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Operación libertad: entre la esperanza y la frustración

Escrito por Ronal Rodríguez
Juan Guaidó durante la Operación Libertad.

Juan Guaidó durante la Operación Libertad.

Ronal RodriguezEl pasado 30 de abril, Juan Guaidó liberó al preso político Leopoldo López. Lo que pareció ser un intento de “golpe de Estado”, ¿terminó en frustración?

Ronal F. Rodríguez*

¿Vamos bien?

“Vamos bien” es el mantra que repite la oposición venezolana en reuniones y a través de las redes sociales.

Pero el tiempo pasa y la situación en Venezuela empeora. A la crisis humanitaria se le han sumado (1) la crisis de los servicios públicos, (2) las sanciones de Estados Unidos y (3) el cierre de la frontera con Colombia.

Así las cosas, el venezolano de a pie no siente que las cosas vayan bien. La euforia que despertó la figura de Juan Guaidó, líder de la oposición, se difumina entre la esperanza decreciente y la frustración creciente. Venezuela no está cerca de resolver su crisis, aunque:

  1. Haya sido lanzado el Plan País, que consiste en una serie de propuestas que buscan discutir los problemas de Venezuela;
  2. Haya tenido lugar un intento de “golpe de Estado” contra Maduro que se denominó Operación Libertad,
  3. Y se hayan organizado numerosas movilizaciones.

Algunos responsabilizan al pueblo y critican su “falta de movilización” y persistencia. Son los mismos que comparan la dictadura en Venezuela con la salida de Abdalaziz Buteflika en Argelia o de Omar al-Bashir en Sudán y alegan que solo la movilización permanente logrará la salida de Nicolás Maduro.

La euforia que despertó la figura de Juan Guaidó, líder de la oposición, se difumina entre la esperanza decreciente y la frustración creciente. 

Otros añoran una explosión social que obligue a los militares a tomar partido por la oposición, lo que llevaría a una especie de Caracazo que no pueda ser gestionado por el gobierno de Maduro y desencadene su salida.

Incluso algunos sueñan con que la “Vaca sagrada”—apodo del avión presidencial que se llevó a Pérez Jiménez hace 61 años— regrese para llevarse a Nicolás Maduro a Cuba, a República Dominicana, o a Turquía. Pero el llamado “cese de la usurpación” no logra concretarse.

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¿El comienzo del fin?

El pasado martes 30 de abril, Guaidó liberó a Leopoldo López del arresto domiciliario que cumplía. Ese mismo día pronunció un discurso al lado de la Carlota, la base aérea en Caracas, rodeado de López y algunos guardias nacionales fuertemente armados. Este discurso llevó a pensar que la salida de Maduro se daría.

Las marchas rumbo a Miraflores y la gente que se sumaba en las primeras horas del día alimentaron la sensación de que el momento había llegado y por unos instantes se vivieron destellos de esperanza.

Al discurso se sumaron las declaraciones de los líderes opositores en el exterior que anunciaron el principio del fin. Así animaron a la población venezolana a movilizarse, dentro y fuera del país, e hicieron llamados a los militares para que se pasaran al “lado correcto de la historia”.

Marchas de la oposición en Venezuela.

Foto:  Facebook Juan Guaidó
Marchas de la oposición en Venezuela.

Con el paso de las horas fueron desapareciendo las declaraciones y los líderes opositores dejaron un silencio, que cesó con el anuncio de que López llegaría a la Embajada de Chile y su posterior traslado a la residencia del embajador de España en Caracas.

Poco a poco la versión oficial que describía lo sucedido como una minúscula intentona, aislada y sin trascendencia, parecía explicar la nueva puesta en escena de la oposición.

El supuesto apoyo militar nunca apareció y, a pesar de que un número importante de ciudadanos se movilizó, tampoco llegó a convertirse en la corriente aluvional que se esperaba. De hecho, el intercambio de disparos desde los techos de algunos edificios disuadieron a la población temerosa y asustada.

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De las primeras horas de euforia se pasó a la frustración. De nuevo, la oposición arrastró a la opinión pública internacional y convenció incluso a algunos de sus aliados de que había llegado el momento porque las condiciones estaban dadas y que el apoyo de los militares y la población era inminente. Pero una vez más el resultado distaba mucho de las expectativas que habían despertado.

