Ni Facebook ni Cambridge Analytics se robaron sus datos - Razón Pública
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Ni Facebook ni Cambridge Analytics se robaron sus datos

Escrito por Olga Lucía Camacho
Red social, Facebook.

Olga CamachoSi usted es un usuario de redes sociales, usted acepta el riesgo de que su información personal sea comercializada.

Olga Lucía Camacho*

El escándalo

Cambridge Analytics (CA) es una multinacional dedicada a asesorar campañas electorales y de mercadeo comercial, incluyendo el uso de modelos y de datos que permiten  “cambiar el comportamiento de las audiencias”.

CA fue fundada por Robert Mercer, un multimillonario norteamericano que patrocina causa de ultra-derecha, y por Stephen Bannon, el “estratega” de cabecera de Donald Trump. Para las elecciones presidenciales de 2016, CA tuvo acceso a la información personal de más de 50 millones de usuarios de Facebook que utilizó para determinar los perfiles políticos y psicológicos de los posibles votantes en Estados Unidos.

La divulgación de este hecho originó un escándalo  que  se ha ido extendiendo a otros varios países y ha dado pie a investigaciones y medidas legislativas, que incluso esta semana concluyeron con el anuncio de la disolución de la empresa.

Por su parte el creador y principal accionista de Facebook, Mark Zuckerberg,  no había dejado de disculparse desde que se lanzó esta plataforma en 2003 debido al tratamiento indebido de la información privada de los usuarios de su red social. A raíz del escándalo de CA, Zuckerberg renovó sus excusas y propósitos de reforma de su plataforma  ante el Congreso de Estados Unidos, donde ya circulan ideas y propuestas para que el Estado intervenga en las redes sociales.

Pero, ¿cómo accedió CA a esta información sensible sobre los usuarios?

Contratado por la empresa, el profesor de la Universidad de Cambridge (y de la Universidad de San Petersburgo) Aleksandr Kogan desarrolló una aplicación (This is Your Digital Life) enlazada con Facebook. Al ingresar a la aplicación, la persona aceptaba compartir su información personal disponible en Facebook. Más todavía: aceptaba compartir los perfiles de sus amigos en esta plataforma.

Los perfiles sociodemográficos, actividades, gustos y afiliaciones de esos usuarios sirvieron así para escoger y direccionar los mensajes que la campaña Trump hacía llegar a millones de votantes. Y esto no parecía ilegítimo porque, al fin y al cabo, los usuarios de la aplicación “consintieron en su acceso y uso por parte de terceros”.

Si la pregunta es quién y cómo se protege nuestra privacidad, los primeros interesados debemos ser nosotros.

La actividad anterior no fue exclusiva de CA ni se fraguó a espaldas de Facebook. De hecho para esa época Facebook permitía a cualquier desarrollador de aplicaciones acceder a los perfiles de los usuarios y, desde estos, a los de sus amigos.

Y en todo caso hay que notar que el problema se deriva del propio modelo de negocio de esta red social, pues el modelo implica permitir que los desarrolladores de aplicaciones accedan a los datos personales con el fin de abastecer de propaganda altamente individualizada a cada uno de los usuarios de la red.

Vino viejo en botellas nuevas

Redes sociales.
Redes sociales.
Foto: Alcaldía Mayor de Bogotá

Pero antes o además de CA y de Donald Trump, se habían dado casos similares de acceso a la información y uso de los datos de los usuarios de esta red social en campañas políticas.

Por ejemplo, Chris Hughes, cofundador de Facebook, fue el asesor de Obama en su campaña de 2008 e hizo un uso eficaz de esta red. En el referendo por la independencia de Escocia de 2014 Facebook utilizó el botón “I’m a voter” para estimular la afluencia a  las urnas. Y estas prácticas se han repetido y han dado pie a controversias en casos como el Brexit de 2016 o el de las elecciones en Corea del Sur, Brasil, Suecia, Nueva Zelanda o Ecuador.

Lo ocurrido con Facebook y CA no fue un “cibercrimen”.

Entonces no es novedad que nuestros datos sean comercializados para tratar de convertirnos en votantes de determinado candidato Y CA es apenas uno de los muchos competidores de las empresas consultoras como Nation Builder.

