Negociación con el ELN: los tiempos del monte en la mesa de paz - Razón Pública
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Negociación con el ELN: los tiempos del monte en la mesa de paz

Escrito por Kyle Johnson

Mesa de conversación con el ELN en Ecuador.

Kyle JohnsonLas partes mantienen su desconfianza y no se ha avanzado en los puntos más importantes.  Pero hay caminos para salir del atolladero. ¿Qué pueden hacer la guerrilla y el gobierno? ¿Qué podemos esperar los colombianos del proceso?

Kyle Johnson*

Algo es algo

El proceso de negociación con el ELN acaba de cumplir 100 días desde que comenzó la fase pública. Pero en la mesa se ha avanzado muy poco. Esto es comprensible debido a que 100 días son pocos en este tipo de procesos, y a tres problemas fundamentales:

  • la falta de confianza entre las partes,
  • la insistencia del equipo de gobierno en el tema del secuestro, y
  • una agenda poca específica.

Los avances de la mesa fueron anunciados el 6 de abril, al final del primer ciclo. Entre ellos se destacan:

  • Un acuerdo para la pedagogía y comunicación para la paz, con un plan de acción inmediato;
  • Dos mesas “paralelas”: una para el punto 1 sobre participación de la sociedad, y otra para el tema 5.f: “dinámicas y acciones humanitarias” basadas en las exigencias del derecho internacional humanitario (DIH);
  • Avances hacia un acuerdo sobre consultas o audiencias para diseñar el acuerdo del punto 1;
  • Un “entendimiento” para un proyecto piloto de desminado humanitario;

Aunque estos avances parecen pocos, y no tienen que ver directamente con la agenda, son importantes para la creación de confianza, que no ha sido mucha hasta este momento.

Falta de confianza

Líder del ELN, Nicolás Rodríguez junto a Timoleón Jiménez líder de las FARC en la Habana, Cuba.
Líder del ELN, Nicolás Rodríguez junto a Timoleón Jiménez líder de las FARC en la Habana, Cuba.  
Foto: Conexión Capital

El equipo del gobierno y el del ELN tienen una notable desconfianza recíproca, aunque se ha tomado pasos para irla disminuyendo.

-Del lado del gobierno hay dudas persistentes sobre la voluntad real de su contraparte para llegar a la paz, debido a las acciones militares realizadas por el ELN en el terreno. Además, la continuidad de la práctica del secuestro por parte de esta guerrilla sigue nutriendo esta desconfianza. Y han sido muy negativas las actitudes que a veces muestra el ELN en redes sociales, que se había convertido en el lugar preferido de las delegaciones de las dos partes para debatir y criticarse entre sí.

Para enderezar la supuesta mala fe de su contraparte, el gobierno organizó una reunión entre los líderes de las FARC y los tres miembros principales del Comando Central (COCE) en La Habana. El gobierno aún siente que no sabe exactamente con quién está negociando en la mesa, es decir, no está seguro de qué representatividad y poder tenga el equipo negociador dentro de la estructura federada del ELN.

El gobierno ha concluido que este equipo no representa al ELN por completo; por ello le pidió que invitara a la negociación a un delegado del Frente de Guerra Occidental, quizás el más activo militarmente y el que últimamente ha estado más vinculado con los secuestros. Adicionalmente, el gobierno ve al ELN dividido en su voluntad de paz, especialmente por el apoyo poco claro de Pablito, anterior comandante del Frente de Guerra Oriental y ahora miembro del COCE.

-Por su parte el ELN tiene poca confianza en el gobierno porque también lo ve dividido. En una entrevista reciente, Pablo Beltrán, jefe del equipo negociador y miembros del COCE, dijo que “Nosotros tenemos un problema con el interlocutor: hay una parte del régimen que comparte que en la mesa de diálogo se logren acuerdos de paz y otra parte no lo desea. Ese es el primer gran problema. O sea, el interlocutor está dividido”. Además, el grupo guerrillero ve al gobierno débil en su capacidad política, lo cual en parte explica por qué cree que firmará la paz eventualmente con el gobierno entrante: no es solo una cuestión de tiempo, sino del capital político menguante del actual gobierno.

El ELN critica al gobierno abiertamente por el asesinato de los líderes sociales. Culpa a “las clases dominantes” por su supuesto apoyo al “paramilitarismo” actual, argumentando que lo que dice el gobierno es una cosa y lo que pasa en terreno es otra. Además ha criticado el desempeño del gobierno en el desarrollo del Acuerdo con las FARC, especialmente la dejación de armas. También sigue acusando públicamente al Ejército de ser cómplice de grupos como las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (AGC), también conocido como el Clan del Golfo.

