Los gobiernos locales insisten en vías sobre la Reserva van der Hammen, pero esto afectaría gravemente el ecosistema de la capital ¿En qué va este proceso?
Sabina Rodríguez van der Hammen*
Un debate que renace
Una vez más el tema de la Reserva van der Hammen está en la agenda pública. La posible prolongación de la Avenida Boyacá pone en jaque la integridad de la reserva y amenaza con fragmentarla definitivamente.
La controversia revivió gracias a una audiencia pública ambiental que se llevó a cabo el 15 de septiembre por solicitud del Ministerio de Ambiente. Varias personas interesadas presentaron sus observaciones sobre el proyecto.

¿Cómo ha avanzado el proyecto?
La prolongación de la Avenida Boyacá hace parte del plan zonal Lagos de Torca, que llevaría esta vía hasta la avenida Guaymaral en la calle 235 para salir a la autopista norte. Para hacerlo se necesitaría un trámite de sustracción de la Reserva Thomas van der Hammen, puesto que dos de sus tramos pasan por esta área protegida (los dos tramos en rojo en el mapa).
No hay licencia ambiental
Desde el 2021, cuando el Fidecomiso de Lagos de Torca se disponía a iniciar el trámite de sustracción de la Reserva, la Veeduría Ciudadana para la Protección de la Reserva van der Hammen, la Alianza para la Defensa de la Sabana, la entonces representante a la Cámara Ángela María Robledo y diversas organizaciones ambientales enviamos varias comunicaciones a la CAR señalando la necesidad de tramitar una licencia ambiental además de la sustracción.
Acá no está en discusión si se necesitan soluciones de movilidad, está en discusión cuál es la mejor alternativa para hacerlo cuando también debemos cuidar el ambiente.

Las licencias ambientales son los permisos tramitados ante la autoridad ambiental cuando se va a desarrollar un proyecto que causa afectaciones ambientales. Contempla una serie de estudios y medidas para evitar, mitigar y compensar los daños que puede llegar a generar dicho proyecto. Además, algunos proyectos como los viales necesitan un diagnóstico ambiental de alternativas para evaluar todas las posibilidades y tomar la mejor decisión, con el objetivo de causar el menor impacto ambiental posible.
Pero el Fidecomiso insistía en que adelantar este trámite de licenciamiento no era necesario.
Después de un vaivén de comunicaciones, la CAR aceptó la necesidad de una licencia ambiental, pero añadió que no era necesario adelantar el diagnóstico ambiental de alternativas por tratarse de una vía concertada en el POT.
Desde el comienzo quienes defendemos la Reserva y su importancia ambiental para la ciudad hemos insistido en el diagnóstico de alternativas y en que su omisión es un vicio de trámite, pues la concertación del POT no puede anular las normas ambientales y su aplicación.
Pese a que aún faltaba un fallo de tutela de segunda instancia por vulneración al debido proceso y a la falta de participación ciudadana en el trámite de sustracción, el pasado abril el Consejo Directivo de la CAR —en una sesión extraordinaria que duró más de doce horas— aprobó la sustracción de los dos tramos de la Boyacá que pasarían por la Reserva con el voto negativo del Ministerio de Ambiente.
En el marco la controversia y en aras de garantizar la participación ciudadana, el Ministerio de Ambiente solicitó una audiencia pública sobre el trámite de la licencia. Anteriormente, la CAR se había negado a concederla para hablar sobre la sustracción e hizo nuevamente una lectura totalmente restrictiva de las normas ambientales y del derecho fundamental a la participación ciudadana.
Es importante señalar que las audiencias públicas ambientales son un espacio de participación ciudadana que se dan en el trámite de las licencias para que todas las personas interesadas puedan presentar sus observaciones sobre los estudios y sobre el proyecto en general, pero lo que se dice en las mismas no es vinculante.
La audiencia
Inicialmente se anunció que había 130 inscritos y que cada uno tendría tres minutos para presentar sus observaciones después de que el proponente presentara el proyecto y el Ministerio de Ambiente —como solicitante de la audiencia— también lo hiciera.
Después de las presentaciones del Fidecomiso y la Secretaría de Hábitat, la ministra de Ambiente hizo un recuento de la historia e importancia de la Reserva van der Hammen para la ciudad y la región. El ministro de Transporte presentó las alternativas en materia de movilidad. Y así se dio paso a las intervenciones ciudadanas.
De todas las presentaciones se pueden concluir dos cosas: el llamado a resolver el problema de movilidad en la zona, y la necesidad de un diagnóstico de alternativas para llegar a una solución que no afecte la Reserva.
Quienes pretenden construir la vía y afirman que no existen alternativas presentan estas dos conclusiones como antagónicas. Para ellos tomar medidas para mejorar la movilidad es imposible sin garantizar la protección de la Reserva.
Los daños irreparables
Según el proyecto, dos tramos de la avenida Boyacá pasarían por la Reserva van der Hammen, uno más al sur para evitar pasar por el Cementerio de La Inmaculada y otro que la fragmentaría completamente de extremo a extremo para llegar a la Avenida Guyamaral y salir a la autopista norte.
El primer tramo descrito fue un cambio en el trazado original para no tener que pasar por el cementerio. No se hizo valoración alguna de la afectación ambiental, aunque pase por una zona de restauración establecida por la misma CAR en el plan de manejo ambiental.
El segundo tramo es el más delicado. Fragmenta completamente la Reserva, pues impone una barrera a la conectividad de extremo a extremo.

