Negociaciones de paz: en la recta final - Razón Pública
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Negociaciones de paz: en la recta final

Escrito por Álvaro Villarraga
Alvaro Villarraga

Álvaro VillarragaSe ha logrado casi todo y al mismo tiempo falta lo más difícil. ¿Dónde estamos y que más se necesita para llegar al fin definitivo de las hostilidades? ¿Cómo será el proceso de desarme, desmovilización y reinserción? Un recuento oportuno y ordenado.

Álvaro Villarraga Sarmiento*

El Jefe de la delegación de paz del Gobierno Nacional, Humberto de la Calle.

Cerca de la meta

Después de tres años de negociaciones, los delegados del gobierno y de las FARC reunidos en La Habana se aprestan a culminar la discusión de la agenda definida en el acuerdo inicial y a suscribir el acuerdo general, con el cese consiguiente de las hostilidades militares, la dejación de las armas, la puesta en marcha de los mecanismos de verificación y la convocatoria a la refrendación ciudadana.

Si esto se logra, se conseguiría el acuerdo de paz más importante de las últimas décadas, aunque todavía quedaría faltando un pacto con el ELN para dar por finalizado el conflicto bélico colombiano.

Lo conseguido ha sido difícil, y lo que falta lo será más, pues antes de que llegue el anhelado final del proceso quedan por resolver numerosos pendientes del conjunto de la agenda.

Por fortuna, las conversaciones recuperaron el “círculo virtuoso” que les ha dado su fuerza: des-escalamiento de las acciones militares, avance en acuerdos y recuperación de la credibilidad ciudadana. Gracias a esto las partes avanzan con decisión hacia la firma en la fecha convenida (23 de marzo), sino de todos los acuerdos, al menos de la mayoría de los faltantes.

Innovaciones dentro de la mesa

Avance del acuerdo de desminado en el municipio de Briceño, en el departamento de Antioquia.
Avance del acuerdo de desminado en el municipio de Briceño, en el departamento de
Antioquia.
Foto: Oficina del Alto Comisionado para la Paz

Importa recordar que en distintos momentos del proceso se han introducido cambios a la metodología que complementaron o enriquecieron lo que se había establecido en la fase exploratoria. Estos cambios han surgido de iniciativas provenientes de la sociedad, de las partes en la mesa o de la comunidad internacional, y esencialmente sirvieron para superar los momentos más críticos o para subsanar los vacíos más notorios. Entre estos cambios o innovaciones se destacan:

  • Los foros convocados por la Organización de Naciones Unidas y la Universidad Nacional;
  • La creación de subcomisiones técnicas, como las de enfoque de género, fin del conflicto y paramilitarismo;
  • El apoyo de una comisión de asesores jurídicos con participación de invitados de las partes; y
  • La invitación de delegaciones de víctimas.

En el curso de la negociación también se han producido otras medidas, tanto de carácter unilateral como bilaterales que fueron más allá de lo metodológico y trajeron consecuencias favorables en términos políticos, militares y humanitarios:

Las partes entienden que la guerra ya no da réditos políticos.
  • Las cinco declaratorias unilaterales de cese al fuego de las FARC y, en reciprocidad, la declaratoria gubernamental de cese de los bombardeos aéreos;
  • Varios acuerdos humanitarios para la liberación de integrantes de la Fuerza Pública en poder de las FARC;
  • El acuerdo especial de desminado con participación de las partes, acompañamiento técnico internacional y con enorme proyección estratégica de descontaminación de territorios;
  • La concesión de indultos a una treintena de guerrilleros;
  • La aceptación del papel de facilitadores de los países acompañantes de la mesa (Cuba y Noruega) y de los países que la apoyan (Venezuela y Chile) en tiempos de crisis;
  • La invitación a la ONU y a UNASUR para asistir en las deliberaciones;
  • Los delegados de organismos intergubernamentales y de países estratégicos con acceso a la mesa de negociación;
  • La invitación a comisiones del Congreso de la República para conversar en la mesa, primero sobre el tema de víctimas y luego para encontrar el mecanismo legal de aplicación de los acuerdos. Este hecho se complementó con la invitación a delegados de partidos políticos, organizaciones sociales y personalidades de la comunidad internacional.
  • Los actos de reconocimiento de las víctimas de las FARC (Bojayá y otros casos recientemente anunciados).

En este momento se está experimentado con otro cambio del orden, dejando atrás la metodología de ciclos, planteando una concentración casi permanente de la negociación y habilitando el tratamiento paralelo de los temas que faltan en la agenda, de manera que la mesa y sus líderes actúen ahora como instancia de coordinación ejecutiva.

Con este nuevo procedimiento se logró el reciente acuerdo sobre el mecanismo de verificación ofrecido por el Consejo de Seguridad de la ONU, que incorporará observadores de la CELAC y delegaciones de las partes.

El cese al fuego

El cese al fuego unilateral de las FARC y el cese de los bombardeos aéreos por parte del gobierno dieron lugar, en la práctica, a un alto al fuego no declarado pero realmente existente en los últimos meses. Esta situación se tradujo en cifras extraordinariamente bajas de acciones bélicas, muertes y violaciones de los derechos humanos. Esto por supuesto no niega que se sigan registrando casos de violencia, aunque en cantidades más discretas.

