde la informalidad, pues sus actividades económicas solo generan una productividad relativa del 7% y corren el riesgo de ser rápidamente barridas del mapa con la apertura comercial, tal como ya ocurrió en México.
En fin, incluso las empresas más modernas y productivas de Colombia, ubicadas en sectores como los servicios financieros y otros servicios (consultoría, universidades), apenas alcanzan en promedio el 50% de la productividad laboral de sus colegas en los Estados Unidos. La productividad promedio de los empleos formales no alcanza al 40% de la de los Estados Unidos.
La gráfica siguiente ilustra otro hecho preocupante: las pequeñas y medianas empresas aportan algo menos del 40% del PIB, pero generan alrededor del 70% del empleo, ya sea formal o informal. De esta forma, al construir otro índice de productividad laboral relativa, pero esta vez comparando a empresas grandes y pymes el resultado obtenido es alarmante: las pymes colombianas llegan apenas al 25% de la productividad laboral relativa de las empresas grandes. Incluso, las microempresas de acumulación, generalmente en el sector de servicios de alto valor agregado, arrojan un índice de más del doble de las pymes.
En fin, una conclusión preliminar se impone ante la evidencia de los datos: la baja productividad laboral de las pymes colombianas está frenando al país, pues absorben una gran proporción de la mano de obra y tienen a su disposición una fuerte dotación de activos productivos, pero no logran obtener de ellos sino un 25% de la productividad laboral que obtienen las empresas grandes, capaces obviamente de aprovechar mejor las economías de escala.
¿Qué hacer con las pymes colombianas, hoy amenazadas de muerte súbita por efecto directo de los diferentes TLCs, sin caer en el populismo empresarial que ha caracterizado a la política pública en esta materia?
ii. La Productividad del Capital en Colombia:
El otro factor productivo clásico es el capital, más escaso relativamente que la mano de obra en un país de ingresos medios como Colombia.
Por ejemplo, para el año 2007 se estima que el costo de oportunidad del capital en Colombia era de 10,5%. Cualquier actividad económica productiva debería generar un retorno sobre el patrimonio superior a esa cifra. De no ser así, esta actividad productiva estaría destruyendo valor al utilizar dicho capital y solo obtener una productividad del capital inferior a la que se puede obtener colocando los recursos en papeles financieros, como los títulos del Tesoro TES.
Al observar la última columna a la derecha de la tabla siguiente, correspondiente a la ROE (retorno sobre el patrimonio) para unas 21.000 empresas del sector real, es evidente, que sólo las grandes empresas en Colombia, con ingresos operacionales o ventas superiores a 100.000 millones de pesos fueron capaces de generar una ROE que supera, apenas ligeramente, el costo de oportunidad del capital del 10,5%, en un año especialmente favorable como fue 2007.
Todas las demás empresas destruyen valor, pero es especialmente alarmante el caso de las pequeñas o muy pequeñas, cuyas ventas se ubican por debajo de 2.000 millones de pesos al año: están quemando literalmente el poco capital financiero de que disponen, simplemente para mantenerse a flote. Peor asignación de estos pequeños capitales individuales resulta casi imposible, pero sumados constituyen el freno al desarrollo y al crecimiento económico que ha identificado el BID.
Es evidente, entonces, que el tamaño y el aislamiento de la firma son variables claves que determinan la productividad del capital, seguramente asociada a economías de escala que permiten aprovechar mejor el capital humano, el capital físico, las nuevas tecnologías, el mercado interno, el acceso a los mercados internacionales.
Una forma de medir la creación de valor real por parte de las empresas es determinar el EVA (Economic Value Added). El ejercicio realizado desde 1999 por Stern, Stewart & Co. para la Revista Dinero demuestra claramente que incluso las primeras 5.000 empresas colombianas destruyen volúmenes gigantescos de valor en su propia operación, que se esconde en los resultados contables usuales, pero que inevitablemente demuestran una mala asignación del capital productivo.