El secuestro y la agenda imprecisa

El tema más difícil para esta negociación ha sido el secuestro, una práctica que el ELN sigue justificando y realizando, aunque últimamente casi que de manera exclusiva en el Chocó.

La delegación del gobierno no ha permitido que haya avances generales sin que haya progresos sobre este asunto, dado que es una exigencia fundamental de su parte y una amenaza a la legitimidad de la mesa. Es evidente que el secuestro tendrá que hacer parte de las discusiones humanitarias, aunque las partes han tenido en debates públicos poco productivos aunque políticamente simbólicos, como si el secuestro está prohibido por el DIH, lo cual es obvio.

El ELN ve la insistencia del gobierno como una exigencia unilateral e inaceptable. Pablo Beltrán ha dicho que su mandato es no separarse de la mesa, pero también ha afirmado que “si ustedes (el gobierno) van a hacer exigencias unilaterales pues nos evitamos traer esta delegación aquí y les dejamos una casilla en internet para que nos las manden”. El tema es difícil y lo mejor será tratar de construir la confianza a través de acuerdos y/o protocolos sobre otros asuntos, para luego volver al secuestro.

Por último, la poca especificidad de la agenda sigue afectando el avance de la mesa. El ejemplo más claro es el de las “audiencias preparatorias” del punto 1. Según personas cercanas al proceso, el ELN propuso un total de 300 participantes, número que fue reducido a alrededor de 80, quienes representan 24 “sectores” de la sociedad. Para el ELN las perspectivas e ideas que salgan de las audiencias deberían ser vinculantes, pero el gobierno ha discrepado de esta visión.

Una agenda más específica, con un camino más claro, hubiera ayudado mucho a evitar este tipo de discusiones.

ELN y FARC

Miembros del Ejército de Liberación Nacional ELN.
Miembros del Ejército de Liberación Nacional ELN.  
Foto: Defensoría del Pueblo

La reunión entre los líderes de las FARC y del ELN en La Habana tenía un objetivo primordial: aumentar la confianza del ELN en la voluntad política del gobierno Santos de llegar a un acuerdo serio. Esta guerrilla tiene serias dudas en este punto, pero las FARC, con su cercanía ideológica y militar con el ELN (a pesar de sus conflictos en el pasado), posiblemente pueda convencerla de que se puede confiar en el camino de la negociación.

A la vez, para las FARC la implementación del Acuerdo Final y su apoyo público pueden verse afectados por una confrontación militar persistente entre el Estado y el ELN. En varios de sus territorios históricos su poder político podría mermarse y su control territorial puede pasar a otra guerrilla sin que las promesas del Acuerdo se vuelvan realidad.

A pesar de las dos reuniones entre las FARC y el ELN (una en Quito y la segunda en La Habana), el comunicado conjunto de las dos guerrillas es poco específico, no da señales de un cambio de actitud seria por parte del liderazgo del ELN, y muestra que los dos grupos se mantienen donde estaban antes de la reunión en su relación y sus propios procesos de paz.

Pablo Beltrán admitió que, en efecto, el ELN debería conocer mejor la experiencia de las FARC en su proceso de paz, y especialmente la implementación de su Acuerdo, lo cual fue presentado por los medios como un gran cambio por parte del ELN frente al proceso con las FARC (cuando no lo es realmente), del cual siempre ha sido crítico por ser un acuerdo con pocos cambios sustanciales para el país.

El gobierno se acaba

El jefe del ELN, Gabino, agregó que no veía posible llegar a un acuerdo con el gobierno de Santos.

El ELN ahora quiere que el proceso llegue a un punto donde parar la negociación sería políticamente imposible para el próximo gobierno. Dados los tiempos que han tomado para llegar a este punto y los pocos avances se ve bastante difícil que la mesa llegue hasta allí.

Pero esto no es imposible. El ELN y el gobierno tienen que llegar a protocolos o acuerdos sobre “las dinámicas humanitarias” bastante pronto y cumplirlos para que la confianza en la mesa aumente, y las críticas políticas sobre el proceso disminuyan. En una situación ideal, el secuestro sería el primer tema incluido en estos protocolos, pero la condición precaria de la confianza en la mesa significa que puede traer mejores resultados tratar primero otros asuntos.

A medida que las partes vayan cumpliendo los primeros protocolos, la confianza puede llegar a tal punto que el fin del secuestro sea negociable. Será difícil vender al país un compromiso tan alto con la guerrilla, pero persistir en el rumbo de la guerra sería mucho peor.

 

* Analista Senior de International Crisis Group en Colombia

twitter1-1@KyleEnColombia

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