En estas condiciones no tiene sentido emprender operativos militares contra una guerrilla con la que ya se tienen o se perfeccionan acuerdos para finalizar la guerra. También estaría por fuera de cualquier lógica que las FARC rompieran el cese al fuego, cuando este ha influido de manera tan positiva sobre la mesa de negociaciones y después de que probaron las nefastas consecuencias de la ruptura del cese anterior y el rechazo generalizado por sus sabotajes a la infraestructura pública.

Ahora las partes entienden que la guerra ya no da réditos políticos y que, en las actuales circunstancias, pierde sentido intentar alterar las ventajas militares.

Es un hecho que las partes ya tienen borradores de consensos sobre la implementación del cese de hostilidades, aunque estos aún no han sido consolidados en acuerdos ni han sido todavía divulgados. Pero es posible prever algunos de los asuntos principales del compromiso que podrán adoptar las partes para ponerle fin a todo tipo de confrontación armada, acción militar o hechos violentos:

  • El cese de hostilidades llevará al desmonte de los dispositivos estratégicos, tácticos y operativos de la guerra, e implicará la conclusión de los planes de guerra y las campañas operativas.
  • El fin de hostilidades también traerá para el Estado cambios en la concepción, estructura, líneas operativas y dispositivos de inteligencia; la desmilitarización de instancias y ámbitos civiles; y la superación del discurso y las convocatorias de guerra, así como la supresión de la cooperación militar de guerra que brindan Estados Unidos y otros países.
  • Para la guerrilla este momento significará poner punto final a las actividades de carácter militar y de control de territorios, así como a las acciones de control poblacional con pretensiones de gobernanza, tributación y justicia.

Garantías y dejación de armas

Operativo de la Policía Nacional contra la organización narcoparamilitar de Los Urabeños en Cúcuta, capital del departamento de Norte de Santander.
Operativo de la Policía Nacional contra la organización narcoparamilitar de Los
Urabeños en Cúcuta, capital del departamento de Norte de Santander.
Foto: Policía Nacional de Colombia

El cierre de la guerra necesita la construcción de confianza política entre las partes y la mutua credibilidad en el cumplimiento de los términos pactados. También exige ofrecerles a las guerrillas garantías efectivas de acceso a la vida política, legal, institucional y ciudadana.

El nudo gordiano sigue siendo el reclamo de las FARC sobre el paramilitarismo. En este punto no basta con la explicación oficial sobre la desmovilización de las AUC, cuando se ha reconocido la parcialidad de ese proceso y es evidente que existen rezagos paramilitares activos. Sin duda el paramilitarismo actual es un fenómeno degradado, desarticulado y afectado por disputas internas y por acciones estatales en su contra. Pero se trata de un problema que no ha sido superado y que no se reduce a expresiones armadas sino a factores de poder, alianzas y soportes de diversa índole.

El nudo gordiano sigue siendo el reclamo de las FARC sobre el paramilitarismo. 

Como no se trata de una derrota militar sino de un acuerdo pactado, el asunto de la desmovilización y desarme guerrillero necesita un marco de distensión militar que conlleve paralelamente el repliegue de los contingentes militares oficiales en guerra contra las FARC, de tal forma que se garantice un ambiente para las concentraciones guerrilleras en diversas zonas y la preparación y realización de acciones de desarme.

Sobre este tema no existe una fórmula internacional rígida, pero la costumbre y experiencias recientes llevaron a formular los Estándares Integrados de DDR (desarme, desmovilización y reintegración) de la ONU en 2006. Entre ellos se cuentan procedimientos de desmovilización de unidades militares de combate, desarme y fases de reinserción inmediata y reintegración social mediata.

La propia experiencia colombiana es rica y diversa. Por ejemplo en un reciente estudio del Centro Nacional de Memoria Histórica titulado Desmovilización y reintegración paramilitar se hace referencia a 15 experiencias diversas de DDR en Colombia durante las últimas décadas, con contextos, actores y modalidades distintos.

En todo caso, con las FARC ya hay algunos asuntos claros. Con la firma del acuerdo final se procederá, en un plazo de dos meses, a la desmovilización de las unidades guerrilleras y a la dejación de las armas.  En consecuencia son previsibles el progresivo acuartelamiento de las tropas guerrilleras en zonas específicas, la dejación de las armas, su almacenamiento, custodia y destrucción; así como de las municiones, los explosivos y del resto del material de avituallamiento de guerra.

Por un asunto simbólico y de dignidad militar, las armas no se entregan a quienes fueron sus enemigos. Por eso guerrillas como el M19 y el EPL las dejaron ante veedurías internacionales y esta última las puso a disposición de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991.

La agrupación regional Partido Revolucionario de los Trabajadores de Montes de María las arrojó al fondo del mar Caribe y el Movimiento Armado Quintín Lame las dejó ante una veeduría internacional para que fueran destruidas por los pueblos indígenas del Cauca.

Se prevé que, de igual forma, las FARC no solo contarán con la veeduría internacional que ya se definió sino que tal vez tengan un proceso de desmovilización y desarme más complejo, metódico y de aplicación progresiva.

 

* Directivo del Centro Nacional de Memoria Histórica.

 

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