La gráfica siguiente da cuenta de los resultados obtenidos para el período 1999-2009:
En fin, es claro que un sector real cuyas primeras 5.000 empresas destruyen literalmente valor entre 10 y 80 billones de pesos anuales en forma sistemática no representa una amenaza creíble como barrera de entrada para toda empresa extranjera, grande, mediana o incluso pequeña, que decida entrar a saco en el mercado colombiano, especialmente si el propio gobierno colombiano le facilita su cometido, abriéndole las puertas de par en par y llegando casi al ridículo, como ha sido la gestión desastrosa y tardía del TLC con los Estados Unidos, en contraste con el Perú que fue más pragmático y menos pretencioso, con resultados concretos muy favorables.
iii. La Productividad Total de los Factores en Colombia
La productividad total de los factores (PTF) es la diferencia o residuo que resulta al restar la tasa ponderada de incremento de los factores productivos -trabajo y capital- de la tasa de crecimiento de la producción (medida como la tasa de crecimiento del PIB a nivel macroeconómico).
El progreso técnico, el capital humano mejor aprovechado, la capacidad de absorber nuevos conocimientos, los controles más estrictos de calidad, el celo por reducir desperdicios de tiempo y de materias primas, son algunas de las variables que más contribuyen a la PTF.
El siguiente cuadro ayuda a visualizar con claridad cuál ha sido desde 1955 hasta 2005 la larga saga de la lucha de Colombia por crecer y salir del subdesarrollo y el papel jugado por la productividad total de los factores (PTF):
En particular, se entiende de forma precisa cuál ha sido el aporte del componente de capital físico (capital output ratio), cuál la contribución del componente de capital humano (human capital per capita) y finalmente la PTF, que en mejores momentos fue el vector movilizador del crecimiento del país.
Se observa, por ejemplo, que en períodos de alto crecimiento como 1955-1959 y 1970-1979 la PTF explica gran parte del crecimiento positivo. Por el contrario, desde 1980 el aporte de la PTF en promedio ha sido negativo.
Conclusión preliminar
Este recorrido rápido por diversas fuentes de información ofrece un acervo de evidencia empírica que naturalmente convoca a un debate sobre lo fundamental: ¿Está o no está mejor hoy Colombia que al iniciarse este extraño régimen del uribismo? ¿Se avanzó o se retrocedió?
Como nota final de esta segunda entrega, vale la pena reflexionar sobre la siguiente lista de factores problemáticos que estarían obstaculizando la operación normal del sector productivo en Colombia, extraído de los resultados del Foro Económico Mundial.
Corrupción generalizada, mala asignación del ahorro nacional y falta de capital para inversión productiva en el sector real, tasas impositivas mal diseñadas e incentivos perversos, burocracia gubernamental ineficiente, regulación tributaria esquizofrénica e injusta, atraso imperdonable en la infraestructura, absurdas regulaciones laborales generadoras de desempleo, inflación, inestabilidad política, fuerza de trabajo inadecuadamente formada, alta criminalidad, pobre ética laboral en los empleados, en fin…lo que sabemos.
Si este es el legado final del gobierno más largo de la historia colombiana, con el mayor apoyo popular y prácticamente sin contrapesos, controles ni oposición real, el lector podrá sacar sus propias conclusiones.
Por ejemplo: la corrupción talvez no haya sido un obstáculo en sí o un ‘factor problemático', como lo llama el Foro Económico Mundial, sino la columna vertebral del interminable gobierno uribista, que sacó sus largas y sucias uñas durante el segundo período, como herramienta fundamental para instaurar un régimen de corte corporativista, al más puro estilo de la Falange: el Estado Comunitario.
Entre 2002 y 2008, en Colombia las diferentes funciones del Gobierno se fueron delegando a grupos de poder con intereses particulares investidos ‘en nombre de la Patria': latifundistas, banqueros, militares, contratistas, industriales, sectores afines al narcotráfico -articulados por medio de una jauría voraz de políticos profesionales.
Todos esperaban obtener beneficios de la gestión pública de sus intereses privados y se organizaron como cazadores de las rentas puestas a su alcance, ya sea gracias al saqueo del presupuesto y de las regalías, al control de la orientación de la política económica, al manoseo sofisticado de las entidades de regulación y vigilancia de sectores claves o, en fin, directamente de la administración de instituciones públicas que generan ingresos propios.
En la próxima entrega, analizaremos el punto de partida para el nuevo gobierno y las perspectivas económicas de los próximos cinco años con base en los análisis de The Economist Intelligence Unit, otra fuente prestigiosa, objetiva y, hasta donde sabemos, sin compromisos ni ataduras distintos de hacer un seguimiento cuidadoso de más de 200 economías y actualizar sus cifras con mucha regularidad.
(Continuará)
Espere: Perspectivas económicas para Colombia hasta 2014.