Incluso antes del auge de las redes sociales, la información personal existente en las bases de datos era comercializada en tiempos de campañas electorales.

El consentimiento y sus problemas

Red social, Facebook.
Red social, Facebook.
Foto: ESACOR

Por tanto, la venta de aquella información que hemos decidido compartir no es un fenómeno extraño y es posible que el problema resida en la naturaleza del consentimiento mismo.

En la era de la Internet el consentimiento no es expreso. Se presume que el hecho de utilizar un servicio implica haber leído y aceptado los términos y condiciones del mismo. Pero constantemente hacemos clic sin leer el texto.

No obstante, la sensación de que nuestra privacidad fue vulnerada por Facebook y por CA demostraría, por un lado, que ese sistema se está quedando corto y, por otro lado, que en el momento de expresar el consentimiento no somos conscientes de sus efectos para nosotros y para nuestra privacidad.

Debemos tener en cuenta que la información que voluntariamente entregamos y compartimos en redes sociales permite que cualquier otra persona o entidad perfile de manera fina nuestras preferencias y segmente poblaciones para fines muy diversos.

¿Regulación estatal de las redes?

Creador de Facebook, Mark Zuckerberg.
Creador de Facebook, Mark Zuckerberg.
Foto: Sistema de Medios Públicos

Por todo lo anterior está claro que lo ocurrido con Facebook y CA no fue un “cibercrimen”.  Nadie se robó la información. En últimas, se trata de un problema de protección de la intimidad y de nuestros datos personales que tiene que ver con

  • quienes conocen nuestra información,
  • cómo pueden manipularla, y
  • qué podemos hacer como usuarios para limitar ambas cosas.

La pregunta es por quiénes y cómo serán capaces de “meterle el diente” a las redes sociales y sus políticas de (des)protección de nuestra privacidad.

Podríamos decir de manera optimista que si los Estados quieren proteger los datos en redes sociales como Facebook deberán eliminar vacíos legales (por ejemplo, acerca de quiénes tienen jurisdicción sobre Facebook) y contar con la capacidad de aplicar la ley nacional a empresas de alcance global, cuyos ingresos superan de lejos el producto interno bruto de muchos países, entre ellos Colombia.

La venta de aquella información que hemos decidido compartir no es un fenómeno extraño y es posible que el problema resida en la naturaleza del consentimiento mismo.

Y sobre todo: cualquier propuesta de regulación debe atender no solamente a la privacidad de los usuarios sino – entre otros- a la libertad de expresión, al buen funcionamiento de la economía digital, o a la falta extendida de conocimiento sobre temas de Internet.

En todo caso, si la pregunta es quién y cómo se protege nuestra privacidad, los primeros interesados debemos ser nosotros. Eso sí, tenga en cuenta que redes sociales como Facebook no van a sacrificar su modelo de negocio para que uno o unos pocos usuarios puedan bloquear por completo el acceso a su información por parte de anunciantes.

¿Cómo proteger nuestros datos?

La primera solución sería simplemente retirarnos de las redes sociales, como propuso hacer el cofundador de WhatsApp, Brian Acton con #deletefacebook.

Pero esta no es una opción realista para muchas personas. Por ejemplo, en Colombia el uso de plataformas como Facebook y WhatsApp no afecta el consumo de los datos de celular y, por tanto, es una manera bastante económica para comunicarse con su familia y amigos.  Y para muchos negocios las plataformas son el medio para llegar a una mayor audiencia, de manera que a ellos tampoco les conviene retirarse de las redes sociales.

Quienes decidan seguir usando las redes sociales deberían leer con cuidado los términos y condiciones sobre el uso de sus datos, así como prestar atención a las configuraciones de seguridad y privacidad. Pero esto no es suficiente: también deberían revisar la configuración de seguridad y privacidad de los dispositivos, aplicaciones y navegadores que utilicen.

Desde la Fundación Karisma  hemos diseñado distintas ayudas para que las personas sean capaces de mitigar los efectos del negocio de comercialización de datos.

En época electoral quizá nos resulte pertinente pensar si queremos “votar con clics” y decidir si queremos aceptar a Facebook como la única plataforma en la que nosotros mismos cedemos nuestros datos.

*Asistente de investigación de la Fundación Karisma. Esta nota fue construida con todo el equipo de Karisma.

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