Hay quienes alegan que ya existen vías que fragmentan la Reserva. La propia alcaldesa de Bogotá afirmó en su cuenta de X que esta obra mejoraría la conectividad cuando es justamente lo contrario.
Evidentemente la carrera séptima —en proceso de ampliación—, el tren de la novena y la autopista norte —también en proceso de ampliación— son barreras a la conectividad de la Reserva. Sin embargo, estas vías existían cuando la Reserva fue declarada, de modo que su impacto puede y necesita ser mitigado —justamente lo que se espera con las obras de ampliación—.
Las actuales barreras de conectividad no pueden ser la justificación para seguir creando más. Al contrario, nos llama a ser más rigurosos y a cuidar la conectividad de la Reserva, que es justamente uno de los principales motivos de su declaratoria: conectar los cerros orientales con el valle aluvial del río Bogotá.
El segundo tramo es el más delicado. Fragmenta completamente la Reserva, pues impone una barrera a la conectividad de extremo a extremo.
Una vía nueva es una barrera a la conectividad y produce fragmentación, eso es un hecho que no se puede negar. La pregunta no puede ser entonces si la causa o no, sino si es posible tomar medidas para que tal fragmentación, leída en un contexto donde ya existen barreras a la conectividad, no acabe por completo con la Reserva.
La otra pregunta es si la prolongación de la Avenida Boyacá hasta la Avenida Guaymaral —fragmentando la Reserva— es la única opción para mejorar la movilidad, pues se presenta como la solución a todos los trancones de la ciudad y como si no pudiéramos tener otras alternativas.
Acá no está en discusión si se necesitan soluciones de movilidad, está en discusión cuál es la mejor alternativa para hacerlo cuando también debemos cuidar el ambiente.
Con las diversas intervenciones en la Audiencia del 15 de septiembre quedó claro, particularmente con las de la ministra de Ambiente y el ministro de Transporte, que tenemos alternativas y que la prolongación de la Boyacá, pasando por la Reserva, no es la única solución.
La discusión sigue abierta, la CAR tiene en sus manos una decisión fundamental para el futuro ambiental de la ciudad y llamamos a que se tome con toda seriedad su papel de autoridad ambiental, pues hasta el momento ha dejado mucho que desear en el proceso.
Hoy no se pueden permitir proyectos nuevos que no se tomen en serio el reto de la emergencia climática y ambiental que vivimos. El gobierno no puede quedarse en discursos vacíos con la etiqueta verde, sino adoptar soluciones concretas, basadas en la naturaleza, y realmente innovadoras, que no pongan en riesgo nuestro futuro.
4 Comentarios
La propuesta de pavimentar la Reserva Forestal Thomas van der Hammen es preocupante. La reserva es un ecosistema vital para Bogotá y su pavimentación tendría un impacto negativo en el medio ambiente y la calidad de vida de los ciudadanos. Es importante que las autoridades y la ciudadanía se unan para proteger esta reserva.
Es importante que las autoridades y la ciudadanía se unan para proteger esta reserva, que es un patrimonio natural de todos los colombianos.
No es posible que se repita la historia de los demás humedales y lagos que fueron destruidos en Bogotá por una urbanización.
Considero que lo principal en esta cuestion, es el ambiente, ya que al construir esa via el ambiente se veria afectado debido a que muchos procesos que se realizan en esos lugares se verian afectados, ademas que muchos de las plantas y animales perderian sus habitats, tambien muchas de las plantas que se encuentran en ese lugar que cumplen diferentes funciones al quitarlas de ese lugar afectarian el equilibrio. Tambien considero que bogota al ser una mega ciudad siempre habran trancones y atascos y pues no importa las vias que se hagan siempre va a haber trancon, ademas que al siempre estar creciendo la poblacion de personas, la conjestion va a umentar.
Desde mi perspectiva, considero que la pavimentación de la Reserva es un tema que merece una atención cuidadosa y reflexiva. Esta reserva, ubicada en Bogotá, ha sido objeto de controversia en varias ocasiones debido a los intentos de pavimentarla.
Mi opinión sobre este asunto se basa en la creencia de que la intervención humana en la naturaleza debe ser cuidadosamente evaluada y justificada. No podemos simplemente pavimentar áreas naturales sin comprender plenamente su valor ecológico y los posibles efectos secundarios de nuestras acciones.
Desde mi experiencia personal, considero que es crucial que los seres humanos busquemos un equilibrio entre nuestras necesidades y el respeto por la naturaleza que nos rodea. La Reserva van der Hammen no es solo un lugar de importancia ecológica, sino también un espacio que puede ofrecer beneficios para la comunidad y el medio ambiente. Por lo tanto, debemos considerar cuidadosamente las implicaciones de cualquier proyecto de pavimentación en esta área.
En última instancia, mi opinión es que debemos actuar con responsabilidad y conciencia ambiental al tomar decisiones que afecten a la Reserva van der Hammen y otros espacios naturales similares. Esto implica estudiar a fondo los posibles impactos, buscar alternativas más sostenibles y fomentar un diálogo abierto y transparente entre todas las partes interesadas. Solo a través de una comprensión profunda y un enfoque equilibrado podemos garantizar un futuro más sostenible tanto para nosotros como para la naturaleza.
No es posible seguir priorizando los negocios de infraestructura por encima de la naturaleza. La ciudad debe proteger las áreas que hacen parte de la Estructura Ecológica Principal como medida para garantizar la sostenibilidad. Está en juego la vida.