Las versiones

Diferentes versiones fueron apareciendo:

  1. Por un lado, la versión que señala a Vladimir Padrino, ministro de defensa, a Maikel Moreno, presidente del Tribunal Supremo de Justicia, y a Iván Hernández Dala, jefe de la guardia presidencial, de orquestar la salida de Nicolás Maduro el primero de mayo, pero que después de la intervención rusa se malogró.
  2. De otro lado, la versión según la cual el chavismo sacrificaría a Maduro responsabilizándolo de todo con el fin de llevar a cabo una transición controlada con participación de los opositores moderados en las siguientes elecciones. Pero ante dichos movimientos, y al saberse excluidos, Guaidó y López habrían actuado para evitar un relevo de la cúpula chavista.

Una transición “controlada” permitiría hacer un control de daños y evitaría tanto el ascenso al poder de los sectores más radicales de la oposición como la injerencia de Estados Unidos, Colombia y otros gobiernos adversos a la Revolución Bolivariana.

Cada minuto surge una nueva versión, y no falta quien alega ser el depositario de los secretos y misterios que explican los eventos ocurridos.

No obstante, lo que revelan los hechos del primero de mayo es el desgaste del discurso opositor y la cada vez menos clara inminencia de la caída de Nicolás Maduro. Si bien, nunca se sabe cuando caerá definitivamente un dictador, la promesa opositora de una pronta resolución ha empezado a minar la confianza de sus aliados.

Por eso Estados Unidos sigue adelante con su propia agenda y ha entablado sus propias conversaciones, dejando a la oposición casi como un testigo.

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Venezuela en diferentes escenarios

Otra conclusión de los eventos del 30 de abril y el primero de mayo es la falta de coordinación entre los actores internacionales que participan en el denominado “cerco diplomático” contra Venezuela.

Las reuniones y posteriores declaraciones del Grupo de Lima demuestran la complejidad del tema, la necesidad de buscar nuevos escenarios y abordajes, así como la invitación a Cuba para participar en la búsqueda de soluciones.

Poco a poco la versión oficial que describía lo sucedido como una minúscula intentona, aislada y sin trascendencia, parecía explicar la nueva puesta en escena de la oposición.

Sin embargo, las acciones del Grupo de Lima parecen tener objetivos distintos de los de Washington, que amenaza a Cuba con nuevas sanciones. Es más: la relación entre Colombia y Cuba no pasa por su mejor momento.

Leopoldo López, líder opositor en Venezuela que estuvo detenido hasta el pasado martes.

Foto: Facebook Leopoldo López
Leopoldo López, líder opositor en Venezuela que estuvo detenido hasta el pasado martes.

Igualmente ha quedado demostrado que Venezuela es un tema que se mueve en diferentes escenarios:

  • Aunque el chavismo parece estar “ganando” la partida en el ámbito interno —pues Maduro se mantiene en el poder— los costos sociales de ese sostenimiento son comparables con los de una guerra.
  • En el ámbito regional, el chavismo de Maduro ha sido aislado, pues sus principales vecinos reclaman un cambio, una transición a la democracia y la reconstrucción del país. Colombia y Brasil reconocen a Guaidó, y adelantan sanciones y requerimientos contra las figuras del chavismo.
  • En la geopolítica global, actores como China, Rusia, Turquía y hasta Naciones Unidas siguen reconociendo a Nicolás Maduro como el jefe de Gobierno y de Estado. En este terreno es donde la eventual intervención militar hace más ruido.
  • En la agenda interna de Estados Unidos, Venezuela figura como destino del turismo de tragedia de Senadores y Representantes a la zona de frontera con Colombia. Las fotos con los migrantes son utilizadas en la política doméstica, y desde ya se sabe que serán clave en las elecciones presidenciales del próximo año.
  • En Colombia, Alejandro Ordóñez, embajador ante la Organización de Estados Americanos (OEA) explicó que la migración de venezolanos hacia Colombia es un plan del socialismo del siglo XXI. Sus argumentos sin sustento son una muestra crasa de xenofobia.

El Estado colombiano debe preguntarse qué tan útil es expresar públicamente ante el Grupo de Lima, las intenciones de actores ilegales, que, en orquestación con el gobierno venezolano, buscan desestabilizar el país e incluso atentar contra el presidente Duque.

Si bien dicha información debe ser compartida con los países del Grupo, debería serlo bajo reserva, pues estas revelaciones se suman al ruido de las acusaciones del gobierno venezolano contra Colombia, Estados Unidos y la oposición. En últimas, las denuncias acaban siendo banalizadas.

La peor enseñanza del primero de mayo es que empieza a imponerse la idea que la crisis venezolana no tiene solución, especialmente en Colombia.

*@ronalfrodriguez Investigador y vocero del Observatorio de Venezuela de la Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.

 

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